Fons, Ash, Casa de Dean - 6 de Mayo - Año 526
—¿Es aquí? —Leah le preguntó a Vlas, al ambos parar en una de las tantas puertas que tenía ese pasillo de edificio. Era un complejo de apartamentos gigante, los pasillos eran extensos, podía haber más de cien puertas en cada uno—. ¿Recuerdas el número?
—Emm... Sí, «205» —indicó Vlas, dirigiendo su mirada al número de puerta—. Es este —reconoció—. ¿No debería tener el apellido del propietario? Todas tienen.
—Lo tiene, sólo que está desgastado. —Leah señaló una placa casi camuflada al ser del mismo color de la puerta, con el contexto de la noche era imposible siquiera distinguirla.
Leah tocó el timbre. Lo escuchó desde afuera incluso. Ambos esperaron algunos minutos, parados afuera, no reconocieron movimiento dentro. Era extraño. Estaban ahí porque Mya los había invitado. Ese día era su cumpleaños número veintidós, y ella quiso hacer una pequeña reunión con sus amigos. La excusa de que su casa era muy pequeña como para albergar a tantas personas fue perfectamente aprovechada por Dean para ofrecerle la suya, y así, seguir afianzando la relación que ambos ya habían comenzado.
—¡Chicos, llegaron los dos tortolitos!
El grito de Dean fue lo primero que oyeron de bienvenida cuando les abrieron la puerta.
—Siempre tú, ¿No? —Leah fue irónica.
—Pero si es la joven Leah Foster, que ya no es tan joven como lo era antes... Te ves muy bonita hoy, joven Leah —indicó el chico, en un tono entre el halagador y risueño.
Leah se había colocado el vestido que Vlas le había regalado en su cumpleaños, ya que no lo usaba desde ese día justamente. A la prenda la acompañaba un colgante de plata con un dije de mariposa, y unos pendientes de perlas.
—Gracias, tonto. —Leah sonrió.
—Y tenemos al príncipe. —Dean volteó hacia Vlas—. ¿Qué sucede contigo?
—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó Vlas, confundido.
—Esa apariencia, debería decir que tengo suerte de que tú y tu hermano no piensen de esa manera, o no quedaría ninguna chica para los demás —bromeó Dean, dándole algunos toques en el hombro—. Pasen, están todos dentro. —Se dio la vuelta y entró a su casa.
Leah no había comprendido muy bien lo sucedido, y no lo siguió. Vlas menos. Aunque ella alzó su mirada hacia el chico cuando notó que él no se había movido tampoco, y se percató, a pesar de la noche, de un poco de rubor en su rostro. «No puede ser», ella pensó.
—¿No me digas que te hizo sonrojar? —preguntó Leah.
—¿Eh? No, no fue por eso. —Vlas rascó su nuca, algo nervioso—. Lo que dijo, de las chicas... No quiero que pienses eso de mí, no soy un mujeriego —dijo, desviando un poco su vista, en un intento de no mirar a Leah.
—¿Ni aunque vieras una chica más hermosa que yo? —Leah se inclinó hacia él, y quiso alcanzar sus labios colocándose en puntas de pie—. ¿Nadie? —insistió.
—¿Qué quieres conseguir, Leah? —preguntó Vlas, inclinando él su rostro hacia el de ella.
—Dame un beso, si me das un beso confirmaré tu afirmación... De que no eres un mujeriego. —Ella continuó con su juego.
—¿Quieres que sea un mujeriego? Si no, no entendería tu actitud —Vlas replicó.
—Sólo quiero un poco de competencia, haría nuestra relación divertida, ¿Cierto? —preguntó ella.
A pesar de sentir que lo decía juguetonamente, a Vlas también le pareció que estaba siendo más seductora de lo normal.
—No tienes competencia, Leah... ¿Alguna vez te has visto al espejo? ¿Cómo una chica como tú tendría competencia? Sea yo, o sea cualquier otro hombre en este mundo, serías la predilecta para cualquiera, y el que no lo quiera ver es un imbécil. —Él alcanzó los labios rojos de su novia con los suyos.
Sonaba tan enamorado que hasta él mismo se sorprendió. Pero nunca se había puesto a pensar en que, él adoraba a Leah por su personalidad, claro que sí. Aun así, Leah era probablemente la chica más hermosa que conocería jamás, y no estaba siendo para nada subjetivo ni un cegado por su amor hacia ella, aunque quizás un poco, sin embargo, podía confirmarlo, ya la había apreciado mucho tiempo como para discutir con quien fuera ese pensamiento que, ante todo, era inmutable. La vio casi un año atrás por primera vez, y ella, en ese momento, era distinta a la Leah actual, aun no habiendo pasado tanto tiempo, su crecimiento y madurez había sido abismal.
En ese momento, Leah era una chica en la cual, sobre todo, resaltaba su ternura en su belleza, era lo que enmarcaba tal rostro y apariencia. Su mirada era inocente, además, ayudaba mucho su manera de ser, como se vestía, o incluso como usaba su cabello. La Leah que conoció más a profundidad, cuando se fue a Fons, no era tan distinta a aquella que lo ayudó en Remia, aunque había cambiado un poco, y su crecimiento fue más notorio. A él no le gustaba fijarse mucho en ello, aunque, a veces se le hacía imposible, porque la veía en todas sus facetas, y al acostarse con ella era cuando más lo notaba, ya que su cuerpo era perfecto, era sensual, y era, aunque quisiera negarlo, aquello que lo llevaba hasta su propio límite, el motivo por el cual pasaba tantas noches a su lado, haciendo imposible que se separara de ella. Todo eso sumado a ese bello rostro, que seguía regalándole ternura e inocencia, a ese cabello que cada vez crecía más, y con él, la certeza de que Leah se estaba convirtiendo en una mujer... Era guapa, era atractiva, era linda... Y esa actitud, al mismo tiempo que rebelde y madura se mezclaba en su carácter, haciéndolo sentirse a él un niño a su lado, anhelando que ella mandara en su relación. Él sólo haría todo lo que ella le dijera: «¿Por qué tienen que gustarme las chicas más grandes», pensó. No iba a negar que a pesar de él mismo tener un carácter bastante fuerte, le gustaba que hubiese cierto control sobre él, y aunque no leía los pensamientos de Leah, sabía que a ella le gustaba ser quien lo tuviera... De tal forma, él... Sólo podía estar a sus pies.
—Que niño hermoso eres, me encanta cuando te pones tan dulce... Me dan ganas de comerte entero, bombón. —Ella apretó las mejillas de Vlas, notando la calidez de estas, y el continuo sonrojo de él... Sí, le encantaba verlo tan lindo y tímido.
—¿Por qué hoy estás tan coqueta? —Vlas intentó preguntar, con sus mejillas apretadas apenas podía mover sus labios.
—Tranquilo, estoy jugando, no te atacaré frente a los chicos, no quiero que piensen que soy una novia controladora —ella bromeó.
—Por cierto, ¿Pasarán? ¿O seguirán coqueteando en la puerta de mi casa? Si es por mí, pueden seguir haciéndolo, se estaba volviendo interesante.
Dean había regresado, esa era su voz. Cuando los chicos voltearon hacia la entrada lo vieron apoyado en el borde la puerta, con su mirada entretenida en el intercambio de los chicos, dejando ver en su rostro una mueca entre el entusiasmo y la sorpresa.
—Dean, estabas ahí —Leah rio, nerviosamente.
—Carajo. —Vlas bajó su mirada, no quería seguir sintiéndose más avergonzado que antes, y ahora Dean los había visto. ¿Qué tan peor se iba a poner? ¿Dónde estaban Mya y Kit? Ya podían formar el escuadrón.
—Estos chicos. —Dean dejó escapar varias carcajadas—. «Bombón» —repitió, con sagacidad, luego de darse la vuelta para irse caminando por el pasillo.
Leah no quiso decir nada más, eso había sido bastante vergonzoso para ambos, creyó que nadie los estaba viendo, por eso se puso sugerente con Vlas. No tenía en su cabeza justo el pensamiento de hacer el amor con él, ni que estuviera muy necesitada, era sólo un ida y vuelta casual, sólo quería bromear. Y justo tuvo que estar Dean. Ni siquiera quiso alzar su mirada en su caminata por el pasillo, luego de entrar a la casa. Oyó los pasos de Vlas detrás de ella, cuando volteó notó que él estaba igual que ella, cabizbajo y en silencio.
Cuando entraron a la sala, Dean ya se había metido a la parte de la cocina, no lo vieron, pero en la sala estaban Kit y Mya, concentrados en una charla, nos los habían visto. Leah se aclaró la garganta para llamar su atención, y funcionó.
—¡Leah! ¡Vlas! —Mya se puso de pie emocionada luego de verlos—. Vinieron. —Les dio un fuerte abrazo a ambos.
—Sí, vinimos... Feliz cumpleaños, Mya. —Leah aprovechó para dejarle una bolsa en sus manos—. Te compramos un regalo, papá y mamá también te mandan saludos, ellos te deben su regalo.
—Oh, no es necesario... Veamos que me trajeron. —Mya abrió la bolsa, esta no tenía papeles de regalo, era una bolsa de cartón, de una tienda, aunque de una marca extraña, ella no la conocía, seguramente era alguna tienda de lujo—. Oh, me encanta... ¿Saben lo caras que son estas chaquetas?
Sacó una chaqueta de cuero de la bolsa, color negro, con muchos parches de tela en ellas. Desde flores hasta insectos, muy coloridos. Ella sabía que esa era una chaqueta de colección, y no se había equivocado en su suposición, era de una marca de ropa de lujo, como todo lo que ellos usaban. Agradecía tener amigos millonarios, ellos podían conseguir cosas que ella no, aun teniendo el dinero no tenía el contacto especifico que los hacía conseguir esos productos.
—Puedes cambiarla si no te queda, la reservé hace unos meses —explicó Leah.
—Oh, sí, el talle. —Mya se quitó la chaqueta que llevaba puesta y se puso la que Leah le regaló. Perfecta, ella había atinado con el talle, era justo—. Me queda bien, ¿Te gusta, Dean? —preguntó, volteando a él.
Dean se encontraba parado del otro lado de la sala, acababa de salir de una de las habitaciones del pasillo. Detrás de él se encontraba su hermana, la había ido a buscar.
—Oh... —Tragó saliva—. Te queda bien, sí.
—No te pregunté si me queda bien, eso es obvio, te pregunté si te gusta. —Mya caminó hacia él, hasta pararse justo adelante suyo—. ¿Te gusta? —preguntó, de nuevo.
—A mí me encanta, Mya —respondió Cassie, apoyándose en el hombro de su hermano.
—Gracias bella... Al parecer tu hermano se quedó sin palabras, no ha respondido mi pregunta. —Mya fue sagaz. Su mirada siguió firme en el rostro de Dean, quien la miraba casi inmutado, aunque con una media sonrisa casi escapándosele—. ¿Qué pasa, Jackson?
Vlas y Leah ligeramente se movieron hacia la parte de los sillones de la sala mientras Mya y Dean tenían su momento. Kit estaba ahí, los saludó sonriente, probablemente ya estaba borracho, llevaba muchas botellas de cerveza vacías sobre la mesa.
—¿Ya son novios? —le preguntó Vlas, sentándose en uno de los sillones. Eran tres, uno largo, que se encontraba en el medio, tal vez para cuatro personas, y otros dos más pequeños, de dos personas, uno a cada lado del grande. Los tres alrededor de una mesa ratona, repleta de botellas de cerveza y aperitivos—. Ven aquí si quieres, bonita —le dijo a Leah, apoyando su mano en su regazo.
—Bueno —ella asintió, sentándose en sus piernas.
—Ellos todavía no son novios, no lo quieren aceptar, aunque están en eso... Pero ustedes, veo que sí —declaró Kit, entre risas—. Tomen una —agregó, destapando dos botellas de cerveza que ellos tomaron.
—Algo así, ¿No? —preguntó Vlas, dándole un beso en la mejilla a Leah.
—Algo así —ella respondió, igualmente.
—Esos dos dan muchas vueltas —señaló Kit, los tres dirigieron su mirada a Dean y Mya. Ellos seguían en ese ida y vuelta, divertido, Mya insistiendo que él le dijera si le gustaba como le quedaba su chaqueta, y Dean en silencio, mientras Cassie jugaba con su espalda, intentando empujarlo—. Desde el día de la coronación están así, en cualquier momento los tomaré a ambos y los obligaré a besarse... Me están hartando.
—Ey, debes darle su tiempo, ellos han pasado por mucho, tal vez no saben cómo actuar en este tipo de situaciones —dijo Leah.
—¿Por mucho? —preguntó Vlas, con curiosidad.
—Ninguno tuvo una infancia o adolescencia fácil, no pudieron vivir todo lo que nosotros vivimos para aprender a entender nuestros sentimientos, Vlas... Imagina, si para nosotros fue complicado, ¿Qué podemos esperar de ellos? —explicó Leah. Vlas asintió.
—En cierto punto —dijo Kit, entre algunos tragos de su cerveza—. Y con lo que pasó con Dean y eso... No lo sé, ella lo ha ayudado igualmente, ¿Les contó que todos los días viene a visitarlos? Les cocina, los ayuda con la limpieza de la casa y cuida de Cassie cuando Dean trabaja hasta tarde... Yo diría que ya son pareja, sólo que como dijo Leah... Es complicado que entiendan lo que sienten.
—¿En serio hace eso? Que atenta, se nota que los quiere mucho, a ambos —aseguró Leah, su mirada volvió a ellos, seguían jugando, entre risas.
—Cuando conocimos a Mya, era tan irascible que era insoportable, no confiaba en nada ni en nadie, hasta cierto punto creí que nos odiaba sólo porque éramos hombres, ya que en realidad contigo y con Lara no era así, y con Rhys era complicado... Jamás se me ocurrió pensar en que tal vez ella había pasado una situación traumática que le diera tal actitud, no lo sé, no quise hacerlo, si lo hubiese sabido, la habría ayudado desde el inicio... Dean lo supo, él no es un tonto que se toma todo a broma, ni un insensible que sólo piensa en mujeres, él sólo quería dispersar todo ese enojo que siempre sintió a través de esa máscara de chico malo y extrovertido... Ellos son el uno para el otro desde el inicio, supieron sanar sus heridas mutuamente... Se merecen este momento que tienen, después de tanto. —Kit también mantuvo su mirada fija en la interacción de sus amigos.
Ellos volvieron a la parte de los sillones luego de que Mya convenciera, de una vez por todas a Dean de que le gustaba como le quedaba la chaqueta: «Sí, me gusta», él le dijo, a regañadientes. Cassie y Mya festejaron esas palabras como si se hubiese tratado de la ubicación de un tesoro descubierta por ellas, pero no... Era sólo una forma de molestar a Dean.
—Lo hice —declaró Mya, llegando a donde Kit y los chicos estaban—. Me dijo que le gusta como me queda —agregó, orgullosa, y encantada también—. Por cierto, ¿Y ustedes? —Señaló a Leah y Vlas.
—¿Qué pasa? —preguntaron ambos al mismo tiempo.
—¿Saben? Hay una habitación al fondo, está vacía, digo... Por si quieren usarla —bromeó Mya, señalando con su pulgar a donde había dicho.
—Mya, tú también —protestó Leah, notando el movimiento en las manos de Vlas.
Él parecía querer alejarse suyo, ¿Qué le pasaba? Se estaba tomando todas las bromas en serio. Entendía que fuera algo tímido y vergonzoso, más cuando se trataba de ellos y su intimidad. El día anterior luego de que él la fuera a buscar tras ella haber discutido con su madre sobre exactamente la misma situación, él le dijo que también se había sentido avergonzado, pero que no quería dejarlo en claro ante nadie, porque comprendía que era algo normal, y que, a pesar de todo, no iban a poder escapar de las bromas y las molestias de sus amigos, porque así era como funcionaba.
Ella lo entendió, también se replanteó la idea de haberse enojado con su madre el día anterior, aunque no quiso darle demasiadas vueltas al asunto, porque pensar en que había discutido con Lara le chocaba un poco, y la hacía sentirse triste. Lo último que quería era que las cosas con su madre se fueran a la borda por una tontería, y claro, entendía también la base de su molestia, pero no quiso ponerse en el lugar de Lara, no quiso comprender un preocupado pensamiento maternal que vino de su parte... Lo iba a hacer cuando se dieran la oportunidad de hablar.
—Ey, no molestes a la joven Leah, y al «bombón» —Dean se acercó por detrás de ella—. ¿No ves que se avergüenzan? —preguntó, a las carcajadas.
—¿«Bombón»? —le preguntó Mya, confundida.
—Estaban coqueteando en mi puerta antes de entrar, Leah le dijo: «Bombón», y el príncipe se sonrojó —contó el joven, a detalle, sin parar de reír.
Leah y Vlas cruzaron miradas, sin saber dónde meterse. Debieron estar preparados para tal situación, ambos sabían que cuando los chicos se enteraran de su relación comenzarían a molestarlos hasta ese punto. Sin ir más lejos, los días anteriores, Leah había tenido algunas salidas con Mya, y le había contado sobre... Lo que había pasado entre ellos, sin mucho detalle, aun así, fue suficientemente clara como para que Mya captara la situación. Ella era su mejor amiga, y la única persona con la que mayormente habla de esas cosas, sabía que la comprendería, y que podría compartir con ella su alegría: «Así que el pequeño y tierno príncipe terminó siendo todo lo contrario a tierno y pequeño, eh», le dijo Mya, con su característico sarcasmo, entre risas. Leah rio en ese momento, y le siguió el juego, después de todo, era Mya con quien bromeaba, sólo ella entendía a lo que podía referirse, y sabría cuándo parar.
Sin embargo, dentro de su grupo de amigos también estaban Kit y Dean. Ella los conocía bien, sabía lo bromistas y pesados que ellos podían llegar a ser en cuanto a algo así, Dean siempre se llevaba las fastidiadas de Kit cuando una chica lo rechazaba, y viceversa. Ellos no eran así con Mya, ya que conocían su carácter, e incluso antes de hacerlo, ella siempre los terminaba golpeando a ambos. Y con respecto a ella, jamás se sobrepasaban de esa manera, el respeto que ambos le tenían a Rhys y Lara impedía que actuaran de esa forma, y ciertamente a ella no le molestaban tanto sus bromas, los llegaba a comprender, y cuando recibía alguna, la aceptaba y a veces les seguía el juego. Pero, volviendo a su pensamiento inicial, ella en realidad se había preocupado por Vlas. Él no era ella, él no iba a actuar como Mya, ellos veían en él a un chico, casi de su edad, con el cual podrían bromear tal vez sin esas consecuencias que veían en ellas. Ella no quería que Vlas se convirtiera en su punto, aun sabiendo que Kit y Dean eran buenos chicos, que sabrían parar cuando alguien se los pidiera, pero Vlas... ¿Se los pediría?
Él ya se había avergonzado varías veces con distintas situaciones, a veces se veía retraído ante la presencia de tantas personas, tenía un personalidad un poco tímida, y con personas a quienes no conocía tanto, también aislada. Sabía que si él se llenaba de confianza podría comenzar a replicar esas bromas, ya que era ocurrente y divertido, sin embargo, ¿Cuánto podría tardar para acostumbrarse a un ambiente así? Lo último que quería era que él se sintiera incómodo ante todos. Aunque, esa vez en la disco no lo hizo, tal vez el alcohol ayudó mucho, también el hecho de que ella estaba ahí, y su propia voluntad de relacionarse con otras personas, pero todos habían sido cuidadosos con él ese día, sin querer tocar algún tema que lo lastimara o lo hiciera sentirse desubicado... Ya no era ese día, ya había pasado tiempo, se había relacionado con los chicos varias veces, y hasta había cultivado una especie de amistad con Mya. No lo sabía, iba a tener que esperar a ver cómo se desenvolvían las cosas, aun así, estaría para él, eso se había propuesto a sí misma. Quería verlo avanzar.
—¡No! ¡¿En serio?! —exclamó Kit, uniéndose a las carcajadas de su amigo—. ¿Cuándo te volviste tan mimosa, Leah? —preguntó, dirigiéndole una mirada a ella, con un divertido gesto al mover sus cejas.
—¡Cierra la boca, imbécil! —Leah le lanzó un almohadón. No pudo contener la risa cuando este golpeó a Kit de lleno en el rostro—. Ey, no bromeen con mi chico, él se puede poner un poco tímido —dijo, envolviendo la cabeza de Vlas en sus brazos.
El chico sonrió. Sostuvo sus manos alrededor de la cadera de Leah, ella seguía sentada en sus piernas, no parecía querer dejar ese asiento en ningún momento.
—Igualmente, puedo defenderme —dijo él, de la nada—. Mya, ¿Le recuerdas a Dean el apodo que me pusiste? Tal vez se le olvide la idea de que es gracioso que alguien me llame por uno —agregó, con sagacidad.
Él sabía que poner ese tema en la discusión era una buena forma de tranquilizar las bromas que Dean había enviado hacia él incansablemente. Al darse cuenta que realmente él tenía algo con Mya, pensó que sería gracioso ver su rostro cuando se enterara que la chica que le gustaba lo llamaba: «Solecito». ¿Dónde se metería su lógica luego de eso?
—Uy, golpe bajo —adhirió Kit. Él seguía jugando con el almohadón que Leah le había lanzado.
Vlas le dirigió una mirada cómplice, él le guiñó un ojo. Esa tarde luego de todo lo sucedido en la coronación, cuando tuvieron la charla en la cual Kit más o menos lo puso al día con las cuestiones de su grupo de amigos, él aprovechó para comentarle el apodo que Mya le había puesto. Kit comenzó a reír, y le contó que, en realidad, ella le ponía apodos a todos, a él lo llamaba: «Mr. K», haciendo alusión a su inicial e imitando el nombre del villano de una película de acción que a ella le gustaba mucho. A Leah la llamaba: «Ricitos de oro», ya que, cuando se conocieron, años atrás, Leah llevaba rizos en su cabello. En realidad, tal apodo dejó de tener validez cuando Leah volvió a usar su pelo natural, lacio, sin embargo, Mya lo siguió usando, ya que le parecía tierno, aunque luego de que Leah creció ya no lo hizo más. Y sólo la llamaba por su nombre. Aun así, la única persona que no tenía apodo de su parte, además de Rhys y Lara por motivos de respeto, era Dean.
Ninguno sabía por qué Mya jamás le puso un apodo, o por qué siempre lo llamó por su nombre, a veces usaba su apellido, pero sólo cuando quería molestarlo. Él tampoco hablaba de Mya de manera informal, siempre la llamaba por su nombre, y al contrario que ella, jamás usaba su apellido.
—¿Qué? —preguntó Dean, cambiando radicalmente el rostro que tenía, a uno de confusión—. ¿Ya te dio un apodo?
En ese momento, todos voltearon a Vlas, queriendo conocerlo.
—Vaya, se me dio vuelta situación... —él rio, incómodamente—. Emm... Sí, me dio uno —asintió, al mismo tiempo que bajaba la mirada.
—¿Y cuál es? —preguntó Leah, curiosa.
—Sí, dinos —insistió Dean.
Mya había estado en silencio, sólo mirando a Vlas, impasible, pero con una sonrisa en su rostro. Él alzó su mirada hacia ella, y encontró cierta confianza en su sonrisa. «Dilo», ella le dijo, sin decirlo, sólo moviendo sus labios.
—«Solecito» —reveló Vlas, y bajó su mirada, otra vez, sintiendo la de los demás sobre sí. Hasta que las carcajadas se permitieron aparecer.
Minutos después...
Concentrada en su charla con Cassie, la hermana de Dean, Leah había parecido ignorar lo que él dejó salir momentos atrás. Todos sólo rieron ante su respuesta, incluida Mya, ella lo estaba esperando, él debió saberlo. Pero, a pesar de que todos se estaban riendo de lo mismo, Leah no, ella sostuvo su mirada sobre él en todo momento, con un poco de interés fulgurando en sus ojos marrones. No le dijo nada, e incluso se le escapó una ligera media sonrisa que no dio le dio más detalles de su pensamiento a Vlas. Ella aún seguía sentada en sus piernas, aunque inclinada hacia el otro lado, donde la chica que se había presentado ante ellos momentos atrás había captado su interés.
—Y dime, cariño... ¿Te gustaron esos vestidos que te regalé? Le dije a Dean que tal vez algunos te iban a quedar grandes, pero con algunas modificaciones podían quedarte bien —preguntó Leah.
—Oh, sí... Estaban bonitos, usé uno el otro día, el carmesí con detalles en plateado, mis amigas me dijeron que era el vestido más lindo que habían visto nunca —respondió la chica, con emoción.
Vlas notó que no era tan joven como él había creído. En su propia interpretación a lo que Kit le había dicho ese día cuando hablaron de Dean, su hermana era una niña pequeña, no una adolescente de casi su edad, más o menos, ¿Cierto? No le quiso preguntar la edad, ni siquiera había intercambiado más que algunas palabras como un saludo y su nombre al presentarse, Leah se encargó del resto. Al parecer ella la conocía, y le caía bien, porque estaban hablando de cosas que sucedieron antes incluso de que él se fuera a vivir a Fons, muchos meses atrás.
—Por cierto —habló, luego de asegurarse de que ellas hubiesen terminado ese tema de los vestidos, o lo que fuera—. ¿De dónde se conocen? —preguntó.
—Cassie es la hermana de Dean, ¿No te lo dijo? —Leah inclinó su cabeza hacia el lado del chico, en un gesto de obviedad.
—Sí, lo sé, son idénticos —indicó Vlas, mirando de reojo a la chica. ¿Era normal ser tan parecido a tu hermano mayor? O sea, él no iba a negar que era demasiado igual a Rhys, pero, ella era una chica, incluso aunque hubiesen salido con los mismos genes, ¿No había algo que evitaba eso? No era mellizos después de todo, sólo eran así, muy iguales—. Me refería a, bueno... Esto —dijo, intentando explicarse mejor.
Se quería referir a la situación de que estuvieran hablando con tanta confianza, eso no pudo haber sucedido sólo porque la chica era la hermana de Dean, se habían tenido que relacionar antes sí o sí, y más conociendo la actitud algo reservada de Leah. Ella no tenía muchas amigas, más allá de Mya.
—Oh, eso... Cuando Dean apenas se unió al equipo de papá, ellos eran muy pequeños, no tenían hogar, y se habían escapado de un orfanato, por lo tanto, estaban en problemas, así que esos meses en los que papá y mamá se encargaron de arreglar esa situación, y mientras le conseguían un hogar y eso, ellos se quedaron en la casa de mamá... Ahí nos hicimos amigas —contó Leah.
—Ya veo. —Vlas movió su cabeza hacia delante—. Por cierto, me gusta mucho ese color de ojos, no sabía cuándo agregarlo a la charla, lo siento —dijo, refiriéndose a la chica.
—¿Cierto? Son hermosos, a ella le quedan mejor, no le dan la apariencia intimidante que Dean posee, ella se ve más tierna y linda. —Leah concordó con él, y de paso, se deshizo en elogios a la chica.
—Los heredamos de mi mamá —dijo la chica, en un suave tono de voz. Los halagos siempre la ponían vergonzosa.
—¿Tu mamá? —preguntó Leah, sorprendida.
Ella sabía que ellos; Dean y Cassie, nunca hablaban de su madre o su padre, más que nada de parte de Dean, él vio la muerte de ambos, y, según sus propias palabras, lo perdió todo sin poder hacer nada, ese pensamiento hacía que se martirizara siempre que podía, de tal manera, Cassie sólo lo hacía para no hacerlo sentir triste ante tal recuerdo, ya que a ella le afectaba mucho más ver a su hermano en ese estado que recordar a sus padres, ya que no recordaba nada de ellos, y ese dolor ante la pérdida de ambos... Nunca lo sintió.
—Sí, Dean me contó que ella era una mujer hermosa, y que... Tal vez, cuando yo crezca sea igual o más hermosa que ella —declaró la chica, sus mejillas se fueron tornando cada vez más rojas.
—¿Él habla de sus padres? —Leah preguntó, de nuevo.
—Más que antes, sí... Desde ese día en realidad, siempre que le pregunto me cuenta lo que recuerda de ellos, se lo ve emocionado, antes no lo hacía... Apenas los mencionaba... Supongo que, su recuerdo ya no le afecta tanto —respondió Cassie, y una sonrisa se dejó ver en su rostro.
El pastel de cumpleaños llegó a la mesa ni bien ellas terminaron de hablar. Dean lo dejó sobre esta y prendió todas las velas que este llevaba con un llama de sus dedos. Mya, como cumpleañera, se acercó a este, y todos la rodearon, mientras le cantaban el «Feliz cumpleaños». Luego de esto vino compartirlo, un poco de charla también, con todos. Hablaron de uno que otro tema, se rieron de muchas cosas, el alcohol ya le había afectado a la mayoría. Vlas quiso tomar poco, la última vez que se sobrepasó con este tuvo pesadillas, y aunque esa vez acabó en la habitación de Leah, tal vez si lo hacía de nuevo no iba a terminar tan bien.
Casi al final de la noche, cuando todos estaban en las últimas. Dean les ofreció que se quedaran a dormir. Todos aceptaron, menos Kit, según él, al otro día tenía que trabajar temprano, y si se quedaba iba a ser imposible que se levantara. Luego de él irse, organizaron las habitaciones. Dean les dejó la habitación grande, la suya, a Mya y Cassie, ellas dormirían ahí y él dormiría en la habitación de Cassie. La única habitación libre de la casa se las dejó a Vlas y Leah, no sin antes bromear con que necesitaban «intimidad» y miles de cosas más que sólo él llegó a comprender en su actitud alcoholizada.
—¿Cómo terminamos así? —preguntó Vlas, con su cabeza apoyada en una de las almohadas del futón que Dean les había prestado para que pudieran dormir al menos cómodos, ya que la habitación estaba vacía, no tenía ningún mueble, ni siquiera una cama.
—Fue una noche bonita, desde el cumpleaños de Kit no teníamos una reunión con los chicos, ya las extrañaba —respondió Leah. Ella se encontraba recostada en la otra almohada.
—Esta habitación está oscura, y es extraño que la casa esté tan silenciosa —dijo Vlas, girando su rostro hacia arriba, no vio nada, ni siquiera supo si estaba apreciando el techo o alguna otra cosa.
—Bueno, Mya ya se había acostado a dormir luego de llevar a Cassie a la habitación, el único que quedaba era Dean, supongo que estaba limpiando la casa o algo, aunque creo que ya se fue a dormir también.
—¿Lo tenías así?
—¿Cómo?
—Tan responsable, te juro que desde lo conocí me hice una figura de él en mi mente, una figura de un chico rebelde, sabes... Es gracioso y carismático, pero tiene cierto tono de que no le importan muchas cosas, no lo sé... Es extraño, diría que es algo así como Rhys, pero sé que Rhys es así porque es un tipo egocéntrico desde nacimiento, sin embargo... Dean no es egocéntrico, es más bien... Escapista.
—¿Escapista?
—Sí, no lo conozco demasiado bien para confirmarlo, pero entre lo que dijo Kit de él, sobre que es un chico que sólo quería dispersar ese enojo que poseía a través de una máscara, y luego lo que dijo su hermana, eso de que cambió desde lo que pasó en la coronación... ¿No crees que es algo interesante? Dean no parece alguien que actúe al azar, nadie lo hace en realidad, todas las actitudes tienen un trasfondo y una intención.
—Mya me ha hablado un poco de su cambio, en realidad no es muy concreta con ese tema, porque dice que no le gusta hablar de Dean cuando él no está, pero, me ha dicho cosas interesantes... Él tenía varias formas de divertirse antes, creo que ya lo dejaron en claro los chicos muchas veces, él era un mujeriego, salía mucho de fiesta, a veces usaba drogas y siempre se lo veía con un cigarrillo en la boca... Ya no es ese Dean, no sé hace cuanto tiempo, según Mya, desde una charla que tuvieron en Remia, donde ambos, bueno... Se declararon sus sentimientos... Yo sé que él la ama, no es algo secreto para nadie, aun así, no sé si tal cambio haya sido sólo por Mya, creo que... Hay algo más allá que eso.
—Mya es una buena chica, ella lo ama también, y al parecer ha estado para él desde ese momento, no sé si tal cambio fue sólo por ella, pero lo que es claro es que ella ha tenido una gran influencia en este.
—Ciertamente —asintió Leah, ella también había volteado su rostro hacia arriba—. «Solecito» —rio.
—¡Ey! —protestó Vlas—. ¿No te molestó? Creí que te había molestado, no te habías referido a eso en toda la noche.
—No me molestó, para nada, en realidad sólo estuve pensando... Hasta Mya tiene una forma específica de llamarnos a ambos, y ella sólo es nuestra amiga —respondió Leah, volteando a él. Él ya lo había hecho antes, y aunque la habitación estaba a oscuras, logró divisar su rostro—. Vlas, pongámonos un apodo que sólo podamos utilizar nosotros —propuso.
—¿Un apodo que sólo podamos utilizar nosotros? ¿Cómo qué? —preguntó Vlas, la propuesta le había interesado, él sentía que llamarla «bonita» era un cliché, y había estado pensando muchas formas de llamarla, pero todas volvían a lo mismo.
—No lo sé, algo así como, «cariño» o «mi amor», pero que tenga que ver con nosotros, algo que sólo le dirías a tu pareja, yo podría llamar así a Rhys o a Lara, no lo sé... ¿Me entiendes?
—Lo hago... —respondió Vlas, pensativo... Era una tarea difícil, sin embargo, no tenía que ser algo sumamente original, mientras fuera algo que sólo le pudiera decir a ella, tendría sentido e iba ser significativo... Tal vez algo como—: ¿Y qué tal «cielo»?
No estaba tan oscuro, lo supo cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz de la habitación, y encontró los de Leah al voltear a ella. Brillantes y osados, como siempre, aunque, de la misma forma, encantados y embelesados.
—«Cielo» —ella musitó, y de sus labios se escapó una sonrisa.
Más tarde...
Fons, Ash, Casa de Dean - 7 de Mayo - Año 526
Vlas salió de la habitación a media madrugada. Leah se había dormido unos minutos atrás, y él necesitaba ir al baño urgentemente. Luego de salir del baño quiso tomar un poco de agua, y cuando caminó hacia la cocina notó la luz de la sala encendida.
—Es horrible dormir en ese futón, ¿Cierto? —le preguntó Dean, con su voz viniendo del centro de la sala.
—Ey, Dean, ¿Qué haces despierto? —Vlas se inclinó en la mesada hasta divisarlo sentado en el sillón que justo no se veía desde la cocina.
—Muchas cosas, pero mayormente, tomando las cervezas que quedan. —Dean alzó la botella que llevaba en su mano—. ¿Quieres acompañarme?
—Claro. —Vlas se sentó a su lado y tomó una botella.
—¿Qué tal todo, príncipe? Veo que tu relación con Leah va viento en popa, y tu entrenamiento también, tal vez no te des cuenta, pero emanas un aura monstruosa —indicó el joven. Sabía que Vlas era un Windsor, el hermano de Rhys y el hijo de Rygal, así como también el poseedor del Scire, por tal motivo, no se sorprendió de notar el abrumador poder del chico—. Rhys ha estado haciendo un buen trabajo contigo.
—¿Tú crees? En realidad no hemos entrenado mucho últimamente, Rhys ha estado ocupado con algunos temas políticos de Fons, sabes que es amigo de Lee y Ashley, además de que Lara ya es parte del Consejo, por lo que cuando ellos llaman a su ayuda él acude. —Vlas dio algunos sorbos.
—Sí, claro... Alguien con tal influencia siempre tendrá muchas cosas de las cuales ocuparse, yo no podría encargarme de tanto, jamás —aseguró Dean.
—Tienes una buena organización en este lugar igualmente, así comienza todo el mundo, Rhys tiene sus prioridades bien claras, eso es lo que hace que pueda encargarse de tantas cosas al mismo tiempo, él sabe qué es lo realmente importante —expresó Vlas.
—Bueno, Lara lo ayuda mucho también, no es que hace todo solo, ella es una magnifica mujer, y con él, una gran esposa, cuando tienes a alguien así a tu lado, supongo que las cosas se te facilitan un poco —Dean reconoció.
—Sí, se podría decir que sí —Vlas concordó con él—. ¿Tú la tienes? —preguntó, interesado en la respuesta de Dean. Rápidamente la imagen de Mya invadió su mente, tal vez ya sabía la respuesta.
—Sí... Tal vez... No lo sé —Dean titubeó—. Cassie me ayuda mucho, sin embargo, ella es mi prioridad, así que, las cosas que hago por ella no son parte de su responsabilidad, por lo que no me puede ayudar tanto en eso.
—¿Ella es tu prioridad? —Vlas le dirigió su mirada.
—Cassie es lo único que tengo, nada más que ella importa en esta vida, todo lo que llegué a tener, se fue, y sólo me quedó ella, siempre será mi prioridad, a pesar de todo. —No dejó de lado su firmeza en ningún momento.
—¿Y Mya? —Vlas preguntó, con atrevimiento, él sabía que tal vez había sido un poco intrusivo en la privacidad de la vida de Dean, pero lo que él sentía por Mya era algo que saltaba a la vista, y Dean no se lo iba a poder negar.
—¿Qué pasa con ella? —preguntó el joven, esbozando una sonrisa.
—¿Ella no forma parte de tus prioridades? —inquirió Vlas.
—Bueno. —Dean inclinó su cabeza, su mirada se dirigió al suelo—. Más o menos.
—¿Más o menos bien? ¿O más o menos mal?
—Mya tiene su vida, muchas cosas de las cuales se encarga por sí misma, y sus propias prioridades, no quiero agobiarla con tonterías de niño enamorado, ella lo sabe, y aunque sí, puede considerarse una de mis prioridades... Siento que ella misma es independiente de todos, y tal independencia le impide ser la prioridad de alguien.
—También va en su anhelo, ¿Nunca le preguntaste sobre eso?
—Sí, pero ambos concordamos con que en este momento no estamos para algo así.
—¿Para una relación?
—Claro —Dean asintió—. Pero ella está ahí, igualmente, y se preocupa por mí como si realmente fuera mi novia, pasa más tiempo en casa que en la suya, Cassie hasta parece su hija, la cuida tanto... Yo había esperado algo así para ella hace mucho tiempo, Cassie jamás tuvo la experiencia de tal afecto maternal, y me gusta que Mya entienda eso y esté para ella, pero al mismo tiempo tengo miedo de no saber manejarlo, y que todo se acabe.
«Ahí viene», pensó Vlas, recordando las palabras de Kit y Leah.
—¿Cómo vas llevando todo eso de tu pasado y lo que pasó en la coronación?
—Intento no pensar demasiado en eso, en lo que pasó, sino más bien en lo que pasará... En Cassie, y, aunque quiera decir que no, es algo imposible negar lo importante que es para mí, así que también en Mya.
—Pero, aunque no intentes pensarlo... Pasó, y eso te dejó algo, ¿Cierto?
—Me dejó un vacío enorme —Dean respondió, al instante—. Un vacío enorme que intento llenar con la presencia de ambas en mi vida, con vivir el día a día apuntando hacia adelante, un vacío que intento... Dejar atrás, pero, no lo sé... Se siente tan irreal esta paz que estoy sintiendo, es como que... No fuera lo que me merezco. —Miró sus manos, tan limpias, tan... Vacías. Las mismas manos que se encontraban manchadas de sangre aquel día.
—Te mentalizaste demasiado para asesinarlo, ¿Cierto?
—Ni que lo digas, han pasado diez años desde que todo comenzó, y hasta hace un mes... Yo tenía la certeza de que me convertiría un asesino, de que... Al fin podría darle ese descanso a mi padre, de dejar de pensar en si podía, o no podía... En deshumanizar a Dean Jackson hasta el punto en el cual vomitaba con sólo pensar en hacerlo... Y ahora... Estoy aquí, sentado en el sofá de mi sala, luego de haber festejado el cumpleaños de una persona a la que amo pero de la que tengo miedo hacerle saber de mi amor... De hablar de mi hermana, de al fin darle esa idea de lo que fueron nuestros padres, que ella, pueda, al menos... Elegir qué sentir al recordarlos... De admirar más a Rhys por haberme salvado de ese destino, de sentir que no decepcioné a nadie, ni a Kit, ni a Mya, pero... De que me perdí, y que ahora no tengo nada a lo que aferrarme, y me siento vacío... Muy vacío.
—La venganza no era algo bueno a lo que aferrarse, Dean... Por lo menos, escapaste de ese infierno, y ahora... Puedes elegir un camino que tú desees seguir... Sin estar condenado, sin estar obligado... Nada más, ya no tienes el peso de la muerte de tu padre en tus espaldas, ahora todo tiene un nuevo sentido, ¿No es así?
—Tengo diecinueve años, Vlas... Desperdicié muchos de mi vida en un propósito sin sentido que revivía a cada instante una imagen que me daba mucho dolor, y para sosegar tal dolor, hice tantas cosas tan hedonistas y superficiales... Lastimé a Cassie y a Mya, preocupé a Kit, y llevé a que Rhys tuviera que resolver las cosas por mí, por idiota, por terco, por inmaduro. —Dean cerró su puño—. Obviamente falta mucho para que pueda decidir qué camino realmente tomar para mi vida, falta mucho para que este sentimiento que conseguí luego de librarme de tal peso tenga sentido en mí, falta mucho para sentir que puedo amar a Mya, que puedo ser para Cassie ese ejemplo a seguir... Falta mucho, y me resigné a esperar... No quiero volver a caer en eso... Y al menos, ellas están a mi lado.
Fueron días los que estuvo encerrado en su habitación luego de lo sucedido en la coronación. Kit lo había llevado desde Pines, donde había estado los primeros días en la propiedad de Lara, hasta su hogar, a las afueras de Ash. Cassie intentó animarlo luego de que él no quisiera salir de su cama, varias veces, pero ver su rostro, saber que la hizo sufrir, que la hizo llorar, lo hacía despreciarse, lo hacía anhelar haberlo hecho, haber matado a Michael, y al fin sentirse miserable, pero con significado, ya que en ese momento se sentía miserable, pero no tenía explicación. Así como no tenía explicación su vacío, su futuro en blanco, su depresión.
Uno de esos días intentó ponerse de pie, logró abrir la ventana, pero la luz del sol lo encandiló. Como lo encandiló ese día en el medio del desierto. Y cesó sus intentos de salir adelante, volvió a su cama... Y se atrincheró en ese lugar por semanas. No podía pensar, todo lo que pensaba volvía al inicio, nada concluía en lo que él quería que concluyera, y volvía a recordar el rostro de sus padres, el de Michael, sus manos llenas de sangre, y las lágrimas de Mya y Cassie. Todo era un ida y vuelta, un lugar del que no podía salir, su mente no ayudaba para nada, y su alma, quería dejar de sentir que nada tenía sentido... Que toda su vida había sido en vano, y desde ese momento, no tenía nada... Nada.
Mya lo visitaba seguido. Ella en realidad sólo limpiaba la casa y cuidaba de Cassie mientras él se encontraba en su propio mundo encerrado en su habitación, cada vez peor. Ella entraba a esta a veces, limpiaba un poco, le llevaba algo de comida, que él no comía, y se iba. No le decía nada. «¿Sigues enojada conmigo?», le preguntó un día, de la nada, no quería una respuesta certera, pero al menos quería oír su voz, había visto poco a Cassie ya que sus intentos de animarlo habían cesado, y se sentía más solo que nunca. «No voy a hablar contigo hasta que salgas de esa cama», le respondió ella, siguiendo con su limpieza, y ambos volvieron a quedarse en silencio. Ella abandonó su habitación unos minutos después, y él volvió a quedarse solo... Otra vez con tantas ideas estúpidas en su mente, que sin conclusión... Sólo buscaban una, una conclusión... Demasiado fácil, ¿Cierto?
Pero no... Su vida había perdido mucho sentido, demasiado, fueron diez años de su vida, día tras día, repleto de ira, de odio, de rencor, y la venganza había escarbado hasta lo más profundo de su alma, lo había consumido, y cada vez que se miraba al espejo sabía que esa persona que estaba ahí, había sobrevivido a tal infierno, o de alguna manera seguía de pie... Reconocer su propia voluntad no era algo que quería hacer, él no pudo haberlo hecho jamás, ya estaba decidido desde el momento en el cual logró hacerlo caer... No iba a parar hasta matarlo, él no iba a parar... Ellos lo hicieron parar.
«Mya... ¿Me ayudas?», él le extendió su mano. Ella volteó a él, sorprendido al igual que emocionada, «¿Qué?»¸ le preguntó, pero no esperó una respuesta, y lo ayudó. Cuando Salió de su habitación, Cassie lo recibió con lágrimas en sus ojos, y él no pudo evitar contagiarse de estas. Eso era una emoción, una emoción, algo que no sentía hacía semanas, al final, no estaba tan vacío como creía. Esa noche tuvieron una cena los tres juntos, Cassie le hizo muchas preguntas de sus padres luego de que él se ofreciera a responder todas, y así pasó hasta que ella cayó dormida en el sillón de la sala. Era tarde, así que también le ofreció a Mya quedarse... Y esa noche... Sucedió.
Semanas atrás...
Fons, Ash, Casa de Dean - 26 de Abril – Año 526
Dean se encontraba durmiendo en el futón de la vacía y oscura habitación restante y solitaria que su casa tenía. Dormiría en su habitación, como lo venía haciendo hacía semanas, pero Mya se quedaba en su casa esa noche, y como buen anfitrión terminó dejándole su cama.
—¿Estás despierto?
La puerta de la habitación se abrió, y por primera vez desde que se había acostado, vio un poco de luz viniendo desde ese lugar.
—¿Mya? —preguntó Dean, colocando su antebrazo apenas por encima de sus ojos, la luz que cayó en su rostro de repente lo encandiló.
—Oh, estabas despierto. —Ella caminó dentro luego de cerrar la puerta y desaparecer la única luz que había logrado entrar a la habitación—. ¿Te molesto? —preguntó, parándose justo al lado del futón.
—Emm, no... ¿Pasa algo? —preguntó él, confundido, luego de alzar su mirada hacia ella. Estaba oscuro, pero la pudo ver igual... ¿Ella estaba usando un negligé?—. Mya, tu ropa.
—Oh, es lo que uso siempre para dormir, ¿Algún problema? —Ella se arrodilló a su lado.
Dean logró ver el rojo en sus mejillas. Ella obviamente estaba haciendo eso obligada, no sabía si por sí misma, o quería hacerlo sentir bien sin pensar en lo que ella quería... No sabía nada, pero... Lo estaba haciendo.
—No, para nada... ¿Y a ti?
—No, a mi no... ¿Puedo...? —Ella tanteó el futón—. ¿Puedo acostarme? —preguntó, y la suavidad de su voz dejó paso a un silencio. Algo cómodo.
—¿Quieres? —Dean se aseguró de que fuera totalmente de su parte, él no pretendía aprovecharse de lo que fuera que ella quisiera hacer.
—Sí —ella asintió, y se recostó a su lado. Justo había otra almohada por ahí, ella la tomó y la colocó bajo su cabeza—. ¿Cómo te sientes?
—Bien, algo incómodo, ya me había acostumbrado a mi cama, y ahora me duele la espalda —respondió él, entre risas.
—Podemos ir si quieres —dijo Mya, y al mismo tiempo bajó su mano, intentando ubicar la de Dean.
—¿Qué pasa contigo, Mya? ¿A qué quieres llegar? —Dean apenas se giró un poco, había percibido las intenciones de Mya desde el inicio, por eso tomó su mano antes de que ella lo hiciera, y se acercó más a su cuerpo.
—Te sientes solo, lo sé... También vacío... Solamente quiero ser tu compañía, no pude serlo cuando estuviste esos diez años luchando solo contra tal martirizante dolor, y yo... Sólo quería hacértelo saber. —Ella se fue moviendo cada vez más a él, cuando tuviera la oportunidad, lo haría.
—¿Hacerme saber qué?
—Te amo, Dean... Te debía esa respuesta, ¿Cierto? —Con su pregunta aprovechó para, con un rápido movimiento, pasar sus piernas por encima suyo y verse encima de él.
—No era obligación que me la dieras en este momento, Mya... Yo, puedo esperar.
—Yo no... Quería decírtelo ahora, Dean... ¿Tiene sentido que sigamos perdiendo tiempo? Hace no más de un mes casi mueres en una pelea, casi, te llevas al límite, casi te conviertes en un asesino... No ibas a seguir a nuestro lado luego de eso, seguramente te hubieses ido, a otro lugar, lejos, para no dañarnos... No lo iba a permitir, Dean... No lo voy a permitir jamás, ¿Está bien? —Ella apoyó sus manos en el pecho del chico, sabía que se estaba poniendo eufórica cuando notó que lo estaba haciendo con mucha fuerza—. Oh, perdón. —Las levantó despacio.
—Está bien... No lo hagas. —Dean tomó sus manos antes de que ella las quitara de encima suyo—. No lo hagas, yo no quiero que lo hagas. —Las envolvió en las suyas.
—Dean.
—Mya... ¿Puedo besarte? —preguntó, llevando una de sus manos hacia la mejilla de ella.
—¿Y luego? —preguntó ella, y esbozó una cálida sonrisa.
—Y luego, podríamos dormir acurrucados, o volver a nuestros lugares... No lo sé... Lo que quieras.
—¿Y si? —Ella tomó aire—. Dean... Yo. —Le dirigió una mirada reflejada con sus intenciones, él tenía que entenderlo, no era estúpido.
—Mya... Tranquila. —Dean se alzó un poco, levantando ligeramente su espalda del futón—. Lo entiendo... No es necesario que digas más. —Y la besó.
Se dieron vuelta en el futón, él quedó sobre ella, y permitió que su mano trazara un rastro suave en los muslos de Mya. Lo había hecho con muchas mujeres en su vida, recordar el rostro de alguna era un arduo trabajo, sin embargo... Estaba frente a Mya. No podía dejar de mirar su rostro, ese hermoso rostro que conoció como un mocoso de catorce años cuando ella tenía ya diecisiete. Y del cual se enamoró. Ese rostro que en ese momento estaba recostado a una de sus palmas, y que tenía en él unos labios que clamaban su nombre, suavemente, aunque con fervor.
Esa noche... Hizo el amor con Mya.
Presente...
Fons, Ash, Casa de Dean - 7 de Mayo - Año 526
—Tener el conocimiento de ese deseo de no querer volver a ese lugar es un gran avance... Diez años no se van a borrar de tu mente en un mes, ni en dos... Tal vez nunca, pero... Si tú te ves capaz de seguir adelante, entonces siempre será un buen futuro —dijo Vlas. Notó que Dean se había quedado unos momentos envuelto en su mente, cabizbajo y sonriente.
—Sí, lo será —él afirmó—. Quiero que así sea, y aunque no sepa qué aguarda ese futuro para mí, haré un esfuerzo para descubrirlo. —Pensó en Mya y sonrió de nuevo—. ¿Quieres otra? —le preguntó a Vlas, sacando dos botellas más de la caja que tenía a su lado.
—Claro, una más —asintió el príncipe.
No supieron cuánto tiempo más pasó. Pero podían asegurar que fue casi toda la noche, llegando al momento en el que el cielo reveló el alba... Las cervezas parecían no acabarse jamás... Como la charla, como los sentimientos... Como el futuro que les esperaba.