—¿Lance? —llamó Violeta tras unos segundos de pura incomodidad.
Era como si ambos estuvieran congelados, simplemente mirándose.
Tuvo que hacer algo para romper ese gélido momento antes de empezar a reír.
El hombre parecía haberse despertado de un sueño muy profundo. Parpadeó un par de veces al darse cuenta de la situación.
Y entonces pareció extremadamente avergonzado.
Igual que Lucinda.
Violeta miró de uno a otro, sintiendo que estaba en el lugar equivocado.
Era realmente extraño estar en medio de un momento muy íntimo, aunque nunca pudo imaginar que algo así pudiera suceder.
—Violeta —respondió finalmente Lance, acercándose, pero aun asegurándose de no hacer ningún movimiento brusco y que fuera malinterpretado por alguna de ellas.
Lucinda seguía callada, pero Violeta se dio cuenta ahora de que sus mejillas estaban muy rojas.
Pero en cuanto se recompuso, volvió a su postura de guardia, asegurándose de intimidar a cualquiera de los presentes con su mirada.
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