—Espero que no le hayas dado ningún problema porque lo sé Felicia, nunca quieres dejar a la gente en paz, especialmente cuando tú no lo estás —advirtió Mary—, lo que irritó a Felicia aún más de lo que siempre estaba.
—¿Y mira quién habla? —replicó Felicia—. Ambos sabemos cuánto deseas que Erika cambie de opinión sobre dejarte pasar el resto de tu vida aquí en la cárcel. Es por eso que estás tratando de ser agradable con ella, pero sabes que esas manos tuyas están cubiertas de sangre, Mary. Has matado a demasiadas personas para que te absuelvan tan fácilmente, así que olvida ese sueño tuyo ya que nunca se cumplirá —agregó Felicia.
Juliet avanzó, vestida con una camisa amarilla similar a la de las demás, y se puso frente a Mary, actuando como su escudo.
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