Noah habló sin apartar sus ojos de la runa de Kesier.
—No es eso, simplemente no tengo tiempo para otras personas.
Su esfera mental se estaba expandiendo a una velocidad increíble, Noah no quería desperdiciar ninguno de su tiempo dentro del Dominio del Azufre socializando.
—¿Y qué hay de Murray, Norman y Scott? —preguntó Daniel, pero esos nombres no significaban nada para Noah.
—No sé quiénes son.
—Los tres personas mayores frente a la puerta de entrada.
Noah se encogió de hombros.
—Oh, ellos. Me dejaron pasar.
Una de las cejas de Daniel se arqueó cuando escuchó las palabras de Noah.
—Todo lo que quieren es complacerme. Nunca permitirán el ingreso de alguien a menos que yo lo diga.
Noah no se movió en absoluto, su mirada siempre estaba en la runa mientras respondía.
—Entonces, ¿sabes que tus seguidores son idiotas sin mente?
Daniel soltó una risa suave.
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