Remia, Dunch, Distrito Central - 1 de Junio - Año 525
—Sucedió —musitó Rhys.
Había terminado su combate de una manera arrolladora. Acabando con todos aquellos rivales que se le cruzaron por el camino. Pero apenas se desconectó de su pelea se percató de esa señal que provenía desde Crystel, eso era nuevo... Y él sabía lo que significaba.
—No sé si halagarte por lo que acabas de hacer o comentar algo al respecto de lo que ambos nos acabamos de dar cuenta —soltó Cole aterrizando a sus cercanías.
Rhys no se dio la vuelta.
—Me has tenido aquí por algo... ¿Dónde está Rygal? —preguntó Rhys notando el hecho de que la barrera en su casa ya había sido desactivada, pero eso más que ser culpa de Rygal había sido culpa de Vlas. El estallido de poder que fue absorbido por él rompió su sello.
—No lo sé, yo estoy aquí porque quería probarte, pero no creo que sea una buena id...
No terminó de hablar porque algo impidió que su voz saliera.
—Mírame maldito... Si te mato ahora ya no necesitarás seguir probándome, creo que eso sí sería una buena idea —declaró Rhys, apretando su cuello con fuerza.
Cole no lo había visto venir, apenas había aparecido a su lado y ya lo estaba estrangulando. Él apretó las manos de su hermano intentando zafarse del agarre, pero ni aunque usara todas sus fuerzas, que en ese momento se le era imposible, no podía hacer nada. Rhys siguió mirándolo con frialdad, devorando a cada segundo su fuerza, hasta que no apretó más... Y lo soltó.
—No voy a perder tiempo contigo... No tienes la culpa de estar en el lugar el cual estás, quise ayudarte hace mucho tiempo Cole, pero decidiste tomar otro camino... No puedo hacer nada para desviar tu rumbo, solo dirígete hasta tu muerte, por lo que veo es lo que más anhelas —declaró Rhys alzándose ante Cole, con una leve mirada de decepción, mientras este se retorcía en el suelo entre arcadas y tos.
—¿Quién lo diría? A Rhys Windsor le dio un ataque de misericordia... Te has vuelto blando, Niño Maravilla —dijo una voz a sus espaldas.
Rhys sabía quién era, pero antes de darse la vuelta y retroceder diez pasos en su avance, solamente rio y desactivó su Scire.
—Te acabo de hacer un favor no matándolo, espero lo tomes como lo es, porque la próxima vez no tendré piedad —respondió comenzando a elevarse lentamente, debía ir a por Lara para luego dirigirse hasta su casa... Si dejaba más tiempo solo a Vlas este se volvería loco.
—Clio no se encuentra en casa, ella ya sabe lo que acaba de suceder, y la madrugada dejó paso a un ligero ambiente de tragedia... Si vas a ir por Vlas te recomiendo cuidar tus espaldas, Rhys... No debes de confiarte tanto —dijo Rygal.
Rhys sintió un leve tono de ironía en su voz, por eso no pudo evitar reír de nuevo.
—¿Acaso eso fue una amenaza? Por favor Rygal, deja de soñar... Has amenazas cuando tengas el poder para cumplirlas, porque si lo haces en este momento sólo lo tomaré como un chiste. —Activó su energía para ampliar su velocidad y dirigió su mirada a su padre una última vez—. La guerra ya comenzó Rygal, espero estés preparado —añadió, antes de desaparecer sin más.
—Así es, Rhys Windsor... Créeme que lo estoy —aseguró Rygal, esbozando una media sonrisa arrogante—. Desde hoy... Todo cambia.
Después...
Remia, Crystel, Apartamento «104» - 30 de Junio - Año 525
Rhys entró a toda velocidad al apartamento de Lara. Pero este estaba en silencio, a oscuras... No sintió ningún rastro de energía tampoco... Era imposible que estuviera vacío, porque Leah había estado ahí toda la noche. Fue ahí cuando recordó las palabras de Rygal, y que el sello se había desactivado antes de él comenzar su pelea... Conociendo el poder de Rygal, acabar con ellas no le hubiera tomado más de un instante... Y no... No podía ser verdad... ¿Por qué?
«Mierda». Comenzó a agitarse, al momento de empezar a recorrer los pasillos, y las habitaciones... Pero nada... La preocupación ya no era preocupación, era miedo, era ansiedad.... Era terror... Su mente no ayudaba nada tampoco, ¿Por qué eso tuvo que ser lo primero que pensaba? Justo en ese momento, con lo sucedido con Vlas también... Todo se le iba a venir encima, ¿Y qué haría?
—Maldita sea, ¿Dónde están? —su desesperada voz rogó respuesta... Casi al borde del pánico.
—Rhys...
Esa voz.
—Lara... —Volteó su mirada hacia el pasillo que se encontraba a su izquierda, ella salía de una de las habitaciones.
—¿Qué haces aquí? —preguntó ella, mirándolo con confusión. Su mano siguió apoyada sosteniendo la puerta de la habitación de la que acababa de salir.
—Lara... Carajo, ¿Por qué pensé eso? —maldijo Rhys, dando hondos suspiros... Su preocupación fue desvaneciéndose lentamente a medida que se acercaba a ella—. ¿Estás bien? —preguntó, cuando llegó a ella.
—Estoy bien, ¿Pero qué sucede contigo? —Lara notó su agitación... Y su color de piel... Estaba tan pálido como una hoja de papel.
—Luego te explico... Pero necesito que me acompañes a casa... Sucedió Lara, y necesito de tu ayuda... No puedo hacerlo solo... Por favor. —Él tomó su mano con fuerza, su mirada, un poco perdida entre tantas cosas que su mente no dejaba de maquinar paró cuando se encontró con la de su amada.
—Acabo de hacer dormir a Leah, ella estaba nerviosa... Los chicos están en la otra habitación, junto a Dean... Ellos se quedarán aquí... Vamos... Pero yo manejo, tú no puedes manejar en ese estado... ¿Sí? —preguntó, y alzó sus manos hasta el rostro de Rhys—. Quédate tranquilo... Todo estará bien.
—Te necesitaba, hermosa —aseguró él.
—Ya veo... Pero debemos apurarnos.
—Sí... Vamos.
Minutos después...
—Mi amor, por favor, ¿No puedes ir más rápido? —insistió Rhys, ojeando el velocímetro, el auto no era tan rápido.
—Hago lo que puedo, cariño, ¿Por qué no usas tu teletransportación si quieres llegar rápido?
—Porque Rygal me dijo que cuide mis espaldas, y si se le ocurre atacarme no puedo gastar energía tan deliberadamente... Igualmente no importa, estamos a pocas manzanas... Si mi percepción no me falla sentí aparecer la energía de Vlas hace unos quince minutos, eso quiere decir que ya volvió en sí, y que ya vio a Zenda sin vida —explicó Rhys, tragando saliva ante la última afirmación—. Mierda, no sé porque sentí un nudo en mi garganta al pensar en eso —añadió, confundido.
—Te entiendo, apenas llegaste al apartamento de Leah y dijiste que ya había sucedido sentí lo mismo, supongo que es una ligera angustia... Es horrible pensar que una chica tan joven como ella perdió la vida... Pero no puedo evitar pensar en el martirio que Vlas está pasando ahora mismo, por eso intento ir lo más rápido que puedo —declaró Lara, pisando el acelerador con fuerza.
Rhys asintió y mientras miraba por el vidrio parabrisas divisó su casa a la lejanía.
—Llegamos —avisó sacando su celular—. Frena aquí —señaló, en un borde de la acera.
—¿Por qué aquí? —preguntó Lara confundida. En su casa tenían cochera.
—Debemos dejar lugar para que estacione la ambulancia —respondió Rhys, abriendo la puerta—. Toma... Está llamando al 911, pide una ambulancia por favor —añadió, lanzándole su celular.
—Tendremos que avisarle a sus padres también —recordó Lara, tomando el celular en el aire.
—Si, quédate tranquila, de eso me encargo yo —respondió Rhys, bajando del auto—. Iré, ¿Si? —preguntó, buscando una confirmación en los ojos de Lara. En esos momentos era cuando más necesitaba su brújula moral. Él casi nunca sabía qué hacer.
—Ve —asintió ella, dejando ver una ligera tristeza marcada en sus ojos—. Yo estaré aquí —añadió.
—Gracias bonita —dijo Rhys, y salió corriendo hacia la casa.
Remia, Crystel, Residencia Windsor - 1 de Julio - Año 525
Rhys entró a la casa, a esta la invadía un inmenso y solitario silencio, además de una oscuridad donde apenas entraban los rayos del sol del amanecer por las persianas. Subió las escaleras corriendo a toda velocidad, y siguió por el pasillo hasta la habitación de Vlas. Cuando encontró la puerta de la habitación de su hermano posó su mano en la perilla y dudó, pero por más que dudara debía hacerlo, y sin pensarlo mucho solo abrió la puerta... Y lo vio...
—Vlas... —lo nombró, como por instinto.
Este no reaccionó. Su hermano se encontraba de rodillas al lado de su cama con la cabeza sobre el cuerpo inmóvil de Zenda. Al darse cuenta de la presencia de Rhys levantó su rostro y con una expresión de dolor solo murmuró unas palabras...
—Está muerta...
Ante esta afirmación, Rhys sintió como una parte de su corazón se llenó de sentimientos que sólo había sentido en su pasado, cuando creyó que no iba a perder a nadie más. Pero más allá de eso, lo único que pudo hacer fue tomarse la cabeza y darse la vuelta para posarse en el umbral de la puerta. Esa pesadumbre se apoderó de él, porque desde ese momento... Las vidas de ambos habían cambiado de igual manera, y ya no podrían hacer nada para regresar a esos momentos en los cuales fueron felices.
Mas tarde...
Para las 6:30 a.m la ambulancia había llegado... Quizás fue el destino, pero trágicamente ese momento coincidió con el mismo en el cual los Allen frenaron frente a la residencia Windsor... Apreciando el momento justo en el cual los paramédicos sacaban el cuerpo sin vida de Zenda en una camilla.
—¡ZENDA! —gritó Kora, desesperadamente. Saltó del auto apenas se percató de lo que estaba pasando. Pero por más que destruyera su garganta con el nombre de su hermana, ella ya no la escuchaba, no la iba a escuchar jamás—. Por favor Zenda... No me dejes sola —rogó, cayendo de rodillas cuando vio pasar a su hermana, con su cuerpo cubierto por una sábana blanca. Solo pudo apreciar su cabello oscuro caer por un lado de la camilla. Eso destruyó su alma, cada una de sus emociones se convirtieron en una sola... Y el dolor la invadió en su totalidad
Devastada, sólo comenzó a llorar mientras era abrazada por sus padres. No podía creer lo que acababa de ver, ese recuerdo de su hermana en su mente se grabó permanentemente, y no paró de llorar.
Rhys y Lara miraban con angustia la situación. Ellos se encontraban parados en la entrada. Ambos comprendían lo que veían, ese sentimiento de impotencia y de que tu vida entera se rompa en pedazos, de sentir que ya nada tenía sentido, de perderlo todo. Vivirlo es la única manera de poder ver en su totalidad el panorama desolador que un suceso de esa magnitud era capaz de dejar en una persona.
—No puedo seguir viendo —dijo Lara, bajando su mirada, se tapó su rostro con su mano y negó ligeramente con su cabeza.
Rhys pasó su brazo por alrededor de su hombro y la llevó a él.
—Es triste, cariño... Pero ella ya está en un mejor lugar... Ahora solo debemos estar para Vlas.
—Espero él no se martirice por esto... No es lo mejor para nadie.
Tal vez el deseo de Lara se volvió una maldición, o un presagio, ya que mientras todo eso sucedía afuera, en la oscura habitación de Vlas todo era tristeza, escuchó los gritos de Kora aturdir su mente, y lo único que se le ocurrió hacer fue taparse los oídos, no quería seguir escuchando eso, ¿Por qué tenía que ser tan doloroso? Sentía culpa, demasiada, pero no podía retroceder el tiempo, y desde ese entonces debía comenzar a cargar con algo muy grande.
Alzó su mano apreciando como de ella colgaba el brazalete de plata que brillaba reflejando apenas un nítido rayo de luz que lo alcanzaba. Eso era lo único que le quedaba de lo que alguna vez fue el amor de su vida.
Las horas pasaron, el sonido del llanto de Kora que taladró su cerebro paró, pero su mete lo había grabado, y se lo recordaba a cada momento. Él tampoco se quedó sin lamentarse, en su solitaria habitación sólo lloró y lloró sin parar, pasaron horas, pasaron días, y ya no sentía nada. Su hermano, Lara y hasta su madre golpearon su puerta varias veces, pero ni siquiera podía moverse, estaba hueco, no era él mismo... Así se sentía estar vacío por dentro, así se sentía perderlo todo...
Debía dejar de sentirse así, pero no podía hacerlo, se sintió miserable por muchos días, no había vuelta atrás... Hasta que el día del funeral llegó.
Días después...
Remia, Crystel, Cementerio Privado - 3 de Julio - Año 525
VLAS
El llanto de Kora, la desesperación de su madre y la confusión de su padre. La angustia de todos nuestros amigos, la desolación del ambiente, el dolor de una pérdida... Mi vacío. Todo eso había causado la muerte de Zenda, una inmensa desgracia que azotó la vida de todos, de la misma manera que su presencia nos llenó de felicidad, su partida nos la arrebató.
Me encontraba en el funeral de Zenda, apreciando como cada persona que pasaba frente a mí me pedía perdón. Sabía que estaba equivocado, quien debía hacerlo era yo, pero no podía, ver el desconsuelo de Kora me hacía sentirme cada vez más culpable de lo que había pasado. Aunque yo sabía que no era así, sabía que me tenía que convencer de lo contrario porque solamente me haría más mal, pero la imagen de ella destruida no me dejaba avanzar... No podía dejarla sufrir sola.
Alcé un poco mi mirada por encima de mi hombro, ahí estaba la mano de Rhys, y él parado a mi lado, mirándome con una sonrisa, noté cierta mirada cálida bajo sus gafas de sol. No podía quejarme de él, había actuado como mi hermano mayor en todo momento, me había apoyado en cada uno de esos instante que habían significado un infierno, y esas horas eternas cada día. El día antes del funeral de Zenda tuve que salir de mi habitación. Me sentía mal y necesitaba vomitar, corrí hasta el baño y estuve ahí por horas, él estuvo en la puerta todo ese tiempo, esperando que saliera, para que cuando al fin lo hiciera darme un fuerte abrazo... Lo necesitaba tanto. No pude evitar llorar en sus brazos.
Tampoco podía dejar de lado a mamá, ella sostenía mi otro hombro. Cuando dirigí mi mirada a ella, acercó un poco su mano a mi mejilla, dio una ligera caricia, una de esas que yo amaba recibir, y luego la posó sobre mi cabello. La noche anterior al funeral, ella entró a mi habitación y tuvimos una pequeña charla, ella me hizo saber su tristeza por lo sucedido con Zenda, y también sobre el conocimiento que ella poseía sobre lo que me sucedió. Me pidió perdón, declarando que se sentía algo mal por haberme dejado afrontarlo solo, y que ante eso ella no quería que sucediera lo mismo que pasó con Rhys años atrás. Acepté sus disculpas con gusto, no iba a quejarme de ella, se encontraba atrapada entre lo que Rygal quería y lo que Rhys quería, no podía hacer nada, pero al menos estuvo para mí en ese momento también, como lo había estado los días anteriores. Sin contar que armó mi corbata antes de dirigirnos al cementerio, y en el viaje en carro no soltó mi mano en todo el camino... Comprendí sus actitudes, luego de lo de Rhys ella no quería volver a descuidar los sentimientos de un hijo, y valoraba mucho su esfuerzo, porque sabía que ella me amaba más que a su propia vida.
Lara también me ayudó. Recordé lo que hizo por mi cuando al volver mi mirada al frente, la vi del otro lado del ataúd, junto con Leah... Ambas recostadas la una a la otra. Ella me preparó comida la noche anterior, no había comido por dos días, y si seguía así me terminaría pasando factura, pero ella no me dejó de lado, e insistió que comiera. A ella le debía la vida, también me dio un fuerte abrazo cuando lo necesité, y me ayudó a elegir las flores perfectas para el funeral. Sabiendo que hizo eso sin esperar nada a cambio iluminó mi alma, ella sí que era una mujer de admirar.
En el correr de los dos días que hubo entre el séptimo impacto y el funeral no quería hablar con nadie, recibía llamadas a toda hora, no pude atender a nadie, no sabía cómo responder, ya que seguía sintiéndome culpable. Rhys fue quien enfrentó a los Allen cuando pedían una explicación sobre lo que había pasado, se lo agradecí más que nunca, no tenía el valor para ver a Kora a la cara, no podía hacerlo, le había mentido, y sabía que jamás me lo perdonaría, aun así, le había prometido a Zenda, antes de que ella desfalleciera en mis brazos, que le entregaría su carta el día de su funeral, y por más que mi corazón se negara a hacerlo, debía... Ya no podía seguir rompiendo promesas, había decidido cambiar, por ella, y ya no podía seguir culpándome de todo y siendo la misma persona que fui, se lo había prometido, y pasara lo que pasara, lo iba a cumplir.
Después...
—Lo siento, Vlas, sólo puedo decirte eso por ahora —dijo Rhys, apretando el hombro de su hermano.
Habían pasado unos minutos, él ataúd de Zenda ya había descendido hasta el fondo. Vlas apretó sus puños viendo esa escena, porque el llanto de Kora se oyó más fuerte que nunca en ese momento, y recordó todo eso que sintió con el llanto de ella en su mente esos dos días que tuvo de duelo.
—Gracias Rhys, gracias por estar aquí y acompañarme en otro funeral... Tu presencia no me permite caer —dijo, recordando el día en el cual Demian murió, y la misma sensación que sintió aquella vez atrapándolo de nuevo—. Pasé por esto una vez, pero sé que jamás estaré preparado, fueron dos días en los cuales mi cabeza ha estado en un trance, sin pensar en nada, y todavía tengo que entregarle esa carta a Kora, aún queda demasiado por delante, aunque hoy sólo quiero respetar la memoria de Zenda —declaró, dejando salir afuera esos sentimientos que tenía hacía días.
Rhys lo miró con un rostro comprensivo, y asintió.
—Lo sé, solo quería que lo supieras, si necesitas algo, Lara y yo estaremos por ahí — dijo, señalando un árbol lejos de la multitud.
Lara alzó su mano cuando Vlas dirigió su mirada hacia ella. Él respondió igual.
—Entiendo... Gracias hermano, yo me quedaré aquí hasta que todos se vayan.
—Te esperaré entonces, nos vemos más tarde.
—Sí.
Rhys se alejó caminando lentamente de su hermano. Cabizbajo, pasó al lado de sus padres, y sintió el chistar de Rygal apenas lo esquivó... Se tragó la rabia y siguió su camino, por respeto a la chica, a los Allen, y a su hermano, no hizo ningún movimiento, no era momento de crear un escándalo.
—¿Se encuentra bien? —preguntó Lara, al verlo llegar y pararse a su lado.
—Está extrañamente más tranquilo y sensato... Mejor así, no quiero decir que dejarse llevar un poco por las emociones es malo, pero al menos salió del pozo en el que se encontraba días atrás —respondió Rhys, sacando una caja de cigarrillos de su bolsillo.
—¿Qué haces? —preguntó Lara, notando como encendía uno.
—Lo siento, estoy nervioso, sólo será este, lo prometo —se disculpó.
—Hace mucho tiempo no te veía fumando... ¿No tomaste tu medicación? Estás estresado, y se nota.
—Ya sabes que mi medicación altera mi sistema nervioso, no puedo estar bajo los efectos de un ansiolítico en momentos como este, si mi energía llegara a funcionar mal podría desencadenar en una situación no del todo deseada.
—Okey, pero apenas regresemos tirarás esa caja, no me gusta que fumes.
—Quédate tranquila, lo haré —aseguró Rhys.
—Kit y Dean me contaron que ya tomaron el vuelo de regreso a Fons, probablemente mañana Leah vuelva también... ¿Has pensado cuándo vamos a volver?
—Hmm... Lo antes posible, pero creo que deberías de ir tu primero... Y acompañar a Leah.
—¿Tú crees?
—Si, seguramente lleve a Vlas conmigo, no lo voy a dejar aquí a merced de Rygal, y necesitaría que prepares una habitación para él, donde se sienta cómodo.
—Claro... Lo haré... ¿Tú crees que querrá vivir con nosotros?
—Es lo mejor, no voy a dejarlo solo, así que si no quiere intentaré hacer lo posible para convencerlo, no voy a cometer el mismo error dos veces, Lara.
—Entiendo, entonces quizás tome el viaje de mañana en la tarde, le diré a Leah, ¿Cuántos días te quedarás aquí?
—Máximo tres, eso sí, sí puedo convencer a mamá ella también vendrá conmigo... Estarán todos más seguros a mi lado.
—Eso será complicado Rhys, no quiero decir que tu madre prefiera quedarse al lado de Rygal, pero después de todo Remia es su hogar, quizás prefiera irse a la casa de su clan... O volver a Rem.
—Si, probablemente lo haga, pero de todas maneras lo intentaré, no pierdo nada.
—¿Vas a entrenar a Vlas?
—Primero hay que ver que es lo que él quiere... No voy a obligarlo a nada, pero si me preguntas que es lo que yo quiero... No voy a negar que me gustaría que él se hiciera fuerte, tú sabes, podría servirle mucho como aprendizaje, y podría volverse competente en el uso del Scire, para defenderse también, si algún día llego a faltar yo.
—Ey, no digas eso, no pienses en algo así en este momento... Es lo último que necesitamos.
—Solo decía, no es que yo quiera morir ahora mismo, pero nadie tiene asegurada su vida, y si en algún momento llegara a suceder, es mejor que todos estén preparados.
—Basta tonto —protestó Lara, dándole un empujón en su espalda.
—Perdón, linda, sabes que jamás te dejaría sola —declaró Rhys, acercándose a ella y llevándola hacía él en un pequeño abrazo.
—Gracias Rhys. —Lara aceptó el abrazo, y se recostó a él.
El funeral siguió su curso, hasta el atardecer, cuando poco a poco los presentes comenzaban a irse del lugar.
Unas horas después...
VLAS
Se había acabado, los asistentes se habían retirado en su totalidad, y sólo quedaba yo frente a la lápida de Zenda. Cientos de flores de todos colores la adornaban, al parecer mucha gente la quería, porque esta estaba llena de cartas y presentes, con el tiempo estos se desgastarían pero al menos ahí estaban. El cariño por Zenda tenía sentido, después de todo ella era única, con un carisma inigualable, sabía ganarse a las personas a su manera. Esa siempre fue su mayor característica.
—Eres muy popular Zenda, supongo que tu deseo de ser recordada por todos no será algo imposible, espero que donde sea que te encuentres estés feliz, yo no puedo evitar extrañarte cada día más, igualmente, todavía tengo que cumplir la promesa que te hice —dije, sacando la carta del bolsillo de mi abrigo. Posiblemente eso fue una señal, porque apenas lo hice escuché pasos a mis espaldas, de una persona en específico.
—No te veo hace dos días, Vlas —declaró Kora, detrás de mí.
—Estuve pensando que hacer conmigo mismo, necesitaba estar solo y procesar todo lo que había sucedido —respondí, sin darme vuelta.
—Con que eso... ¿Y no te harás frente a ti mismo? —preguntó, con el tono sarcástico que había escuchado ciento de veces.
Pero ante su pregunta, no pude evitar no comprenderla.
—¿A mí mismo? ¿A qué te refieres? —pregunté, confundido.
—Ella era todo para ti, lo sabía todo el mundo... Ahora lo que me pregunto es: ¿Cómo harás para no perder la cabeza sin ella? ¿Se enfrentaran el Vlas sin Zenda y el Vlas con Zenda? Alguno de los dos deberá ganar, ¿No es cierto? —preguntó, siendo cada vez más confusa.
—¿Qué estás diciendo Kora? No te entiendo —dije, poniéndome de pie y dándome la vuelta, esto hizo que la terminara por mirar a los ojos, estos se veían vacíos, sin el brillo azul que los caracterizaba, y sus ojeras, marcaban sus ojos como si de una cicatriz se tratara. Ella era quien más lo había sufrido, Zenda tenía razón, Kora no podía estar sola en esto. La estaba afectando demasiado.
—No te mientas a ti mismo, Vlas... Tu sabías que esto pasaría, no estás actuando como actuarias si esto te hubiera tomado de sorpresa —declaró, acercándose a mi— ¿Qué fue lo que paso con Zenda? ¿Por qué me mentiste diciendo que todo estaría bien y que no sabías lo que sucedía con ella? ¿Tienes algo que ver, Vlas? —preguntó parándose apenas a unos centímetros mío. Tantas preguntas en tan poco tiempo me abrumaron, y sólo la miré algo retraído, ella todavía sostenía su mirada.
Sabía que Kora notaría que algo raro había sucedido, ella era muy perspicaz, y ciertamente tenía razón, estaba muy tranquilo como para haber perdido a Zenda de tal manera. No sé cómo habría actuado si me hubiera tomado de sorpresa, quizás habría sido peor que la vez que me enteré que esto pasaría, o quizás ni siquiera lo habría podido aguantar, por esa razón, debía darle la derecha a Kora, no estaba siendo el mismo Vlas que ella conocía. Y sabía que ella no se movería de su lugar hasta recibir una respuesta de mi parte.
—¿No me responderás? —preguntó, notando que me había quedado en silencio.
Su tono de voz era demandante. Estaba muy enojada, furiosa, la vi cerrar sus puños cuando tampoco respondí esa respuesta, pero no quería que me golpeara, por eso encontré la mejor respuesta.
—No está en mi decírtelo, porque Zenda me lo pidió, pero también me pidió algo más, no sabía cómo hacer esto, así que creo que este es el mejor momento... Toma, Kora —dije, estirando mi mano y entregándole la carta—. Sólo léela, si no quieres verme luego de que la leas te entiendo, sólo quiero que me perdones por todo... Perdón Kora, perdón por romper la promesa, perdón por amarla hasta el final, ignorando todo lo que los demás iban a sufrir, fuimos un poco egoístas, pero no queríamos llorar, ni lastimar a nadie más... Quiero que sepas que ella fue y siempre será lo más importante de mi vida, y nunca me olvidaré de ella, ni de todo lo que hizo por mí... Tampoco de ti, adiós y gracias por todo, Kora... A pesar de todo, espero que al menos tu seas feliz —agregué, antes de darme la vuelta alejarme del lugar, no sin antes dejarle una rosa blanca en su lapida. Como despedida.
Alejándome del lugar supe que lo que acababa de hacer estaba mal, la había dejado a su suerte con la carta que su hermana le escribió, en soledad, con una declaración que cambiaría su vida, no pude evitar preocuparme por ella con sólo una pregunta en mi mente: ¿Podría asimilarlo?
Una angustia comenzaba a formarse en mi pecho, no pensé en ella y traicioné la confianza de Zenda, aun así, no era ningún héroe ni nada por el estilo, yo también me sentía vacío, insatisfecho conmigo mismo, había tocado techo y sabía que lo que me estaba pasando era algo necesario, no podía sólo dejar de lado el dolor que sentía, eso era lo que me iba a convertir en la persona que esperaba ser, necesitaba eso, más que nada, sólo me quedaba sufrir, hasta entender de lo que estaba hecho, hasta llegar hasta ese límite, para así al fin poder utilizar aquel poder que Zenda me había dejado... Pero que también me lo había quitado todo.