Todos los gritos terminaron por atraer a los vecinos y una de ellas resultó ser la tía indicadora.
Justo a tiempo llegó para ver a la chica de pie en medio de hombres en el suelo con sus nudillos goteando su sangre.
—¡Santo cielo! —gritó—. ¿Qué te pasó, pequeña? ¿Estás bien?
Los demás vecinos "..."
Los hombres en el suelo "!!"
—Estoy bien, tía, gracias por preocuparte por mí —dijo, y la mujer respiró hondo. Luego miró fijamente a los hombres, levantó su escoba y les pegó tan fuerte como pudo.
Los hombres en el suelo "!!"
—¡Zas! ¡Zas!
—¡Malditos vagos! ¿Por qué no les pego en la cabeza—a ver si eso los convierte en miembros útiles de la sociedad!
—¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!
En cierto momento, un par de espectadores no pudieron soportar la escena «atroz» y la detuvieron. Era un hombre de mediana edad con gafas grandes.
—Están heridos, vecina. No querrás que tengan la posibilidad de demandarte, ¿verdad?
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