"Se comunica a la ciudadanía que pueden retomar sus actividades diarias con confianza al salir a las calles, ya que todas las medidas necesarias están siendo implementadas bajo la protección de la Cósmica Espacial.
De igual manera, se hace un respetuoso llamado a todas las personas entre las edades de 0 a 35 años se presenten el día lunes 31 de mayo en sus pueblos natales. Deben dirigirse a la ciudad o localidad donde crecieron y llevar consigo su identificación oficial o CURP en caso de ser menores de edad. Aquellas personas que no puedan asistir debido a una enfermedad deben comunicarse por correo electrónico, cuya dirección se muestra en pantalla.
Una vez en sus lugares de origen, se les proporcionará información adicional de suma importancia para sus vidas y las de las futuras generaciones.
Aquellos que no cumplan con estas indicaciones recibirán una carta con una orden de espera y serán reportados a las autoridades de la Cósmica Espacial y la FDA por falta de cumplimiento.
Por estos motivos, se les insta a que este lunes ya se encuentren en sus lugares de origen. Si ya se encuentran allí, por favor, ignoren este comunicado y permanezcan en sus hogares para recibir más información. La FDA y la Cósmica Espacial trabajan arduamente para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos de este planeta.
Atentamente, FDA y la Cósmica Espacial"—terminaba el mensaje.
—¿Esto es una broma? —exclamó Stanly, incrédulo ante lo que acababa de leer—¿Hoy estamos a viernes? —preguntó.
—Si amor, faltan 3 días contando el de hoy —contestó Helena, intentando disipar la preocupación y tratando de mantener la calma mientras abrazaba por detrás a su pareja.
—Stanly, por qué crees que…
—¡Qué demonios tienes en tu dedo, Helena! Espera, yo también tengo uno —interrumpió su novio, acercando su mano a la de ella, notando algo inusual en su dedo.
—¡Qué es esto!—Asustada por lo que veían sus ojos, la escritora, agitó su mano en el aire.
—Creo que es un tatuaje, amor. Mira, la tuya parece un anillo rodeando tu dedo y la mía es como una medialuna —observó él con preocupación.
—Eso veo, espera, voy a lavarme.
—dijo, mientras se rascaba y caminaba al lavabo.
Un chorro de agua cayó en su mano, roció jabón en todo su dedo, lo talló fuertemente rascándose la piel hasta dejarla blanca, pero el extraño dibujo seguía intacto.
—Stanly, esto no se quita con nada. Es como si estuviera adherido a nuestra piel. Debió aparecer después del último comunicado, pero ¿por qué no nos explicaron sobre esto?
—No lo sé, pero gracias a Dios no somos los únicos en tener esa cosa —suspiró el joven aliviado, mirando la pantalla de su teléfono.— Al parecer, hay otras personas que amanecieron con esto, hasta subieron fotos y todo. Pero diablos, no me agrada lo que estan diciendo.
—¿Qué dicen? —preguntó Helena notando la reacción repentina de su novio.
—No, nada, olvídalo...¿Le ves algún sentido a esto?, por qué yo no sé qué diablos está pasando—dijo exasperado, dejándose caer al sofá con un gesto de desánimo evidente.
—Desde ayer nada tiene sentido, Stanly —añadió suspirando, mientras se recostaba a su lado. Su mirada parecía perdida en el suelo, hasta que levantó sus ojos y se encontró con la mirada de su acompañante, esperando una respuesta que pudiera traer algo de claridad a su confusión.
—Oye, siento mucho mi comportamiento de ayer. A veces suelo actuar como un loco cuando algo no está a mi alcance. Perdóname si te causa alguna molestia.
—Fue un ataque de pánico. Todos sufrimos uno, así que no te sientas mal por eso. No tienes nada de qué disculparte —dijo sonriendo mientras acariciaba sus mejillas, quien con facilidad le devolvió la sonrisa, sosteniendo sus manos.
—Gracias por estar conmigo. Siempre que te necesito, estás ahí para mí, y no sabes cuánto te amo y te aprecio por el simple hecho de existir, mi Lena—respondió acercándola a él, mientras susurraba en su oído: —Si ya podemos retomar nuestras actividades diarias, entonces continuaré con lo mío, preciosa.—
Stanly comenzó a hacerle cosquillas en las costillas, provocando que Helena estallara en carcajadas.
—Stan, espera. Antes de que sigamos con eso, necesito hablar con mis padres. ¿Puedes prestarme tu teléfono, por favor?
—Claro, pero no te tardes.
—Ahora vuelvo.—
Después de hablar con sus padres, su mirada ya no era la misma de antes. Una sombra de inquietud nublaba sus ojos, reemplazando la alegría que antes brillaba en ellos.
—¿Qué pasó?
—Mis padres quieren que regrese a casa —respondió, con un deje de preocupación en su voz.
—¿Ahora? —inquirió Stanly, sorprendido.
—Sí.
—¿Pero por qué?
—Por lo del comunicado. Pero de hecho, ellos no creen nada de lo que dicen, mi madre insiste en que vaya a casa. Ella no presiente nada bueno, y mi papá está como loco—explicó, preocupada por la insistencia de su familia.
—¡Entonces te irás! —recalcó el rubio, levantándose y expresando su sorpresa.
—No, les dije que tomaría el primer vuelo de mañana. Hay cosas importantes que tengo que hacer primero—respondió Helena, corriendo hacia él para darle un gran abrazo, buscando consuelo en su afecto.
—Pero sabes, tú... también tendrás que irte —dijo con un leve tartamudeo, revelando su verdadera intención.
—No, yo tampoco creo en eso—declaró el rubio con firmeza, rechazando sus brazos.
—Stanly, debemos hacerlo. Ayer hicimos caso al comunicado y no nos pasó nada. ¿Por qué no ahora?
—Yo no pienso separarme de ti. ¡No quiero hacerlo! —sus palabras resonaron en toda la habitación.
—Es por eso que también estoy preocupada. Yo tampoco quiero alejarme de ti, pero tengo miedo de que algo malo nos pase —confesó ella, acercándose nuevamente a él.
—Pues, hay que estar juntos, permanecer aquí hasta que nos digan que todo esto es una mala broma.
—Ojalá lo fuera, pero sabes que no es así.
—Ignoremos el último comunicado, Helena. Debemos quedarnos aquí. Sé que no vendrán por nosotros.
—¿Cómo estás seguro de eso? Ellos dicen que nos reportaran con la FDA y la Cósmica Espacial, así que estamos obligados a hacerlo. Además, quiero saber por qué mencionaron que ir a nuestros pueblos cambiará nuestras vidas y la de nuestra futura generación.
¿Qué crees que signifique?—Preguntó ella expresando su inquietud.
—No tengo idea, pero no quiero dejarte. ¿Acaso tu ... quieres alejarte de mí?—La expresión de Stanly mostraba preocupación, buscando la confirmación de que su novia compartía su deseo de permanecer juntos.
Desde que Helena se adentró en el oscuro mundo de la novela negra, estaba acostumbrada a indagar en los enigmas y misterios que la vida le presentaba. Era obvio que todo lo que estaba pasando a su alrededor le llamaba la atención. Determinada y curiosa, estaría dispuesta a hacer lo necesario para buscar las respuestas a las miles de preguntas que surgían en su cabeza como un torbellino. No había amenaza que pudiera disuadirla, ni siquiera la persona a la que más amaba en ese planeta. Su sed de conocimiento y su voluntad de descubrir la verdad la impulsarían a seguir adelante, sin importar los obstáculos que se interpusieran en su camino.
Sin embargo, su frialdad rápidamente fue derretida por una calidez que emanaba desde el interior de su corazón con solo mirar los ojos de su amado. En ellos encontró una certeza reconfortante, impregnadas de un profundo apego hacia ella, capaces de hacer tambalear sus pensamientos. A pesar de su determinación inquebrantable, Helena no era inmune a las dudas y los temores. La oscuridad que rodeaba su trabajo la afectaba más de lo que admitía, y a veces se preguntaba si su búsqueda de la verdad valía la pena. Pero en esos momentos de debilidad, solo tenía que mirar a los ojos de su amado para encontrar la fuerza que necesitaba para seguir adelante.
Con un suave apretón de manos sus dedos se entrelazaron con una calidez familiar mientras sus miradas se conectaban en un diálogo silencioso de amor y comprensión. Con una sonrisa que iluminaba su rostro como el sol naciente, Helena transmitió su profunda convicción: seguir las instrucciones del comunicado era la única opción sensata para garantizar su seguridad, aunque eso significara una separación temporal.
—No hay lugar en este mundo donde preferiría estar que a tu lado, Stanly—susurró con una voz que vibraba con emoción. —Pero en este momento, lo más importante es protegernos. Confía en mí, amor mío. Volveremos a vernos tan pronto como sea posible.—
Stanly asintió con la cabeza, y con la voz temblorosa pronunció las palabras que Helena anhelaba escuchar:
—Te amo, Helena—declaró con voz ronca, su mano acariciando suavemente su mejilla—Yo... confiaré en tus palabras, como siempre lo he hecho.—
Cada sílaba resonó en su corazón como un latido firme, un juramento de fidelidad y apoyo inquebrantables. Antes de que pudiera responder, Stanly la atrajo hacia sí, sus labios encontrando los de ella en un beso ardiente que transmitía más bondad que pureza. Al separarse, sus miradas se encontraron, cargadas de una profunda conexión que trascendía las palabras.
Un silencioso se pacto sellando ese instante: juntos enfrentarían cualquier desafío que el destino les deparara, su amor como una brújula los guiaría a través de la tormenta.