Tangen estaba asombrado.
Tangen sabía que la dama era alguien de Nuncainvierno, basándose en lo que llevaba puesto o en cómo actuaba. Si la ropa se podía considerar como una joya, entonces solo la Oficina Administrativa era capaz de crear el sistema de transporte público, algo que era posible en los sueños más descabellados de uno.
Habiendo estado en el trabajo por casi dos años, había visto todo tipo de clientes de Fiordos hasta el Reino del Amanecer, pero en Nuncainvierno, siempre eran como los patanes del campo. Eso también fue motivo de risa para él y sus colegas. Así, en el instante en que la señora abrió la puerta, ya la había reconocido como una ciudadana de Nuncainvierno que se había quedado en el extranjero durante mucho tiempo, pero extrañamente, no parecía estar familiarizada con la ciudad...
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