Lucía miró el pan quemado en la bandeja. No estaba mentalmente preparada para concentrarse en cocinar cuando su cerebro gritaba el nombre de Gastone. Quería hacerlo todos los días desde que había probado su leche un par de veces.
En el fondo, Lucía lamentaba haberle pedido a Gastone que se fuera si solo supiera lo sabroso que era.
—¡Ah! ¡De verdad eres una idiota! —Lucía se golpeó la frente para sacarse esos pensamientos. Comenzó a cortar la parte quemada del pan.
Lucía sabía que podía pedirle a Gastone que revocara su partida, incluso si eso mataba su orgullo, pero tenía asuntos pendientes que necesitaba continuar y terminar. Estaba feliz de poder descansar bien durante varias semanas al lado de Gastone, pero si se quedaba más tiempo... Su plan se destruiría y toda la evidencia que había obtenido sería inútil.
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