—Cariño Zhang —Caishen intentaba trabajar pero cada minuto o así, Alix lo interrumpía llamándolo para esto o aquello. Había dejado de mirarla cuando respondía, manteniendo sus ojos en su trabajo.
—¿Qué? —respondió con una voz monótona.
—Tengo hambre —dijo ella.
Caishen tecleaba algo en su portátil con fuerza y rapidez que se podía escuchar cada pequeño toque que hacía.
Se detuvo y la miró. —¿No has almorzado?
Ella negó con la cabeza y puso morritos.
—Pon tu boca normal —le dijo él.
Alix reemplazó el puchero por una amplia sonrisa.
—Biming, ¿hay algún restaurante decente en nuestro camino? —preguntó.
—Buscaré todos los restaurantes de tres a cinco estrellas en nuestra cercanía, CEO —respondió Biming.
De hecho, no necesitaba buscarlos, tenía una lista compilada por las secretarias de Caishen de los mejores restaurantes de la ciudad.
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