El mundo entero estaba sombrío, desde el cielo hasta la tierra y el mar.
Aunque el área central del sur de Castillogris no estaba cubierta por nieve interminable, el impacto de los Meses de los Demonios era inevitable: el sol estaba oculto por una extensión de nubes grises que llenaban todo el cielo. Una niebla pálida se levantaba del suelo, envolviendo la tierra, las rocas y las selvas. Todo lo que se revelaba eran picos de montañas negras y grises sobre las nubes, que se extendían hacia el extremo sur del continente y actuaban como la guía visual de Ruiseñor y sus compañeros.
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