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[CAPÍTULO ÚNICO.]
"Yachiru."
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La capitana Retsu Unohana es las más amable, de todos los capitanes el Gotei 13. Querida por muchos, temida por otros. El misterio estaba en porque el capitán del octavo escuadrón le temía y la respetaba tanto como al capitán comandante Yamamoto.
—Capitana Unohana...— la voz de aquella joven de ojos dorados se escuchó al otro de la puerta.
—Puedes pasar Malory-chan— respondió con seriedad la capitana del cuarto escuadrón.
La puerta fue abierta y la silueta de aquella hermosa joven se asomó por la puerta hasta entrar a su oficina y poder verla de frente.
—¿Para qué me llamaba capitana?— preguntó algo confundida la tercera oficial del cuarto escuadrón.
—Malory, tu eres una muy buena Shinigami. Tu manejo del Kidō curativo es excepcional.
—Agradezco sus palabras capitana. Pero... Si me disculpa la pregunta, ¿A qué se debe todo esto?— la joven estaba más que confundida por las palabras de Unohana.
No era tan normal que Retsu Unohana halagara a su subordinado así de la nada. Estaba confundida, y sentía a sus mejillas tornarse de un rojo carmesí por la vergüenza. La capitana del cuarto escuadrón, sentía una inmensa admiración por aquella gentil mujer.
Pero, estaba segura de que su admiración se había convertido en algo más. Algo mucho más fuerte que una simple admiración.
—Eres lista Malory-chan— rió suavemente la capitana —Me temo que mi tiempo se agota. No puedo darte muchas explicaciones, pero es así— responde con total seriedad —Confío en ti, sé que podrás ayudar a los Shinigamis que lo necesiten en esta guerra sangrienta. Debo confesar que no soy lo que aparento, hubo un tiempo en el que fui alguien completamente distinta a lo que soy ahora...— agregó mientras miraba al sol esconderse entre los edificios del Seireitei.
Pronto la noche llegaría, y eso le daba un ambiente mucho más cálido a la situación que se estaba presentando.
—Por eso mismo te pido que entrenes y te vuelvas más fuerte. Tienes el potencial para el rango de una teniente, confío en ti Malory-chan— sonrió suavemente, una mirada dulce y tranquila se reflejó en los ojos azules de Retsu Unohana.
Ocultando todo su pasado, una cruel capitana que estaba sedienta de sangre y guerra. Miró a su subordinada, ellas dos eran totalmente diferentes.
Mientras a Retsu Unohana le apasionaba la guerra, y deseaba combatir solo por placer propio.
Malory deseaba ayudar a los demás, sin ningún interés por las batallas; y tratando a toda costa de evitarlas.
Ambas totalmente diferentes, eso Unohana ya lo sabía. Pero simplemente no podía evitar... ¿Amarla?
Para ella era confuso el sentimiento, jamás en su vida había sentido algo que fuese distinto al placer del combate a muerte, la furia, el fastidio o cualquier otra emoción que no fuese una amabilidad y gentileza forzada.
Que absurdo cliché, demasiado empalagoso para ella.
—Entiendo capitana, aprecio mucho sus palabras. Le prometo mejorar mis habilidades, no solamente el Kidō curativo— dijo la joven Shinigami con una suave sonrisa y una leve inclinación de cabeza con total respeto hacia Unohana.
La capitana sonrió con suavidad mientras miraba como su linda subordinada salía de la oficina dejándola sola en la misma. Soltó un suspiro mientras continuaba escribiendo aquellas cartas dedicadas a su teniente y a la tercera oficial que momentos atrás hablaba con ella.
Quizá era precipitado, pero tenía el extraño sentimiento de que pronto se acercaría su última batalla. Un sentimiento de tristeza y alegría le invadieron.
Era raro que la nostalgia la invadirá en momentos tan calmados y totalmente inoportunos.
La guerra que los Quincys ocasionaron le trajo muchos recuerdos. De cuando ella era la capitana del undécimo escuadrón, la primera Kenpachi.
Si, esa podría ser la razón por la que nunca se decisión a cruzar la línea imaginaria entre ella y aquella Shinigami de ojos dorados.
¿Qué pensaría su linda subordinada sí supiera que aquella gentil mujer que solía mostrar era en realidad la primera Kenpachi? Esa pregunta rondaba en su cabeza todo el día desde que acepto sus sentimientos hacia Malory Ishikawa.
Solo Kyōraku lo sabía, y Yamamoto quien fue, desde hace mil años, el capitán comandante del Seireitei. Pero él ya había muerto a manos de Yhwach.
Y ahora. Por órdenes del nuevo capitán comandante, Shunsui Kyōraku, tenía que ayudar a Zaraki Kenpachi para obtener Shikai y Bankai. Dudaba mucho que Zaraki pudiera lograrlo con tan solo un entrenamiento, pero debía admitir que aquel hombre era demasiado fuerte. Tanto que con una buena disciplina y entrenamiento superaría al mismísimo ex capitán Genryūsai Shigekuni Yamamoto.
A quien, admiraba por su increíble fuerza. Incluso ahora que logró darle pelea a Yhwach aun cuando le faltaba su brazo izquierdo.
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Miró el cielo estrellado, todo era tan tranquilo aun cuando muchos Shinigamis estaban heridos y el Seireitei estaba la mayor parte en ruinas.
—Capitana...
Esa dulce voz la hizo suspirar, aunque no fue lo suficientemente fuerte como para que ella se diera cuenta. Ella nunca de daba cuenta, de sus miradas, de sus sonrisas, de su trato diferente.
—Malory-chan, buenas noches— saludo la pelinegra con una sonrisa mientras apartaba su mirada del cielo nocturno y se posaban en la figura de su acompañante.
La joven Shinigami se acercó a Unohana sentándose encima de su regazo mientras sonreía con suavidad; la capitana se quedó congelada ante la atrevida acción de su subordinada. Pronto salió de su trance al sentir la respiración agitada de la joven encima de ella, un escalofrió recorrió su cuerpo al mismo tiempo que una sonrisa se estiraba en sus labios.
No perdió mucho tiempo, tan pronto como salió de su trance tomo a la joven de la nuca y la acerco con brusquedad hacia sus labios. Besándola con total desesperación, como si fuera su ultima vez.
Un último beso, uno necesitado y lleno de pasión. Sus manos recorrieron la espalda de la joven Shinigami, acariciando el cabello suave y negro de la joven.
—Capitana Unohana...— Malory se separó del beso mientras miraba los azules ojos de Retsu, ella sonrió con suavidad —Sé que esto está prohibido, pero...— desvió la mirada con las mejillas sonrojadas —La amo, y...
Solo bastaron tan pocas palabras para hacer que la más temida capitana, Yachiru Unohana sonriera con genuina alegría. Volviendo a juntar sus labios con los de la pelinegra de ojos dorados. Un beso más suave y placentero.
Beso tras beso, la ropa fue desapareciendo de apoco. Solo eran ellas dos en aquella habitación. Una noche que ninguna de las dos olvidaría, aquello ambas lo habían deseado desde hacía años. No importaba que tan prohibido o raro podría ser.
Retsu Unohana había aprendido que el amor era mas raro y complicado de lo normal.
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Aquel recuerdo regreso a su mente en el momento que la Zanpakutō de Zaraki Kenpachi atravesó su pecho, la sangre escurría llegando al suelo, su tormentoso silencio fue interrumpido por el grito del Kenpachi.
—¡¡¡No mueras!!!— grito Kenpachi, sin poder creer que aquella cruel guerrera estuviera a punto de morir.
Unohana sonrió sin poder generar ningún tipo de ruido, su cuerpo pesaba, le dificultaba respirar con normalidad, estaba perdiendo demasiada fuerza y eso anulaba su fuerza.
—¡Yachiru!— la dulce voz de su amada resonó con un eco por toda aquella oscura habitación.
Kenpachi volteo con la capitana del cuarto escuadrón en brazos, mirando con sorpresa a la Shinigami que ocupaba el tercer puesto en la cuarta división.
Ella expreso su horror en su rostro, sus ojos dorados se abrieron con sorpresa, no quería creer lo que veía.
—Malory... Te amo...— susurro inaudible la pelinegra mientras mostraba una suave sonrisa antes de cerrar los ojos sumergiéndose en un profundo abismo de oscuridad.
Las lágrimas abandonaban los dorados ojos de Malory Ishikawa, mirando a su amada capitana abandonarla, no quería aceptarlo. Después de tantos años, solo llevaban unas pocas horas de haberse declarado su amor mutuo. Y ahora la abandonaba.
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Una lagrima escurrió por su mejilla mientras dejaba el ramo de rosas junto a la tumba de su amada, siempre se preguntó que había más allá de la muerte. No recordaba cómo había muerto cuando era humana, por lo que no sabía cómo se sentía.
Tampoco quería saberlo, sobrevivió a mucho dolor, sangre y perdidas. Viviría por aquellos que murieron en la batalla sangrienta contra los Quincys.
Habían pasado unos pocos años desde que derrotaron a los Quincys, ella había logrado convertirse en la teniente del cuarto escuadrón, ayudando a Isane Kotetsu con los deberes del escuadrón.
—Capitana Unohana, han pasado unos cuantos años... Tan solo quisiera volver a verla... No sabe cuánto la extraño— las lágrimas bajaban con cautela por sus rosadas mejillas, congelándose con tanta rapidez por el frío clima que se encontraba a su alrededor —La amo...
Sonrió con suavidad mientras se quedaba en silencio, antes de que el llamado de una Jigokuchō la sacara de todos sus recuerdos y pensamientos. Seco sus lágrimas antes de alejarse y correr hacia la reunión de capitanes y tenientes.
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No diré mucho. Pero yo si lloré xd.
Gracias por leer♡
Bye
Atte: Kristymorelos ♡