Fragmento del pasado
El ambiente es cubierto por los gritos de desesperación y dolor de varias personas que vivían en este lugar, cuerpos de personas que solían estar vivas yacen tiradas en el suelo, varios de ellos estar partidos a la mitad o les falta alguna extremidad, su sangre tiñe el suelo, el fuego ilumina la noche mientras consume los restos de casas y algunas personas que todavía siguen con vida. No estaban listos, son simples ciudadanos mágicos, no saben usar magia militar, solo una familia sabe usarla, pero ni siquiera ellos vieron venir el ataque. Las criaturas de más de cinco metros, con piel verde y viscosa, continúan atacando a los móviles, los agarran y golpean contra el suelo o cualquier objeto lo suficientemente duro como para hacerlos gritar por dolor y clamar por piedad.
—¿Qué es esto...?
El hombre que acaba de llegar frena en seco al ver la escena. Viste el traje militar al igual que sus magtus.
—Mi familia...
Sacude su cabeza para salir del estado de shock y reanuda su corrida hacia el interior de las llamas. Pero es interceptado por un grupo de esas cosas, sacuden sus mazos de madera esparciendo las vísceras y sangre de lo que solían ser personas indefensas.
—¿Qué demonios son ustedes? —Pregunta un tanto asustado pero su voz más deja notar su furia ante la escena. «¿Quién ordenaría un ataque tan despiadado y a sangre fría contra simples civiles?» Las criaturas muestran una sonrisa macabra como diciendo «Ahora sigues tú» y levantan sus mazos para comenzar a correr en su dirección y atacar al hombre. Este último comienza a pegar saltos para esquivar los golpes y retrocede unos metros debido a las bestias que lo atacan.
—¡No tengo tiempo para esto! —Grita molesto, poniéndose firme.
Con los puños cerrados forma una cruz con sus brazos en dirección a los monstruos cubiertos de sangre y mucosidad; de repente un pentagrama de fuego se dibuja bajo él.
—Que todo el daño que han causado les regrese ¡sean sentenciados! —Exclama y extiende sus brazos con las palmas abiertas contra el monstruo. Su aura blanca se hace presente alrededor de su cuerpo para cargar poder y de sus manos sale un ataque de energía blanca que se va incrementando mientras más se extiende en dirección de las criaturas, hasta incluso llega a apagar las llamas que están cerca, cuando llega a la altura de estos la energía consume a cada una de ellos. Ahora en su lugar solo queda polvo y humo. —Muy bien— Habla para sí.
—¡Mami! —Una voz de una niña se escucha detrás de las llamas que están más lejos a su izquierda, pero es una voz conocida... es la voz de su hija.
—¡Hija! —Grita el hombre y sale disparado a las llamas cruzándolas de un salto.
Detrás de ella se pueden ver tres figuras.
—Llegas tarde... —Recalca la voz de un hombre con una túnica que solo deja ver su boca.
El hombre tiene en el aire a una mujer del cuello con su mano derecha, mientras que su otra mano se encuentra atravesando el abdomen de ésta.
—No...
—¿Sabes? Un ataque repentino fue la mejor idea, ya que todo dormían y tú no estabas... —El de la túnica arroja a la mujer cerca del mago.
—Ahora sigue tu hija... —Susurra mostrando su malévola sonrisa de oreja a oreja.
—¡No te lo permitiré! —Grita y se lanza al ataque.
El sujeto de la túnica de un brinco esquiva fácilmente al enfurecido hombre.
—¡Toma esto! —Grita y repite el mismo proceso que había usado con los troles —¡Que todo el daño que has causado te regrese, sentenciado! —Realiza el ataque.
—Siempre tan impulsivo... —Habla el de la túnica.
El sujeto misterioso extiende su mano derecha en dirección a la onda de energía que se dirige a él y un pentagrama de fuego se dibuja bajo él.
—Que la oscuridad te consuma, sufre hasta quedar sin vida —Su malévola aura negra se hace presente para cargar su ataque y dispara.
Ambas ondas de energía chocan formando una esfera en medio del impacto. Los sujetos utilizan sus fuerzas para que su ataque prevalezca hasta que el de la túnica habla.
—Vamos ríndete —Extiende su mano izquierda y de ella sale energía al igual que de su otra mano, su ataque se carga más y supera al de su adversario.
El sujeto bueno queda postrado en el suelo, su vestimenta que era tan resistente ahora se encuentra quemada y en mayor parte destruida.
—¿Quién eres...? —Pregunta, escupiendo sangre entre cada palabra.
El sujeto lentamente comienza a reír aumentando de a poco su volumen hasta terminar en carcajadas de un villano.
—Mejor dejamos esto para otro día —Habla después de terminar su risa.
Se da la vuelta y chasquea sus dedos. De repente, el resto de las criaturas que estaban por ahí corren tras el encapuchado y desaparecen en una sombra.
—Mami, no te vayas... —La voz ahogada por el llanto de la niña llama la atención del hombre mal herido que se comienza a dirigir a su posición.
—Cielo, tranquila, usaré un conjuro cantado de salvación —Habla el hombre a la mujer agonizante que está en el suelo.
—En ese estado no podrás, morirás también —Responde la mujer de cabello blanco entre bocanadas de sangre.
—Pero...
—Prométeme que cuidarás a nuestra hija...
El hombre comienza a llorar tomando la mano de su mujer y responde «Lo prometo…»
La mujer sonríe y toma de las manos a su hija para recitar algo «Que mi poder sea tuyo, para que tu luches donde yo huyo»; un pentagrama, como los que se habían manifestado en el combate anterior aparece bajo la mujer y su hija. El aura de la moribunda se hace visible y se pasa a su hija de catorce años la cual al recibirla cae desmayada. Con sus últimas fuerzas la mujer atrae a su hija inconsciente y le da un beso de despedida en la frente.
—Los... amo... —Suspira y se derrumba en el suelo.
El hombre de rodillas junto al cadáver lo toma en sus brazos para romper en un profundo llanto...