Fons, Ash - 3 de Abril - Año 526
Rhys Windsor se alzó sobre lo alto de Ash. Apreciando la nada, literalmente. El centro de la ciudad parecía un desierto, o las ruinas de una antigua civilización, la vista de la destrucción. Restos de construcciones inmensas, escombros repartidos de un lado al otro, las calles ya no existían, era solo tierra, como si de una zona de guerra se tratara... Aunque lo era. Porque paralelamente a que él estuviera ahí, estaban sucediendo al menos, dos batallas más.
Su percepción era elevada, por lo que, como si se tratara de un mismísimo sensor, encontró a todos los combatientes en diferentes lugares de la destruida ciudad. Al norte se encontraba el que más le importaba: Su hermano. A este lo acompañaba la energía de Mya, por lo que ellos estaban luchando juntos, contra ese tipo, Sonny Jin. Rhys sonrió, quiso encargarse de eso también, pero quizás era momento de darle un poco de protagonismo a su hermano y a su mejor discípula. Él sabía que ellos iban a poder encargarse de él sin problemas... Aunque.
—Seis años han pasado desde la última vez que vimos algo parecido... ¿No es así, Rhys Windsor?
A esa voz la invadía la gracia de alguien a quien Rhys conocía muy bien, pero que no veía desde hacía muchos años.
—Y en ese momento fuimos nosotros los causantes de tal destrucción —rio Rhys.
—Vaya tiempos... Pero ahora que me dices, ¿Proteges Fons, cierto?
—Es el lugar en el que viven mi esposa y mi hija, si quiero mantenerlas a salvo debo mantenerlo a salvo también... Sólo es por beneficio propio —respondió Rhys, con cierta jactancia al alzar sus hombros.
—Desde que te casaste te volviste un perrito faldero de tu mujer... ¿Dónde está el Rhys Windsor que no le importaba destruir una ciudad con tal de conseguir lo que quería? ¿Acaso haber ganado tanto poder te volvió aburrido? —preguntó el hombre, entre risas.
Rhys también asintió mientras reía. Él tenía algo de razón.
—Es mi esposa, imbécil... Sólo actúo por ella, si ella no está en peligro no tiene sentido hacer algo, ya no soy tan egoísta como antes... Y no vivo sólo para pelear, como sí lo hice en la guerra años atrás, han pasado muchas cosas desde ese momento.
—Oh, sí, eso ya lo sé... Sólo actúas por ella, o por ellas debería decir... No me llevé ninguna sorpresa cuando leí esa noticia en todos lados: «La famosa empresaria propietaria de la Corporación Harch, Lara Harch, tendrá un hijo con su esposo, el príncipe de Remia, Rhys Windsor», para nada destacado ese título por cierto —declaró su acompañante, con ironía.
—Lara se lo hizo saber a su familia en la gala, al parecer fue un rumor que corrió rápido, al otro día la noticia ya había sido trasmitida por todo el mundo... En el correr de la semana recibimos llamadas de todo tipo, periodistas, políticos, famosos... A algunos ni siquiera los conocía, fue muy interesante si te soy sincero.
—Fue una noticia muy sorprendente... ¿Cómo fue que de la nada todo el mundo salió a hablar de ti? Habías hecho un buen trabajo tratando de pasar desapercibido, parece que no sirvió de mucho.
—No del todo, hasta la guerra muchos pensaban que estaba de viaje por el mundo luego de haberme tomado un tiempo alejado de la Familia Real, sin saber que en realidad la había abandonado, cuando peleé en la guerra el gobierno de Remia tuvo que controlar a la prensa y dar explicaciones, al final parece que Rygal dijo que había peleado para el ejército que envió a Fons, pero que en realidad luego sólo abandonaría mi entrenamiento militar y de paso también cortaría mis lazos con la Familia Real remiana de una vez por todas... Luego me casé con Lara y volví a estar bajo los focos del mundo, hemos pasado desapercibidos desde ese momento, a Lara tampoco le gusta mucho la exposición, pero llegó su embarazo, y todo estalló otra vez.
—Asi es, he escuchado poco de ti desde el final de la guerra... ¿Hace cuantos años no nos vemos? ¿Tres o cuatro, cierto?
—Mas o menos... Por cierto, ¿Por qué te apareciste de la nada? ¿Acaso a ti también te gustó la idea de defender Fons? —preguntó Rhys, dejando salir un poco de mordacidad en su tono de voz.
—Sí, claro. —El hombre soltó varias carcajadas—. Pero hablando en serio... Tú sabes, lo mismo de siempre; peleas, personas fuertes que pueden llegar a dar la talla... Un poco de entretenimiento, últimamente estaba muy aburrido.
—Ya veo... De todas maneras llegaste algo tarde, me he encargado de casi todo, sólo falta Lee Ex Fons, que está peleando con Yoh Tales, y el resultado de esa pelea dictará como actuaremos desde ahora.
—Oh —dijo el hombre, con algo de decepción—. De todas formas, me enteré que ese tal Sonny Jin anda dando vueltas por ahí... Podría encargarme de él. —Dejó salir un poco de su emoción.
—Ya hay dos personas bastante calificadas encargándose de ese asunto... Aunque ahora que lo pienso, ¿Puedes hacerme un favor? —preguntó, dándose la vuelta.
Y ahí, quien estaba detrás de él, alzó su rostro y esbozó una sonrisa.
—Dime, príncipe... ¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó.
—Confío en ellos más que en nada, pero en quien no confío es en Sonny Jin... Estate cerca, ¿Sí? Si ves algo extraño puedes hacer lo que quieras, mientras ellos no salgan dañados todo estará bien —pidió Rhys—. Toma... Esto puede servirte —añadió, lanzándole un par de Nio.
—Carajo, no usaba uno de estos desde la guerra, y encima con el poder de Rhys Windsor... Esto es otro nivel —declaró el hombre, con más entusiasmo aun.
—Sólo déjalos pelear, podrás intervenir cuando ya no quede de otra... ¿Puedes hacerlo... Jean Blake? —preguntó.
Jean chistó, ampliando aún más la sonrisa dibujada en su rostro.
—Ja... Claro que puedo hacerlo... Lo haré por ti, Rhys Windsor.
—Eso espero... Nos vemos luego, Jean. —Y desapareció. Dejando sólo la brisa de su movimiento. Casi imperceptible.
—Vaya... Parece que llegó mi turno —declaró Jean, colocándose los guantes, con sutileza. Al activar su energía estos brillaron. Y sonrió—. Ya era hora. —Y también desapareció.
Mientras tanto...
Fons, Pines, Residencia Harch - 3 de Abril - Año 526
El silencio invadía la sala de estar del apartamento de Lara. Las tres chicas se miraban nerviosas, con curiosidad, aunque también, sin saber que decir. Luego de Lara haberles contado a Ashley y Leah lo que Rhys pretendía hacer con Michael, y que Kit y Dean aparecieran de la nada, pero sin él, llevó a que ella pensara lo peor. Ella sabía que Michael estaba aliado con Rygal Di Rem. No había otra forma de que él supiera cómo y cuándo tener el momento justo para atacar. Eso era lo que la tenía inquieta. No dudaba de que Rhys hubiera acabado con Michael Harch, después de todo, Kit le había contado lo que Dean fue capaz de hacerle, por lo tanto, para Rhys ese trabajo no era más que sólo mover su espada en un pestañeo, pero si realmente Rygal Di Rem estaba rondando Fons quería decir que cabía la posibilidad de que Rhys y él se encontraran, y eso podía desembocar en un gran problema... Porque quizás Rhys no la tendría tan fácil.
Él le dejó en claro mil veces que podría con su padre, y con cualquiera que pretendiera enfrentarse a él, era el más fuerte del mundo, pero sólo lo decía para dejarla tranquila, porque ella lo conocía, lo veía por las noches dando vueltas por los pasillos de la casa; cuando tenía insomnio, cuando los nervios lo consumían, veía su ansiedad, su inquietud, su miedo por no saber cómo todo terminaría... Él nunca estuvo totalmente seguro de ese enfrentamiento. Ella no sabía por qué él tenía miedo, o por qué no se llenaba de confianza como siempre intentaba demostrarlo. Pero lo que si sabía era por qué ella no estaba segura. Porque perder a Rhys era inadmisible, lo fue en el correr de los años en los que se acostumbró a su compañía, en los que lo amó más que nunca, pero en ese momento era aún más, ya que no sólo se trataba de ella. Se trataba de Vlas, de Leah, de los chicos, del mundo... Y de su hijo... Ese era su mayor miedo, que él jamás pudiera conocerlo o conocerla.
—Pero que son esas caras largas, por Sun. —Su voz—. Anímense, que estemos en guerra no significa que todo sea tragedia —añadió, entre risas.
Ella apenas alzó su mirada, creyó que sólo era su imaginación. Pero no podía estar más equivocada.
—Rhys... Volviste —declaró, atónita. Pero seguramente con una inmensa sonrisa en su rostro también.
—Claro, mi vida... Te dije que sólo sería un rato —dijo él, caminado hacia ella. Al llegar a su asiento se agachó bajo su brillante mirada, y le dio un suave beso en los labios—. ¿Te sientes bien? —preguntó, corriendo algunos mechones de cabello que caían por el rostro de su esposa. El color carmesí de estos era tan hermoso.
—Sí, sólo estaba algo preocupada —respondió ella, con su voz ligeramente temblando. El miedo ya se había ido, pero pensar en eso no dejaba de darle cierta aflicción.
—Está bien, tardé un poco porque me crucé con alguien a quien no veía hace mucho tiempo... Y aceptó darme una mano en algo, pero nada más... Ya me encargué del problema mi amor, todo se terminó —declaró él, bajando su voz a medida que avanzaba, hasta el punto de decir lo último casi susurrando.
—¿O sea que...?
—Sí... Eres la nueva líder del clan Harch. —Esa sentencia dejó en silencio a la habitación otra vez.
Rhys miró a su alrededor y notó que Ashley los había estado mirando, y escuchando también. Leah se encontraba a su lado, ella seguía sin poder creerlo.
—Pero Rhys... Está Ferral, él es el heredero de Michael —recordó Lara.
—Vaya —dijo Rhys, bajando su rostro. Negó ligeramente—. Ash, ¿No se lo dijiste? —preguntó, sin girar su rostro hacia ella.
—No estaba en mí hacerlo, Rhys... Tú eres su esposo, y fuiste tú quien lo hizo, eres el único indicado —respondió Ashley, sin muchas vueltas.
Rhys lo comprendió y asintió. Luego alzó la mirada de nuevo, y encontró los ojos confundidos de su esposa.
No sabía cómo darle la noticia, ya que la muerte de Ferral Harch y de Gino Relty no estaba en sus planes. Pero la situación terminó por llevarlo hasta ese extremo. Ambos habían pretendido asesinar a Lara y Ashley, respectivamente, por lo tanto, no iba a permitir jamás que sucediera de nuevo, arrancó el problema de raíz, tal como se lo había planteado con Michael Harch. Por lo que Lara no iba a tener problemas con su accionar. Aunque ya veía venir su discurso, aquel que le dejaba en claro en lo mucho que a él le iba a afectar volver a matar.
—¿Te lo digo aquí o vamos a tu oficina? —preguntó, dirigiendo levemente su mirada hacia Leah.
Ella había cambiado su rostro de desconcierto a uno de curiosidad. También notó la mirada de Ashley de reojo, ella no sabía lo de Gino Relty, también tenía que escucharla cuando se enterara.
—Ellas ya lo saben todo... ¿Por qué tanto misterio, Rhys? ¿Qué hiciste? —Lara lo arrolló a preguntas, dejando salir su gran insistencia.
—Ferral Harch, fue él quien atacó a Ash y Kit en el terreno de la mansión, Kit lo venció... Pero no quedaba otra opción, Lara... Le di muerte. —No bajó su mirada, sólo la sostuvo, apreciando como los ojos de su esposa ligeramente se hacían más grandes, y el asombro comenzaba a formar parte de su rostro.
También sintió como a su costado las miradas de Leah y Ashley lo comían vivo. Mas que nada la de su hija. Él nunca le había contado nada a ella sobre sus asesinatos, o demasiado sobre lo que hizo en la guerra, y antes de esta también. Primero su secreto, luego eso... No quería decepcionar a Leah, nunca quiso, pero al parecer era lo único que hacía en ese momento.
Lara siguió en silencio varios segundos. Analizó la afirmación de su esposo muchas veces en su cabeza. Y seguía sin creerlo. No por el hecho de que había asesinado a dos miembros muy importantes de su clan, ni por saber que desde ese momento ella iba a ser la líder de este, sino que por saber que su propia familia la quiso matar... Mas de una vez. Aunque desde que se enteró lo de sus padres y lo de Raven supo que no podía confiar tan deliberadamente en ellos, todavía tenía una pequeña esperanza de que no fuera tan así. Pero ya no había otra manera de tomarlo, era eso... O nada.
—Mierda —maldijo ella, entre dientes.
Rhys notó que al final el asombro en su rostro sólo duró un instante, porque luego de eso, su ceño se frunció, y sus labios se encogieron ligeramente. Él sabía lo que eso significaba. Ella estaba molesta, pero... ¿Con él?
—¿Estás bien mamá? —preguntó Leah, acercándose a ella. Aunque del lado contrario a Rhys.
Lara respiró hondo, y luego exhaló. Al juntar sus manos con delicadeza las apoyó en sus labios.
—Estoy bien, linda... Gracias —respondió, todavía con su rostro bajo, y sus ojos cerrados—. Rhys —lo llamó—. ¿Dónde dejaste sus cadáveres?
—Michael está saliendo de Sunrise, casi llegando al Gran Desierto de Infiana... Ferral se encuentra en el terreno de la mansión, ¿Por qué lo preguntas?
Su esposa alzó su rostro al oír su pregunta.
—Debemos entregárselos a mi clan... No pueden sólo desaparecer sin motivo, que al menos mis tías y primas se despidan de ellos... Ya no quedan más hombres que puedan estar a la cabeza clan Harch... Sólo él, pero no creo que vuelva —contestó ella.
Rhys asintió en concordancia.
—Si él volviera... ¿Le darías el liderazgo del clan? —preguntó Rhys.
—Se lo entregaría en bandeja de plata... No estoy preparada para algo así, pero era inevitable, cuando supe lo de Michael ya me veía como la líder del clan, como consejera, y como duquesa. —Lara esbozó una confortable sonrisa.
Todo eso sonaba muy lindo, se haría un gran nombre, no sólo en la nación, sino que en el mundo entero... Pero ya lo poseía, y eso le había jugado en contra muchas veces, quizás no era el momento de tomar partido en tantas responsabilidades, pero era la única que podía hacerlo.
—¿Vas a ser la líder del clan, mamá? —preguntó Leah a sus espaldas.
Lara ya había pasado de inadvertida su presencia al sentir sólo el silencio de esa parte.
—Creo que sí, cariño —asintió ella, sus palabras estaban repletas de incredulidad.
—Rhys... ¿Cómo va todo? —Ashley cambió el tema rápidamente con esa pregunta.
Rápidamente las tres lo miraron, esperando una respuesta satisfactoria.
—Veamos... Las autoridades ya evacuaron a todas las personas de la parte central de la ciudad, ya no queda casi nada en ese lugar, aunque el palacio sigue casi intacto, eso es sorprendente... En el lado de las peleas... No queda casi nadie tampoco, Lee no ha terminado su combate, y el resto de acompañantes de Yoh están en un estado neutral, no pelearán, excepto Sonny Jin... Él fue quien derrumbó la Torre Light, e hizo algunos estragos en su camino al palacio —explicó Rhys. Él no se había dado cuenta, pero su hija se había acercado más a él... Al notar esto giró un poco su mirada y la divisó mirándolo atentamente. Ella tenía una expresión dubitativa. Rhys se percató de que quizás quería hacerle una pregunta—. ¿Pasa algo, linda? —preguntó, tomándola de sorpresa.
Ella ligeramente se retrajo hacia Lara. No respondió.
«Sigue enojada conmigo», pensó Rhys.
—Sonny Jin... El mismo tipo que envió la bomba al palacio el día de la gala —intervino Ashley.
—También peleó en la guerra al lado de Yoh... Recuerdo que Jean no tardó en destruirlo completamente —adhirió Lara.
—Ambas tienen razón... Y Leah —dijo, dándole una mirada—. Sé que ibas a preguntarme por Vlas... Quédate tranquila, él está con Mya, ambos se encuentran luchando contra él —añadió.
Leah tragó saliva, y bajó la mirada.
—Sólo quiero que me prometas que él estará a salvo... No permitirás que le hagan daño, ¿Cierto? —preguntó la chica, con un poco de estremecimiento en su voz.
—Es mi hermano... La persona que se atreva a hacerle daño jamás logrará contarlo, así como sucede con ustedes... Por algo Ferral y Michael Harch corrieron con ese destino —declaró, afilando su mirada al mismo tiempo que la alzaba para apreciar a su esposa e hija mirándolo con incertidumbre.
Ellas sabían a lo que se refería, pero ese sombrío tono de voz no era algo agradable de oír, porque el Rhys que al menos habían visto los últimos seis años jamás diría algo así.
—No tienes que hacerlo —soltó Lara, intentando sosegar su espíritu. Pero él ya estaba demasiado molesto, solamente que no lo había sacado a la luz... Ella lo conocía muy bien.
—Claro que tengo que hacerlo... Es mi deber, es lo único que puedo hacer, protegerlos, hasta las últimas circunstancias... ¿Qué pasaría si yo me fuera y todavía siguieran amenazas a su alrededor? ¿Quién los protegería? —preguntó, dejando en claro su firmeza.
—Pero no tienes que llegar tan lejos por nosotros... ¿Vas a seguir perdiendo tu humanidad cada día más? Solo por un «deber»... Tu no nos debes nada, Rhys... Nunca lo harás.
Lara era honesta. Así como empática y optimista, por eso Rhys sonrió ante su respuesta. Nunca estuvo tan agradecido de que su esposa le dijera esas palabras, y más cuando le eran totalmente necesarias.
Ella entendía a la perfección que en realidad el «deber» al cual Rhys se refería no era más que una culpa que intentaba expiar luego de no haber estado para ellos cuando más lo necesitaron. Pero él no tenía la culpa, las circunstancias nunca lo ayudaron, y tuvo que ir contra muchas cosas para salvarlos, o para volver a estar tranquilo a su lado. Ellos quizás estaban a salvo, quizás iban a ser felices, quizás podrían vivir en tranquilidad. Pero, ¿Qué quedaba para él? Ella no quería que él recibiera todo eso por ellos, no quería que corriera con sus destinos, porque como se lo planteó en su pregunta... Eso solo le quitaría la humanidad, y si se alejaba de ellos por un estúpido mandamiento del destino... ¿Cómo la podría recuperar? Ya no tendría salvación, como siempre él lo pensó... Pero ella se opuso mil veces, intentando hacerlo entrar en razón, en dejarlo ver que él no podía hacer todo por sí solo, y que ellos sólo lo necesitaban a él... No necesitaban ese «futuro que él había prometido», porque si para ello él tenía que irse de sus vidas, nunca tendría sentido. Pero su orgullo era inmenso, y jamás se retractaría de tal promesa... Por lo que, para no perderlo y tenerlo más tiempo a su lado, sólo lo acompañó en su camino, funcionando como su salvadora, como la recuperadora de su humanidad, porque con ella a su lado... Rhys jamás se sentiría solo como sí lo hizo años atrás, la causa principal de su caída a la oscuridad... Y eso no podía volver a suceder.
Quizás estaba siendo muy egoísta y sólo estaba rechazando el hecho de que cabía la posibilidad de que Rhys realmente fuera la salvación. Pero no era estúpida, y sabía que nadie lo era, nadie lo iba a ser, nunca se podría salvar a todos, Rhys lo sabía también, más que nadie... Porque él fue quien más perdió.
Pero así como todos, él necesitaba un motivo, necesitaba seguir adelante por algo, por alguien... Por ellos. No quería volver a sentirse vacío como tiempo atrás, porque ese vacío lo arruinó. Por eso se autoconvenció de que era el único capaz, aunque sí lo era, pero no el único que debía hacerlo, porque por sí solo nunca llegaría a lograr nada en su totalidad.
Rhys no quería sentirse solo. Como ella tampoco. Pero alguno de los dos terminaría por sufrir ese miedo, terminaría por correr con ese destino, y jamás lograría sentirse completo del todo, aunque eso ya era imposible, pero al menos buscaban la ilusión.
Ellos se iban a separar en algún momento, porque sus deseos eran opuestos, porque ella no podía cambiarlo, y porque él los amaba demasiado como para ponerlos en peligro por su presencia... Porque él sabía que si realmente los amaba, y los quería proteger... Sólo debía desaparecer. Con todas sus maldiciones, sus fantasmas y sus pecados... Con todo su odio, con su destino, con su tristeza... Con su deseo. Desaparecer y dejarlos ser libres... Dejarlos sólo ser... Que nadie jamás se atreviera, como a él, imponerles un destino... Sólo quería que ellos no se convirtieran en Rhys Windsor... Porque si eso sucedía, realmente jamás podrían siquiera atreverse a buscar esa ilusión de sentirse completos, sólo estarían atados al pasado, y a un vacío irremediable... Porque si eso sucedía, su deseo realmente no tendría sentido. Y ellos jamás podrían ser felices.
—Lo sé, mi amor... Pero no voy a seguir perdiendo mi humanidad, no si tú estás a mi lado, no si voy a ser padre, no si tengo una familia unida, amorosa y feliz... ¿Sabes? A veces me pregunto:«¿Cuándo acabará todo esto?», y luego pienso: «Sólo yo puedo acabarlo», y no sé qué pensar, no sé hacia donde ir, me encuentro perdido... Porque no quiero perder lo más importante de mi vida, porque todo lo que llegué a conseguir se desvanecería como arena por mis dedos... Porque Lara, Leah, Vlas, Clio y mi hijo jamás serán felices si no estoy.
Lara no podía creer lo que estaba oyendo, parecía que él le había leído sus pensamientos, jamás creyó que realmente él tuviera esos sentimientos... Sólo pensaba que eran miedos suyos, pero él también estaba herido... Siempre lo estuvo, sólo que lo ocultaba muy bien.
—No los quiero perder... No me dejen solo... Por favor... Por favor.
Casi como un ruego, como una plegaria... Como una súplica... Como un rezo... Sus rodillas cayeron al suelo, y sólo se encontró a los pies de Lara. Sollozando por su compañía, por su amor... Porque ella jamás lo abandonara... Sin importar qué.
Su esposa, su hija, su amiga. Ninguna podía comprender qué estaba sucediendo. No dejaban entrar en sus ojos esa imagen de él... Era increíble.
Rhys Windsor... El ser humano más fuerte del mundo... Un prodigio... El elegido... Venerado como un dios... Temido como un demonio... Amado como un mesías... Odiado como un tirano. Por todo el mundo. De todas maneras.
Ese hombre en ese momento se encontraba a los pies de la persona que amaba. Entre lágrimas... Rogando por su salvación, rogando por un perdón... Su alma jamás estuvo en paz, lo perdió todo, y el miedo nunca escapó de él... Sólo él tuvo que huir de este. Pasó mucho tiempo encerrado entre su propia oscuridad, intentando encontrar la luz, y cuando la halló, no la quiso perder otra vez... Se lo repitió mil veces, y entendió que perderla, significaría perderlo todo, un punto de no retorno... Sentenciado por su dolor... Por su imborrable tristeza... Por su eterna soledad.
La imagen no era increíble porque fuera Rhys Windsor... Ni porque jamás se dejara ver frágil ante los demás, exceptuando su esposa. La imagen era increíble porque en su pedido no solo dejaba ver su desesperación, ni su miedo, ni su tristeza... También dejaba ver un intenso amor, una humanidad genuina, lágrimas que guardaban un viaje inacabable para alguien que sólo quería descansar... La imagen era increíble porque era un reflejo del alma de Rhys Windsor. Y porque al igual que su poder, sólo él podía llegar a comprender lo que eso significaba.
Sólo les dejó ver por un instante su dualidad, su confuso corazón, sus sentimientos tan contradictorios, pero tan reales al mismo tiempo... Sólo les dejó ver un poco de su deseo, un poco de su tormento... Porque él lo sabía, y él lo había rogado... No quería estar solo, sólo quería que los demás lo comprendieran... Y sólo lo lograría mostrándoles quién realmente era... Y quién realmente quiso ser.
—No llores, tonto... Eso jamás sucederá... ¿Sabes por qué?
Con esa pregunta vino de acompañamiento un intenso calor que lo rodeó. Varias manos que se posaron sobre su cabeza, acariciando su pelo, y el sentimiento reconfortante que causaba un abrazo... El de su hija. El de su esposa. El de su amiga.
—Porque no estás solo... Rhys Windsor... Jamás lo estarás.
Las tres voces que lo acompañaban se entremezclaron para profesar lo único que necesitaba escuchar.
Y tal como un canto sagrado... Como el coro de una cantata de ángeles. Sintiendo que por un momento al menos, la vida y el destino se acordaron de él. Lo escuchó. Lo recibió.
Quizás no lo merecía, pero ya no podía seguir pensando las cosas... Y sólo lo aceptó. Ya que eso iluminó su alma otra vez, como nunca antes le había sucedido... Y porque ellas ya habían visto lo que realmente él era. Como Lara años atrás, llegaron a lo profundo de su alma. Y sin importar eso, lo habían afirmado sin dudas.
Él no estaba solo. Ellas lo dijeron. No lo estaría jamás.