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Naruto Uzugan

Naruto Uzumaki está cansado de ser el hazmerreír de la Academia y de que nadie lo tome en serio. Frustrado por no lograr ni siquiera hacer un clon decente, decide entrenar como nunca antes. Durante dos meses antes de graduarse, se sumerge en pergaminos de control de chakra, incluyendo un talento innato para manejar tres naturalezas de chakra: viento, rayo y agua. Con el cabello rojo intenso como el de su madre Kushina, pero con los ojos y la sonrisa brillantes de su padre Minato, Naruto no solo se convierte en alguien más fuerte, sino también más centrado, aunque sigue siendo el mismo chico energético y testarudo que conocemos. Pero no está solo en esta evolución. Sus compañeros, rivales y hasta los senseis también han elevado su nivel. Los exámenes, las misiones y los combates son ahora más intensos, y en este nuevo mundo de ninjas más fuertes, Naruto deberá demostrar que no solo es digno de ser Hokage, sino que es capaz de superar cualquier obstáculo.

Itlen_tc_fanfics · 漫画同人
分數不夠
24 Chs

XVIII

Después de una noche tranquila en la que Naruto pasó tiempo hablando con Haku y Miyuki, logrando conocerlas mejor, finalmente se retiró a dormir. Las conversaciones fueron ligeras, a veces salpicadas de risas nerviosas, mientras compartían historias y pequeñas anécdotas. Para Naruto, esa fue una de las primeras veces que pudo experimentar una camaradería tan genuina. Cuando la noche avanzó, Haku y Miyuki, tras despedirse con sonrisas, regresaron a sus propios departamentos a través de los agujeros que habían hecho anteriormente en las paredes, algo que todavía preocupaba a Naruto.

No podía evitar sentir un ligero temor. Zabuza, a pesar de su aparente cambio de lealtad, a veces lo miraba con una seriedad desconcertante, especialmente desde el momento en que Miyuki había declarado abiertamente que quería casarse con él. Cuando Naruto les mencionó su preocupación, ambas se limitaron a reír suavemente y aseguraron que Zabuza estaba en un departamento más arriba y que no debía preocuparse. Sin embargo, las palabras no lograban calmar del todo su mente inquieta.

Cuando finalmente se durmió, no podía imaginar lo que le esperaba a la mañana siguiente. Naruto se despertó temprano, con los primeros rayos de sol filtrándose por la ventana. Lo primero que notó fue un aroma delicioso que invadía todo su departamento, algo que lo desconcertó al instante. ¿Qué es eso...? pensó, todavía algo somnoliento mientras se levantaba de la cama, con los pies arrastrándose hacia la cocina.

Al entrar, lo que vio lo dejó completamente sorprendido. Frente a él, Haku y Miyuki estaban trabajando juntas, preparándole el desayuno. Haku, con un delantal que le quedaba perfectamente, estaba concentrada en cortar verduras con movimientos precisos y elegantes. Miyuki, por su parte, estaba frente a la estufa, moviendo una sartén con una habilidad que Naruto no habría esperado. Ambas parecían completamente cómodas, como si la escena fuera algo natural y cotidiano.

—Buenos días, Naruto-kun —saludó Haku con una sonrisa cálida al notar su presencia. Su voz suave combinaba perfectamente con la atmósfera tranquila de la mañana—. Esperamos que tengas hambre.

Miyuki giró levemente la cabeza hacia él, sonriendo con un toque de picardía.

—No te quedes ahí parado, ven a sentarte. No todos los días tienes a dos chicas haciendo el desayuno para ti, ¿sabes? —Su tono era juguetón, pero había una ternura subyacente en sus palabras.

Naruto parpadeó varias veces, aún procesando lo que estaba sucediendo. Se rascó la nuca, sintiéndose un poco fuera de lugar.

—Yo... esto... ¿están haciendo desayuno para mí? —preguntó, incrédulo.

—Por supuesto —respondió Haku, dejando a un lado el cuchillo con elegancia antes de volverse hacia él—. Pensamos que sería una buena forma de comenzar el día. Además, después de todo el trabajo que haces, te mereces un poco de descanso.

Miyuki, sin apartar la vista de la sartén, añadió con una sonrisa:

—Considera esto como una forma de demostrar que somos serias cuando decimos que queremos ayudarte, Naruto. Además, cocinar no es tan difícil cuando se hace con alguien como Haku.

Naruto no sabía qué responder. Se sentó lentamente en la mesa, observando cómo ambas se movían con una sincronización sorprendente. El aroma del desayuno era suficiente para hacer que su estómago rugiera, lo que provocó una risa de ambas chicas.

—Parece que tu cuerpo ya nos dio las gracias antes que tú —bromeó Miyuki, mientras servía un plato con cuidado.

Cuando finalmente le colocaron el desayuno frente a él, Naruto se quedó en silencio por un momento, mirando el plato con una mezcla de sorpresa y gratitud. Había arroz perfectamente cocido, una sopa miso que olía delicioso, y un acompañamiento de pescado asado que parecía sacado de un restaurante. Para alguien como él, acostumbrado a las comidas rápidas o a saltarse el desayuno, esto era algo completamente nuevo.

—Esto es increíble... —murmuró, tomando los palillos y probando el primer bocado. Sus ojos se iluminaron al instante, y no pudo evitar sonreír—. ¡Está delicioso!

Haku y Miyuki intercambiaron una mirada de satisfacción antes de sentarse junto a él, cada una con su propio plato.

—Nos alegra que te guste —dijo Haku, mientras comenzaba a comer con una elegancia natural.

Miyuki, en cambio, lo observaba con una sonrisa traviesa.

—Tendrás que acostumbrarte, Naruto. Si nosotras estamos aquí, no vamos a dejar que comas solo ramen instantáneo todos los días.

Naruto dejó escapar una pequeña risa, aunque todavía se sentía un poco abrumado por la presencia de Haku y Miyuki. Sin embargo, mientras compartían el desayuno, una calidez indescriptible se instaló en su pecho, haciendo que, aunque fuera por un momento, sus preocupaciones habituales parecieran lejanas. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba solo, y aunque aún no sabía cómo manejar la intensidad juguetona de Miyuki o la serenidad protectora de Haku, algo dentro de él le susurraba que quizás este cambio era algo bueno.

Mientras terminaban de comer, un sonido resonó en el departamento. Alguien estaba tocando la puerta. Naruto, con un ligero sobresalto, se levantó de su lugar y caminó hacia la entrada. Cuando abrió, su sorpresa fue evidente. Frente a él estaba Kiyomi Uchiha, quien le dedicó una sonrisa radiante. Su atuendo era completamente diferente al que acostumbraba llevar. En lugar de su habitual top negro, pantalones ninja y equipo de kunoichi, vestía como una civil: una blusa ligera de un suave color crema, una falda azul que caía con gracia hasta sus rodillas, y sandalias que complementaban su apariencia relajada. Parecía casi otra persona, pero su porte y elegancia seguían siendo inconfundibles.

—Buenos días, Naruto-kun. Veo que tienes compañía —saludó, sin perder la sonrisa, mientras cruzaba la entrada con una naturalidad que hizo que Naruto se tensara por un instante. Sus ojos se movieron rápidamente hacia Haku y Miyuki, quienes ya estaban observando con atención desde la mesa.

—Ho-hola, Kiyomi —dijo Naruto, intentando mantener la calma, pero su mente no podía evitar recordar el momento en el que Kiyomi lo había besado. Su corazón latió un poco más rápido al recordar la sensación, y el calor subió a su rostro.

Kiyomi, notando su reacción, dejó escapar una pequeña risa y avanzó sin dudar hacia la cocina. Miró a Haku y Miyuki con curiosidad, inclinando ligeramente la cabeza como si estuviera evaluándolas.

—Así que estas son tus nuevas vecinas, Naruto-kun. Qué interesante —comentó con un tono juguetón, mientras sus ojos oscuros brillaban con un matiz travieso.

Miyuki, sin perder su característico descaro, se levantó de la mesa y caminó hacia Kiyomi, cruzándose de brazos mientras esbozaba una sonrisa desafiante.

—Vecinas no, Kiyomi-chan. Más bien diría que somos algo más cercano. ¿Verdad, Haku? —dijo, lanzándole una mirada a Haku, quien permanecía tranquila en su asiento, aunque no pudo evitar que una leve sonrisa se asomara en sus labios.

—Naruto-kun nos ha tratado con mucha amabilidad —respondió Haku con serenidad, sus ojos cafés dirigidos hacia Kiyomi con un toque de gentileza—. Estamos aquí para apoyarlo. Es lo menos que podemos hacer después de todo lo que ha pasado.

Kiyomi arqueó una ceja, claramente entretenida por la dinámica. Luego miró a Naruto, que todavía estaba cerca de la puerta, sin saber qué decir ni cómo intervenir.

—Naruto-kun, parece que últimamente tienes mucha suerte con las chicas —bromeó, dándole un guiño antes de sentarse en una de las sillas vacías de la mesa—. Pero no te preocupes, no planeo quedarme atrás.

—¿Qu-qué quieres decir con eso, Kiyomi? —preguntó Naruto, sintiéndose aún más abrumado. El ambiente en la habitación había cambiado, y ahora parecía cargado de una tensión que no estaba seguro de cómo manejar.

Kiyomi apoyó su rostro en una mano, mirando directamente a Naruto con una expresión que mezclaba diversión y algo más profundo.

—Significa que estoy aquí para asegurarme de que no me olvides, Naruto-kun. Después de todo, tengo un interés muy especial en ti. —Su voz era suave, pero su mirada tenía un peso que hizo que Naruto sintiera un nudo en el estómago.

Antes de que pudiera responder, Miyuki se inclinó sobre la mesa, interrumpiendo con una sonrisa afilada.

—Eso suena como un desafío, Kiyomi-chan. ¿Estás segura de que puedes manejarlo?

Kiyomi soltó una pequeña risa, relajada.

—Oh, Miyuki-san, creo que deberías preocuparte más por mantener tu ventaja. Yo solo estoy aquí para recordarle a Naruto-kun lo importantes que son las conexiones profundas.

Naruto suspiró internamente, llevándose una mano a la frente. Esto se está complicando más de lo que esperaba... pensó. Pero, mientras las tres chicas seguían intercambiando palabras, entre bromas, desafíos y una camaradería apenas velada por una tensión evidente, Naruto no pudo evitar sentir una cálida sensación creciendo en su interior. A pesar de lo caótica que se había vuelto su vida, algo le decía que no cambiaría este momento por nada en el mundo.

De repente, Kiyomi rompió el flujo de la conversación con una sonrisa amable que desconcertó tanto a Haku como a Miyuki.

—Bueno, además de venir a saludarte, Naruto-kun, también quería invitarte a una comida más tarde con los otros equipos. Parece que el Hokage dio misiones de rango C a varios equipos de nuestra generacion, y esta mañana el equipo 5, el de Ren, Daiki y Sakura, ya regresó. Ino y yo pensamos que sería una buena idea organizar una reunión. —Kiyomi hizo una pausa y miró de reojo a Miyuki y Haku—. Ustedes dos pueden venir si quieren, por supuesto. Sería interesante conocerlas mejor.

Haku asintió educadamente, siempre serena y tranquila.

—Gracias por la invitación, Kiyomi-san. Me encantaría asistir.

Miyuki, por otro lado, sonrió con descaro, cruzándose de brazos mientras lanzaba una mirada rápida a Naruto.

—Oh, no nos perderíamos la oportunidad. Además, sería divertido ver cómo manejas el centro de atención, Kiyomi-chan.

Kiyomi soltó una risita divertida, sin dejarse intimidar por el comentario de Miyuki.

Naruto, aunque aliviado de que la conversación no hubiera derivado en algo más incómodo, no pudo evitar preguntar:

—¿Sasuke y Yuzuki también vendrán? —Había un brillo de genuino interés en sus ojos—. Sería bueno que toda nuestra generación se reuniera.

Kiyomi negó con la cabeza ligeramente, aunque mantenía su sonrisa.

—No, solo Yuzuki va a venir. Sasuke no quiso. Está entrenando, ya sabes cómo es. Aunque... en parte es mi culpa. —Hizo un pequeño ademán con la mano, como restándole importancia al asunto—. Ayer me pidió que le enseñara el Chidori, y desde anoche ha estado practicando sin descanso. Es como si hubiera olvidado que existe algo llamado descanso.

Naruto dejó escapar una pequeña risa nerviosa. Era típico de Sasuke actuar de esa manera, especialmente cuando se trataba de mejorar sus habilidades.

—Bueno, es bueno que entrene, supongo... —murmuró, aunque había una ligera preocupación en su voz. Sabía lo obsesivo que podía ser Sasuke, especialmente cuando sentía que debía superarse a sí mismo o a otros.

Kiyomi continuó con un leve encogimiento de hombros.

—Además, no nos engañemos. Es bastante obvio que Ino organizó esta reunión como una excusa para ver a Sasuke. —Sonrió con cierto toque de diversión antes de añadir—. Aunque no puedo culparla. Pero al menos esto nos da una oportunidad de reunirnos todos y relajarnos un poco.

Naruto asintió, aunque todavía estaba procesando todo lo que había pasado esa mañana. Miró a Haku y Miyuki, quienes parecían estar más que listas para unirse a cualquier actividad donde pudieran pasar tiempo con él. Luego miró a Kiyomi, cuyo porte y confianza parecían iluminar la habitación.

Esto definitivamente va a ser interesante, pensó.

Después de un rato, Kiyomi, con su usual energía y disposición, decidió llevar a Miyuki y Haku a comprar ropa. Ambas agradecieron la oferta, ya que únicamente contaban con un par de kimonos de combate cada una, lo que no era precisamente ideal para las actividades cotidianas en Konoha. Mientras las tres chicas se alejaban conversando animadamente, Naruto dejó escapar un suspiro de alivio. Por primera vez en todo el día, tenía un momento de tranquilidad para él mismo.

Aprovechando la oportunidad, se dirigió al baño, decidido a relajarse un poco. Sin la preocupación de que alguna de las chicas pudiera entrar inesperadamente, cerró la puerta con cuidado y dejó correr el agua caliente. La sensación del vapor llenando el pequeño cuarto lo ayudó a despejar su mente, aunque los eventos recientes seguían rondando en sus pensamientos.

Mientras se bañaba, reflexionó sobre cómo su vida había cambiado tanto en tan poco tiempo. Haku y Miyuki habían traído consigo una energía nueva y, aunque a veces se sentía abrumado por sus personalidades, también era innegable que disfrutaba su compañía. Y luego estaba Kiyomi, con su actitud confiada y su forma de manejar las situaciones que siempre lograba sorprenderlo.

Después de unos minutos, salió de la ducha y tomó una toalla para secarse. Quería vestirse rápido, antes de que alguna de las chicas regresara y decidiera irrumpir en su departamento, como ya habían hecho en otras ocasiones. Abrió su armario, que, aunque modesto, contenía algunas prendas que había comprado recientemente.

Optó por un atuendo más relajado, lejos de su habitual ropa ninja. Eligió una camiseta negra de manga corta con un pequeño remolino naranja en el pecho, un guiño sutil a sus raíces Uzumaki. Combinó la camiseta con unos pantalones de algodón gris oscuro que le quedaban cómodos, perfectos para moverse libremente. Se puso unas sandalias abiertas de color marrón claro, más adecuadas para el día a día que las típicas botas ninja.

Mientras ajustaba su camiseta frente al espejo, se miró un momento y dejó escapar una pequeña risa.

—Supongo que esto es lo más cerca que estaré de un día normal... —murmuró para sí mismo, aunque sabía que, con su vida, "normal" era un concepto relativo.

Cuando terminó de vestirse, Naruto se dirigió a la sala principal, reflexionando sobre cómo aprovechar el tiempo hasta que regresaran las chicas. Con un suspiro de satisfacción, se dejó caer en el sofá, disfrutando del silencio que llenaba el espacio. Sin embargo, aunque agradecía el momento de calma, no podía evitar notar lo vacía que parecía la habitación sin ellas. Había algo peculiarmente reconfortante en su presencia, incluso si a menudo lo dejaban abrumado.

Espero que no tarden mucho... pensó mientras cerraba los ojos por un momento, dejándose envolver por la paz pasajera que sabía sería breve.

Tras unos minutos, decidió hacer algo productivo. Caminó hasta un rincón donde había dejado algunos pergaminos que recientemente le habían entregado sobre su clan, los Uzumaki. Uno en particular llamó su atención: un manuscrito sobre técnicas de sellado avanzadas. Se sentó en el suelo, desenrollándolo con cuidado, y comenzó a leer. Aunque las palabras y diagramas eran complicados, Naruto sentía una extraña conexión con ese conocimiento ancestral, como si las enseñanzas del pasado intentaran alcanzar su corazón a través de los siglos.

El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba, y pronto el sonido de risas femeninas y pasos ligeros lo sacó de su concentración. Naruto levantó la vista justo cuando la puerta se abrió y las tres chicas entraron al apartamento. Kiyomi, con su usual carisma, fue la primera en cruzar el umbral, seguida por Miyuki y Haku, que parecían ligeramente emocionadas pero algo tímidas.

—¡Estamos de vuelta, Naruto-kun! —anunció Kiyomi con una sonrisa mientras hacía un gesto amplio hacia sus compañeras—. Mira lo que logramos conseguir. ¿Qué te parece?

Naruto se levantó del sofá, dejando el pergamino a un lado, y dirigió su mirada hacia ellas. Kiyomi dio un paso atrás, dejando que Miyuki y Haku se adelantaran para mostrar sus nuevos atuendos.

Miyuki llevaba un conjunto que resaltaba su elegancia natural. Había elegido una blusa ajustada de color vino tinto con detalles en negro, que se complementaba con una falda plisada negra que llegaba justo por encima de las rodillas. Sus botas de cuero negro hasta la pantorrilla le daban un aire sofisticado pero práctico, mientras que un cinturón fino con hebilla metálica adornaba su cintura, resaltando su figura. Su largo cabello blanco, siempre impecable, caía como un velo brillante, y un pequeño colgante de remolino colgaba de su cuello, un detalle que parecía haber escogido intencionalmente para agradarle a Naruto.

Haku, por otro lado, lucía un estilo más sencillo pero igual de encantador. Llevaba una camisa de manga larga de color lavanda con un diseño discreto de flores en los puños y el cuello, que acentuaba su delicada belleza. Sus pantalones de lino beige le daban un aire cómodo pero elegante, y unas sandalias de tiras claras completaban el conjunto. Su cabello, recogido parcialmente con una pequeña cinta púrpura, dejaba algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro. La combinación de colores y su porte sereno hacían que luciera radiante sin esfuerzo.

Naruto parpadeó un par de veces, procesando lo que veía, mientras sentía que su rostro comenzaba a calentarse ligeramente.

—W-wow... ustedes se ven... increíbles —murmuró, rascándose la nuca de manera nerviosa.

Miyuki sonrió con satisfacción, cruzándose de brazos mientras se acercaba un poco más. —Sabía que te gustaría, Naruto. Esto es mucho más cómodo que esos kimonos de batalla. Aunque... —agregó con un brillo juguetón en los ojos—, si prefieres los kimonos, podríamos usarlos solo para ti.

Haku, por su parte, se limitó a sonreír con esa calma característica suya, pero sus mejillas también mostraban un leve rubor. —Queríamos algo más adecuado para la vida en Konoha. Espero que te guste.

Naruto asintió rápidamente, intentando recuperar la compostura. —Sí, claro que me gusta. Se ven geniales, en serio.

Kiyomi, observando la reacción de Naruto con una sonrisa astuta, se acercó y le dio un suave golpe en el hombro, como si quisiera distraerlo de su evidente nerviosismo. —¿Ves? Sabía que estarías impresionado. Bueno, ahora que estamos listas, ¿qué dices si vamos a la reunión? —dijo con tono despreocupado, aunque sus ojos brillaban con un dejo de diversión.

Naruto asintió con una sonrisa, sintiendo cómo la calidez de la presencia de las chicas llenaba nuevamente el apartamento. Antes de salir, se detuvo un momento para tomar su monedero en forma de rana, asegurándose de estar preparado por si se necesitaba algo.

Salieron juntos, caminando por las calles de Konoha en lugar de tomar los techos, ya que no había prisa. El ambiente del pueblo era relajado, con ciudadanos paseando y comerciantes anunciando sus productos. Durante el trayecto, Naruto no pudo evitar notar cómo muchos dirigían miradas curiosas hacia el grupo. Miyuki, con su imponente belleza y su cabello blanco brillante, y Haku, con su serenidad y delicadeza, destacaban como si fueran figuras sacadas de un cuento. Incluso Kiyomi, con su porte seguro y carisma innato, atraía la atención de más de uno.

Sin embargo, no todas las miradas eran amables. Algunos aldeanos observaban a Naruto con desprecio, susurrando entre ellos. Naruto sintió una punzada de incomodidad, bajando un poco la mirada, pero Kiyomi, siempre atenta, le sonrió de lado y le dio un leve empujón con el hombro.

—Ignóralos, Naruto-kun. No valen la pena —le dijo en voz baja, su tono suave pero firme, lo suficiente para reconfortarlo.

El ánimo de Naruto mejoró un poco gracias a esas palabras, y el resto del camino lo recorrieron conversando casualmente sobre temas triviales. Finalmente, llegaron al restaurante donde se llevaría a cabo la reunión: Barba-Q. El aroma de la carne asada y las especias llenaba el aire, invitándolos a entrar. Afuera, pudieron ver a algunos de sus amigos ya reunidos.

Ino, Shikamaru y Chōji estaban allí, esperando con ropa casual que resaltaba su estilo personal. Shikamaru llevaba una camiseta verde oliva sencilla y unos pantalones oscuros, luciendo su habitual expresión de aburrimiento. Chōji vestía una camisa roja con el símbolo del clan Akimichi en el pecho y unos pantalones marrones, claramente cómodo y listo para disfrutar de la comida.

Ino, por otro lado, era quien más destacaba. Su atuendo era sencillo pero perfectamente escogido para resaltar su belleza. Llevaba un vestido corto color lavanda, ajustado a su figura pero sin ser demasiado llamativo. El diseño incluía detalles de flores bordadas en blanco que acentuaban su delicadeza, y una delgada cinta púrpura rodeaba su cintura, marcando su silueta. Su cabello estaba recogido en una coleta alta, con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro. Sus ojos azul cielo brillaban con una mezcla de emoción y, por un breve momento, timidez, especialmente cuando sus ojos se encontraron fugazmente con los de Naruto, lo que hizo que un leve rubor cruzara sus mejillas.

También estaba Yuzuki, que parecía haber optado por algo más elegante pero funcional. Llevaba una blusa negra sin mangas con un diseño de encaje en el cuello que realzaba su porte refinado. Su falda de color azul marino era lo suficientemente larga para ser modesta pero lo suficientemente corta para permitirle moverse con libertad. Sus botas altas negras completaban el conjunto, dándole un aire de sofisticación que reflejaba su personalidad. Su largo cabello negro estaba cuidadosamente peinado hacia un lado, y sus ojos oscuros brillaban con una mezcla de calma y expectativa.

—¡Hola, Naruto! —saludó Ino con entusiasmo, acercándose al grupo. Sin embargo, no pudo evitar lanzar una mirada rápida a las chicas que lo acompañaban, especialmente a Kiyomi. —¿Ellas también se unirán a la reunión? —preguntó con una sonrisa educada, aunque su tono llevaba un ligero matiz de curiosidad.

—Sí, espero que no sea un problema —respondió Kiyomi con su usual confianza, inclinando la cabeza ligeramente mientras hablaba.

—No, para nada. Cuantos más, mejor —respondió Ino, aunque Naruto notó que su mirada volvía a dirigirse hacia él por un instante más largo de lo habitual. ¿Había visto un leve destello de decepción al no encontrar a Sasuke allí? A pesar de ello, no parecía estar demasiado abatida. De hecho, el rubor que había aparecido en sus mejillas al mirar a Naruto seguía presente, aunque apenas perceptible.

—Bueno, por si acaso tengo que decir que Sasuke no vendrá —dijo Yuzuki, cruzándose de brazos mientras mantenía un tono tranquilo y directo—. Estaba entrenando conmigo, y aunque intenté convencerlo de venir, no quiso. Parece que el Chidori lo tiene obsesionado últimamente.

El comentario de Yuzuki no sorprendió a nadie, pero su manera de decirlo, tan segura y con una ligera pizca de orgullo, hizo que Naruto mirara hacia otro lado para no reír. Ino, por su parte, suspiró ligeramente, como si ya hubiera anticipado esa respuesta.

—Supongo que no me sorprende... —dijo, aunque su tono reflejaba un leve desencanto. Sin embargo, rápidamente recompuso su expresión con una sonrisa brillante—. Pero bueno, no dejaremos que eso arruine la reunión, ¿verdad? —añadió, tratando de mantener el ánimo del grupo.

Naruto sintió cómo una cálida sensación lo invadía mientras saludaba a todos. La mezcla de familiaridad y compañía llenaba el ambiente con una energía reconfortante. A pesar de los pequeños desencuentros, estar juntos le hacía sentir que todo estaba en su lugar.

Se quedaron afuera del restaurante, esperando a los dos equipos faltantes: el de Hinata y el de Sakura. No pasó mucho tiempo antes de que el equipo de Hinata llegara primero. Desde la distancia, Naruto vio a Kiba, Shino y Akamaru, con Hinata caminando un poco detrás de ellos, como si deliberadamente se mantuviera algo más apartada.

Kiba, siempre enérgico, vestía una camiseta roja sin mangas y unos pantalones oscuros de tela resistente, con botas que completaban su apariencia casual pero práctica. Su cabello alborotado y los colmillos visibles al sonreír le daban un aire despreocupado, mientras que Akamaru trotaba a su lado, con un pañuelo azul alrededor del cuello que lo hacía lucir aún más simpático.

Shino, por otro lado, era todo lo contrario. Vestía una camisa gris con botones hasta el cuello, de corte sencillo pero impecable, y un par de pantalones oscuros que combinaban con su estilo reservado. Sus inseparables gafas de sol seguían ocultando sus ojos, y su actitud tranquila y serena contrastaba con la energía de Kiba.

Pero quien realmente llamó la atención fue Hinata. Su atuendo de civil era una combinación perfecta entre delicadeza y atractivo. Llevaba un vestido azul claro de tirantes, con un escote sutil en forma de corazón que resaltaba la elegancia de su figura. El vestido caía suavemente hasta las rodillas, con pequeños bordados de flores blancas en el dobladillo. Sus zapatillas planas blancas le daban un aire sencillo pero encantador, mientras que su cabello, suelto y ligeramente ondulado, brillaba bajo la luz del sol. Sus ojos perlados, siempre tímidos, parecían llenos de una suave emoción cuando se encontraron con los de Naruto.

Desde que se graduaron y comenzaron a realizar misiones de rango D, Naruto y Kiyomi habían hecho un hábito de reunirse con Hinata después de las tareas. Como le habían prometido, pasaban tiempo juntos para hablar, lo que ayudó a que Hinata ganara algo de confianza. Aunque seguía siendo tímida, especialmente cuando estaba cerca de Naruto, poco a poco su valentía había comenzado a brillar en pequeños gestos. Ahora, era ligeramente menos retraída con él que antes, lo que a veces resultaba en un breve abrazo o incluso un fugaz beso en la mejilla.

Hinata, con una sonrisa tímida pero sincera, caminó hacia Naruto y lo saludó con un abrazo un poco más prolongado que los anteriores. Su contacto era cálido, y Naruto, sorprendido pero contento, correspondió el gesto.

—Naruto-kun… Es bueno verte —murmuró Hinata en un tono suave, pero con una dulzura que parecía iluminar el momento.

Naruto sonrió ampliamente, como siempre haciendo que ella se sintiera cómoda. —Igualmente, Hinata. Me alegra que hayas venido. —Sus palabras eran simples, pero la calidez en su voz hizo que las mejillas de Hinata se sonrojaran ligeramente.

Kiba se cruzó de brazos, observando la escena con una sonrisa burlona. —Hinata está mucho más animada contigo, Naruto. Tal vez deberías agradecerme por entrenar con ella tan duro. —El tono de Kiba era en parte bromista, pero también reflejaba cierto orgullo por los progresos de su compañera.

—Eso es porque Hinata siempre ha sido increíble, no necesita que nadie la entrene para eso —respondió Naruto con total sinceridad, provocando que Hinata bajara la mirada, aún más sonrojada, mientras Kiba soltaba una carcajada.

Shino permaneció en silencio, pero si alguien observaba con atención, tal vez notaría un pequeño movimiento en su cabeza que podría interpretarse como un gesto de aprobación.

Con todos los presentes saludándose y poniéndose al día, el ambiente comenzó a llenarse de risas y camaradería mientras esperaban al último equipo para entrar al restaurante.

Después de unos segundos, Sakura llegó al lugar. Llevaba un atuendo sencillo, consistente en una blusa rosa claro de manga corta con un diseño floral discreto, combinada con una falda de mezclilla hasta las rodillas y unas sandalias cómodas. Aunque su aspecto era limpio y juvenil, no lograba destacar tanto como las demás chicas presentes. A pesar de sus esfuerzos por arreglarse, su actitud seguía siendo un poco pesada. Naruto apenas notó su llegada, y cualquier admiración que pudo haber tenido por ella en el pasado había desaparecido con el tiempo.

—¡Naruto! ¿Por qué siempre llegas antes que yo? —exclamó con un tono algo molesto mientras se cruzaba de brazos, lanzándole una mirada reprobatoria.

Naruto suspiró internamente. Aunque ya no sentía el mismo interés por ella, sabía que sería una reunión larga si no intentaba ignorar sus constantes quejas. —Eh, bueno, creo que simplemente soy más puntual. —Sonrió de manera despreocupada, lo que solo hizo que Sakura resoplase.

A pesar de su actitud, Sakura no pudo evitar notar la presencia de las demás chicas, especialmente Hinata, Kiyomi, Miyuki e Ino, quienes parecían irradiar confianza y gracia. Aunque no lo admitiera en voz alta, se sintió un poco eclipsada.

Junto a Sakura llegaron los otros dos integrantes de su equipo: Ren y Daiki. Ren, el segundo mejor estudiante de la generación después de Sasuke, siempre había sido alguien enigmático. Su apariencia peculiar acentuaba su aire reservado. Tenía el cabello negro ligeramente largo y desordenado, con mechones que caían de manera natural enmarcando su rostro. Una bufanda blanca y amplia cubría parte de su cuello y rostro, dándole un aspecto práctico pero a la vez misterioso. Sus ojos grises oscuros siempre parecían estar analizando cada detalle de su entorno, como si desentrañara secretos invisibles para los demás. Su postura era tranquila, pero sus movimientos delataban una habilidad física bien entrenada, lo que lo hacía destacar silenciosamente.

Por otro lado, Daiki contrastaba enormemente con Ren. Era un chico de cabello marrón claro y desordenado, con mechones rebeldes que caían despreocupadamente sobre su frente. Su actitud despreocupada se reflejaba en su vestimenta: una camiseta verde oscuro con una chaqueta sin mangas marrón encima, y pantalones cortos de tela resistente. Sus ojos verdes, normalmente brillantes y llenos de energía traviesa, ahora mostraban una chispa de arrogancia que era difícil de ignorar. Caminaba con un aire confiado, casi fanfarrón, que no siempre era bien recibido por sus compañeros.

—¿Así que este es el gran grupo con el que vamos a pasar la tarde? —comentó Daiki con un tono ligeramente burlón, echando un vistazo a todos mientras se metía las manos en los bolsillos.

Ren, como era de esperarse, permaneció en silencio, observando a cada uno con una calma imperturbable. Aunque no dijo nada, su mirada pareció detenerse por un momento en Naruto, como si evaluara al chico rubio de manera más cuidadosa que al resto.

Naruto, que ya estaba acostumbrado a lidiar con personas de todo tipo, simplemente les dirigió una sonrisa cortés mientras seguía enfocado en mantener el buen ánimo del grupo. Entre las interacciones cruzadas, la presencia de Ren y Daiki añadía un nuevo matiz a la dinámica, uno que, aunque interesante, no lograba desviar completamente la atención de las chicas que seguían destacando con su carisma.

Ren, como era de esperarse, permaneció en silencio mientras sus ojos grises oscuros recorrían el grupo con una calma casi desconcertante. No había prisa en su análisis, y aunque mantenía una postura relajada, era evidente que estaba observando cada detalle. Cuando su mirada se posó en Naruto, pareció detenerse un segundo más de lo necesario, como si lo evaluara con mayor profundidad. Había algo en su expresión que sugería curiosidad, pero también un destello de reconocimiento, como si hubiera notado un cambio significativo en el chico pelirrojo desde la última vez que lo había visto.

Con un movimiento lento y deliberado, Ren se quitó un poco la bufanda blanca que cubría parte de su rostro, revelando más de sus facciones. Su rostro era atractivo de una manera sobria y serena, con líneas definidas y un aire de misterio que parecía natural en él. Su apariencia definitivamente lo hacía destacar, aunque no de una manera ostentosa. Ren se inclinó ligeramente hacia adelante en un gesto de cortesía y habló con una voz tranquila y profunda que parecía tener un efecto calmante en el ambiente.

—Me alegra verlos a todos nuevamente, —dijo, inclinando ligeramente la cabeza mientras dirigía su atención al grupo, aunque sus palabras parecían estar dirigidas en gran parte a Naruto. Su mirada se tornó un poco más intensa al observarlo directamente—. Naruto-kun, es bueno verte. Parece que has cambiado… Te has vuelto muy fuerte.

Ren dejó que sus palabras flotaran un momento en el aire antes de añadir, con un tono igualmente sereno pero más pensativo: —Y Sasuke… —Pronunció el nombre con cierta neutralidad, como si lo sopesara cuidadosamente—. Supongo que sigue obsesionado con su entrenamiento. Aunque, claro, no es una sorpresa viniendo de él.

Naruto, aunque ligeramente sorprendido por el enfoque de Ren, respondió con una sonrisa amistosa mientras se rascaba la nuca. Había algo en la calma y la manera de hablar de Ren que resultaba intrigante, pero también un poco desconcertante. —Bueno, ya sabes cómo es Sasuke —respondió Naruto con un tono despreocupado—. Siempre está buscando superarse... Pero oye, tú tampoco pareces haberte quedado atrás, Ren.

Ren esbozó una ligera sonrisa, apenas perceptible, mientras asentía. —Gracias, pero aún hay mucho por mejorar. —Su tono era humilde, pero su postura y la seguridad en sus movimientos dejaban en claro que no era alguien que se subestimara. Con un último vistazo a Naruto, añadió: —Tú, en cambio, estás cambiando más rápido de lo que imaginaba. Será interesante ver hasta dónde puedes llegar.

Naruto no pudo evitar sentir una mezcla de orgullo y curiosidad ante el comentario de Ren. Aunque no había tenido muchas interacciones con él en el pasado, las palabras del chico parecían genuinas, cargadas de una observación cuidadosa que Naruto no estaba acostumbrado a recibir. Era como si Ren, con su mirada analítica, realmente entendiera el esfuerzo que había puesto en su crecimiento.

Ren, tras intercambiar unas pocas palabras más, se dirigió hacia Shino. No era una sorpresa que ambos se llevaran bien; compartían una actitud tranquila y reflexiva que los hacía destacar de manera similar. Los dos comenzaron una conversación en voz baja mientras el grupo finalmente entraba al restaurante. El lugar estaba lleno de aromas deliciosos a carne asada y especias, y la calidez del ambiente contrastaba con el aire fresco del exterior.

Una vez dentro, Kiyomi se adelantó, siempre con una sonrisa encantadora, para presentar a Haku y Miyuki de manera oficial. —Chicos, estas son Haku y Miyuki. Ambas se han unido a nuestro equipo hace poco, pero estoy segura de que ya se están acostumbrando a Konoha. —Hizo un gesto hacia ellas con elegancia—. Y, claro, son increíbles en combate.

Miyuki, con una confianza innata, inclinó la cabeza ligeramente. —Es un placer conocerlos. Espero que podamos trabajar juntos en algún momento. —Su voz, aunque firme, tenía un tono amable, y sus ojos ámbar brillaban con interés al observar al grupo.

Haku, por su parte, hizo una pequeña reverencia, sonrojándose apenas. —Gracias por recibirnos. Estoy emocionada de conocerlos mejor. —Su voz suave y educada pareció relajar la atmósfera, y varios del grupo respondieron con sonrisas amistosas.

Ya sentados alrededor de una gran mesa, la conversación pronto giró hacia las misiones recientes. Fue Ino quien rompió el hielo. —Bueno, parece que todos hemos estado ocupados últimamente. ¿Qué tal les fue en sus misiones? —Preguntó, apoyando la barbilla en la mano con una sonrisa curiosa.

Kiba fue el primero en responder, con Akamaru asomando su cabeza desde su regazo. —¡Nuestra misión fue un éxito, claro! Aunque fue más complicada de lo que esperábamos. —Su expresión se iluminó mientras hablaba—. Nos asignaron escoltar a un comerciante hasta una ciudad cercana, pero resultó que el tipo llevaba mercancía robada y un grupo de mercenarios nos emboscó. —Se cruzó de brazos con orgullo—. Shino y yo nos encargamos de la mayoría, pero Hinata también hizo un gran trabajo. ¡Akamaru los detectó antes de que pudieran sorprendernos! —Dijo mientras acariciaba al perro, que ladró en señal de acuerdo.

Hinata, sentada junto a Naruto, bajó la mirada con modestia, aunque un leve rubor coloreó sus mejillas. —No fue nada especial. Solo hice lo que debía. —Sus ojos perlados se alzaron hacia Naruto por un instante, y una sonrisa suave se dibujó en sus labios—. Fue una buena oportunidad para probar algunas de mis técnicas nuevas.

Naruto le devolvió la sonrisa, recordando los momentos en los que había entrenado con ella después de las misiones. —¡Estoy seguro de que lo hiciste genial, Hinata! —Dijo con entusiasmo, causando que el rubor de la chica se intensificara.

Ino tomó la palabra entonces, girando ligeramente hacia Kiyomi. —Nuestra misión fue algo más... sencilla. —Admitió, aunque no parecía decepcionada—. Solo tuvimos que ayudar a reparar un puente y lidiar con algunos bandidos locales que intentaban aprovecharse de la situación. —Se encogió de hombros y miró a Choji y Shikamaru—. Al menos fue tranquilo, ¿verdad?

Shikamaru suspiró mientras apoyaba un codo en la mesa. —Sí, demasiado tranquilo. Aunque lidiar con esos bandidos fue un fastidio. Eran torpes, pero numerosos. —Bostezó ligeramente antes de añadir—. Supongo que fue una buena forma de mantenernos ocupados.

Choji asintió mientras examinaba el menú con interés. —Al menos tuvimos buena comida después. Eso siempre ayuda. —Dijo con una sonrisa despreocupada.

Naruto, incapaz de contener su entusiasmo, se inclinó ligeramente hacia adelante, capturando la atención de todos con su energía. —¡Nuestra misión fue mucho más intensa! —exclamó, sus ojos brillando con emoción mientras gesticulaba con las manos—. Nos asignaron proteger a un constructor mientras trabajaba en un puente, pero las cosas se complicaron. Resultó que Gato, un mafioso peligroso, estaba detrás de todo, enviando mercenarios y matones para detener el proyecto. ¡Y eso no fue lo peor! Al final, terminamos enfrentándonos a Zabuza Momochi, el Demonio de la Niebla.

Kiyomi, sentada a su lado, añadió con una sonrisa juguetona que iluminó su rostro. Sus ojos oscuros parecían brillar mientras hablaba, claramente disfrutando del relato. —Y, por supuesto, Naruto se lució. —Hizo una pausa dramática, mirando al pelirrojo con complicidad antes de continuar—. Además, nuestras invitadas, Haku y Miyuki, demostraron ser compañeras excepcionales en combate. No exagero cuando digo que ambas están al nivel de un chunin avanzado o, en el caso de Miyuki, quizás incluso cerca de un jonin. Pero lo más sorprendente fue Naruto. —Su tono se volvió más intenso, y una chispa de admiración cruzó sus ojos—. Pudo enfrentarse a ambas, y no solo eso, en el puente despertó un dōjutsu y unas cadenas de chakra. Según Yuzuki, su poder fue aterrador… y algo excitante. ¿Verdad, Yuzuki?

Yuzuki, que hasta entonces había permanecido en silencio, se sonrojó profundamente al escuchar las palabras de su hermana. Su mirada se dirigió hacia Kiyomi con un claro gesto de reproche, como si dijera "¡No tenías que decir eso!". Al final, solo pudo bajar la mirada y murmurar algo ininteligible mientras el resto del grupo contenía risas nerviosas.

Sakura, notablemente incómoda con los comentarios, se cruzó de brazos mientras miraba a Naruto con escepticismo. —No estás exagerando, Kiyomi. —Dijo con un tono algo sarcástico—. Admito que Naruto se ve menos inútil últimamente, pero no creo que Sasuke-kun haya sido superado por él. Eso es imposible.

Miyuki, que había estado observando en silencio hasta ese momento, frunció el ceño visiblemente molesta por la actitud de Sakura. —No miente. —Su voz era firme, y su mirada ámbar se fijó directamente en la kunoichi de cabello rosado—. Sasuke y Yuzuki eran molestos, sí, pero ninguno de los dos pudo superarnos en combate. Naruto-kun casi me derrota, y venció a Haku. Bueno, casi... si no hubiera sido por mí. —Añadió, enfatizando el último punto con una ligera sonrisa triunfante antes de mirar a Sakura con un desafío implícito.

La mesa quedó en silencio por un momento, con las palabras de Miyuki flotando en el aire como una provocación. Naruto, por su parte, parecía incómodo con toda la atención, especialmente por los elogios. Se rascó la nuca y trató de desviar la conversación. —Bueno, fue un esfuerzo de equipo. No lo hice todo yo solo. —Dijo con una risa nerviosa, aunque no pudo evitar sentir una chispa de orgullo ante las palabras de Kiyomi y Miyuki.

Yuzuki, aún algo sonrojada, finalmente intervino, aunque su voz estaba cargada de un aire de dignidad calculada. —Es cierto que Naruto demostró habilidades sorprendentes. No tiene sentido negarlo. Pero no olvidemos que fue una situación excepcional. —Miró de reojo a Kiyomi, claramente aún molesta por el comentario anterior, y añadió en un tono más bajo—. Aunque, debo admitir... fue un espectáculo digno de ver.

Sakura, al notar que la conversación no estaba inclinándose a su favor y que los elogios hacia Naruto seguían acumulándose, intentó intervenir para desviar el tema. —Bueno, no es para tanto —dijo, cruzando los brazos con un gesto nervioso—. Después de todo, Sasuke-kun también tuvo un papel importante, ¿verdad? No podemos centrarnos solo en lo que hizo Naruto...

Sin embargo, antes de que pudiera continuar, Ino, siempre rápida para captar una oportunidad de molestar a su amiga, sonrió con picardía y se inclinó ligeramente hacia adelante. —Vaya, Sakura. Parece que no conocías esta faceta de Naruto. —Comentó con un tono burlón, sus ojos azules brillando con malicia juguetona—. ¿Quién lo diría? Naruto-kun no solo te has vuelto más guapo, sino también increíblemente fuerte.

Las palabras de Ino provocaron una reacción inmediata en la mesa. Naruto, visiblemente sonrojado, comenzó a rascarse la nuca con nerviosismo mientras soltaba una risa incómoda. —Ah, no es para tanto, Ino... —murmuró, claramente intentando minimizar el comentario, aunque su expresión delataba un ligero orgullo.

Kiyomi, por su parte, aprovechó la oportunidad para unirse a la conversación con su característica actitud juguetona. —¿Ves, Naruto? —Dijo, apoyando un codo sobre la mesa y mirándolo con una sonrisa felina—. Te lo dije, estás causando impresión. Aunque, claro, no me sorprende. Después de todo, yo ya sabía lo increíble que eres. —Sus ojos oscuros brillaban con complicidad mientras dejaba caer el comentario, provocando un suspiro de resignación de Yuzuki, quien intentaba mantenerse seria.

—Ino, no exageres. —Replicó Sakura, visiblemente molesta, mientras apretaba los puños sobre sus rodillas—. Solo fue suerte que la misión de Naruto resultara ser tan... complicada. Eso no cambia el hecho de que Sasuke-kun sigue siendo el mejor.

Miyuki, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, soltó una pequeña risa, atrayendo la atención de todos. —¿Suerte? —Repitió, arqueando una ceja mientras cruzaba los brazos—. No creo que enfrentarse a Zabuza y a mí pueda considerarse suerte. Diría que Naruto-kun demostró tener mucho más que eso. —Su tono era firme, pero había una ligera sonrisa en sus labios mientras lanzaba una mirada desafiante hacia Sakura.

La tensión en el ambiente se incrementó ligeramente, pero Hinata, quien había estado observando la interacción en silencio, finalmente intervino con su voz suave. —Naruto-kun siempre ha trabajado muy duro... —Dijo, sus mejillas teñidas de un leve rubor mientras lo miraba de reojo—. Creo que todos hemos visto cómo ha mejorado.

El comentario de Hinata, aunque tímido, pareció calmar un poco la atmósfera, y Naruto le dedicó una sonrisa agradecida. —Gracias, Hinata. Eso significa mucho para mí. —Dijo con sinceridad, lo que provocó que el rubor de la chica se intensificara mientras desviaba la mirada.

Mientras tanto, Ino no pudo evitar soltar una pequeña carcajada ante la reacción de Sakura. —Bueno, Sakura, parece que no todas aquí tienen tus prioridades. Quizás deberías empezar a prestar más atención a los demás. —Comentó con tono burlón, claramente disfrutando de la situación.

Sakura, incapaz de contener su frustración, chasqueó la lengua y se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado. —¡Hmph! No sé por qué estamos hablando tanto de esto. Todavía falta mucho para que Naruto alcance el nivel de Sasuke-kun. —Murmuró, aunque su voz sonaba menos segura que antes.

La comida transcurrió en un ambiente relajado y animado, con las conversaciones fluyendo entre los distintos grupos. Cada uno de los presentes compartía detalles sobre sus entrenamientos, anécdotas de misiones recientes o simplemente hablaban sobre sus intereses personales. Las risas y el ruido de los platos llenaban el restaurante, creando una atmósfera cálida y jovial que contrastaba con las tensiones habituales de su vida como ninjas.

Naruto estaba inmerso en una conversación con Shikamaru y Chōji sobre estrategias de combate cuando notó que Kiba, con su típico aire despreocupado, se acercaba a Miyuki con una sonrisa confiada. —Oye, Miyuki —dijo, cruzando los brazos mientras inclinaba la cabeza ligeramente hacia ella—, he oído que eres increíble con tus habilidades de metal líquido. Tal vez podríamos entrenar juntos algún día. Podría mostrarte algunos de mis movimientos. Seguro que haríamos un gran equipo.

Miyuki levantó la vista de su plato, sus ojos ámbar fijos en Kiba mientras una pequeña sonrisa, más sarcástica que amable, curvaba sus labios. —Aprecio la oferta, Kiba, pero no creo que sea necesario. Ya tengo con quién entrenar, y estoy más que satisfecha con mi progreso. —Su tono era firme pero educado, dejando claro que no tenía interés alguno en prolongar la conversación.

El rechazo fue evidente, pero Kiba, terco como siempre, no se dio por vencido tan fácilmente. —Oh, vamos. Seguro que Naruto no es el único que puede seguirte el ritmo. —Dijo con un guiño, intentando parecer más seguro de lo que realmente estaba.

Miyuki soltó una pequeña risa que no llegó a sus ojos. —Es cierto, pero... —lo miró con una expresión tranquila que ocultaba una ligera burla—. No creo que tú seas la excepción. —La manera en que lo dijo fue suficiente para hacer que Kiba se sonrojara ligeramente, aunque intentó disimularlo rascándose la cabeza y riéndose nerviosamente.

A unos metros de distancia, Haku estaba sentada tranquilamente, observando la escena con una mezcla de curiosidad y diversión. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que Kiba dirigiera su atención hacia ella, claramente decidido a no terminar la noche sin al menos obtener algo de interés de las recién llegadas. —¿Y tú, Haku? —Preguntó mientras se acercaba, tratando de sonar casual—. Seguro que tu estilo de combate es tan impresionante como tú. Quizá podríamos entrenar juntos también. Me encantaría ver lo que puedes hacer.

Haku lo miró con una expresión educada pero distante, sus ojos ámbar brillando con una leve frialdad. —Agradezco el cumplido, Kiba-san, pero no tengo interés en buscar más compañeros de entrenamiento por el momento. —Su tono era suave, casi amable, pero la firmeza en sus palabras dejó claro que no había espacio para insistencias.

Naruto, que había estado escuchando desde su lugar, no pudo evitar reírse por lo bajo, cubriéndose la boca con la mano para no ser demasiado obvio. —Parece que no tienes suerte esta noche, Kiba. —Comentó en un tono burlón, ganándose una mirada fulminante de su amigo.

—Tch, no es como si me importara. —Respondió Kiba, intentando recuperar algo de dignidad mientras volvía a su asiento con Akamaru siguiéndolo de cerca. Sin embargo, el ligero rubor en sus mejillas traicionaba su frustración.

Mientras tanto, Miyuki y Haku intercambiaron una breve mirada, intentando contener la risa que amenazaba con escapar. La escena había sido tan predecible como entretenida, y ambas parecían disfrutar del incómodo intento de Kiba por ganarse su atención. Desde el otro lado de la mesa, Kiyomi, siempre dispuesta a avivar la tensión con un toque juguetón, no dejó pasar la oportunidad.

—Parece que nuestras invitadas no se impresionan tan fácilmente, ¿eh, Kiba? —Comentó, sus oscuros ojos brillando con diversión mientras una sonrisa traviesa se formaba en sus labios—. Quizá deberías reconsiderar tu enfoque... Después de todo, Miyuki ya declaró que quiere casarse con Naruto, y creo que Haku la seguirá pronto. —Sus palabras, cargadas de intención, provocaron una reacción inmediata en la mesa.

Naruto, que estaba disfrutando tranquilamente de su plato, casi se atragantó al escuchar el comentario. —¿Q-qué? —Exclamó con una mezcla de sorpresa y nerviosismo, mirando rápidamente a Miyuki y luego a Haku, como si buscara alguna confirmación o negación de lo dicho.

Miyuki, lejos de sentirse avergonzada, sonrió con confianza y levantó ligeramente la barbilla, como aceptando un desafío invisible. —No es ningún secreto. Ya lo dije antes, ¿no? Cuando pierdes en combate, hay que reconocer la superioridad del otro. —Se giró hacia Naruto, sus ojos ámbar brillando con intensidad—. Y Naruto-kun no solo me venció, sino que demostró ser alguien digno de mi respeto y... algo más. —Su tono era firme, pero la ligera curva en sus labios insinuaba un toque de coquetería que no pasó desapercibido para nadie.

Haku, por su parte, se limitó a sonrojarse ligeramente mientras jugaba con un mechón de su cabello oscuro. —No diría que estoy siguiendo a nadie... —Murmuró, su voz suave pero audible—. Sin embargo, hay algo en Naruto-kun... algo especial que no se encuentra todos los días. —Sus palabras, aunque discretas, tenían un peso genuino que hizo que varios de los presentes intercambiaran miradas significativas.

Kiba, todavía recuperándose del rechazo anterior, no pudo evitar gruñir en voz baja. —Tch, Naruto tiene demasiada suerte. No entiendo cómo lo hace. —Murmuró, cruzando los brazos con una expresión de fastidio mientras Akamaru ladraba suavemente, como si intentara consolarlo.

Kiyomi rió ante la reacción del grupo, mientras Yuzuki, a su lado, soltaba un suspiro de resignación. —Kiyomi, ¿de verdad era necesario decirlo de esa forma? —Preguntó, aunque su tono indicaba que no esperaba una respuesta seria.

—Claro que sí. —Respondió Kiyomi con una sonrisa descarada, llevándose una mano al mentón—. No todos los días se puede ver algo tan divertido. Además, creo que Naruto merece saber cuánto lo aprecian nuestras invitadas. —Le guiñó un ojo al pelirrojo, quien ahora estaba completamente rojo, tratando de enfocarse en su comida como si su vida dependiera de ello.

El resto de la comida continuó en un ambiente animado, aunque las bromas dirigidas a Kiba y los comentarios insinuantes hacia Naruto no cesaron del todo. Entre risas, anécdotas y pequeños enfrentamientos verbales, los lazos entre los presentes parecían fortalecerse con cada palabra intercambiada. Las rivalidades habituales daban paso a una camaradería que, aunque salpicada de pequeñas tensiones, mostraba lo cercanos que eran a pesar de sus diferencias.

Cuando los platos finalmente quedaron vacíos y las conversaciones se calmaron, el ambiente quedó impregnado de una sensación cálida y amistosa. Había sido una velada no solo para relajarse, sino también para fortalecer los lazos que unían al grupo. Risas, bromas y momentos de ligera tensión habían contribuido a crear recuerdos que ninguno olvidaría pronto. Naruto, aunque un poco más avergonzado de lo habitual, no podía negar que disfrutó de la compañía de sus amigos.

Cuando llegó el momento de despedirse, todos comenzaron a levantarse lentamente de la mesa. Hinata, quien había estado mostrando un poco más de valentía últimamente, aprovechó el momento para acercarse a Naruto. Con un rubor intenso en sus mejillas, le dio un beso rápido en la mejilla antes de alejarse apresuradamente, prácticamente corriendo, mientras murmuraba un tímido "buenas noches". Naruto se quedó parado, atónito y con las mejillas tan rojas como su cabello, mientras el resto del grupo observaba con una mezcla de sorpresa y diversión.

Ino se despidió con su característica energía, Choji con un comentario sobre lo buena que había estado la comida, y Shikamaru con su clásico "qué problemático" antes de marcharse. Kiba, aunque algo fastidiado por los acontecimientos de la cena, se fue junto a Akamaru, mientras Shino y Ren lo seguían con calma. Sakura y Daiki también se alejaron, charlando entre ellos mientras el grupo comenzaba a dispersarse.

Naruto, Miyuki y Haku decidieron acompañar a Yuzuki y Kiyomi de regreso al complejo Uchiha. El camino fue tranquilo, bajo un cielo estrellado que iluminaba las calles desiertas de Konoha. Pasaron frente a las antiguas casas del clan Uchiha, que ahora yacían silenciosas, casi como un recuerdo sombrío de lo que una vez fue una comunidad vibrante. Naruto observaba los edificios con curiosidad y algo de melancolía, preguntándose cómo habría sido vivir en ese lugar en su apogeo. Miyuki y Haku también miraban alrededor, captando el aire solemne que parecía envolver el área.

Finalmente, llegaron a la enorme casa donde vivían Yuzuki y Kiyomi. Aunque no era la mansión principal del clan, que aún se alzaba imponente y vacía en la distancia, esta residencia tenía un tamaño considerable y reflejaba el prestigio del clan. Desde allí, un sonido peculiar captó su atención: el crepitar distintivo de los rayos cortando el aire.

—Parece que Sasuke está entrenando —murmuró Kiyomi, con un leve tono de exasperación.

Yuzuki asintió y los invitó a entrar. Cruzaron la casa hasta llegar al jardín trasero, donde el sonido de los rayos se intensificaba. La escena que encontraron fue impactante: Sasuke estaba allí, en medio del claro, con su ropa desgarrada y su cuerpo cubierto de magulladuras. El sudor le caía por el rostro mientras jadeaba pesadamente, pero sus ojos brillaban intensamente. Su Sharingan de dos tomoe estaba activado, girando con una claridad feroz, y en su mano sostenía una esfera eléctrica, pequeña pero concentrada, que chisporroteaba con energía pura.

—Hmpf... finalmente... —murmuró Sasuke, casi para sí mismo, mientras una sonrisa extraña se dibujaba en su rostro. Había algo en su expresión, una mezcla de triunfo y obsesión, que llamó la atención de todos.

Naruto dio un paso adelante, observándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. —¿Qué estás haciendo, Sasuke? —preguntó, rompiendo el silencio que se había formado.

Sasuke alzó la vista hacia él, su respiración aún entrecortada. —Entrenando. No hay tiempo para descansar si quiero alcanzar mi meta. —Su voz era firme, pero el cansancio en su cuerpo era evidente.

Kiyomi cruzó los brazos con elegancia, inclinando ligeramente la cabeza mientras una ceja se arqueaba en un gesto mezcla de exasperación y preocupación. —Siempre tan intenso, hermanito. ¿Pero realmente vale la pena destrozarte así cada noche? —su tono tenía un matiz de reproche, pero también una preocupación genuina que no podía ocultar del todo—. Acabamos de regresar de una misión. Al menos tomate unos días para recuperarte.

Sus palabras resonaron en el jardín, apenas opacadas por el sonido residual de la electricidad chisporroteando en la mano de Sasuke. Este alzó la vista hacia su hermana, su Sharingan aún activo, pero no respondió de inmediato. Parecía debatir consigo mismo, como si la simple idea de detener su entrenamiento fuera inaceptable.

Yuzuki, más reservada, mantuvo el silencio, observándolo con una mirada calculadora que evaluaba cada uno de sus movimientos. Aunque entendía la necesidad de esforzarse, sabía que el enfoque de Sasuke podía ser peligroso si se llevaba al extremo. Su expresión se suavizó momentáneamente, pero no dijo nada. No era el momento de sermones, y sabía que Sasuke raramente los escuchaba.

Mientras tanto, Haku y Miyuki permanecían al margen, dejando espacio para que la dinámica familiar se desarrollara. Haku, siempre observadora, estudiaba a Sasuke con una mezcla de curiosidad y cautela, preguntándose qué tan lejos estaba dispuesto a llegar en su búsqueda de poder. Miyuki, por otro lado, parecía ligeramente impresionada, aunque mantenía su actitud relajada, mientras una pequeña sonrisa cruzaba su rostro.

Naruto, quien había permanecido en silencio hasta entonces, dio un paso adelante, rompiendo la tensión. Su sonrisa ladeada, tan característica, iluminó su rostro mientras observaba a Sasuke con un aire despreocupado pero desafiante. —Tienen razón, Sasuke. Al menos esta noche podrías haber descansado. Deberías haberte unido a nosotros en la cena. —Sus palabras no eran un reproche, sino una invitación implícita, un intento de recordarle que no estaba solo.

Sasuke apretó los labios, bajando ligeramente la mirada hacia la chispa eléctrica en su mano. El brillo de su Sharingan seguía vivo, pero su intensidad comenzó a menguar. Finalmente, dejó que el relámpago se disipara en el aire, cerrando su mano en un puño mientras exhalaba profundamente.

—No tengo tiempo para distracciones —respondió finalmente, su voz baja pero cargada de determinación—. Cada minuto cuenta si quiero alcanzar mi meta.

Kiyomi suspiró, su postura relajándose un poco. —Esa meta tuya te va a matar si sigues así. Nadie te está diciendo que dejes de entrenar, pero necesitas equilibrio, Sasuke.

Yuzuki, aunque normalmente mantenía su distancia emocional, dio un paso al frente. Su tono fue firme, pero no carente de empatía. —Kiyomi tiene razón. Puedes entrenar todo lo que quieras, pero si no cuidas tu cuerpo, terminarás perdiendo más tiempo del que crees ganar. Además, no todo se trata de poder. Las conexiones que construyes también son importantes.

Sasuke la miró, visiblemente irritado pero sabiendo que había verdad en sus palabras. Desvió la mirada hacia Naruto, quien lo observaba con un leve destello de desafío en sus ojos azules. Había algo en esa mirada que irritaba y motivaba a Sasuke al mismo tiempo.

—Hablas como si no estuvieras igual de obsesionado con entrenar, Naruto —dijo Sasuke con un deje de burla, intentando desviar la conversación.

Naruto se rió ligeramente, rascándose la nuca. —Tal vez, pero al menos sé cuándo es hora de comer algo y pasar tiempo con los demás. Te sorprendería lo mucho que ayuda relajarse un poco. —Hizo una pausa y luego añadió con un tono más serio—. Sabes que no estás solo, ¿verdad? No tienes que cargar con todo tú mismo.

Las palabras parecieron impactar a Sasuke, aunque no lo demostró abiertamente. En lugar de responder, simplemente desactivó su Sharingan y se giró hacia la entrada de la casa.

—Hagan lo que quieran. Yo seguiré mi camino —dijo con indiferencia, aunque su tono carecía del filo habitual.

Kiyomi y Yuzuki intercambiaron una mirada cargada de significados, un diálogo silencioso entre hermanas que no necesitaba palabras. Naruto, Haku y Miyuki permanecieron en respetuoso silencio, dejando que las Uchiha procesaran a su manera la testarudez de Sasuke. Aunque la fachada de Sasuke parecía impenetrable, había algo en la tensión de sus hombros y la leve disminución de su actitud desafiante que les hacía pensar que las palabras dichas habían encontrado un pequeño resquicio. Era un progreso lento, pero no insignificante.

—Bueno, ya saben cómo es Sasu-tan —comentó Kiyomi de repente, rompiendo el silencio con un tono deliberadamente ligero. Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona mientras balanceaba una mano en el aire, como si el tema no fuera tan grave. Sin embargo, sus ojos traicionaban su preocupación.

Naruto dejó escapar una carcajada breve pero sincera. —Sí, tiene su encanto, supongo —dijo, aunque sus ojos azules se desviaron de nuevo hacia el jardín trasero. Entre los muñecos de entrenamiento destrozados, rocas agrietadas y árboles perforados, el escenario hablaba de la intensidad y el agotamiento de Sasuke. El lugar estaba impregnado de una energía residual que parecía vibrar en el aire, como una huella de la determinación obsesiva del joven Uchiha.

El grupo se dirigió hacia la entrada del complejo Uchiha, avanzando lentamente bajo la tenue luz de la luna. Mientras se despedían, Kiyomi dio un paso adelante, acercándose a Naruto. Lo envolvió en un abrazo breve pero cálido, con un toque más intencional de lo usual.

—Buenas noches, Naruto —susurró con una sonrisa juguetona, antes de retroceder y dirigir un gesto amistoso a Haku y Miyuki—. Y buenas noches también para ustedes, chicas. Descansen bien.

Yuzuki, que siempre mantenía una distancia emocional más marcada, sorprendió al inclinarse ligeramente hacia Naruto en un gesto de despedida. Su voz, aunque calmada, tenía un matiz más amable que de costumbre. —Buenas noches. Gracias por acompañarnos.

Naruto respondió con una sonrisa radiante, rascándose la nuca como de costumbre. —No hay problema. Descansen ustedes también.

Mientras Naruto, Haku y Miyuki se alejaban en silencio por el camino que atravesaba las antiguas viviendas Uchiha, el ambiente parecía más sereno, aunque cargado de pensamientos. Kiyomi suspiró mientras cerraba la puerta detrás de ellos, recostándose momentáneamente contra la madera. Había noches en las que la carga de ser la hermana mayor se sentía abrumadora, y esta era una de ellas.

Se dirigió a su habitación con pasos lentos, dejando que la tranquilidad de la casa llenara el espacio. Mientras tanto, Yuzuki, fiel a su personalidad, había tomado un camino similar hacia su propia habitación, con la determinación silenciosa de procesar lo ocurrido de una manera más introspectiva.

Kiyomi se detuvo frente al espejo de su habitación después de cambiarse. A veces no sabía qué se suponía que debía hacer como hermana mayor. Quería proteger a Sasuke y a Yuzuki, asegurarse de que sus caminos no los llevaran a la destrucción. Pero también sabía que ambos eran tan tercos como ella misma. Suspiró de nuevo, esta vez más largo, y dejó caer la cabeza contra el respaldo de la silla junto a su cama.

En el silencio de la noche, el complejo Uchiha se llenó de una quietud pesada, pero no desagradable. Afuera, Naruto caminaba junto a Haku y Miyuki, quienes intercambiaban algunas palabras en voz baja. Aunque el aire estaba fresco, Naruto no pudo evitar sentir que algo más cálido los envolvía: la sensación de que, a pesar de las dificultades, no estaban solos en el camino.