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La Bestia Naranja Pt. 2

Dormitorio de Savanaclaw, veinte minutos antes de la batalla de la isla.

Tal como Santara le había advertido a Jack cada uno de sus intentos por escapar del dormitorio fueron inútiles, si intentaba salir por el espejo un montón de arbustos cubrían la salida, y cuando intentaba bajar al río cercano al dormitorio las lianas lo capturaba y lo llevaban de regreso al cuarto del líder.

Iba rumbo al estadio de Magift, esperando encontrar alguna escoba que pudiera usar cuando vio a Santara aparecer frente al dormitorio. Lo siguió al interior de este donde vio que el tigre entraba al cuarto de Leona. Aunque quería escapar su curiosidad por saber más sobre el pasado de este y su abuelo hicieron que apresurara su paso al cuarto.

En el umbral de la entrada vio a Santara con un retrato en sus manos, al estar más cerca pudo distinguir quién era la persona en la fotografía. —Los niños son algo maravilloso, ¿no crees?— dijo el felino recorriendo con sus dedos el retrato del cachorro de león.

—Es el sobrino de Leona san, el príncipe Cheka— dijo Jack sin comprender la actitud de su captor. Santara solo asintió, el chico estaba perdido en sus recuerdos, —¿Cuántos años tiene?— pregunto apartando por primera vez su mirada del cuadro.

—Cinco… creo, aún va al jardín de niños— respondió Jack, no muy seguro de que tan bueno era revelar aquella información. Santara dejo el retrato en su lugar, con la mirada baja salió del cuarto para dejar al lobo solo.

—Que bueno que él nunca tendrá que saber cuán oscuro puede ser el mundo— decía Santara al aire, Jack lo siguió, mientras más convivía con el tigre menos entendía qué pasaba realmente, era como si la imagen mental que tenía de él sé callera poco a poco.

—Oye, ¿por qué actúas así?— decía Jack deteniendo al felino, no era la mejor forma de preguntar todo lo que quería saber, pero cada vez estaba más confundido. Santara le sostuvo la mirada, pero no había reto o burla, los ojos del chico parecían los de alguien que había pasado por demasiadas cosas.

 —Walter nos ordenó acabar con la isla— el cambio de tema no mejoro el ambiente, Jack agarro a Santara por el cuello de su ropa y lo levanto hasta tenerlo cerca de sus ojos, —¿me estás jodiendo?— con cada minuto que pasaba Jack estaba más enojado con el tigre.

Antes de que Jack pudiera hacer algo sus brazos y piernas fueron rodeados con varias lianas, Santara se alejó de este lentamente, —Solo te lo avisaba para que estuvieras preparado para el resultado de esta batalla— antes de volver a desaparecer volteo a ver al chico lobo a los ojos.

—No planeo ponerte a ti en peligro, como dije antes, no cometeré el mismo error.

Sala de los espejos, cinco de la mañana.

Ruggie esperaba ansioso a Leona, faltaba poco para que el aparato que Idia le había prestado pudiera romper el hechizo que impedía a los chicos regresar a su dormitorio. Mientras el chico hiena se encargaba del aparato algunos de sus compañeros de dormitorio cuidaban que ningún falso fantasma lo interrumpiera.

Un gran rugido se escuchó y de un segundo a otro los fantasmas con forma de diferentes monos quedaron convertidos en arena, —¿Qué clase de fantasmas de mal gusto son estos?— se quejaba el líder de Savanaclaw al llegar al lado de su mano derecha.

Ruggie solo rodó los ojos, el aparato era una especie de mini-laptop la cual se encargaba de descifrar cuál era el hechizo que bloqueaba al espejo, la pantalla del aparato también se proyectaba en el espejo, era como ver una vieja televisión tratando de captar una señal.

—Según esta cosa solo falta una última descodificación— informaba Ruggie a los otros tratando de interpretar lo mejor que podía aquellos símbolos en el aparato, —Oye, ¿cómo lograste que ese rábano te prestara uno de sus inventos?— pregunto Leona también viendo la pantalla.

Ruggie esperaba a que alguien le ayudara a ir a Royal Sword Academy, debido al estado de su pierna no podía participar en la batalla aunque esto al chico no le molestaba en lo absoluto. Estaba sentado en una de las bancas fuera de la sala de espejos cuando vio a Idia y Ortho salir del edificio discutiendo.

—¡Niisan reacciona!, podría ser una trampa— le reclamaba el pequeño Shroud al mayor, este siguió caminando, era tan raro ver a Idia ignorando de esa manera a su adorado hermanito. Con mucho esfuerzo Ruggie se paró y los siguió lo más sigilosamente que pudo.

—Niisan— lo volvió a llamar Ortho, —Tranquilo, estoy seguro de que todo estará bien, además con ayuda de Luke podremos frenar a esos fantasmas— le respondía Idia sacando el aparato con el cual abrieron un portal, antes de que los hermanos lo cruzaran escucharon un carraspeo.

—Y así fue como a cambio de no delatarlos Idia me presto esta cosita— terminaba de relatar orgulloso Ruggie, —Que haría Savanaclaw sin ti— sarcástico, Leona revolvía el cabello del menor. El aparato emitió un pitido y una luz verde inundo su pantalla.

 Finalmente, el espejo que los conducía a su dormitorio estaba listo.

Mientras tanto en el pueblo, Santara en su forma overblot luchaba contra varios policías, mientras enfrentaba a los hombres armados no pudo evitar sentir un déjà vu, en su mente los policías cambiaban a campesinos armados solo con picos y antorchas.

La sangre del felino ardió y sin contenerse ataco a los policías con toda su furia, su movimientos noqueaban a la mayoría y los que alcanzaban a darle batalla terminaban con algunos huesos rotos. Sostuvo a un hombre por la cara dispuesto a destrozarlo con sus garras cuando sintió un llamado de las plantas.

Algo pasaba en el dormitorio y sintió las plantas que cuidaban del lobo morir.

—Te salvaste— dijo Santara al hombre, lo soltó no sin antes propinarle tremendo golpe que rompió la nariz del policía, de un brinco llego al techo del edificio que tenía más cerca y comenzó a dar grandes saltos, regresando al colegio.

A) ¡Por aquí chicos!

Mientras tanto y con mucha precaución Mc junto con los fantasmas de Onboro atravesaban las calles evitando ser vistos o golpeados por el fuego cruzado, —Esto es demasiado peligroso— se quejaba Ezrael.

Savanaclaw, cinco cuarenta y cinco de la mañana.

Con ayuda de un grupo de diez estudiantes Leona entro al dormitorio, aunque las plantas les daban batalla al no estar el tigre cerca no podían reaccionar oportunamente a los ataques de los chicos y a la magia única del líder.

Jack escuchó el estruendo de la batalla, —¡Estoy aquí!— grito con todas sus fuerzas el chico, las lianas trataron de llevarlo a otro lado, pero los chicos bestia fueron más rápido, con magia de fuego hicieron retroceder a las plantas.

—Magia única, ¡King's Roar!— con un último movimiento Leona destruía las últimas plantas con voluntad propia. 

Jack estaba feliz de verse liberado, sin embargo, la felicidad se disipó al recordar lo último que Santara le dijo. —¡La isla está en peligro!, y Mc…— decía preocupado el lobo. —Mc está a salvo, el director está muerto y el ataque empezó hace como media hora— resumía Leona al menor.

Esa era la noche más extraña para Jack, no terminaba de digerir una cosa cuando otra pasaba. Las plantas comenzaron a recobrarse, señal de que el tigre estaba de regreso, —Demonios, denme un respiro— se quejaba Leona, todos corrieron de regreso al espejo.

De vuelta en el colegio apenas término de cruzar el último alumno varias lianas los atacaron, Jack y Leona se defendieron lo mejor que pudieron, notaron como algunos de sus compañeros estaban inmovilizados y atados a las paredes de la sala. Las plantas se detuvieron momentáneamente, en la entrada de la sala Santara sostenía a Ruggie por el cuello.

—Dame al chico, o le rompo la otra pierna— los amenazo el tigre apretando su agarre.

Leona gruño, apenas había rescatado a uno cuando otro ya estaba en problemas, ¿estaba pagando alguna mala acción hecha recientemente? 

—Suéltalo— le rugió el león, ambos felinos se veían retadoramente. Jack estaba nervioso por primera vez esa noche, aunque nunca había dejado de estar en verdadero peligro algo le decía que esta vez Santara no dudaría en ir más lejos de esa amenaza.

Levantando las manos lentamente se acercó al tigre, —¿Qué crees que haces?— le grito Leona al ver sus intenciones, —Leona sempai, no dejaré que nadie salga herido por mi culpa— dijo el menor apenas atreviéndose a ver a los ojos de su líder.

—Déjalos ir, ellos nada te han hecho— dijo Jack no solo refiriéndose a la hiena, Santara permitió que sus plantas liberaran al resto de los estudiantes, con algo de brusquedad libero a Ruggie, quien apenas estuvo libre se alejó lo más que pudo del felino. 

Leona solo pudo ver cómo Jack avanzo resignado hacia Santara, necesitaba una distracción…

—¿Qué es ese ruido?— dijo un alumno pantera alzando sus orejas, todos los chicos bestia movieron sus orejas tratando de averiguar que era aquel ruido, algo que avanzaba a velocidad.

—¡Este día no se puede poner peor!— grito Ruggie al identificar que era aquel ruido, todos trataron de correr a la salida, pero no lo lograron a tiempo, una bala de cañón atravesó el techo de la sala partiéndola a la mitad, algunos pedazos comenzaron a caer sobre los estudiantes.

Con ayuda de su magia única Leona lograba destruir los pedazos grandes, Jack y algunos chicos ayudaban a su líder a destruir los pedazos de techo que caían, pero aprovechando la distracción Santara tomo a Jack por la cintura y cargándolo como costal se lo llevo de aquel lugar.

Cuando todos estuvieron fuera de peligro los mayores notaron la ausencia del tigre y el lobo, maldiciendo Leona llego a lo que quedaba del techo con la esperanza de ver a donde se habían ido, a lo lejos solo vio el origen de aquella bala de cañón.

—Malditos locos— dijo antes de regresar con los demás, en el puerto más cercano al castillo una batalla naval se llevaba a cabo.

Jardín botánico.

A pesar de seguir en el estado overblot la energía de Santara empezaba a flaquear, soltó al chico una vez que estuvieron fuera de peligro, el tigre jadeaba y se sentía mareado, tomo su colmillo y vio cómo el brillo en él comenzaba a desaparecer.

Jack lo vio, ¿lo había salvado o lo había secuestrado de nuevo?

—Mi magia comienza a flaquear… ese viejo decrépito está por caer…— se lamentaba Santara, si no hacía algo perdería la oportunidad de lograr su objetivo. Antes de que alguno hablara las orejas de ambos se movieron detectando a alguien.

—Objetivo localizado, hay un rehén de por medio— escucharon una voz fuerte, antes de que reaccionaran estaban rodeados por varios policías, con ayuda de las plantas del jardín Santara comenzó a luchar contra ellos, no sin antes apartar a Jack del fuego cruzado.

Nuevamente, los ataques de los hombres no eran suficiente para someter al tigre, a pesar de estar cansado al solo controlar las plantas ya existentes era menor la cantidad de magia que tenía que usar y concentraba su energía en los ataques físicos.

Uno de los policías apunto su magia para atacar al felino, sin embargo, debido a que una de las plantas lo atrapo el hechizo de fuego salió en otra dirección, Santara vio cómo el ataque iba directo a Jack.

El tigre corrió y a tiempo se puso en frente del menor recibiendo de lleno el ataque en su costado izquierdo. —No quería… el ataque no era para él…— decía nervioso el policía, antes de que pudiera decir algo más las plantas lo mandaron a volar fuera del invernadero.

Santara iba a hacer lo mismo con el resto de los policías, sin embargo, un nuevo intruso arribo a tiempo para convertir las plantas en arena. —Oe, aquí me gusta tomar la siesta, no te perdonaré que lo hayas convertido en un desastre— Leona junto al resto de Savanaclaw llegaban a tiempo.

A pesar de estar herido Santara no se doblegaría tan fácilmente, preparo su magia sobre las plantas, pero el león lo freno, —Nada de magia, un último duelo— lo retaba el león, ambos felinos comenzaron a avanzar en círculos, —El primero tocar el suelo con ambas rodillas pierde— proponía Leona al otro.

—Si es a muerte, ¡Acepto!— grito el tigre lanzándose sobre Leona.

Ambos líderes de dormitorio peleaban ferozmente, incluso sin magia eran dos adversarios a temer, demostrando su fortaleza animal los golpes de ambos eran brutales. Aunque sabían que debían liberar a los policías ningún alumno de Savanaclaw se atrevía a apartar la mirada de aquel combate.

Llego un momento en que ambos chicos jadeaban cansados, en silencio los dos se miraron y supieron que el siguiente golpe sería el último y definitivo, volvieron a caminar en círculos sin dejar de mirarse, y de un momento a otro de forma sincronizada ambos se lanzaron uno contra otro.

Saltaron en el aire y soltaron su golpe contra el otro, los dos cayeron de pie, sin embargo, Leona por un momento flaqueo y escupió algo de sangre. Santara sonrió convencido de que había ganado, sin embargo, después de dar algunos pasos se detuvo abruptamente.

Una nube negra lo cubrió regresando a su estado normal, escupió sangre y termino por caer al suelo de cara. —Perdía quien tocara el suelo con las dos rodillas primero— limpiándose la sangre decía triunfante Leona.

Los vítores no se hicieron esperar, incluso los policías a pesar de seguir atrapados por las plantas gritaban con júbilo.

—¿Y ustedes qué celebran?, la batalla aún no ha acabado, los que no estén heridos regresen a la escuela, Diasomnia aún no ha terminado con su zombi, que alguien libere a esos hombres— cortaba Leona a sus compañeros.

De inmediato los otros chicos hicieron lo que su líder ordeno, cuando los policías quedaron libres los únicos que permanecieron en el jardín botánico fueron los líderes de dormitorio, Jack y Santara.

—No debió venir Ruggie sempai, su herida puede empeorar— decía Jack a la hiena, —Si yo no quería venir, pero los chicos no me quisieron dejar solo— se quejaba él vise líder, los tres chicos oyeron un quejido, al voltear a ver al tigre se dieron cuenta de que este trataba de ponerse de pie sin resultado.

Leona junto a los otros dos se acercó con cautela, —Oye, ya déjalo, perdiste— decía con simpleza el león. Santara volvió a caer de cara, los tres chicos quedaron sorprendidos al ver cómo este comenzó a llorar.

—Pero que…— exclamo Ruggie no creyendo lo que pasaba.

Con dificultad Santara se dio la vuelta, —Maldición… ¡MALDICIÓN!— golpeaba el piso y lloraba con más dolor e impotencia.

Aquello asqueo a Leona, —Patético— le dijo acercándose para verlo a los ojos, —Para ya Leona— trato de detenerlo Jack, —¿Qué rayos querías hacer? ¿Qué te llevo a aceptar el trato de ese loco?— le pregunto enfadado e ignorando al menor.

Santara desvío la mirada queriendo conservar el poco orgullo que aún tenía, Leona chasqueo la legua y comenzó a alejarse.

—Mi hermano— escucho la voz del tigre a sus espaldas.

—Todo lo que quería… era vengar a mi hermanito… y a mi amado amigo— respondió Santara volviendo a soltar algunas lágrimas. Sintió a alguien cerca de él, al voltear a su izquierda vio a Leona sentado en posición de loto.

—Te escucho.