(Desde la perspectiva de Azul)
—Su maestro... No sabe quién es. Solo recibió cartas con instrucciones —dijo Dem—. Pero creo que sé quién es.
—¿Quién? —pregunté curiosamente.
Un cuerpo muerto yacía frente a nosotros, pero a ninguno de los dos parecía importarle mucho. Era extraño lo rápido que me adapté a este tipo de actitud. O, tal vez me importaba, pero me obligué a no mostrarlo.
—Le instruyeron que sacara ambos o uno de tus ojos.
—... ¿¡Qué?! —grité horrorizada—. ¡Dios mío...! ¿Mis ojos? ¡Mata a este bastardo!
—Ya está muerto. Pero puedo cortar su cuerpo en pedazos yo mismo si eso te hace feliz.
—No... No es necesario...
—¿Has oído hablar del maestro de la torre mágica de Mazazine?
—Ah, ese tipo... Él... ¡Espera! ¡Es él! ¡Es quien le gusta coleccionar ojos! ¿Estás seguro?
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