Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 20 de Abril - Año 526
Nervios. Entre tantas sensaciones. Mientras caminaba por el pasillo de la mansión divisando retratos de su familia, Vlas sentía que revivía años de su vida en segundos, como cuando era niño y jugaba con Demian recorriendo hasta el mínimo lugar de las habitaciones de la casa, o con su prima Amelia y los gemelos, Joe y Joy. Cada reunión familiar, celebraciones de año nuevo o cumpleaños, las visitas con su madre, y las noches bajo la luz de la luna en la casa del árbol ubicada en el patio trasero... Creía haber olvidado todo eso, pero para nada, todo volvió... Tan rápido como pisó la entrada, con un ambiente tan vívido, era casi mágico... Algo nostálgico, un pequeño recordatorio de su pasado, de aquel que en su momento lo hizo feliz... Esos días que no volverían.
—¿Vlas...? —Una voz femenina recorrió el pasillo.
Vlas se dio la vuelta, confundido, esa no era la voz de su madre, parecía la de una chica.
—Amelia —musitó, cuando logró divisar a su prima saliendo de una de las habitaciones del pasillo.
—Ey, volviste. —Ella se acercó a él, entusiasmada, y le dio un fuerte abrazo—. Ha pasado tiempo, Vlas.
Amelia era su prima mayor, la hija de William Windsor, su tío, y el hermano mayor de su madre. Amelia era dos años más grande que él, aunque se habían criado casi juntos. Ella era muy tranquila, a Vlas le gustaba mucho su forma de ser, parecía despreocupada de la vida, siempre con una sonrisa simpática, y un sentido del humor muy característico que la volvía ciertamente encantadora, algo que también se veía ayudado con su primorosa belleza reflejada en su pequeño y delicado rostro escondido entre su largo cabello, de un extraño color crema, que caía en ondas como una cascada envolviendo su cabeza y hombros, detrás de algunos mechones que también cubrían parte de su rostro se encontraban los característicos ojos color verde de su familia, brillantes como esmeraldas. Ella era muy parecida a su padre, pero había heredado el cabello de su madre.
—Así es, algunos años... Estoy de visita —rio él.
—Ya veo, la tía habla todo el tiempo de ti, te extraña mucho, estoy segura que se pondrá muy feliz de verte —aseguró ella, su sereno tono de voz dejaba paso a una ligera emoción proveniente de sí misma.
—Sí, yo también la extrañé... Así que habla mucho de mí, ¿Ha estado melancólica?
—Sabes cómo es, puede estar todo el día con una sonrisa en el rostro, pero todos sabemos que por dentro esconde una inmensa tristeza, a veces deja ver indicios de esta, pero sólo un poco... Aunque lo suficiente para comprender su angustia, pero desde que Rhys la visita seguido ha estado más animada, y ahora que viniste tú, más aún —indicó Amelia.
—Eso espero... Me duele mucho ver a mamá lastimada, ella sufrió mucho en el correr de su vida, por las todo lo que hizo mi padre, por la muerte de Demian o la partida de Rhys, y ahora que me fui yo ella se ha quedado totalmente sola... No voy a mentir que muchas veces me pongo a pensar en mi actitud, y me siento tan culpable por dejarla atrás —dijo él, justo su mirada se posó en una de las fotos de la pared. Ellos, y ella.
La vida estaba repleta de sentimientos: Algunos de amor, de odio, de disgusto, o tal vez hasta indiferencia. Existían tantos sentimientos que seguramente nunca iba a poder vivirlos todos, aunque podía asegurar que cada persona que conoció tenía su propio sentimiento que lo caracterizaba en lo profundo de su alma. Como el inmenso amor que tuvo hacia Zenda, o Rhys, como sus sentimientos románticos a Leah, su admiración a Lara, su nostalgia a Demian, su amor fraternal a Kora, y su entrañable amistad con los chicos. Él podía reconocer qué era lo que cada una de esas personas que significaban o significaron algo en su vida le hacían sentir, podía reconocer sus miradas y sonrisas, podía sentirse cómodo o inquieto, sin importar lo que les sucediera... Podía entregar su vida por ellos, si eso fuera necesario, podía hacer muchas cosas... Pero... ¿Su madre?
Si tuviera que comenzar a pensar en ese sentimiento tenía que viajar más de diez años al pasado, cuando comenzó a entender la realidad en la que vivía, cuando su ambiente ya no le era extraño, y las personas que lo rodeaban no eran sólo meros movimientos a su alrededor. Cuando comenzó a comprender la humanidad, y sus emociones encontraron sentido, cuando dejó de ser un niño ausente de todo. Cuando supo que la sonrisa de su madre no le parecía hermosa y le encantaba sin motivo, ya que supo que esa mujer no era alguien más que lo trataba con tanto cariño sólo porque era un niño, porque entre tanto que lo rodeaba, su risa era lo único que quería seguir escuchando sin cesar; sentir sus besos, sus abrazos, apreciar esa mirada que no corría de él, la única persona que comprendía lo que quería decir, cuando nadie más lo hacía... Tenía que rememorar momentos muy lejanos. Cuando supo que su madre lo amaba con su vida, como nadie lo había amado antes... Cuando supo que él también, que él la amaba como si no hubiera un mañana, que él quería que ella no se fuera de su lado, que él quería tanto de ella, incluso sin saberlo... Incluso sin demostrarlo.
Él sabía que ella lo sabía, siempre tuvo ese pensamiento en su mente, que nada de lo que ella hizo por él fue a propósito, que detrás de todo ese accionar de su parte siempre se ocultó un sentimiento genuino, una genuina procuración de su bienestar... Un genuino amor nacido de su alma, de esa personalidad tan pura, tan hermosa y tan agradable. De todo eso que él vio desaparecer, de todo eso que no pudo cuidar, que no pudo mantener, de todo eso que dejó atrás junto con ella... De todo eso que lo iba a hacer arrepentirse toda la vida, por no ver más allá, por no comprender sus sentimientos como ella lo hizo, por sólo asumir que no importaba lo que hiciera, que ella no se iba a ir de su lado.
Si hubiese sabido que iba a tener que separarse de ella nada de lo que ocultó esos dieciséis años que vivió a su lado habría estado oculto. Ella lo hubiera sabido... Ella hubiera oído ese: «Te amo, mamá». Todos los días de su vida. Todas las mañanas le habría otorgado una sonrisa. Todas las noches le habría regalado un abrazo antes de dormir... Ella nunca se hubiese sentido sola. Ella nunca hubiese llorado a escondidas, para no preocuparlo a él. Nada de eso hubiera pasado.
Si hubiese sabido que se iba a ir de su lado... En su presencia... Ella nunca hubiese sido infeliz.
—No es tu culpa, son situaciones de las que nadie tiene control, de las que ni siquiera Rhys puede hacerse cargo, ni la tía, nadie... Y todavía eres un niño como para pretender cargar con eso, ella no quiere que tú te sientas así... Sólo quiere que seas feliz, ambos lo sabemos —respondió Amelia.
—Sí, así es... Aunque es imposible desaparecer ese sentimiento cuando sabes que pudiste haber hecho lo contrario a lo que creíste correcto, sólo que te equivocaste... De ahí nace lo que no puedo evitar.
Amelia estuvo a punto de decir algo, pero fue interrumpida cuando ambos oyeron una puerta abrirse a sus espaldas. De la habitación salieron Rhys y William enredados en una charla que parecía ser interesante.
—Hola papá —saludó Amelia, interrumpiendo su charla.
—Oh, hola pequeña —contestó su padre—. Veo que ya se vieron de nuevo. —Señaló a Vlas.
—Sí, nos estábamos poniendo al día —dijo ella, notando la sonrisa de Rhys, parado detrás de su padre—. ¿Tú también viniste? ¿Acaso no tienes casa? —bromeó, dirigiéndose a su primo.
—Tranquila Amy, no es que te haya venido a visitar a ti, sé que extrañas a tu primo preferido, ¿Pero puedes ser menos obvia? —declaró Rhys, entre risas.
—Deja de llamarme así, tonto —protestó ella, golpeando su brazo de un puñetazo al pasar a su lado—. Iré a desayunar algo, ¿Vlas, quieres venir? —preguntó.
—Emm, no he comido nada, pero debo esperar a mamá —respondió él. Su mirada se dirigió a su hermano, intentando encontrar una respuesta de su parte.
—Mamá salió con Dyna y Theresa, vendrá en unas horas, puedes ir con Amy, te aviso cuando llegue —respondió Rhys.
—¿Ves? Vamos a la cocina, de paso puedes ayudarme —señaló Amelia, dándose la vuelta para seguir con su caminata por el pasillo.
—Si, claro, espérame. —La siguió Vlas.
Minutos después...
—No se ha aparecido por aquí, no creo que lo haga tampoco, pero por lo que sé, Clio fue al Parlamento el mismo día del ataque a Ash, se lo contó a Dyna, parece que a Rygal no le importó mucho, pero eso no significa que tu madre no pueda ocultarse algo, quizás te lo termine por contar a ti. —William lo puso al tanto.
Rhys mantuvo su mirada posada en la taza de café que se encontraba sobre el escritorio de la oficina de William, no tan seguro de asumir que su madre tenía la situación bajo control, y aunque que sabía que Rygal no sería tan imbécil como para hacerle daño a ella, podía esperarse cualquier cosa viniendo de su parte.
—No sería algo descabellado darme una vuelta por el Parlamento, dejarle algunas cosas en claro, o en todo caso asegurarme que no le pondrá una mano encima a mamá. —Rhys vaciló un poco con su decisión.
—De que no lo hará, no lo hará... Puedo decir muchas cosas de Rygal, pero sé perfectamente lo que Clio significa para él, me lo dijo cuando éramos jóvenes y ellos comenzaron a salir, me lo recordó el día antes de su boda, y en el funeral de nuestro padre... Él puede ser una basura de persona, pero ama a Clio, por más increíble que eso suene —aseguró William.
—Aunque la ame, eso nunca fue una excusa para lastimarla tanto, ya que si realmente fuera amor sincero, no le habría quitado lo más importante de su vida... Rygal sólo ve a mamá como una justificación a su maldad, como la única pieza que no encaja en su deshumanidad, y entre el amor de mamá, y su nula aceptación de sentirse solo para siempre, es un viaje de ida que sólo terminará cuando ella quiera... Pero mamá nunca perderá su humanidad para acabar con Rygal... Por eso debo hacerlo por ella... Aunque eso me cueste la mía.
—¿Eso sigue en pie? —inquirió William.
—Sí, pero todavía no tengo muy en claro cuándo será... Lara apenas lleva dos meses de embarazo, y pretendo estar con ella varios meses luego de este, al menos hasta que esté lo suficientemente recuperada para volver a su rutina, y que podamos organizarnos bien con los cuidados de nuestro bebé... También debo entrenar a Vlas, eso es importante, si algo sucediera conmigo él sería la salvación... Más que nadie.
—¿Tú crees que Vlas esté a la altura de algo así, Rhys? No hay nadie más fuerte que tú en este mundo, y si algo te sucediera, ¿Él al menos podría siquiera acercarse un poco a ti? —William miró a su sobrino, no con demasiada confianza.
—No lo sé, William... No quiero presionar a Vlas con eso, sé lo que se siente que las expectativas sobre ti estén muy altas, y no quiero que Vlas pase por todo eso, es lo que he estado intentando evitar desde que volví por él a Remia... Pero ambos lo sabemos... Vlas es el único que puede parar a Rygal si yo no estuviera.
—Eso es una sentencia muy arriesgada, Rhys... Demasiado diría yo, sé que es un Windsor, sé que es talentoso, y sé que tú lo estás entrenando, pero... Él no tiene tu personalidad, Rhys, no tiene esos sentimientos que tú posees, no siente de la misma manera que tú, no tiene todo eso que te hace seguir adelante, no creo que sea capaz de llegar hasta los límites que tú has llegado para hacerte más fuerte, ¿Qué haremos si se pierde en el camino? ¿Si no consigue aguantar la realidad?
—Tú lo dijiste... Es un Windsor... Él es más fuerte que yo, él lo hará... Estoy seguro, y yo nunca me equivoco —aseguró Rhys, ligeramente le dio una mirada a su palma, y divisó su sello—. Vlas nos va a salvar... A todos... No lo olvides.
Mientras tanto...
Fons, Pines, Residencia Harch - 20 de Abril - Año 526
—Mamá, ¿Estás ocupada? —preguntó Leah, entrando a la cocina.
Lara le prestó atención al oír su pregunta, todavía con la jarra de la cafetera en la mano, y con un panecillo en otra.
—Estaba a punto de sentarme a desayunar, ¿Me quieres acompañar? —preguntó ella, caminando hacia la mesa redonda que no permitía el vacío de la sala.
—Claro —Leah asintió. Rápidamente caminó hasta la encimera y se sostuvo con sus manos sobre ella mientras servía una taza de café. Al terminar, acompañó a su madre en la mesa.
—¿Y bien? Puedes empezar —indicó Lara, cuando ambas ya estaban la una frente a la otra.
—Esto es algo que debería decirte junto a Vlas, pero en realidad siento que nosotras dos nos entendemos mejor cuando charlamos solas, y lo que él tenga para decir puede hacerlo luego, ya que lo que te quiero decir se enfoca más en mí, y tú eres mi madre, así que creo que debes de saberlo —comenzó Leah.
Lara la miró con confusión, aunque sabiendo a lo que se refería, por eso dejó su taza sobre la mesa luego de un sorbo y estiró sus brazos alrededor de esta uniendo sus manos, iba a ser algo serio, por lo que debía tomárselo por lo que era.
—Asi que es sobre Vlas y tú... Ya veo, sigue.. No pares, si tengo una duda te lo diré —señaló.
—Bien... Sabes que nosotros estamos comenzando una relación, es algo complicado todavía, porque bueno, es mi primer experiencia y estoy comenzando a aprender como desempeñarme en una relación así, y él acaba de salir de una situación que lo llevó al límite la cual todavía es persistente en su mente, tiene algunos miedos que no quiere volver a repetir, y ha estado un poco a la defensiva en ese sentido, y eso no es algo que me moleste, está bien, y estoy dispuesta a ayudarlo y poner de mi parte en el proceso... De todas maneras, el tema principal es algo más simbólico de hecho, nosotros queremos comenzar a llamarnos de una manera, y sentimos la necesidad de recibir tu aprobación, y la aprobación de papá... Todavía vivimos bajo su techo, él es menor de edad y está bajo la responsabilidad de su hermano también, queremos hacer las cosas bien, y esto es el comienzo... Queremos formalizar nuestra relación, tomar esa responsabilidad sabiendo lo que significa hacerlo... Pero al mismo tiempo quiero saber qué opinas de todo esto, mamá.
—Vaya —suspiró Lara, acomodándose en su lugar, preparada para responder todo lo que había escuchado salir de la boca de Leah—. Asi que ya son novios, ¿No es así?
—Lo seremos cuando formalicemos, luego de oír lo que tú y papá tengan para decir —aclaró Leah.
—Ya veo. —Lara apenas movió un poco sus manos, llevándolas hacia sus labios, meditando su opinión—. Veamos, hay muchas cosas que debería aclarar antes de dar mi respuesta... Entiendo que quieras mi opinión, entiendo tu punto también, pero realmente no sé qué podría agregar, linda, dijiste todo lo que quería escuchar, pude apreciar tu madurez, tu determinación y tus sentimientos, dejaste todo en claro, y no me queda nada más que apoyarte, porque eres lo más importante que tengo, y porque tu felicidad es prioridad, tú tomaste esa decisión, ¿Quién soy yo para decidir lo contrario? Si quieres ser feliz con Vlas, vaya tú, hazlo, ámalo con todo tu corazón, sean felices, él es un gran chico y estoy segura de que te va a cuidar mucho, de que se va a preocupar por ti y procurará tu felicidad de la misma forma que lo hacemos Rhys y yo... Está bien, cariño, sólo te voy a pedir que tengas cuidado, conoces los compromisos y responsabilidades de una relación, y los límites de esta, y tu propia vida, pero irás aprendiendo todo esto a medida que avances con él... Sé lo que va a decir Rhys de todo esto, así que, creo que yo ya lo dije todo también, no puedo estar más de acuerdo con tu decisión, cariño... Felicidades.
—Gracias mamá, que tú estés de acuerdo es muy importante para mí, porque sé que no me mentirías y que sólo quieres lo mejor para mí... Te amo.
Rápidamente se puso de pie y caminó hacia ella. No dudo mucho en darle un fuerte abrazo. Si tuviera que contar cada momento que Lara la hizo feliz en las últimas dos semanas no llegaría a agradecerle en su totalidad jamás. Porque había pasado mucho en poco tiempo, conocer la verdad detrás de la muerte de sus padres, comenzar a salir con Vlas, darle mucho más valor a su relación con Rhys y Lara, y poder verlos como sus padres. Logró sentir más íntimamente aquello que los ligaba ellos, a estar juntos, el amor de ellos hacia ella, el amor de ella hacia ellos, sintió que un pequeño instante, todo tuvo resolución, una resolución que clamaba desde sus doce años, desde que encontrarse a sí misma se volvió una necesidad más allá que el propio sentido de su vida.
«No quiero estar sola... No quiero volver a sentirme como años atrás», fue lo que le dijo a Lara el día de su cumpleaños número dieciséis. Ella sólo rio, la miró con cierto cariño, y la abrazó, hasta que su dulce voz se coló por su oído y declaró: «Nadie quiere estar solo, cariño... Todas las personas que conoces le temen a la soledad». Quizás en ese momento fue cuando dejó de tenerle miedo a sus emociones, a llamarla «mamá», a quererla mucho, a dejar de pensar en el pasado y plantarle cara al futuro. Cuando entendió que eso era lo que los unía a todos, el miedo a estar solos, unía sus sentimientos, sus deseos, sus destinos y sus vidas. Cuando encontró sentido a las acciones de Rhys, cuando pudo comprender a Vlas, cuando ella misma pensó en vivir su vida para no correr con ese destino.
Ella iba a ser feliz siempre que ellos estuvieran a su lado, porque en el pasado sufrió mucho culpa de tal soledad, y ellos la salvaron de su desdicha. No quería estar sola, no podía, aceptaba ser débil, aceptaba depender de los demás... Aceptaba todo lo que eso conllevaba, no tenía importancia, sólo quería cumplir su sueño... El de una familia... El de una familia que la necesitaría a ella como ella los necesitaba a ellos, el de una familia que le quitara sus miedos, que no le permitiera siquiera pensar en tal posibilidad... El de una familia feliz... Quizás era mucho pedir, pero estaban unidos por ese sentimiento, por ese miedo que querían erradicar... Por esa razón, tal vez... Ellos tenían el mismo sueño que ella.
Más tarde...
Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 20 de Abril - Año 526
—Así que estás saliendo con una chica —dijo Amelia, con una sonrisa orgullosa plasmada en su rostro.
Iban a medio desayuno cuando el tema de su relación con Leah se plantó en su conversación. Vlas quiso poner a su prima al día, por eso le dio algunos detalles de lo que comenzaba a vivir con ella.
—Algo así, ella es la hija adoptiva de Rhys y Lara, sabes... Por lo que vamos despacio, tenemos bastante tiempo para hacer que funcione de una manera sana, y ella realmente me gusta, no quiero arruinarlo. —Dejó salir él.
—Oh, así que es Leah Foster, ¿Cierto? Esa chica es hermosa, la he visto en algunas fotos que vi de Rhys junto a Lara, siempre tenía esa duda de querer saber quién era ella, hasta que en una de las visitas de Rhys se me ocurrió preguntarle... Vaya, sabes todo lo que eso significa, ¿Cierto?
—Él no me lo ha dicho todavía, pero porque ha estado algo ocupado, no hemos tenido el momento de hablarlo... Pero Leah se lo iba a contar a Lara hoy, supongo que esta noche cuando volvamos a casa tendremos esa charla.
—Y sus palabras llegarán —rio Amelia.
Vlas sabía lo que eso significaba, era algo que tenía muy en claro apenas comenzar a salir con Leah, incluso antes, desde ese día en el cual le contó a Rhys que se habían besado. Su hermano parecía ser de aquellos a los que no les importaba tales situaciones cuando estaban definidas por sentimientos claros, Vlas entendía el hecho de que al él comprender a las personas más que nadie divisaba sus intenciones con Leah, y las veía sinceras, sin malas intenciones. Por esa razón no se entrometía en lo que sea que él y ella estuvieran comenzando, mientras no sufrieran, estaría de acuerdo.
De igual manera, conocía a su hermano, y desde lo sucedido con Leah el día de la coronación y su confirmación como la figura paterna de su vida ese vínculo entre ellos se volvió más profundo, para ella y para él. Eso involucraba muchas cosas, él no tenía la intención de jugar con Leah, no planeaba hacerla sufrir o lastimarla, se enamoró de ella hasta el punto de querer cuidarla toda su vida, sus sentimientos fueron intensos, tal vez por eso su relación pareció escalar tan rápido. Y entre todo eso que había sucedido en dos semanas, un pensamiento asediaba su mente día tras día: «¿Qué pensará Rhys?». Él era el padre de Leah, él amaba a Leah, él cuidaba a Leah, él sólo la quería verla feliz... Si algo le pasara en consecuencia a su relación, si algo salía mal, si no cumplía sus expectativas, si tan solo no funcionaba... ¿Rhys realmente dejaría pasarlo desapercibido, o aunque fuera su hermano el culpable de la tristeza de su hija haría algo al respecto?
—¿Tú crees? —preguntó Vlas.
No le tenía miedo a Rhys, sabía que no le haría nada, porque se conocían, y podía suceder cualquier cosa... Pero ante todo... ¿Era sensato no preocuparse por un desenlace así?
—No lo sé, es tu hermano, tú lo conoces más que yo, ¿Qué piensas? —le consultó su prima.
—Él siempre va a procurar la felicidad de Leah, pase lo que pase, sea quien sea, creo que si llegara a suceder algo entre nosotros que termine por afectarle a ella él no se quedará de brazos cruzados... Creo que mínimo tendríamos una charla —afirmó Vlas.
—Tal vez... Pero tú no serías capaz de lastimarla, ¿Cierto? Yo te conozco, Vlas, si estás enamorado de ella significa que estás preparado para entregarle el mundo de ser necesario... Así sucedió con Zenda años atrás.
—Así sucedería con cualquier persona, Amelia... Es la responsabilidad que tomo al aceptar tales sentimientos, si no soy capaz de tanto por esa persona significa que no soy el indicado, y realmente quiero ser el indicado para Leah.
—¿Alguna vez pensaste volver a enamorarte luego de lo sucedido con Zenda?
—Es algo que he pensado mucho... A veces me siento un poco desubicado, porque cuando estoy con Leah pienso en ella, y me molesta sentirme confundido, porque extraño a Zenda, pero no quiero hacer sentir incomoda a Leah, de igual manera, todavía no he podido superar a Zenda en su totalidad, es algo que tengo que trabajar, porque no quiero olvidarla, ella siempre vivirá en mi memoria, porque significó mucho para mí.
—No tienes que olvidarla para poder superar el dolor que te dejó su pérdida, sólo debes tomar los recuerdos más hermosos junto a ella e inmortalizarlos en tu mente con una sonrisa, porque fue lo que ella te dejó, fue lo que quiso para ti, y si su último deseo fue que fueras feliz significa que esté donde esté apoya tu relación con Leah... Sé que amaste a Zenda con tu alma, pero ese sentimiento se desvaneció junto con ella, y no puedes vivir el resto de tu vida atado al pasado, pequeño... Has hecho un buen trabajo saliendo adelante, entrenando, haciéndote fuerte y procurando proteger a las personas que quieres, comenzando algo con Leah, una relación basada en el respeto mutuo y el cariño, a pesar de tener dieciséis años y haber perdido lo que fue lo más importante en tu vida, afrontaste el mundo con tanto valor y voluntad que es increíble... No debes reprocharte nada, tampoco le debes nada a nadie además de ti mismo... Sigue el camino que quieres seguir, Vlas, lo que tú creas correcto, amando a Leah, apoyando a Rhys o procurando tu felicidad, tienes una larga vida por delante, no pretendas tirar todo a la borda, sé que no lo harás, porque eres capaz de ir adelante a pesar de todo, pero la vida es impredecible, y siempre debes tener esa idea en tu cabeza.
—Extrañaba hablar contigo, Amelia... Tus palabras... —musitó, bajando la mirada, necesitando reflexionar sobre sí mismo, sintiendo al mismo tiempo que a pesar de todo lo que había sucedido en su vida podía mirar al futuro con una sonrisa, intentando mejorar día a día, honrando el deseo de Zenda y sintiéndose orgulloso de sí mismo, pudiendo merecer el amor de Leah y el reconocimiento de su hermano. Quizás en el futuro tendría problemas, sabía que no iba a estar ausente de más situaciones como la de la coronación, sabía que tendría que enfrentarse a su padre junto a Rhys, que debía volver por Kora, y cumplir su propósito: Erradicar el Scire e ir contra el poder de un universo, siendo un simple humano. La ambición era necesaria, por eso, las palabras de Amelia eran exactas, y no iba a parar... Hasta que lograra ser feliz, y Zenda descansara en paz—. Debo seguir peleando, no sólo por mí, eso era una idea equivocada, debo pelear por aquellos que creen en mí, no tiene sentido hacer todo por uno mismo, la vida es más hermosa si se comparten los buenos momentos... Creo que ese fue el mensaje que ella me quiso dejar realmente, mi vida depende de mí, pero mi vida no soy yo solo... Así que no puedo velar únicamente por mi bienestar, debo protegerlos a todos... Inclusive a Rhys.
—¿A Rhys? —preguntó Amelia, confundida.
—No voy a dejarlo solo... Él ya ha tenido que cargar con ese peso en solitario por mucho tiempo, estaré ahí para él, no importa lo que él piense o quiera, le prometí acompañarlo en su sueño, caminar a su lado hasta el fin del viaje... Si él es capaz de todo eso por nosotros, alguien al menos debe ser capaz de algo más por él también... Y pretendo ser esa persona.
—Salvar a la persona más fuerte del mundo... A la única que parece no necesitar ser salvado.
—Claro que lo necesita... Lo necesitó desde que nació, y antes de que todo se venga abajo y él se pierda en su soledad otra vez, le daré mi mano... Y le mostraré el camino... Es lo mínimo que puedo hacer por él... Por el único hermano que me queda... Por la persona que más amo en este mundo.
Mientras tanto...
Remia, Ajax, Parlamento - 20 de Abril - Año 526
—¿Por qué me miran? ¿Nunca antes me vieron? —murmuró Rhys, algo molesto.
Ser asediado por tantas miradas era algo a lo que estaba muy acostumbrado, aunque eso no significaba que siempre que sucedía lo tomara como parte de su persona, a veces sólo quería sentirse invisible y pasar desapercibido ante el mundo entero, por más imposible que eso sonara, porque aunque tuviera todo el poder para hacerlo, no se podía permitir tal deseo, desaparecer era inadmisible, desaparecer era una sentencia destinada a la destrucción, para todos... Y no podía suceder.
—Es Rhys Windsor... Ha vuelto.
Oyó los cuchicheos de los empleados del Estado que trabajaban en el Parlamento.
Había olvidado lo largo que era el camino desde la entrada la oficina del Primer Ministro, y entre tantas paredes de piedra blanca, retratos de personas importantes, puertas de madera con carteles de diferentes secciones, y techos tan altos como el de una torre, se sintió en un lugar desconocido, aunque hubiera estado ahí tantas veces en el pasado, pero habían transcurrido diez años desde la última vez que visitó el lugar... Pensó que nunca volvería.
—Windsor... —lo llamaron.
«Carajo», pensó. ¿Por qué él estaba en ese lugar?
—Windsor, tanto tiempo... Has vuelto.
Esa voz cada vez estaba más cerca de él
Rhys no quería darse la vuelta, pero como lo había pensado antes, no podía pasar desapercibido, y tomó ese riesgo de verse descubierto en algún momento... Pero justo por él.
—Jake —dijo, dándose la vuelta... Y ahí estaba... Su mejor amigo.
Jake Lauren fue, cuando vivía en Remia, su mejor amigo... Su único mejor amigo, junto con Ashley. Conoció a Jake en su último año de primaria, y justo ambos quedaron en la misma clasificación en los exámenes de ingreso en secundaria, desembocando en que acabaran en la misma clase. ¿Qué no llegó a conocer Jake de él? Fue tanto que compartieron juntos. Con él fue con quién más charlas sobre sí mismo llegó a tener, nadie lo entendía como Jake, nadie le hablaba como Jake, él siempre lo bajaba a la realidad, le dejaba cosas en claro que nadie hacía, y que a él mismo le molestaba oír, pero que necesitaba, porque si nadie lograba ponerle un freno, su ego lo iba a consumir, como sí pasó al final... Cuando Jake no estuvo más a su lado.
Fueron amigos por años, casi toda la secundaria, hasta final de preparatoria, entre todos esos años tuvieron miles de desencuentros y peleas, casi siempre se llevaban la contraria en opiniones, Rhys era terco, y Jake no era una persona que aceptara todo lo que su amigo quisiera sin refutar nada, no era su adulador, era su amigo, por esa razón Rhys lo apreciaba tanto también, Jake siempre sabía cuándo debía ponerse de su lado y cuándo no... Eso era lo que nadie sabía hacer. Ni su familia, ni Ashley... Tal vez Lara, pero con ella nunca era pedante ni demasiado obstinado... Porque sabía que a ella no le gustaba que actuara así.
Cuando tenía dieciséis, Rhys comenzó la universidad dos años antes que cualquiera de su generación, por lo tanto, dejaron de verse mucho, aunque él seguía unido a su grupo de amigos a través de Lara, quien seguía en preparatoria. Eran ellos cuatro, y nadie más. Jake había comenzado a salir con Ashley luego de una relación fallida con Deborah, y él salía con Lara.
Todo sucedió rápido ese último año que vivió en Remia. Sabiendo que debía separarse de Lara, Rhys comenzó a pasar mucho más tiempo con ella que con todos los demás, creyó que a Jake no le importaría mucho el hecho de que lo dejara de lado por un tiempo, estando tan concentrado en su relación con Ashley tanto como él con Lara.
Lara se fue a inicio de año, cuando comenzó la universidad, y lo dejó solo en Remia, en ese momento Rhys pensó en volver a juntarse con Jake, pero él estaba en otro lugar en ese momento, entre algunos problemas con su familia, así como su relación con Ashley y sus estudios. Su amistad ya no era la misma, ambos estaban concentrados en sus propias vidas, en lados contrarios. Rhys en su preparación para ser rey, y Jake presionado para que se hiciera cargo del negocio familiar... Destinos que ninguno quería.
Demian murió a mitad de año. Rhys lo perdió todo. No había nadie a su lado. Nadie que pudiera darle un poco de consuelo. Ni Lara, ni Ashley... Ni Jake.
La última vez que se vieron fue en el funeral de Demian. Rhys estaba enojado, con todos y con todos... No sabía con quién desahogarse, así que lo hizo con él... «¿Por qué no estuviste ahí? Te necesitaba... Eras mi mejor amigo». No era una pregunta que necesitara demasiada respuesta: «Rhys... Tú lo quisiste así», le respondió su amigo... Su antiguo amigo.
Y así fue, Jake tenía razón... Él lo quiso así. Por lo tanto... No necesitaba a nadie más en su vida... Y al final, todo se vino abajo. No se despidió de Ashley. No se despidió de Jake... Sólo los dejó atrás. Porque sabía lo mal que había actuado con ellos cuando ellos sólo lo quisieron ayudar. Pero él no necesitaba la ayuda de nadie... No la quería... Creyó que nadie entendía su dolor... Y encerrado en este mismo, abrazó la oscuridad... Su mayor perdición.
Su amistad con Jake fue de las mejores cosas que tuvo en Remia. Siempre se arrepintió de dejarlo atrás, de cómo todo acabó... Ese final nunca le hizo honor a lo que realmente fue. Todavía lo apreciaba, pero supo comprender la vida, y el hecho de que todo lo que comenzaba en algún momento debía terminar, y lo vivido en Remia fue sólo una etapa de su vida... Tal vez la mejor... Pero una etapa al fin y al cabo. Una etapa que ya no iba a volver.
Aunque él sí... Y ahí estaba... Frente a él.
—Vaya, creí no volver a verte jamás... ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Once años? —preguntó Jake.
—Mas o menos... —respondió Rhys, notó un cierto análisis en la mirada de Jake—. ¿Sucede algo? —preguntó.
—Nada, es que... El príncipe de Remia ya no es el mismo, ¿Cierto? —preguntó Jake.
Rhys sonrió al notar la gracia en su voz. Aunque esa confianza que existió entre ellos se desvaneció luego de haber abandonado Remia, al parecer todavía quedaban resquicios de tal estrecha relación.
—¿Tú qué crees? —Rhys lo miró, y la reticencia se apoderó de su pregunta.
—No es lo que creo, Rhys... Es lo que veo. —Sonrió Jake.
Después...
Remia, Ajax, Distrito Neon - 20 de Abril - Año 526
—Por cierto, ¿Qué hacías en el Parlamento? —preguntó Rhys, empujando ligeramente su jarra de cerveza vacía hacia el posavasos de la mesa.
—Deborah me envió a buscar algunos documentos que le pertenecen a su familia, me crucé con tu padre... Ni siquiera me saludó —respondió Jake, dándole un sorbo a su jarra de cerveza.
—Sí, era de esperarse —rio Rhys—. Así que Deborah, eh. —Esbozó una sonrisa.
—Sí; Deborah, Chelsea y Brad... Mi familia —respondió Jake, con un gran orgullo haciendo presencia en su rostro y su voz.
—¿Tienen hijos? Wow, felicidades, formaste una gran familia, Jake.
—Gracias, Windsor... Pero tú no te quedaste atrás, ¿Cierto? Lo de casarte con Lara nunca fue una broma —dijo, entre risas.
—Bueno, creo que siempre fui muy obvio, aunque pasó mucho en ese lapso de tiempo desde que abandoné Remia hasta que nos casamos, creo que casarnos fue un dictamen necesario para asumir que ambos nos amábamos con el alma, y que no nos íbamos a separar jamás... Y luego de eso, bueno... Hemos llegado lejos, juntos.
—Sí, vi por ahí la noticia de que van a tener un bebé... Felicitaciones —indicó Jake.
—Gracias... Pero ya tenemos una hija de hecho —aclaró Rhys.
—¿Sí? —Jake lo miró, sorprendido y con curiosidad.
—Leah, la adoptamos hace algunos años, luego de la guerra, sus padres tuvieron un accidente y ella quedó huérfana... Conoces a Lara, no se quedó tranquila al enterarse de eso, y le abrió su corazón... La ama con su alma —declaró Rhys. La imagen de su esposa y su hija llegó con rapidez a su mente... Adoraba demasiado hablar de ellas, con orgullo.
—Claro que sí, me lo podía esperar de ella... ¿Cuántos años tiene? Porque eran jóvenes todavía, ¿La guerra no terminó hace seis años? —indagó Jake.
—Sí, éramos jóvenes, e inexpertos... Lara tenía veinticinco y yo tenía veintitrés... La niña tenía doce años, hoy en día ya tiene dieciocho —respondió Rhys.
—Espera, ¿Están criando una adolescente? —La sorpresa se apoderó del áspero rostro de Jake—. ¿Una adolescente más como tú o como Lara? —Comenzó a reír.
—Vaya, es complicado decirlo... No lo sé... Como Lara... Supongo —dijo, algo dubitativo. En realidad Leah era Leah, como ella, como nadie más, de hecho, lo que más resaltaba de la chica era lo autentica que era, por lo que compararla con otra persona, sin importar quién fuera, podría parecer una tontería—. Lo digo sólo para no sentenciar a la chica, por Sun, ¿Imagínate ser un adolescente igual a mí? En realidad ella es bastante única.
—Ya veo. —Jake movió su cabeza, asintiendo ligeramente—. Es extraño que seas tan autocrítico contigo mismo... No es por criticarte, ni nada por el estilo, pero siempre te creíste el último vaso de agua del desierto, Rhys, ¿Qué pasó?
—Tantas cosas... Pero todo se resume en Lara en realidad... No iba a perderla de nuevo, no luego de todo lo que nos sucedió... Y cuando decidí tomar su mano y pedirle que compartiéramos nuestra vida, me dediqué a ella, en su totalidad, sólo importa ella, nadie más... Lara es mi mundo, Lara es mi realidad. —Entre tantas palabras dedicadas al amor de su vida, dio algunas miradas a Jake frente a él, él estaba casi atónito—. Perdón, seguramente me estés viendo como un maníaco con una inmensa devoción por su esposa en este momento... A veces me pasa cuando hablo de ella.
—Para nada —soltó Jake, también dejó salir una corta risa—. ¿Es normal que diga que en realidad me lo esperaba? O sea, es Lara, la amas desde que la conociste más o menos, hace catorce años... Todos estábamos ahí, Rhys... Todos lo sabemos.
—Nunca creí en eso del amor a primera vista, pero... Creo que con Lara me sucedió... Fue extraño, y tuvimos muchas charlas sobre eso, ¿Las recuerdas? Eran hilarantes, era yo hablando por horas sobre lo mucho que me gustaba el cabello de Lara, o los ojos de Lara, o la sonrisa de Lara.
—Lo mucho que te gustaba Lara prácticamente —Jake lo interrumpió, sin parar de reír.
—Exactamente. —Las risas de Jake lo contagiaron.
—Por Sun, eran buenas épocas —Jake suspiró, cuando pudo parar de reír—. ¿Has sabido algo de Ashley? —preguntó, con cierto interés.
—Supongo que te refieres a la princesa de Fons —Rhys corrigió, alzando su dedo índice.
—Cierto... Por Sun, ¿Te lo hubieras esperado? Ella, princesa... La vida da muchas vueltas.
—Y tú saliste con ella... Qué cosas.
—No debería decir esto, porque tengo esposa e hijos, y todo lo que sucedió con Ashley ya es pasado... Pero... A veces pienso mucho en ella, todavía la recuerdo perfectamente... A veces veo noticias de ella por internet, sobre su reino de hecho... No lo sé... Me imagino cómo hubiese sido mi vida si no ella no se hubiese ido. —Jake alzó su mirada, perdiéndose en la melancolía. Bajo la atenta mirada de Rhys—. ¿Qué digo? Se me ocurren cada cosas —agregó, intentando dejar de lado lo que había dicho antes.
—Te entiendo, Jake... Ashley fue una persona muy importante en tu vida... Y tú la quisiste mucho, es normal pensar en eso —declaró Rhys.
—¿Y Deborah? Yo la amo, es la mujer con la que elegí casarme, con ella comparto mi vida, tengo dos hermosos niños, que son mi mundo... No creo que se merezca que tenga tales pensamientos... ¿Qué pensaría si se enterara? ¿Cómo se sentiría? No lo sé, si yo estuviera en su lugar me sentiría menos, ¿Cómo puede ser que la persona con la que estoy casado se sienta tan inconforme con su vida a mi lado? —Jake se sintió incluso agobiado cuando todo eso llegó a su mente.
—¿Sabes? Me ha pasado, eso de pensar como hubiese sido mi vida si en lugar de Lara hubiese elegido a otra mujer... A Artemisa por ejemplo... Y no lo sé, son idealizaciones demasiado alejadas de la realidad, siempre intentamos ver el lado bueno ya que no nos acostumbramos a aceptar que la vida no es siempre color de rosas, y que, haya sido la persona que está a tu lado, u otra que dejaste atrás... Los problemas existirían de todas formas... La relación a veces se sentiría estancada, existirían las discusiones, los celos, las inconformidades... Sería lo mismo... Nosotros seríamos los mismos.
—Cierto... Aunque... Todo lo que viví con Ashley, fue hermoso, fue una muy bonita etapa... Ella... —Miró a Rhys, dispuesto a hacerle esa pregunta, pero, ¿Quería saber la respuesta?
—¿Ella? —Rhys notó que él se había quedado en silencio cuando estuvo a punto de decir algo más.
—¿Ella todavía se acuerda de mí, cierto? —preguntó.
—Lo hace... Pero ella ya entendió que todo lo que pasó, ya pasó, y que no va a poder volver atrás para recuperar aquello que se perdió, para arreglar lo que no funcionó... Ella no para, Jake... Sólo sigue adelante, siempre fue así —respondió Rhys.
—Sí, ella siempre fue así. —Jake sonrió—. Por cierto, entre toda esta extraña charla que hemos tenido creo que olvidamos el motivo principal por el cual venimos a este lugar... Y eso que te lo dije —señaló, cambiando de tema.
«El príncipe de Remia ya no es el mismo». Rhys recordó lo que Jake le había dicho un rato antes apenas cruzarse en el Parlamento. Él le propuso ir a un bar, tener una charla para ponerse al día, pero Jake tenía razón, habían hablado de muchas cosas, menos de lo que realmente habían ido a hablar.
—Es que fueron diez años... Y pasó mucho —expuso Rhys, su mirada ciertamente decidió bajar, todavía tenía que poner en su mente esos recuerdos, aquellos malos... Aquellos buenos—. He tenido que encargarme de demasiadas cosas, mis responsabilidades muchas veces me sobrepasaron, seguí un camino que creí necesario... Pero que nunca fue así.
—Como ese que ibas a seguir cuando creías que tu destino era ser un rey —recordó Jake.
—Tú lo sabías, te lo dije mil veces... Fue lo último que viste de mí... No lo sé, el pasado es pasado, hay cosas que me afectaron, que me llevaron a tomar decisiones erróneas que marcaron en demasía mi lugar en este mundo actualmente... Pero en realidad, la mayoría de decisiones las tomé bajo mi propio juicio... Por eso no intento echarle la culpa a nadie, y si ya no soy el mismo... Es porque fui yo el que decidió lo que era mejor para mí.
—Ese día, en el funeral de Demian... Me dijiste algo. —Jake lo tenía presente—. ¿Lo recuerdas?
«Claro que lo recuerdo», Rhys pensó. Lo que le había dicho fue una sentencia que repitió hasta el hartazgo en su pasado, como justificación a su propia autodestrucción, relegando todo lo que lo hacía sentirse humano a un segundo plano... Sólo para dejar de sentirse culpable con cada acto cruel que cometió... Fue la puerta de entrada a su caída a la oscuridad... Su mayor pecado.
—«No quieren terminar en el lugar que voy a terminar yo... Están mejor lejos de mí» —dijo Rhys, repitiendo exactamente cada palabra de lo último que le dijo a Jake... A todos.
Eso le erizaba la piel. Eso estremecía su cuerpo. Lo hizo tragar saliva varias veces, no queriendo decirlo en serio de nuevo... Jamás. Aquel que pensara que dejar en claro eso era algo necesario no tenía ni idea, no iba a saber jamás las consecuencias que vivir en base a tal pensamiento acarrearía... No conocería su perdición hasta que se viera a sí mismo en el fondo del pozo... Y no hubiese vuelta atrás... Arrepentido. Condenado. Por siempre... Sin salvación... Un demonio que sufriría por la eternidad... En la oscuridad... En la soledad.
—«Te equivocas, no es así», te respondí... ¿Y qué pasó, Rhys? Al final, ¿Quién tuvo la razón? —preguntó Jake.
—No me equivoqué sólo con eso, Jake... Me equivoqué con muchas cosas... Nunca te pedí perdón por todo lo que dije esa vez, ni por lo que pasó luego, ni por nada... Nunca te agradecí por ser mi mejor amigo en esa época, y mantenerme a flote, cuando yo sólo quería hundirme... Fuiste una parte fundamental de lo que hoy en día es Rhys Windsor, y todavía le tengo demasiado aprecio a todo lo que vivimos juntos... Todavía te tengo aprecio a ti, fue muy bonito que hayas sido mi amigo, Jake Lauren.
—¿Sabes, Rhys? Yo no necesito tus disculpas, no necesito tu agradecimiento... No necesito que tú me dejes en claro tu arrepentimiento por lo que sucedió entre nosotros, porque las cosas pasan, y la vida es así... Yo sé que nunca tuviste la intención de dañar a nadie, y me quedo con eso, con ese Rhys, y me siento bien y aliviado hoy en día, al verte tan bien, felizmente casado y con una familia, ya que eso significa que al final, no supuse mal, y que esa persona a la que consideré un amigo, siempre fue él mismo conmigo, y nunca me mintió... Claro que te tengo aprecio, Rhys... Siempre lo tendré, te admiré por mucho tiempo, vi muchas cosas que nadie vio de ti... Y me quedo con los buenos momentos... Me quedo con el recuerdo de esa entrañable amistad.
Rhys sonrió... Jake le devolvió la sonrisa. Ninguno dijo nada más. Eso era suficiente. Jake siguió bebiendo su cerveza hasta finalizarla, con su mirada colgándose en la ventana. Rhys hizo lo mismo. Ambos apreciaron el lugar, las afueras del bar estaban repletas de gente. Aunque a ambos le llamó la atención lo mismo: Ese grupo de adolescentes, dos chicos y dos chicas, se iban divirtiendo por la calle, riendo entre ellos, con uniforme de colegio... Casi como un espejo... Casi como revivir esos momentos. Fue nostálgico.
—¿Otra ronda? —preguntó Rhys, apuntando con su dedo las jarras vacías.
—Claro —asintió Jake.
—Camarera —Rhys la llamó, alzando su mano—. Una más.
Más tarde...
Remia, Crystel, Residencia del Clan Windsor - 20 de Abril - Año 526
—Ey. —Rhys se asomó por el espacio de la puerta de la cocina.
Vlas y Amelia se encontraban concentrados en su charla. La primera en percatarse de su presencia fue Amelia, que justo alzó su mirada y lo vio parado bajo el umbral de la puerta.
—Tu hermano —le dijo a Vlas, moviendo su cabeza en dirección a la puerta.
—Rhys. —Vlas se dio la vuelta—. Volviste.
—Sí, y ella también. —Rhys caminó hacia dentro del comedor, en este había una ventana que daba justo hacia la entrada de autos de la mansión. Así, corrió la cortina, y llamó a Vlas con su mano—. El auto está llegando al estacionamiento —señaló—. Ven conmigo a la entrada, le daremos la bienvenida.
Rhys abandonó el comedor rápidamente. Vlas salió detrás de él, casi a la misma velocidad que su hermano. Estaba por ver a su madre de nuevo, luego de nueve meses podría lograr apreciar ese rostro que tanto extrañaba.
—Por aquí, le daremos una sorpresa —indicó Rhys, colándose por uno de los pasillos que llevaban a la sala—. Quédate ahí, ella entrará por la puerta principal, pero no logrará verte —dijo.
La puerta principal daba de lleno al vestíbulo, desde ahí, se partía en cuatro pasillos, dos al fondo, uno a cada lado de la escalera principal, y el los otros dos se enfrentaban, uno a cada costado. El de la derecha llevaba a la sala de estar, desde ahí seguía a otras habitaciones de la mansión, como las salas de descanso y los demás pasillos que se unían con la salida. El de la izquierda llevaba a la cocina, y por consiguiente al comedor. Este finalizaba en la puerta de salida trasera, que conducía al patio trasero.
Vlas quedo parado en este, entre la separación del vestíbulo y la cocina, un pequeño espacio de no más de dos metros de largo... Expectante, con una intensa alegría interiorizada... El momento ya llegaría, estaba por estallar.
—Volvimos —avisó Dyna, luego de abrir la puerta. Detrás de ella caminaban Clio y Theresa, además de los gemelos—. Hay reunión —dijo, al percatarse de que su esposo y su hija estaban esperándolas en la entrada... Junto a su sobrino.
Clio caminó más rápido, tomando la delantera. Sabía que no había visto mal, esos ojos, ese cabello... Era él... Era su hijo.
—Cariño... —apenas musitó cuando logró ver su figura detrás de su hermano. Rhys dio dos pasos hacia delante, llegando a ella antes que ella a él—. Estás bien —confirmó, cuando logró alcanzar su rostro con sus manos. Vaya calidez.
—Estoy bien, mamá... Te lo dije cuando me llamaste —señaló su hijo, esbozando una tierna sonrisa. Ella amaba cuando él hacía eso, era tan aliviador—. ¿Te encuentras bien? —preguntó.
—Sí, sólo estaba preocupada por ti, desde lo que pasó en Ash, y todo eso, sé que estabas bien, pero, ¿Quién sabe? Pueden suceder muchas cosas —aclaró ella—. ¿Están todos bien? Lara, el bebé... Leah... ¿Vlas? —preguntó.
—De hecho... ¿Por qué no lo confirmas tú misma? —Rhys ligeramente giró su rostro a la izquierda.
Clio lo miró confundida, pero, sin pensarlo mucho, hizo lo mismo que su hijo... Y gracias a Sun lo hizo, porque lo que vio... Quizás fue lo más hermoso que pudo ver en tanto tiempo. La alegría, la nostalgia, el amor... Todo invadió su cuerpo en un instante... Quiso salir corriendo hacia él... Quiso tanto... Pero sólo pudo sonreír, mientras esas lágrimas de felicidad caían por su rostro.
—Vlas. —La voz de Clio tembló, estaba tan feliz que ni siquiera podía controlar su emoción.
—Hola mamá. —El chico sonrió también, pero no pudo moverse. ¿Iba a llorar? Estaba tan feliz como su madre.
—Mi amor. —Clio no tardó mucho en darle un abrazo, lo más fuerte que pudo, tan anhelado... Tan aferrada... Lo había extrañado demasiado—. Tú también estás bien.
—Mamá... Te extrañé —declaró Vlas. ¿Cuándo pasó a ser más alto que su madre? Ella apenas llegaba hasta debajo de su barbilla, en sus brazos parecía tan pequeña, nunca se sintió así con ella... Como protegiéndola.
«Anhelaba esto... Siempre lo hice... Sólo quería... Amar y cuidar a mamá».
Después...
—Y nuestro primer beso fue en el patio trasero de la casa de Lara, fue hermoso, era un campo de rosas, pero no importó mucho, sólo me concentré en su rostro... No sé cómo sucedió todo, mamá... Pero Leah... Leah es una gran chica, y yo caí a sus pies.
Fueron apenas unos minutos que pasaron hasta que se sentó con su madre en la mesa del comedor. Ella le preguntó qué había pasado en los nueve meses que estuvieron alejados. Y él, la puso al día con todo. Cada detalle. Desde esos primeros meses donde estuvo hundido en su dolor, la ayuda de Leah, su entrenamiento, lo bien que se había comenzado a llevar con los chicos, el reforzamiento de su relación con Rhys y su admiración por Lara. Y cómo no... Su romance con Leah.
—¿Sabes? Cuando estaban en Remia, esa noche... Yo sabía que a ella le gustabas, Vlas... Tal vez ella misma no se había dado cuenta, pero puedo asegurar que así fue, y estoy tan feliz de que hayas encontrado en ella eso que buscabas... Ella es una chica tan linda, y empática, y si le gustas, significa que hará de todo por ti... No la pierdas, pequeño... Ella es invaluable —aseguró Clio, recordando todo aquello que pensó de la chica la primera vez que la vio.
Sabía que algún día llegaría el momento en el que Vlas se diera cuenta que todo eso que ella hizo por él meses atrás, cuando estaba atrapado en su decisión y su amor por Zenda, no fue insignificante... Ella lo hizo porque lo quería, porque le importaba... Tal vez ella no se lo había dicho a él... Pero a ella sí se lo dejó en claro.
—Mamá... Hay algo que te quiero preguntar —dijo Vlas, jugando con sus dedos, algo nervioso, como vergonzoso.
¿Iba a hablar de eso con su madre? En realidad, ella era la única que podía confirmárselo... Tal vez encontró tal seguridad en ella. Sí, era eso... Quería que sólo ella se lo dijera, porque ella era, en todo el mundo, la persona que más esperaba que él fuera feliz, y dijera lo que le dijera, siempre sería por su propio bien
—Claro, mi amor... ¿Qué pasa? —preguntó Clio, dispuesta a despejar las dudas de su hijo.
—¿Es muy temprano para asumir que la amo? —consultó.
Amar a Leah, claro... En realidad, amar a alguien no era tan complicado para él, ya que él tenía una visión del amor acoplada a su propia personalidad, aquella que le hizo saber a Zenda ese día, cuando prometieron nunca dejar de amarse, sin saber lo que el destino les aguardaba. Pero era eso, ese era el amor para él, y todo lo que le dijo a Zenda, comenzaba a sentirlo en torno a Leah también, y no creía que fuera tan descabellado asumirlo. Sin embargo, él no quería apurarse, no quería que ella se sintiera arrinconada a responder tales sentimientos tan temprano.
—Vaya, qué pregunta —dijo Clio, riendo—. ¿Sabes, pequeño? Puedes amar a una persona sin siquiera haberla conocido de hecho, el amor es ambiguo, por lo tanto, cada uno tiene su propio pensamiento de este... ¿Tú conoces el tuyo, cierto?
—Claro que lo hago —Vlas respondió, seguro. Le hizo un poco de gracia que su madre dijera eso apenas él terminar de pensar sobre lo mismo. Sólo las madres eran capaces de cosas así—. Yo amé a Zenda mucho tiempo, mamá... Y nunca me equivoqué en sentimientos.
—Y lo que sentiste por Zenda, ¿Es algo parecido a lo que estás sintiendo por Leah?
—Tal vez... No creo que del todo, Rhys me dijo que ellas jamás serían comparables, y yo lo asumí así también, Leah es Leah, y Zenda fue Zenda... Pero el amor sigue siendo amor, por lo que sentirlo por una persona u otra no es tan distinto.
—Entonces... Si amas a Leah, ¿Por qué crees que es temprano para asumirlo? —Clio lo miró, con curiosidad. Su hijo era inteligente, seguro tenía una respuesta interesante para proponer.
—Porque no sé si ella siente lo mismo, y si ella no siente lo mismo, ¿Qué amor puedo merecer para devolverle el mío? —preguntó el chico, ciertamente inseguro.
—Así que crees que para amar a alguien esa persona debe hacerlo contigo también... —Clio asumió. Sabía que dijera lo que Vlas dijera iba a ser interesante.
—Claro, el amor es amor cuando es mutuo, el amor de un solo lado no es amor —aseguró Vlas.
—Eso es cierto hasta cierto punto, el amor de un solo lado es más bien... Necesidad... O devoción... Sin embargo, amar es amar, no importa el sentido que tome, viéndolo de esta forma: ¿Qué te hace pensar que ella no siente lo mismo? ¿O no lo ve de la misma manera?
—No lo sé. —Era cierto que no lo sabía, pero... Fue ella quien le propuso comenzar a salir, ella empezó todo, él sólo... Sólo fue atrapado por esa atrevida personalidad, esa osadía que le dio un gran encanto... ¿Él se enamoró de ella antes? ¿O fue al revés?—. Tu dijiste que sentiste que a ella le gusté antes, ¿Cierto?
—En Remia —respondió Clio—. ¿Por qué lo preguntas?
—Mamá... Si ella me amara... Yo se lo diría... En serio... Se lo haría saber —dijo, demasiado decidido, aunque, ¿Por qué tenía cierta sensación de incertidumbre?
—Y hazlo... ¿Qué puedes perder?
—A ella... Si no es lo que siente, me verá extraño... Y todo se acabará sin haber comenzado. —Ahí estaba, de ahí venía tal sensación.
—Lo siente, Vlas... Claro que lo hace... ¿Se preocupa por ti?
—Mucho. —Vlas sonrió—. Siempre está ahí, preparada para darme una mano en lo que sea, me ayuda demasiado.
—¿Le gusta pasar tiempo a tu lado?
—Seguramente, es ella quien siempre propone salidas, siempre se abre cuando estamos solos, me cuenta cosas de ella, de su pasado... Sus sentimientos.
—¿Ha dejado en claro que sólo te quiere a ti?
«Quisiera que esos ojos verdes iluminen mi camino toda la vida». Vlas recordó eso, casi al instante en el que su madre le hizo esa pregunta... ¿Cómo lo había olvidado? Pasó tan desapercibido esa vez que creyó que sólo era una broma de su parte, y en realidad, estaba demasiado presente en su mente. Le encantó oírlo... Y esa metáfora... ¿Era un sinónimo del amor?
«Toda la vida... Toda la vida», se repitió en su mente. Nadie sería tan audaz como para declarar con tanta seguridad algo así si no amara a la otra persona. Si Leah lo amaba, tal sentencia era la mayor prueba... Y él... Él podía aferrarse a esa sensación de encanto que le causó oírlo... Si ella lo hizo sentir así... Era amor... Y fue una respuesta a su propio accionar... Aquel que ella dijo: «Iluminar su camino». Ella lo quería a su lado... Ella... ¿Lo amaba?
—Sí... Lo ha hecho —asintió.
—Entonces, ¿Qué más queda? ¿Qué más necesitas para darte cuenta de que ella siente lo mismo que tú? —Clio estiró su mano sobre la mesa, y tomó la de su hijo. Él alzó su rostro luego de un largo rato en el que había estado cabizbajo, como pensativo—. ¿Amas a Leah, Vlas? —le preguntó. Sus ojos verdes brillaron. Le recordó a las tantas veces que habló con Rhys sobre Lara... Era la misma reacción... Todos sus hijos sentían de la misma forma... Claro que él amaba a esa chica... Los Windsor no mentían cuando de amar se trataba.
«Siempre que me necesites estaré ahí». «Te quiero a ti, Vlas... A ti y a nadie más». «Quisiera que esos ojos verdes iluminen mi camino toda la vida». Cada una de esas declaraciones, se las había dicho ella... Y fueron afirmaciones tan progresivas en cuanto a su relación, que incluso se sintió estúpido por no haberse dado cuenta antes... Ella, siempre se lo hizo saber... Y él... Tardó mucho en darse cuenta. Recordó ese día en Remia, en el hospital... Ella lloró cuando él le dijo que necesitó su compañía... Recordó su última sonrisa en Remia, lo que estuvo a punto de decirle. Todos esos detalles estaban ahí, y siempre estuvieron en su memoria... ¿Por qué los dejó pasar? Fue tonto... Porque ella... Ella lo amaba incluso antes de él hacerlo... Incluso... Desde ese día... El de su primer abrazo.
«Leah... Que inocente que fui... Lo siento... Lo siento por no haberme dado cuenta que correspondía tus sentimientos... Perdón... Yo... Te amo... Sí... Hace mucho tiempo».
—Sí, mamá. —Apenas esbozó una sonrisa... Convencido... Con sus sentimientos tan vivos... Tan a flor de piel—. Amo a Leah.