Harold se detuvo y se volvió hacia ella. ¿Qué era esto? Primero fue Harvey, ¿y ahora Susan?
—Estoy segura de que la Princesa Ámbar necesitará a alguien que la atienda, ya que Paulina tampoco se siente bien —dijo Susan, adelantándose para mirar a Harold con ojos suplicantes. Cuando pareció no funcionar, estiró el cuello hacia un lado hasta que pudo ver a Alicia y le guiñó un ojo adorablemente.
—No —dijo Alvin detrás de ella mientras llegaba con las riendas de su caballo en la mano, haciendo que ella se girara para lanzarle una mirada fulminante.
—No te pregunté a ti. Estaba hablando con el Príncipe Harold —le espetó Susan antes de volver a enfrentarse a Harold.
—Si ustedes se van, mi padre nos va a castigar por desobedecer sus órdenes y nadie nos salvará. No puedo creer que después de todo el bien que hice, me vayan a abandonar así —dijo Susan comenzando a llorar, mientras Alvin intentaba no rodar los ojos ante su drama.
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