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Mi esposa inesperada es una jefa secreta!

Todos sabían que la hija mayor de los Shen había caído en desgracia tras ser abandonada por un sinvergüenza, quedarse embarazada fuera del matrimonio y luego ser expulsada por su familia, desamparada y desesperada. La infame Shen Ruojing hizo acto de presencia en el banquete de cumpleaños de la Matrona de la primera familia, los Chus, donde la multitud se burló: —Aquellos que dan un millón en dinero de regalo se sientan en una mesa. —Aquellos que dan diez millones en dinero de regalo se sientan en una mesa. —Señorita Shen, ¿podría decirnos cuánto dinero de regalo ha traído? La multitud esperaba reírse de ella, pero entonces vieron a Shen Ruojing avanzar con un niño pequeño y delicadamente hermoso, —¿Podrían preguntarle a la Matrona dónde sentarse si uno trae un bisnieto? *** Admitida en la casa de los Chus solo por el valor de su hijo, Shen Ruojing solo quería dejarse llevar, contenta de ser un pez ocioso, pero enfrentaba el desdén de todos los lados dentro de la familia: —Nuestra familia cuenta con un hacker de primera, un maestro de la música, un genio artístico, un loco de la tecnología, cada uno renombrado en sus respectivos campos. ¿Y tú? ¿Qué sabes hacer? Shen Ruojing se tocó la barbilla: —Todas esas cosas que mencionan... sé un poco de cada una. Tres adorables niños estaban a su lado y asintieron al unísono: Testificamos que Mamá en efecto sabe un poco de todo.

Mr. Yan · 现代言情
分數不夠
508 Chs

Capítulo 236

Los ojos de Shen Bijun se iluminaron—¿Qué pista?

Chu Yanshen sacó guantes desechables de su bolsa y luego le acercó un pan al vapor a la boca.

Shen Bijun mordió el pan de manera subconsciente.

Luego Chu Yanshen vio que cuando el fresco y fragante sabor entró en su boca, la chica cerró sus perezosos ojos de flor de durazno en un gesto de felicidad, dibujando con las comisuras de sus ojos un arco seductor.

Con la sopa de huevas de cangrejo persistiendo en sus labios, añadiendo un brillo extra, se lamió los labios con su lengua, y sus labios rojos se volvieron aún más radiantes.

Pero la mujer no tenía autoconciencia sobre su propia apariencia y no tenía idea de lo tentadora que se veía.

Después de tragar un bocado del pan al vapor, abrió sus claros ojos para mirarlo, su mirada llevaba un atisbo de confusión.

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