Los caballeros y sirvientes corrían continuamente por los pasillos en pánico. Era el día que su reina había dado a luz al heredero del trono, y la noticia sorprendió a todo el reino.
Después de todo, el embarazo de Rosina había permanecido oculto al público.
Draco estaba fuera de la sala de partos, escuchando a Rosina gritar mientras empujaba a su bebé. Quería estar a su lado mientras daba a luz, pero Rosina le gritó que saliera.
—¡¡¡Saca esa cosa de mí!!! —Rosina gritó y usó todas sus fuerzas para empujar al bebé una última vez. Sentía que su energía se drenaba de su cuerpo.
—¡Su Majestad! —exclamó la theta asombrada mientras sostenía al recién nacido.
La puerta de la sala se abrió y dejó entrar a Draco. Sus ojos se iluminaron al ver al bebé llorando en los brazos de la theta.
—Es un niño, Su Majestad —dijo la theta con lágrimas en los ojos—. Le entregó el bebé a Draco y comenzó a limpiar a Rosina.
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