Mi nombre Nikola Ains. Tuve la mala fortuna de nacer en un mundo destruido y convertido en el basurero de las diferentes razas alienígenas que existen en el universo. Todo por la codicia de las antiguas generaciones.
La llamada guerra del cielo negro le quito a la humanidad su oportunidad para entrar en Skyring, la federación galáctica, que esperaba el despertar de la conciencia humana y junto a ella el máximo potencial de la humanidad.
Los seres extraterrestres que detuvieron la guerra tuvieron algo de clemencia y decidieron no exterminarnos, pero «retrocedieron» a la humanidad a algo similar al siglo XV, el llamado siglo de las innovaciones. Una extraña mescla entre lo que fue el renacimiento y el siglo XXI.
Quienes descendieron de los cabecillas tras la guerra, crearon una fortaleza llama la ciudadela alrededor de una de las únicas edificaciones que se mantuvieron de pie cuando la guerra termino. Prácticamente es una ciudad entera.
Allí solo vive gente poderosa que se regocija en oro, tierra y la tecnología suficiente como para entrar y salir del planeta. Fuera de la ciudadela, pero dentro de la misma ciudad, vivimos la gente común que vende en el mercado o se adentra en el peligroso océano que se encuentra repleto de criaturas peligrosas que vinieron de fuera de la tierra. Sin falta, cada mes naves vienen y tiran lo que ya no les sirve, como piezas de tecnología averiadas y desechos de construcción entre otras cosas.
Es normal que cada mes personas de otros planetas vengan a ser desechadas aquí y allí es donde entran los esclavistas que aprovechan esta oportunidad para hacer dinero vendiéndolos como esclavos sexuales o también como sirvientes a nobles dentro de la ciudadela. Y no es solo el hecho de no poder costear una nave para escapar del planeta. Si alguien es descubierto creando su propia nave o comprándola, esto es castigado con la muerte.
Solo las personas de la realeza tienen permitido salir del planeta cuando les plazca. Resumiendo, la oportunidad que se nos dio, no sirvió para nada.
En los libros de historia de la actualidad se cuenta como el hombre esperaba que estos seres revelaran su existencia ante ellos. En ese momento tal vez descubriríamos por fin el origen de nuestra civilización y podríamos demostrar todo nuestro potencial. En cambio, solo demostramos lo destructores que podemos ser y ahora la mayoría de las razas alienígenas nos ven como escoria.
Tengo miedo que en mí también se encuentre ese demonio que susurra destrucción y que en algún momento me arrebate la libertad que por derecho es mía.
Me encuentro en mi taller haciendo un conteo de las piezas que faltan para la nave que está en proceso de construcción. La nave se encuentra sobre una placa de metal que puede soportar su peso, es posible ocultar la placa y la nave bajo el suelo con solo presionar un botón en el control remoto.
Mi taller posee 20 metros cuadrados, la nave tiene un espacio propio para trabajarla y eso me deja bastante espacio para los demás proyectos en los que trabajo. Camino alrededor de la nave y me digo a mí mismo que la falta de piezas para el motor es el principal problema y si no las consigo, esta cosa no volara ni en mis más felices sueños.
Hoy es la entrega de basura y con algo de suerte encontrare lo necesario entre los restos. De lo contrario tendré que buscar la forma de conseguir una nave funcional de alguna otra manera. Seguía caminando en círculos golpeando mi cabeza con la palma de la mano cuando alguien entra sin avisar.
—¿Esconde eso, ¿o es que quieres que nos maten? —Dijo un hombre de cuarenta años de edad. Era Vikim, mi maestro y padre adoptivo. Él tenía cabello y barba canosa con ojos claros y amigables, su físico no era malo, pero para nada podías llamarlo un atleta.
—¿Quién entra a cualquier lugar sin llamar o tocar antes? Es de mala educación. —Le respondí.
Vikim cerró la puerta de golpe y camino hacia mí para tomar el control remoto de la placa metálica y así esconder la nave. La precaria nave empezó a bajar para esconderse bajo tierra. Después de un par de regaños él me dijo que alguien estaba interesado en uno de mis inventos.
Una maquina hecha para volar, no como una nave claro. Se trataba de unas alas mecánicas que parecían las de un cuervo y teóricamente podrían alcanzar velocidades superiores que cualquier nave de combate pequeña. También tienen un par de armas incorporadas. Las alas estaban hechas de un tipo de acero extraterrestre super flexible y resistente.
—¿En serio? ¿Quién es el interesado?
—Es el hijo de un noble adinerado. —respondió.
¿Un niño rico? Nada bueno puede salir de construir un arma para esa gente. Tal vez se mate intentando operar las alas mecánicas o matara a alguien con las armas incorporadas.
—Lo siento, no le venderé uno de mis inventos a un niñito que lo usara de manera estúpida. «Claro que no lo haría.»
—Al menos escucha la oferta que tiene para ti. Además, dijo que vendría mañana temprano para hacer negocios.
¡Maldición! Tendría que ver sobre la marcha como evitar un trato con él. Si un noble cercano a la realeza agenda una cita contigo debes aceptar, de lo contrario sería como firmar tu sentencia de muerte. Hace unas semanas escuche en la taberna que una mujer que trabajaba ahí se negó a acostarse con el hijo de un noble extremadamente cercano a la corana y que después de eso la chica desapareció dos días enteros y cuando finalmente apareció ya no era la misma.
La chica no mostraba signos de abuso, tampoco había sido golpeada, pero ella decía que le dolía todo el cuerpo a causa de los golpees que le dieron, pero un médico confirmo que no tenía nada, ni moratones o cualquier otro golpe. Un par de días después la chica se quitó la vida.
Algo extraño. Como sea, no quiero terminar así cuando estoy tan cerca de mi objetivo.
Seguí charlando con Vikim un rato antes de ir al mercado como hago de costumbre. El me recordó que Lupus aún seguía con Allen en el barco pesquero. Lupus es mi perro. Lo encontré en el basurero cuando era un cachorro. Parece que alguien lo arrojo a las naves de basura que vienen a dejar sus desechos a la tierra. Él es un perro alienígena con la apariencia de un enorme lobo negro, se dice que durante ciertos días del mes puede transformarse en un ser humanoide, aunque yo nunca he visto esto.
Terminé de hablar con Vikim y me dirigí al mercado.
Caminaba entre las largas filas de puestos y veía variados productos. Los comerciantes, humanos y alienígenas estaban bastante descontrolados vendiendo todo tipo de cosas hoy, apenas podía acercarme a mirar con tanta gente alrededor de los puestos. Un puesto de comida tenía una comida exótica que nunca vi antes y la gente peleaba por conseguir un poco.
El vendedor era un pequeño alíen de 1.20 centímetros de altura, su color era entre el rosa y marrón claro, tenía ojos grandes y orejas puntiaguda. Vikim me conto sobre una película de hace un par de siglos atrás con un alíen similar. Mi amigo Mac, creo que ese era el nombre.
Quise intentar comprar un poco, pero había todo un caos así que finalmente desistí.
Puestos más allá vendían aves y otros animales que tampoco vi antes. Todo me parecía raro el día de hoy. La mayoría de los productos que se vendían eran cosas que solo podías obtener fuera del planeta, lo que implicaba que hoy casi todo era ilegal. pensé que era cuestión de tiempo para que aparecieran los guardias de la ciudadela y confiscaran todo, incluidas un par de cabezas. Avance más y me tope con un muy extraño objeto que podía anular la gravedad. El tipo que lo vendía me ofreció una demostración.
Él era un ser alto y delgado, su piel parecía estar carbonizada o hecha de carbón y tenía ojos completamente amarillos y aunque podía hablar, no parecía tener una boca visible. Nunca vi ni leí sobre un alíen con esa descripción. El aparato tenía forma de cilindro y su tamaño era el de mi antebrazo con lo que parecían circuitos que emitían luz celeste rodeándolo. El hombre de carbón me pregunto si sabía cuánto pesaba un Golem y le respondí que sí. Los Golem son criaturas que se usan normalmente en la construcción de grandes edificios por su gran fuerza, pesan aproximadamente una tonelada y son como cualquier animal adiestrable.
El me pregunto esto porque en el puesto de enfrente se encontraba una criatura de estas y él tenía pensado levantar a ese monstruo. Apunto el objeto en dirección al Golem y lo elevo del suelo como si nada, no parecía hacer esfuerzos y levantó una tonelada sin más. Cuando la criatura volvió a tocar el suelo nos gruño, pero ni siquiera le preste atención y me apresure a preguntar el precio. Eran 500 monedas de oro ¿Cómo podría pagarlo?
—¿Dónde consegui…?
Justo cundo intenté preguntar donde consiguió eso, llegaron los guardias de la ciudadela en una maldita y gigante nave arrestando a quien estuviera frente a ellos. El hombre de carbón fue uno de los primeros y antes que pudieran arrestarme, corrí. Aunque creo que fue demasiado, toda una nave solo por productos ilegales era innecesaria. Esto parecía algo más.
—Ya veo…
—Pienso que si no fuera por los guardias hubiera visto mucho más.
Le conté a Vikim todo lo que paso en el mercado con el hombre de ojos amarillos y el gigante de piedra. Por cierto, la mayoría de leyendas como el mismo Golem y otros monstruos como vampiros y hombres lobo deben su origen a criaturas extraterrestres que visitaron la tierra hace muchos siglos atrás.
—¿Entonces, dime, ¿sabes algo sobre esa raza con piel como el carbón? — Pregunté
—Solo un poco. Primero que nada, se creía que su raza estaba extinta y ha pasado un año galáctico desde que no se veía a alguno.
—Este estaba bastante extinto. —Dije de forma sarcástica.
—Solo cállate y déjame continuar Nikola. Se suponía extinta, pero no por causas naturales, algunos planetas le temían a su especie y ese miedo logro que los exterminaran por completo.
—¿A que le temían?
—Ellos podían ver el futuro o eso es lo que dicen.
¿Podían ver el futuro? Entonces tal vez los guardias no llegaron al mercado por productos ilegales. Iban por el hombre de carbón.
—Cinco planetas se unieron para masacrar a uno. Eso fue lo que paso.
Entonces fue una masacre total. Y pensándolo mejor, con una criatura que pueda predecir qué hará el enemigo… esa es una ventaja sin duda significativa. Quien sabe para qué querrán usarlo.
Cuando termine de hablar con Vikim eran las 8 de la noche y el sol ya se había ocultado. Yo tenía que empezar a dirigirme al basurero. El basurero es el lugar donde las naves extraterrestres van a dejar los desechos.
Alisté mi mochila, las piezas que busco son relativamente pequeñas así que con una mochila del tamaño de mi torso era suficiente. Y si encontraba algo que sirviera que fuera demasiado grande como para cargarlo, le pagaría a otro recolector para traerlo. Llegar al basurero me toma alrededor de 30 minutos en mi patineta a motor. Los faroles iluminaban mi camino hasta salida de la ciudad. Mientras me alejaba de la ciudad pude ver como una nave con forma de diamante se adentran en la ciudad con dirección a la ciudadela. Nunca antes vi una nave como esa.
Finalmente llego al basurero. En este lugar no importa donde mires, todo lo que veras serán kilómetros y kilómetros de basura apilada en pequeñas y grandes montañas de basura. El suelo en este lugar solía ser de una hermosa piedra lisa formada naturalmente, pero con el tiempo se convirtió en esta chatarrería.
Observo a mi alrededor y al igual que todos los meses, varios sujetos están repartidos por el lugar esperando la entrega. Aunque aún no veo a cierta persona por aquí, que normalmente suele ser el primero.
Después de una hora de espera, cinco enormes naves aparecen y comienzan a descender. Mientras aterrizan provocan enormes olas de viento, logrando que todos ahí cubran sus ojos poniendo los brazos frente a sus caras, excepto yo. Unos lentes similares a los que usan los aviadores cubrían mis ojos de las ráfagas de viento.
Una vez que las naves tocaron tierra o más bien basura, unos fornidos alienígenas comienzan a bajar la basura de hoy de una de ellas. De otras dos naves la chatarra es dejada con máquinas de carga. Y de las dos últimas dos naves bajan alienígenas armados y con trajes que cubren su verdadero aspecto por completo. Ellos esperan tranquilamente y detrás de ellos un cargamento de personas con grilletes en manos y pies baja de la nave. Algunos en aspecto eran bastante similares a los humanos, en algunos casos sus grandes ojos y orejas puntiagudas los delataban. En otros simplemente podía ver como su aspecto no era el de un humano.
Seguí mirando hasta que una mano se paró en mi hombro izquierdo. Un hombre (humano) se quedó allí observando conmigo sin decir palabra alguna, solo contemplando lo que en unos minutos será su mercancía. Su estatura de 1.80 y gabardina negra combinado con una característica cicatriz que pasa desde el lado izquierdo de su frente al lado derecho del mentón le daba una presencia imponente. Él era un esclavista.
—¿De nuevo mirando mi mercancía? ¿Ya te decidiste a trabajar conmigo, chico?
El no obtuvo una respuesta de mi parte. Ya era normal que me dijera algo como eso, así que solo lo ignore. Cuando las naves despegaron fui hacia la basura que dejaron y si había suerte encontraría lo que busco. El esclavista me siguió, lo que el buscaba estaba en la misma dirección así que era normal. En la zona donde me encontraba solo estábamos el esclavista y yo, los demás buscarían cuando yo me fuera ¿Por qué? Una vez escuche en la taberna que el esclavista dijo que, si alguien interrumpía en mi búsqueda de mercancía, ese alguien perdería sus manos. No tengo la más mínima idea de porque hizo esto, pero es conveniente para mi así que no me molesta en absoluto.
—Muchacho, ¿Qué te parece esta señorita? —Me dijo mientras me enseñaba a una chica. Era pelirroja y unos hermosos cuernos adornaban su cabeza.
—Estoy ocupado y tu voz me desconcentra. —No entiendo las intenciones de este sujeto.
—Que mal agradecido y grosero. Recuerda que gracias a mi rastrojeas tu basura sin molestias. —Dijo burlándose. Aunque es cierto que gracias a él puedo obtener las «mejores cosas» primero.
—¿Qué tal si te cambio una de estas preciosuras por tu feo perro?
—¿Por qué haría eso? —Esta vez sí respondí.
—Bueno, primeramente, con una de estas bellezas si puedes «divertirte» si me entiendes.
—No gracias. Además, tu desechaste a ese feo perro en primer lugar.
Desde que soy un niño vengo a este lugar y conocí a este tipo precisamente aquí. En esa ocasión junto a la carga de personas venia un pequeño cachorro y el no creyó que pagarían por algo así. Así que me lo dio. Recuerdo que lo lleve a casa, estaba algo asustado, creí que Vikim no me dejaría conservarlo. Así que lo tuve escondido durante unos días hasta que Vikim me descubrió. Finalmente me dejo quedármelo. El me conto que era una raza extraña y peligrosa, que se vuelven bestias feroces que pierden el sentido. Gracias a su raza la humanidad hace muchos siglos creía en hombres lobo. Aunque yo nunca lo vi transformarse.
—Si, sí, pero no sabía lo costoso que podía ser. Además, tu ni siquiera lo usas bien.
—Mala suerte. —Dije y continúe con lo mío.
Entre la basura encontré algo que se veía en buen estado. Eran armas láser, su diseño parecía una «H» aunque la parte inferior era más corta y su tamaño era un poco más grande que una mano. Parecía una Glock y una Desert Eagle fusionadas desde el cargador. Aunque estas armas ya no se veían, yo las conozco gracias a los libros. Seguí buscando y encontré otra igual. Después de dos horas no pude encontrar nada que sirviera para la construcción de la nave. ¡Maldición! Tendría que buscar otra forma de obtener piezas si este método ya no era factible. Frustrado por no encontrar nada decidí irme. Me baje de la pila de basura en la que estaba y el esclavista estaba esperándome ahí.
—Ains —Dijo el esclavista arrojando lo que parecía una pelota un poco más grande que una de tenis.
Me dijo que era una esfera de prisioneros. Estas eran usadas para almacenar prisioneros con el potencial de destruir planetas. Normalmente no suelen salir de la bóveda prisión, pero parece que esta estaba descompuesta. «Está rota, por lo que no tiene nada adentro, pero apuesto que podrás arreglarla. Cuando lo logres úsala para traerme a tu perro y felizmente te lo cambiare por una de mis esclavas» Me dijo sonriendo. La acepte suponiendo que podría ser útil en el futuro. No entiendo porque le agrado tanto a este sujeto.
Como sea, volví al taller y Vikim trabajaba en la nave. Esa hora de la noche era perfecta para trabajar en avanzar la nave. Nadie además de nosotros saldría o entraría. Vikim pregunto si había suerte y de manera desanimada le dije que no, excepto por las armas y la esfera.
Ahí fue cuando Vikim me dijo que era extraño que el esclavista me diera algo así. Intrigado le pregunte por qué. Me respondió que, aunque estuviese rota, podía almacenar a un prisionero, al parecer estaban diseñadas para eso. Lo más extraño es que según Vikim el esclavista está al tanto de esto. Podría haber una recompensa por ella, pero igualmente el esclavista me la dio. No entiendo que pretende ese tipo.
De cualquier forma, trabajare un rato en la esfera y luego me iré a dormir, mañana debo lidiar con el niño rico que quiere las alas mecánicas.