—Hermano Calhoun —Sofía comenzó de nuevo, ya que no había obtenido una respuesta antes. Pero la chica era terca y se aseguraría de que la atención del Rey se centrara de nuevo en ella, lo cual hizo—. ¿Tienen a los lobos atados en las perreras?
—Así es —respondió Calhoun.
Entonces Sofía se volvió a mirar a Madeline, pues era mucho más fácil obtener la aprobación de Calhoun haciendo primero amistad con la chica para luego sacarla de la escena, de modo que nada pareciera fuera de lo común—. ¿Sabías, Lady Madeline, que el Rey tiene cuatro lobos en el castillo? Son preciosos de ver —se lo comunicó a la humana que estaba frente a ellos con las manos entrelazadas.
—¿No se supone que deben ser rabiosos? —preguntó Madeline, sin querer parecer una muñeca de trapo aquí mientras la vampiresa presumía de saber todo y de que Madeline no sabía nada.
—¿No es esa la razón por la que están aquí? —preguntó Sofía—. Necesitan ser rabiosos.
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