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La Trampa de la Corona

``` —Estoy seguro de que encontrarás mis brazos más cómodos que cualquier otra cosa en este mundo... —Rey Darío Grant, el poderoso gobernante del Reino de Cordon. Era despiadado e impetuoso contra sus enemigos. Su mera presencia gritaba con autoridad robusta; su aura sola era más que suficiente para que algunos de sus enemigos admitieran la derrota y huyeran con solo verlo. Pero a pesar de todo esto, era impotente y desvergonzado frente a una mujer… su pareja, la Princesa de Ebodía a quien se negaba a dejar ir. Descubre cómo resultarán las cosas para nuestro Rey posesivo que está decidido a usar el Encantamiento de la Corona para hacer suya a su pareja por cualquier medio necesario. ¿Podrá tener éxito y conquistarla toda, cuerpo, corazón y alma? * Nota: Volumen 1 & 2: Historia Principal Estado: Completado (Capítulos 1 al 555) Volumen 3: Historia Secundaria Estado: Completado (Capítulos 556 al 641) —Solo puedo declararme ganador una vez que logre conquistar tu corazón... —Volumen 4: Historia Secundaria Estado: Completado (Capítulos 642 al 701) —El amor nunca estuvo en mi vocabulario cuando se trata de mujeres hasta que llegaste tú... —Volumen 5: Estado: Completado (Capítulos 702 al 805) —Te elijo a ti… tú que ocupas codiciosamente todo el espacio en mi corazón... —Capítulos Especiales en adelante, completados **** PD: ¡Portada del libro encargada y propiedad del Autor! ¡No usarla! ```

Eustoma_Reyna · 奇幻言情
分數不夠
657 Chs

Un Vidente

Darío y Ezequiel, junto con el resto de los soldados ebodianos que los acompañaban y algunos cautivos de los enemigos, finalmente emprendieron el viaje de regreso al campamento. El Rey Hombre Lobo se aseguró de que Tarah estuviera lo más cómoda posible y, como ella lo había pedido, montaba su propio caballo junto a ellos.

—Dime... ¿ya sabías que Xen es una mujer desde el día que te la llevé para que la curaras? —preguntó Darío. Cabalgaban a un ritmo lento por la naturaleza, y Tarah iba lo suficientemente cerca de él para que pudieran hablar. 

Al oírlo, ella sonrió al responder, —Sí.

Darío frunció el ceño y luego continuó, —¿Y por qué no dijiste nada? Ni siquiera me corregías cuando me dirigía a ella como si fuera un hombre.

—Eso es porque sabía que tenía sus razones para estar disfrazada en primer lugar —se explicó Tarah—. Simplemente respeté su decisión. Además, mi deber en ese momento era solo curarla, y nada más, Señor.

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