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Harry Potter: Red Weasley El Extraño Mago Rojo

Luego de morir y obtener la oportunidad reencarnar en el mundo de Harry Potter con algunas habilidades, nuestro protagonista renace como el hermano gemelo de Ron, siendo el Weasley más discordante dentro de toda su familia. Con su particular forma de ser vivirá en este extraño mundo Advertencia: Harem, incesto,+18 Solo soy dueño de los personajes que he creado, todos los demás pertenecen a sus respectivos dueños. Este es mi primer Fan-fic, lamento si no es una obra maestra y tenga varios errores. La personalidad del MC Cambio de un momento a otro debido al algunas razones, por lo que en un punto se va a ver que paso de un extremo a otro en personalidad. No tiene mucho sentido, pero al principio solamente hacia esto para probar cosas y solo luego de un tiempo tomo forma.

Emanuel_Alegre · 作品衍生
分數不夠
252 Chs

241) Crisis nocturna: "Un segundo ataque"

En la profundidad de la noche en Hogwarts, más precisamente en las primeras horas del día siguiente a Halloween, el castillo descansaba. Los alumnos dormían profundamente tras una jornada repleta de fiestas, sustos y alboroto.

En la torre de Gryffindor, el silencio era absoluto, roto solo por el leve crujir de las vigas y el viento que rozaba las ventanas. Entre los que dormían estaba Red, que descansaba como un tronco. Aunque, en su caso, no era tanto por el cansancio como por el hecho de haber sido drogado en un plan maquiavélico orquestado por sus hermanas.

Sin embargo, Red no era el único que había sido atacado esa noche. Y no, no me refiero a los petrificados que habían empezado a aparecer por el castillo, de los cuales Red no sabía nada, por supuesto, porque había pasado la noche rodeado de fantasmas en la fiesta y su posterior paseo romántico con su cita.

No, esto era otra cosa. Otro ataque. Otra víctima.

En el dormitorio de Gryffindor, una figura acechaba. Sus movimientos eran lentos, calculados, casi inperceptibles. Se aseguraba de no ser vista ni por alumnos, ni por retratos, ni por los espectrales vigilantes que flotaban por los pasillos. La figura llegó a los dormitorios, buscando un objetivo específico.

Superó la puerta de un cuarto lleno de niños dormidos. Ninguna cerradura podía detenerle, ninguna barrera mágica parecía advertir su presencia. Sus ojos escudriñaron las camas, iluminadas tenuemente por la luz que apenas podía brindar la luna en su fase creciente a través de las cortinas.

Primero, un pelirrojo roncando con la boca abierta, su aliento formando pequeñas burbujas de baba.

Luego, Neville, abrazado a su almohada como si fuera un salvavidas en un mar de sueños inquietos.

Y finalmente, el niño con una cicatriz en forma de rayo en la frente.

El intruso detuvo su mirada en él. Una sonrisa maliciosa curvó sus labios, una sonrisa que irradiaba triunfo.

...

"¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH...!!!" El silencio fue destrozado por un grito desgarrador que reverberó por todo el castillo.

El alarido era tan potente, tan estridente, que parecía imposible que una garganta humana lo hubiera emitido. El eco recorrió los pasillos de Hogwarts, subió a las torres más altas, atravesó las mazmorras y probablemente despertó hasta al calamar gigante en el lago negro.

Todo el castillo se sacudió, literalmente. Los fantasmas se sobresaltaron y atravesaron paredes a toda prisa. Las armaduras metálicas chocaron contra el suelo, despertando a varios cuadros que, a su vez, comenzaron a murmurar entre ellos con caras de espanto.

...

*¡Toc, toc, toc!*

El estruendo resonó como un tambor en mi puerta, pero ni eso logró arrancarme de mi estado de inconsciencia. Seguía completamente inmóvil, ajeno al mundo, hundido en un sueño tan profundo que ni el trueno de un rayo caído a metros de mí me habría bastado para despertarme.

El golpeteo se intensificó, esta vez con una fuerza casi violenta, como si quien estuviera del otro lado intentara echar abajo la puerta a golpes. Pero al parecer, la paciencia se agotó rápidamente porque, con un rugido mágico y un destello brillante, la puerta simplemente explotó en mil astillas.

Y aún así, yo seguía sin reaccionar.

"¡Levántate, maldita sea!" Mi cuerpo fue zarandeado sin compasión, sacudido como si intentaran arrancarme el alma a tirones. Incluso sentí el eco de un par de bofetadas, aunque no hicieron mucho más que añadir un ligero ardor a mi rostro inerte. Finalmente, alguien perdió la paciencia y decidió usar métodos más extremos.

Una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo de pies a cabeza. El dolor me sacudió como si hubiera metido un dedo en un enchufe, y mi instinto de supervivencia respondió con una explosión de magia pura. Una onda invisible salió disparada de mí, empujando a mi atacante contra la pared con un golpe seco.

Desperté, jadeando y con la mente nublada. Me puse de pie tambaleándome, mi cuerpo pesado y mis pensamientos confusos. Mis sentidos seguían embotados, y todo parecía envuelto en una niebla espesa. Notaba un hormigueo desagradable recorriendo mi piel, y algo especialmente incómodo en mi pene.

Parpadeé varias veces hasta que mi visión se enfocó. Allí estaba él. Snape, mirándome fijamente con una expresión que rara vez se veía en su rostro. Era una mezcla de ira contenida y algo que rozaba la intencion de cometer un asesinato.

"Así que al fin despierta la bella durmiente" dijo con un tono mordaz, aunque había un filo de sarcasmo que no pude ignorar. "Creí que tendría que usar algo aún más fuerte para traerte de vuelta."

Intenté procesar lo que decía, pero mi cerebro no funcionaba bien y escuchaba las cosas como si estuviera bajo el agua.

"¿Qué pasa, Bitch Snape?" murmuré, apenas logrando hilar las palabras. Mi voz sonaba ronca, y mis oídos zumbaban. Hablé más por instinto que por coherencia. "¿Es que te vino la regla o algo así? No manejo esa clase de sangre..."

Para mi sorpresa, Snape no me lanzó un hechizo fulminante en ese mismo instante, como habría hecho con cualquier estudiante... o persona en general que le hablara así. En lugar de eso, su ceja se arqueó y su rostro adoptó una expresión aún más sombría.

"Estás muy jodido, Weasley" dijo, sosteniendo su varita con fuerza, como si estuviera reprimiendo las ganas de usarla para algo más drástico. "Espero que estés listo para tu expulsión... y para Azkaban."

La palabra golpeó mis sentidos como un cubo de agua helada.

"¿Qué?" pregunté, todavía aturdido.

"Sígame, señor Weasley. Tiene mucho que explicar." Snape dio un paso al frente, apuntándome con la varita. 

No entendía nada, pero algo en su tono me dejó claro que no estaba bromeando. Intenté recomponerme, pero mis piernas seguían torpes y mi mente hecha un lío. Antes de que pudiera reaccionar, Snape conjuró una cuerda que se envolvió alrededor de mis muñecas como una serpiente. Sin darme tiempo a protestar, tiró de la cuerda y me sacó de la habitación como a un criminal.

Mientras me arrastraba por los pasillos, traté de entender qué demonios estaba pasando. Mi cuerpo seguía sintiéndose raro, como si hubiera estado en coma durante semanas y apenas estuviera despertando. ¿Era el cansancio acumulado liberándose ahora que decidí dormir como una persona normal?

'Snape no aparecería así, con este dramatismo, si no fuera por algo realmente grave' pensé, intentando ignorar las miradas de algunos retratos curiosos que nos observaban mientras avanzábamos por los corredores.

Intenté movilizar mi magia, empujarla por mi cuerpo para despejar mi mente y recuperar mi fuerza. Necesitaba estar listo para lo que fuera que me esperaba.

Para cuando mi cuerpo finalmente recuperó su estado funcional, ya era consciente de a dónde me estaban llevando: el baño de niñas en el segundo piso. Era un destino extraño, y más aún considerando que Snape me había arrastrado como si fuera un criminal de guerra.

Al llegar, Snape deshizo las cuerdas mágicas con un movimiento brusco y me empujó hacia el interior. Tropecé un poco al entrar, apenas manteniendo el equilibrio, solo para encontrarme con un grupo de profesores esperándome con expresiones solemnes. Allí estaban Dumbledore, McGonagall, Flitwick, Sprout, y por supuesto, Snape. El aire estaba cargado de una gravedad que podía sentirse en los huesos, como si estuvieran a punto de decidir mi destino en un juicio final.

Pero la solemnidad se rompió...

Las miradas de todos comenzaron a bajar lentamente hacia mi cuerpo. Al principio pensé que era mi ropa, quizás mi ropa estaba desordenado. Sin embargo, seguí sus ojos hasta que finalmente me di cuenta del motivo de su confusión.

Una potente y llamativa erección adornaba mi figura como si fuera una bandera ondeando al viento.

Mi primera reacción fue tratar de cubrirme con las manos, aunque parecía que mis intentos solo llamaban más la atención. Intenté desesperadamente usar magia para bajarla. Pero, por algún motivo, controlar mi propia biología resultaba más complicado de lo esperado.

Opté por lo único que parecía razonable en ese momento: fingir que no estaba pasando.

"Profesores, ¿a qué debo el honor de esta repentina invitación?" pregunté con la voz más neutral que pude reunir.

Dumbledore asintió, pero su mirada aún estaba algo... desconcertada. "Buenas noches, señor Weasley" respondió con su tono característicamente calmado, aunque había un atisbo de incomodidad que traicionaba su compostura. "Lamento molestarlo en mitad de la noche, pero ha sucedido algo."

"¿Alguien fue atacado?" pregunté de inmediato, pensando en la Cámara de los Secretos.

Mi suposición no fue bien recibida.

"¡¿Cómo se atreve, señor Weasley?!" McGonagall explotó, su rostro rojo de furia. "¡¿Cómo pudo siquiera...?!"

No terminó la frase, probablemente porque estaba tan enojada que las palabras se le atoraban en la garganta.

"¡Yo no maté a nadie!" me apresuré a excusarme, levantando las manos en un gesto de inocencia. "Estaba tan dormido que ni siquiera podría haber sido sonámbulo, lo juro."

"¡Ja!" se oyó la carcajada sarcástica de Snape desde detrás de mí. Su tono goteaba veneno y burla. "Inocente mis bolas."

"¡Severus!" Sprout lo regañó de inmediato, horrorizada por el vocabulario.

Snape tosió, un gesto que contrastaba con la vergüenza que sentía. "Discúlpeme..." balbuceó, sorprendido por sus propias palabras. Era absurdo cómo, cerca de ese joven pelirrojo, su compostura solía flaquear de esa manera tan infantil.

"Volviendo al tema..." Dumbledore interrumpió con suavidad, como si intentara evitar que la conversación se descarrilara por completo. "No estamos aquí para culparlo de nada relacionado con la Cámara de los Secretos, señor Weasley. Pero sí hay algo no menos importante..."

"¿Entonces la Cámara de los Secretos fue abierta?" pregunté, cada vez más intrigado.

La tensión en la sala subió varios niveles. Snape me miró como si acabara de confesar un asesinato.

"¿No ha visto lo que se escribió en la pared?"Snape intervino, avanzando un paso hacia mí con su típica expresión acusadora. "Aunque ahora que lo pienso... no lo vi durante la cena. Ni cuando encontramos a Potter y Weasley en la escena del crimen... ni después."

"Estuve en la fiesta de aniversario de muerte de Nick Casi Decapitado" respondí, encogiéndome de hombros. "Luego di un paseo con la Dama Gris. Pueden preguntarle, si no me creen. No tenía idea de que algo había pasado.

"¡Pero sabe sobre la Cámara de los Secretos!" continuó acusándome Snape, alzando una ceja con teatralidad.

"Lo escuché mencionar cuando volví al dormitorio, pero estaba tan cansado que no presté atención. No sabía que era importante hasta ahora" repliqué, esforzándome por sonar convincente. "¿Quién fue atacado?"

"Filch y la señora Norris" respondió Flitwick, que parecía más impresionado por mi supuesto baile con la Dama Gris que por los eventos recientes.

"¿Están vivos o muertos?"(Red)

"Vivos, aunque petrificados" intervino Sprout con rapidez. "Podrán ser atendidos cuando las mandrágoras maduren."

"Nos estamos desviando del tema" cortó McGonagall, que parecía a punto de explotar nuevamente. Su mirada me perforó como si quisiera borrar mi existencia solo con la fuerza de su furia contenida.

"Bien, si no es por la Cámara de los Secretos" dije, exasperado. "¿Qué cosa tan importante ocurrió para traerme al baño de niñas en medio de la noche, en lugar de esperar hasta mañana?"

Dumbledore suspiró, cargando con el peso de algo que claramente no quería explicar. "Es por Myrtle..." empezó, con cierto pesar. "Ella... hizo algo que..."

"¡Yo no hice nada malo!" gritó Myrtle de repente, apareciendo al flotar sobre los cubículos del baño. Pero no era su grito lo que congeló la escena, sino la imagen que presentó. Sobre su fantasmagórica pelvis llevaba un arnés con un dildo de plástico colgando, balanceándose ligeramente mientras flotaba. "¡Ustedes son unos reprimidos sexuales que me desprecian por hacer lo que ustedes no aceptan!"

El silencio que siguió fue casi tangible.

Flitwick y Sprout desviaron la mirada, claramente incómodos. McGonagall parecía debatirse entre la furia y un colapso nervioso, mientras que Snape la miraba con una mezcla de desdén y algo que parecía ser horror genuino. Por su parte, Dumbledore solo bajó la mirada con un cansancio que parecía haber envejecido diez años en un instante.

En cuanto a mí, mi cerebro tardó unos segundos en procesar lo que estaba viendo. Y cuando lo hizo, el horror absoluto se apoderó de mí. Recordé, de golpe, esos regalos absurdos y pervertidos que le había enviado a Myrtle durante las vacaciones y una idea horrible me atravesó como un relámpago.

"¡Myrtle!" rugí, liberando mi aura mágica de forma completamente involuntaria. Las puertas de los cubículos del baño se abrieron de golpe, golpeando las paredes con un estruendo que resonó en todo el lugar. "¡TE DEJÉ MUY CLARO QUE NO PODÍAS TOCAR A NINGUNA NIÑA EN ESTA ESCUELA!"

Myrtle hizo un puchero infantil, flotando como si mi explosión fuera una molestia menor.

"¡Yo no le hice nada a ninguna niña!" protestó. "Nunca rompí mi promesa. Las niñas están intactas... por lo menos de mi parte."

Mi furia disminuyó ligeramente, pero me quedé paralizado al ver a Dumbledore asintiendo con la cabeza en señal de confirmación. Confundido, miré a Myrtle y luego a los profesores, buscando respuestas.

"Entonces, ¿qué pasó?"pregunté, cada vez más desconcertado.

Snape no perdió la oportunidad de lanzarme una mirada acusadora. "¿No piensa decirnos qué tipo de trato turbio tenía usted con esta fantasma? ¿Qué métodos utilizó para darle tales artefactos y cumplir sus... crímenes, posiblemente siguiendo su voluntad?"

"¡No hice nada de eso!" respondí, frustrado. "Solo le di algunos regalos que... le interesaban. Pero ahora, ¿alguien puede decirme qué está pasando?"

McGonagall, con los dientes apretados y el rostro más rojo que nunca, respondió con un tono cargado de indignación

"La persona agredida no fue una chica."(McGonagall)

"Así es" añadió Dumbledore con un suspiro profundo. "Fue Harry Potter quien fue asaltado sexualmente mientras dormía."

—Disculpe, ¿qué? —pregunté, llevándome ambas manos a los oídos como si quisiera asegurarme de haber escuchado mal.

Snape, claramente disfrutando este momento, se acercó un paso. Parecía tener un conflicto de emociones, entre disfrutar y odiar la situación... mas o menos lo que le ocurre con Harry todo el tiempo, y quisas debido a él es que esos sentimientos son tan conflictivos.

"Tu querida fantasma entró en los dormitorios de Gryffindor durante la noche... y atacó al señor Potter con ese... artefacto que lleva."

Giré lentamente hacia Myrtle, que para mi horror, estaba inflando el pecho en una pose victoriosa.

"¿Myrtle... le metió el dildo a Potter por el trasero?" pregunté, con la voz tan plana como mi incredulidad.

"En palabras más vulgares... sí" confirmó Dumbledore con la mayor neutralidad que pudo reunir, aunque claramente estaba esperando alguna reacción por mi parte.

Me quedé en silencio. El aire parecía más pesado, cargado de tensión, mientras mi mente luchaba por comprender el surrealismo de la situación.

"Oh..." murmuré finalmente, asimilando la información.

Los profesores me miraban expectantes. Snape parecía listo para sacar mi confesión, mientras McGonagall daba un paso adelante con el ceño fruncido.

"Señor Weasley..." empezó ella, con tono de advertencia.

Yo no respondí. En su lugar, comencé a temblar.

"¿Señor Weasley?" intervino Flitwick, claramente preocupado.

El temblor en mi cuerpo se intensificó.

"¿Señor Weasley?" repitió Sprout, que parecía lista para intervenir mágicamente si explotaba otra vez.

Entonces, la tensión estalló.

"¡HAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA...!" La risa brotó de mi garganta como un torrente imparable. Me llevé una mano al pecho mientras la otra se apoyaba en la pared para no caerme, y las carcajadas resonaron por todo el baño como un eco interminable.

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