Todos estaban emocionados. El día de la boda había llegado y Claudia tenía muchas emociones encontradas. Su vestido blanco brillaba dentro de la habitación, estar con ella fue algo que nunca imaginé. Me había pedido ayuda para poder arreglarla con su peinado.
—¿Cómo me veo? —Me pregunto ella.
Estábamos frente a un espejo con un marco lleno de focos.
—Te ves hermosa, la novia más linda que he visto en mi vida.
Era verdad. Ambas cosas. Ella lucia muy guapa y yo nunca había visto a otra novia tan guapa como ella. ¡Nunca había ido a una boda!
—¡Gracias por estar aquí conmigo!
—No tienes por qué agradecer.
Realmente me sentía bien al ayudarla.
—Sabes, yo siempre quise tener una hermana, pero por alguna razón eso no fue posible. Ya sabes. ¡La genética me dio a dos hombres como hermanos! Así que para mí es un gusto enorme saber que Ángel y tú están juntos. ¡Eres como esa hermana que siempre pedí y que ahora puedo tener!
Me conmovió. Su desahogó emocional me hizo sentir valiosa. Le di un abrazo fuerte, sentía que esté momento era especial. Supongo que su otra cuñada no le transmitía confianza, después de todo ella parecía ser una mujer arrogante y canija.
—¡Gracias por pensar así de mí! Tú también eres mi hermana y eso me hace sentir bien.
Era curiosa la vida, pero las dos fuimos criadas entre puros hombres. ¡Nos hizo falta la compañía femenina! Curiosidades de la vida.
—Cuando sea tu boda, me dará mucho gusto estar contigo, ayudándote como tú me está ayudando ahora —me dijo—. ¡Seguro que te verás muy linda de blanco!
Estábamos frente al espejo, las dos nos veíamos muy elegantes. Le di su ramo de flores, eran margaritas y geranios en color rosa.
—¡Quien sabe! La verdad es que no me he visto vestida de blanco. Ni siquiera me he visto casada en un futuro cercano, claro, si me pienso casar algún día. Pero no ahora.
Su mirada parecía sorprendida por lo que yo acababa de decirle.
—¿Y eso? ¿Ángel no te lo ha propuesto?
Sonreí. ¿De verdad creía que yo y Ángel andábamos?
—Bueno. No.
—¡Tranquila! Yo sé que te lo propondrá.
—¿Tú crees?
—Si. Él está muy enamorado de ti. Lo puedo notar en su sonrisa, en su forma de mirarte y en cómo es que ya no está triste. Mi hermano está colgado por ti.
¿Realmente era así? Le mire unos segundos, los ojos de ella eran idénticos a los de su hermano, solo que los de Ángel eran más claros. ¿Ángel estaba enamorado? Debía aclarar las cosas con él. Y yo, ¿estaba enamorada?
—Claudia. Hay algo que tienes que saber.
Su mirada estaba enfocada en mí.
—Ángel y yo no somos novios. Solo somos amigos. ¡Aunque no lo quieras creer! De hecho no tiene mucho que nos conocemos. Así que es muy apresurado el decir que Ángel y yo nos casaremos.
—Pues a mí me parece que sí hay algo entre ustedes. Conozco a mi hermano y sé que algo muy bueno le pasa —ella sonrió tenuemente—. Mamá me contó un poco sobre ti y yo creo que eres increíble. ¡Me inspiras Karol!
Ojalá todas las personas lograrán entenderme. La familia de Ángel era muy buena. Claudia me hizo sentir como persona.
—Y aún si Ángel no te pide matrimonio, tú ya eres parte de mi familia. ¡Somos hermanas! De eso no te preocupes. Te quiero.
Se sentía bonito saber que alguien se había encariñado contigo. Comencé a saber lo que era tener el calor de una familia.
***
La recepción de bodas fue en un salón social impresionante. Las sillas eran de madera blanca y formaban dos secciones dejando un pasillo en medio. Todos los invitados ya estaban en sus lugares, las damas caminamos por el pasillo y nos detuvimos justo a un costado de la pequeña plataforma. Allí estaba Jacob, con las manos sudorosas y los nervios a tope. Después de verlo algunas veces pude notar que no eran nervios, más bien, era su emoción. El juez estaba listo y todos estábamos a la expectativa de la novia. ¡Esta era la primera boda a la que yo asistía!
Vi a Ángel sentado junto a su madre en la primera fila. Vestía un traje de color negro, camisa blanca y una corbata de moño. ¡Se veía guapísimo! Me regaló una sonrisa a la que no dude en corresponder con una enorme sonrisa.
¿Cómo fue la boda de mis padres? ¿Al menos habían tenido boda? ¡Me gustó imaginar que fue una bonita ocasión! Aunque la realidad es que en los pueblos las personas regularmente no se suelen casar, solo se juntan para vivir en unión libre.
Cuando Claudia apareció tomada del brazo de su papá, supe que esté arroz ya se había cocido. Los novios se miraban, sonreían demasiado y eso me hacía sentir bien. ¡No sé! Ver felices a las personas que quieres, te hace feliz. Ángel me miraba y de pronto las palabras de Claudia volvieron a mí. ¿Él estaba enamorado?
—¡Buenos días! —Saludó el juez—. Nos encontramos aquí reunidos para ser testigos de este matrimonio.
Ellos no contrataron a ningún ministro religioso para que pudieran casarse. ¡No necesitaban el sermón de ningún hombre! El juez vestía un traje gris, había algunos documentos sobre la mesa y los novios se habían tomado de la mano. Después de varios segundos, ellos comenzaron a firmar las clausulas para el matrimonio civil y hasta pusieron sus huellas con tinta negra.
—¡Me complace presentarles al nuevo matrimonio! —Dijo el juez—. ¡Muchas felicidades!
Los aplausos fueron la música de fondo para una ocasión como está. Jacob beso a la novia y ver tanto amor en persona me hizo emocionarme por completo.
***
—¿Cómo has estado?
Aurora estaba sentada a mi lado.
—¡Muy bien! Demasiado bien. ¿Y usted?
—Me da gusto que sea así. Yo estoy viva aún y eso ya es ganancia. ¡La boda de mi hija no pudo matarme!
Reímos.
—Es verdad. Al final estar con vida ya es un mérito enorme. ¡Claudia se ve muy feliz!
Asintió. Bebió un poco de vino.
—¿Cómo se ha portado Ángel?
¿Ella me estaba preguntando eso?
—Él es un buen muchacho. Todo un caballero.
Ángel también estaba sentado a mi lado. Noté como paraba el oído para poder escuchar nuestra conversación.
—Si deja de ser un caballero, me avisas para ajustar cuentas con él.
Las dos reímos un poco. Ángel se ruborizo un poco.
—¿Quieres ir a bailar? —Me preguntó. Quizá no quería que su madre me siguiera interrogando.
Aurora se sorprendió, sonrió de forma tenue.
—Está bien. ¡Vamos!—acepte su propuesta.
Caminamos hasta la pista de baile. Esta escena me recordó a la primera vez que bailamos en aquella fiesta de gala. ¿Cómo había aprendido a bailar? Román y yo solíamos practicar algunas veces.
—¡Es una boda muy bonita! —dije.
Asintió con su sonrisa.
—¿Te gustó ser dama?
—Pues sí. Nunca había estado en una boda. Ser dama de honor es algo bonito. Cómo que ayudas más a la novia y te encargas de contribuir a su felicidad. ¡Claudia y yo somos hermanas!
—¿Enserio? Me alegro por ustedes.
—Sí, estuvimos hablando y ambas nunca tuvimos una parte femenina en nuestras respectivas familias. Así que lo pactamos, seríamos hermanas.
Platicar con Ángel era algo agradable, comencé a acostumbrarme a él.
—Que bien por ustedes dos.
—¿Y a ti te está gustando la boda?
—Si. Yo estoy feliz por mi hermana y...
Se quedó en silencio.
—¿Y...?
—No me gustan mucho las bodas.
Me sorprendió.
—¿Por qué no te gustan?
Mi mano estaba sobre su hombro. Su mano derecha me sujetaba de la cintura y la izquierda envolvía mi otra mano.
—Por que algún día yo iba a casarme y no funcionó.
Recordé a Daniela. Me quedé en silencio. Ella había venido a la boda porque era novia de un primo de Jacob.
—Descubrí que a veces no siempre nos van a querer como uno siempre quiere que lo quieran. Ella no fue sincera y jugo con mis promesas. Terminó engañándome y la boda fue un fracaso.
Supongo que él no sería el primer corazón roto y tampoco sería el último de este mundo.
—¿Ella fue tu primer amor?
—Sí. Supongo que sí. Le di todo de mí y...
—Ahora busca un segundo amor.
Lo interrumpí. Se sorprendió. Yo no quería que Ángel siguiera hurgando en aquellas cicatrices que claramente aun no sanaban. A veces es mejor ya no hablar de aquello que nos lastimo tanto si aún no lo logramos superar.
—¿Buscar un segundo amor?
—Si. Después del uno, sigue el dos y la vida es eso. ¡Saber dejar es necesario para poder encontrar el numero dos! Quizá yo no logre entender del todo a tu corazón roto y mucho menos entiendo esa parte del primer amor porque nunca he tenido un primer amor. Aun así sé que se puede superar el dolor de estar roto. Piensa en esto. Aunque suene duro, piensa en esto que te voy a decir. Si esa boda fracaso entonces tú te salvaste de naufragar en una vida infeliz, llena de engaños y mentiras. Te dolió mucho, y eso fue bueno, porqué así pudiste librarte de una mujer que nunca supo corresponderte, ni amarte como tú la amabas. ¿No sería más doloroso haber descubierto que nunca te quiso después de la boda? Quizá tendrías que haberte divorciado, si hubieran tenido hijos ellos también hubiesen sufrido bastante y estarías encadenado a un círculo vicioso en el que constantemente reprocharías a tu pasado la decisión de haberte casado con alguien así. Te dolió mucho, pero solo dolerá por un tiempo, estoy segura de que lo podrás superar. Ahora puedes buscar y encontrar a alguien que haga de tu vida y tú corazón una explosión de felicidad y cariño. ¡El segundo amor! Aquel del que casi nunca se habla es el que tú necesitas en el futuro. ¡Animo mi Ángel! Ya no te lastimes a ti mismo con aquellos pensamientos de lo que pudo haber sido.
La canción termino. Ángel me miraba fijamente y yo seguía unida a él.
—¡Eres una chica increíble!
—Para nada. No soy increíble, solo...
—¿Quieres ir a fuera? —Me interrumpió.
Comenzó a caminar en dirección al jardín de afuera y me sorprendió que no me soltó de la mano. Nos detuvimos justo a un lado de una fuente. El agua salpicaba un poco, pero no importo sentarme ahí. Ángel se quedó de pie frente a mí.
—¡Tienes razón!
De pronto no entendía lo que él me estaba diciendo.
—¿De qué?
—De lo que me dijiste hace un rato.
—Ah. Pues solo dije lo que pasó.
Asintió.
—Quizá yo no lo había visto con tanta madurez y solo me concentre en la parte emocional.
—Creo que el corazón roto a veces no nos deja ver más allá de lo que paso. Solo nos limita a no pensar en el futuro.
El viento comenzó a soplar suavemente. Parecía que estuviera meditando en mis palabras.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Si.
—¿Nunca te has enamorado?
Pensé que su pregunta sería diferente.
—Si me he enamorado. Pero...
—¿De Román?
Me encogí de hombros.
—Supongo que sí. Pero fue algo repentino y fugaz. Por eso se llama enamoramiento. Un día te picas con esa persona y después se te pasa rápidamente. Algo fugaz me paso hace mucho con mi bravucón.
—¿Te gusta Román?
¿En qué momento los dos se pusieron de acuerdo para preguntarme lo mismo? Comencé a reírme.
—Román es un buen chico. No sabría que responderte ahora.
Sus labios medió sonrieron.
—¿Yo podría gustarte?
¡Impactada! ¿Él estaba preguntando eso? Era curioso que minutos antes estuviéramos hablando de corazones rotos y ahora nuestro tema de conversación eran mis pensamientos de enamorada.
—¿Esperas que responda eso ahora?
Sus hombros se encogieron.
—¡Tampoco lo sé! No nos conocemos de tiempo y tú eres un gran hombre y yo soy una chica recién llegada a tu vida. Deja que pase el tiempo, yo te aprecio mucho.
Noté un poco de desilusión en su rostro. Me puse de pie y me acerque a él, su vista estaba clavada al suelo. Alce mi mano y la puse sobre su mejilla derecha. Sus ojos se abrieron sorprendidos.
—Te quiero un poco, pero quizá no como para responder ahorita tu pregunta.
Y es que para mí, el enamoramiento y el gustar de alguien eran cosas muy diferentes.
***
—¿Cómo estás?
—Bien. Recién llegamos a casa.
—¿Qué tal estuvo la boda?
Me tumbé en la cama.
—¡Estuvo padre! La comida, el baile, los novios, el pastel, todo estuvo bien. ¡Nunca había ido a una boda!
—Lo sé. Qué bueno que pudiste disfrutar hoy, me alegro por ti.
—Si. Y ¿ya regresaste de tu viaje?
No respondió enseguida.
—Recién voy llegando a Puebla. Estoy conduciendo por la autopista.
—¡Vienes manejando! Entonces voy a colgar, no me gustaría que tuvieras un accidente por mi culpa.
—No me cuelgues. Yo, ¿puedo ir a verte?
—¿Ahorita?
—Si. Voy a pasar cerca de tu casa.
No era mi casa, pero bueno.
—Está bien. Te espero. Ven con cuidado
Colgué. Me sentía un poco cansada y mis pies dolían un poco. Había bailado demasiado está noche y sí, también me había divertido muchísimo. En la mesa de dulces aproveché para traerme muchos pulparindos. ¡No inventes! Esos dulces eran la gloria.
Mientras mis pensamientos comenzaban a aclararse dentro de mí, no podía evitar pensar en Ángel, en su pregunta y en Claudia cuando me dijo que él estaba enamorado. ¿Realmente lo estaba? Y si era así, ¿cómo pudo un millonario enamorarse tan rápido de una prostituta? ¡Es muy rápido! Aunque si te pones a pensar, el enamoramiento es así. Rápido, fugaz y sin darte cuenta tienes la cabeza y los pensamientos clavados en esa persona. ¿Cuándo sucede? Cuando menos lo esperas. ¿Ángel tendría eso? Probablemente sí, aunque yo no percibo ningún trato diferente hacía mí. Desde que lo conocí siempre ha sido bueno y cortes.
Rompí el empaque de un pulparindo, saque el dulce y me lo comí. El sabor agridulce y picoso apareció en mi boca y mis pensamientos se pusieron a un lado. Las vibraciones de mi celular me capturaron nuevamente. Prendí la pantalla y vi sus mensajes.
Me puse de pie, eran las once de la noche cuando salí de mi habitación. La puerta de Ángel permanecía cerrada, bajé las escaleras rápidamente. Fue curioso que yo saliera con mi vestido puesto porque la neta me había dado un poco de flojera quitármelo, Román venía vestido con un traje de color azul marino, se veía muy bien.
—¡Que chulada de tipo! —Grité al instante en que lo vi.
Sus cejas de arquearon de forma curiosa. Su seriedad estaba frente a mí.
—¡Chulada tu mirada!
Me ruborice. Me detuve frente a él. Su cuerpo estaba recargado contra el auto de color gris.
—¿Cómo te fue en el viaje?
—Muy bien. Todo excelente. Ya estoy aquí.
Sonreí. Me daba gusto verlo otra vez.
—Ese día solo te fuiste sin decir más y...
—¡Lo sé! Por eso estoy aquí hoy.
—¿Necesitas decirme algo más?
No respondió. Le di un pulparindo, había traído uno para él.
—¿Me estás dando un dulce?
Asentí.
—No solíamos comer dulces en el prostíbulo y tú sabes que a mí me encantan. Hoy pude llenar mis reservas de dulces.
Sonrió.
—Si. Lo sé. Yo también te traje dulces.
Abrió la puerta del conductor, busco entre su asiento y vi una bolsa de papel celofán con muchos dulces dentro. Un moño de color rojo cerraba el paquete. ¡Me emocioné! Tomé la bolsa rápidamente.
—¡Gracias por acordarte de mí!
—Siempre me acuerdo de ti —hizo una pausa—. ¿Tú pensaste en mí? ¿En lo que te pregunte ese día?
¿Él me gustaba de ese modo? Verlo frente a mí. Alto, serio y guapo, me hizo sonreír. ¡Era obvio que no sabía la repuesta a su pregunta!
—¿Yo te gustó?
Su seriedad se vio insegura de repente, mi pregunta lo había puesto nervioso.
—Sí. ¡Me gustas!
—¿Por qué te gustó?
Yo estaba sacando mi lado inspector.
—Me gusta tu forma de ser. Tu sonrisa, tu valentía y carisma. Que es cierto, tu vida ha sido complicada pero nunca has permitido que eso defina tu futuro. En ti veo una luz y una alegría que en mi corazón necesito para poder decir que estoy completo.
¿Mi bravucón estaba siendo romántico? ¡Qué bonito!
—¿Yo soy el complemento de tu corazón?
—Eres más que eso. Eres la luz que alumbra mi oscuridad.
Me deshice. Por dentro y por fuera yo nunca espere que él me confesara sus sentimientos de forma directa.
—Yo, no sabía. En verdad, yo...
—Desde que te conocí supe que nos llevaríamos bastante bien. Platicar contigo me hacía sentir en paz y aunque no lo parezca, hacías que la soledad desapareciera de mi vida. Nos conocimos en un lugar oscuro y fuste tú quien iba alumbrando y aclarando aquel escenario tétrico. El tiempo pasó, te volviste una costumbre para mí y cuando escapaste ese día yo supe lo que de verdad sentía por ti.
¿Yo fui capaz de desencadenar algo así en él? Trataba de meditar en todo y en sus palabras.
—¡Gracias por decirme esto! Te lo agradezco, todo lo que has hecho por mí. Estábamos en un lugar oscuro, pero, al final fuimos los dos quienes alumbramos aquella cueva oscura. Román, en verdad yo no sé qué decirte, porque nunca he pensado así de ti. Al principio sentí un poco de atracción, digamos que si estuve enamorada, pero después deje de pensar en ti de esa forma.
Tragué saliva. No quería ser cruel con él, pero si quería ser sincera. Era verdad cuando yo decía que no sabía que responder por que aunque había cariño en mi corazón, no podía decir que yo gustaba de Román.
—¿Te gusta Ángel?
Me reí.
—Es muy curioso que tú me preguntes esto ahora. Hace rato él me preguntó lo mismo. ¿Y sabes? Le dije que yo sentía cariño por él así como ciento cariño por ti. Aún no he pensado en la posibilidad de que él me guste o en qué tú me gustes. ¡Nunca he amado a alguien! Mi primer amor aún no es y yo, bueno, no es algo en lo que haya estado pensando recientemente o que me preocupe demasiado.
Su mirada me dijo que él estaba pensando en mis palabras. Nos quedamos en silencio algunos segundos, no hacía frío aunque era de noche.
—Te creo. Te conozco perfectamente y sé que tú nunca me ocultas tus sentimientos. ¡Está bien! Solo, si en algún momento sientes algo por mí, no dudes en decírmelo.
—Por supuesto, te lo diré.
Sonrió. Un silencio breve intercepto nuestra conversación.
—Encontré un nuevo trabajo. Con toda la experiencia de cuidar y protegerte, decidí postularme como guardaespaldas.
—¿De verdad?
—Sí. Por eso estuve de viaje. Ahora trabajo para un hombre, una celebridad de la pantalla grande.
No le pregunté por su nuevo jefe, pero sonaba interesante su nuevo empleo.
—¡Eso está muy bien! Me alegro por ti.
—Mi trabajo hará que no me veas constantemente. Aun así estaremos en contacto y nos veremos.
—Entiendo.
—Prometo avisarte cada vez que me vaya y también, quiero pedirte un favor.
—Por supuesto, ¿en qué te puedo ayudar?
—Compre algunas plantas y no me gustaría que muriesen por mi ausencia y la falta de agua. ¿Podrías ir a regarlas cuando yo no esté?
—Sí, cuenta con ello.
Intercambiamos sonrisas.
—Bien, pues es hora de que me vaya.
—Regresa con cuidado.
—Siempre.
Me acerque a él y lo rodeé con mis brazos. Su calor me acogió y su perfume se impregno en mi vestido. Esta vez no olía a tabaco.
—¡Estamos en contacto!
Entró al auto, encendió el motor y se fue.
***
¿Cómo debe ser el primer amor? Ahora me siento acorralada entre dos corazones y dos formas de pensar. Ambos son diferentes y aunque sus vidas no encajan, los dos coinciden en una cosa: se preocupan por mí. ¿Está bien eso? ¿Estaré jugando con ellos? Yo pienso que no, porque no les estoy mintiendo tocante a mis sentimientos. Me esfuerzo por ser sincera y trato de decirles lo que siento realmente. ¿Cuál de los dos me gusta? ¡Ninguno! Ahora no me gusta ninguno.
Sí. Tengo cariño por ambos chicos, pero eso solo es cariño simple y sincero. ¿Una prostituta sintiendo cariño? ¡Claro! El hecho de ser prostituta no me convierte en menos persona o menos ser humano. Fui, soy una prostituta que siente y quiere, que llora y ríe, que sufre y duele. ¿Acaso las personas no hacen eso?
La vida se trata de eso, de sentir.