"Ugh... ¿Dónde estoy?" - murmuró Daimon mientras abría lentamente los ojos, solo para notar como parecía estar en una habitación oscura - "!"
El general demoníaco rápidamente intentó moverse, aunque su expresión cambió cuando notó como su cuerpo estaba atado con unas extrañas cadenas que reconoció de inmediato - "¡¿Por qué tengo puestas las cadenas del alma?!"
"Porque ese es nuestro trato para los traidores" - respondió una voz que él reconoció de inmediato.
"¡Cattleya!" - exclamó Daimon con furia mientras veía como la hermosa mujer demoníaca sonreía ligeramente - "¡Tú!"
"¿Yo?" - repitió Cattleya mientras ladeaba la cabeza.
"¡Tú, traidora!" - rugió Daimon mientras intentaba soltarse, aunque sin resultados favorables.
"¿Yo, una traidora?" - repitió Cattleya con el ceño fruncido mientras negaba con la cabeza - "¿Cómo es posible que yo sea una traidora cuando fui la única que cumplió con su misión?"
"¡Tú elegiste tomar el control de la vanguardia porque sabías que nuestra emboscada fracasaría!" - rugió Daimon con unos ojos rojos por la furia.
"¡¿Cómo te atreves a llamar traidora a la señorita Cattleya?!" - exclamó un soldado con furia - "¡Ella hizo todo lo posible por intentar mantener nuestras muertes al mínimo, solo para que tú regresaras completamente herido por tu propia incompetencia!"
Daimon estaba a punto de explotar, cuando escuchó el grito de los demás soldados, condenándolo por sus acciones. Una expresión horrible apareció en su rostro mientras veía como los soldados que antes lo miraban con emoción, ahora lo observaban con odio, furia y desdén.
"Ok, suficiente" - dijo Cattleya con el ceño fruncido mientras miraba alrededor - "Primero, quiero saber qué fue lo que dijo su excelencia con nuestra situación actual"
"Dijo que es tiempo de que regresemos, nuestra operación terminó siendo un fracaso y nuestro ejército ha sido reducido en un 90%" - respondió el mensajero mientras se mordía el interior de la boca para no maldecir.
Cattleya soltó un suspiro cuando escuchó esto antes de negar con la cabeza - "Lamento haberles fallado"
"No, usted no nos falló, señorita Cattleya, fuimos nosotros los que le fallamos, fueron los demás generales los que no hicieron su trabajo, fue este bastardo el que nos traicionó" - dijo el mensajero mientras miraba con odio a Daimon.
"¡Yo no soy el traidor, ella lo es!" - rugió Daimon mientras miraba con hostilidad a Cattleya.
"¡Fuimos a recuperar los cuerpos de los demás generales!" - exclamó uno de los pocos soldados sobrevivientes que no estaba originalmente bajo el mando de Cattleya - "¡Ellos no fueron asesinados por los humanos! ¡Todos sus cuerpos fueron destruidos por magia demoníaca!"
"¡Ellos intentaron matarme, cada uno de ellos era un traidor!" - rugió Daimon con furia - "¡Ellos intentaron vender a nuestra raza a los humanos!"
"¡¿Qué tan estúpidos crees que somos?!" - exclamó otro soldado mientras miraba con odio a Daimon - "¡¿Cómo es posible que todos los generales, menos tú, eran traidores?!"
"¡Y yo que voy a saber, todas mis acciones fueron por el bien de nuestra raza!" - exclamó Daimon mientras miraba alrededor, solo para notar como la hostilidad en las miradas de los soldados era cada vez mayor - "Ya veo, todos ustedes fueron corrompidos por esta perra... ¡Todos ustedes son traidores de nuestra raza!"
"¡He oído suficiente!" - exclamó una voz cansada.
Los soldados abrieron paso, mostrando al sumo sacerdote, quien estaba caminando junto a una persona familiar.
"¿Señor Freid?" - dijeron los soldados mientras miraban al hombre con apariencia familiar, solo que esta vez, él tenía una piel pálida.
"¡Su excelencia, tiene que castigar a todos estos bastardos!" - exclamó Daimon con furia - "¡Todos, y cada uno de ellos, son traidores a nuestra gloriosa raza!"
"Freid, quiero que me des tu opinión" - dijo el sumo sacerdote mientras miraba al antiguo general del ejército demoníaco.
"No importa como lo veamos, es obvio quién es el traidor" - respondió Freid con un tono de voz frío y sin emociones, después de todo, no importaba que él ya no fuera un demonio de sangre pura, él no había olvidado sus orígenes.
"Pienso lo mismo" - asintió el sumo sacerdote mientras veía como Daimon sonreía con emoción, como si estuviera esperando que lo liberaran - "Daimon, nuestro dios te ha sentenciado a la muerte!"
La sonrisa de Daimon desapareció cuando escuchó esto mientras los soldados gritaban con emoción.
"¡Imposible! ¡Yo soy un demonio leal a nuestro señor Alva!" - rugió Daimon con furia mientras se retorcía - "¡No pueden hacerme esto, yo he sacrificado demasiado por nuestra raza, he asesinado a los traidores que intentaron aniquilarnos, he lanzado campañas de conquista a otras razas para poder conseguir nuestros mejores esclavos!"
"Llévenselo" - dijo el sumo sacerdote mientas miraba con repudio al general caído.
Freid frunció el ceño cuando escuchó las palabras de Daimon porque instintivamente algo le decía que él no estaba mintiendo, aunque al mismo tiempo era estúpido pensar que los demás generales fueran traidores. Él lentamente miró a Cattleya, y notó como ella tenía el ceño fruncido al igual que él, aunque luego de unos segundos, notó lo mucho que esta mujer había cambiado desde la última vez que la vio. Ella ahora tenía un enorme poder demoníaco, uno que era comparable al suyo antes de convertirse en un apóstol de su excelencia, aunque esto era lo extraño, no había forma natural de poder conseguir este poder - "¿A caso ella consumió alguna medicina sagrada que la ayudó, o estoy simplemente pensando demasiado las cosas y ella es solo un talento que florece con el tiempo?"
El antiguo general demoníaco rápidamente sacudió la cabeza, después de todo, la forma en que Cattleya aumentara su poder, no era asunto suyo, lo único que importaba era que ella siguiera siendo leal a la raza demoníaca.
"General Cattleya, quiero que prepares todo para poder retirarnos, esta operación resultó siendo un fracaso y no quiero seguir perdiendo a nuestros soldados, no cuando la guerra contra esos sucios humanos todavía no termina" - dijo el sumo sacerdote mientras miraba a la mujer demoníaca.
"Lo haré de inmediato, su excelencia" - respondió Cattleya mientras hacía una reverencia.
El sumo sacerdote asintió antes de retirarse, aunque no sin antes indicarle a Freid que vigilara el lugar porque no quería que los humanos siguieran atacándolos, además, ahora que había un solo general con el control de todas las tropas, él necesitaba a alguien vigilando a Cattleya para que no extendiera sus garras más de lo necesario.
Freid asintió cuando escuchó esto porque él también tenía pensado que el poder actual que tenía la mujer demonio era demasiado, aunque lo que ellos no sabían, era que todos estos arreglos eran inútiles, después de todo, las tropas sobrevivientes eran subordinados directos de Cattleya, y ella los había protegido de las explosiones de las trampas humanas, lo que había causado que ellos fueran completamente leales a ella.
Cattleya estaba feliz en su interior, aunque por fuera ella siguió mostrando una expresión seria.
"¿Qué estás pensando, Cattleya?" - preguntó Freid mientras miraba a su antigua prometida.
"Que es posible que estemos ignorando las palabras de Daimon" - respondió Cattleya mientras fruncía el ceño - "Algunas cosas que dijo, tienen sentido, como por ejemplo, que uno de los generales fuera un traidor, y posiblemente él lo mató junto a los demás que cayeron a la trampa con él"
"Tiene sentido, aunque eso no cambia el hecho de que las acciones de Daimon, causaron muchos más daños de los necesarios" - respondió Freid mientras negaba con la cabeza - "Si él hubiera hecho una retirara estratégica y ayudado a descubrir al traidor, nuestras bajas hubieran sido mucho menores, aunque eso no importa cuando todo ya terminó siendo de la peor forma posible"
Cattleya no respondió ante estas palabras mientras "pensaba" en silencio.
Freid se dio media vuelta y salió del lugar, sin notar como una pequeña sonrisa había aparecido en el rostro de la mujer.
"Esto salió tal como pensaba, de hecho, es mejor así, al menos ahora no tendré que sacrificar tropas en vano" - pensó Cattleya mientras reía con locura - "Oh, eres mi estrella de la suerte, irregular-kun, una lástima que nuestro destino juntos sea imposible, más que nada porque a pesar de todo lo que hemos hecho juntos, te odio por obligarme a hacer cosas que no deseo..."
* * * * *
Cloud frunció el ceño cuando vio como los demonios estaban retrocediendo, así que rápidamente pidió a alguien que pudiera ver a distancia, que revisara qué era lo que sus enemigos estaban haciendo.
"Líder Cloud, los demonios están reuniéndose en un solo punto, y tal parece que están preparando una especie de ritual..." - respondió un arquero mientras miraba con preocupación a su líder.
Cloud frunció el ceño mientras tomaba la esfera de cristal que usaba para contactar con Cattleya, aunque rápidamente desistió de esta idea, después de todo, ahora que habían llegado tan lejos, no quería revelar a su espía, no cuando los movimientos de los demonios todavía eran importantes para sus planes futuros.
"¿Qué haremos, líder Cloud?" - preguntó el arquero mientras miraba al joven de cabello rubio.
"Esperaremos por ahora" - respondió Cloud mientras entrecerraba los ojos - "Algo me dice que ellos no están preparando un ataque o algo por el estilo"
El arquero lo miró con escepticismo, aunque aún así siguió sus instrucciones, después de todo, Cloud no le había fallado hasta ahora.
*****************************
Si quieren apoyarme, pueden hacerlo a través de:
https://www.pa treon.com/GenoXX
[Origen] Cap 699 <--- Disponible en Pa treon.
[La Leyenda del Kyubi: Vol 4] Extra 19(33) <--- Disponible en Pa treon.