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Quinta parte 05 - LOS PRÍNCIPES COMERCIANTES (13)

Mallow descansó por primera vez en seis meses. Se hallaba tendido sobre la espalda en el solario de su nueva casa, completamente desnudo. Sus grandes brazos morenos estaban extendidos hacia arriba; los músculos se marcaban en la flexión, y después se borraban en reposo.

El hombre que estaba junto a él puso un cigarro entre los dientes de Mallow y se lo encendió. Encendió otro para sí y

dijo:

Debe de estar agotado. Quizá necesite un largo descanso.

Quizá sí, Jael, pero prefiero descansar en el asiento del Consejo. Porque voy a tener ese asiento, y usted va a ayudarme.

Ankor Jael enarcó las cejas y dijo:

¿Cómo me habré metido en esto?

Se ha metido de una forma muy obvia. En primer lugar es usted un viejo zorro. En segundo lugar, fue expulsado de su asiento del gabinete por Jorane Sutt, el mismo muchacho que preferiría perder un ojo a verme en el Consejo. No confía mucho en mis posibilidades,

¿verdad?

No mucho convino el ex ministro de Educación. Es usted smyrniano.

Eso no constituye ninguna barrera legal. He tenido una educación laica.

¿Desde cuándo los prejuicios siguen otra ley que no sea la suya? ¿Y qué hay de ese hombre suyo ese Jaim Twer? ¿Qué es lo que él dice?

Habló de meterme en el Consejo hace ya casi un año contestó Mallow con desenvoltura, pero lo he superado. En cualquier caso, él no lo hubiera conseguido. No es bastante profundo. Es ruidoso y tenaz, pero eso sólo es una expresión de valor perjudicial. Yo estoy decidido a dar un golpe maestro. Le

necesito.

Jorane Sutt es el político más listo del planeta y estará en contra de usted. No creo que yo sea capaz de desbancarlo. Y no creo que él no luche con todas sus fuerzas, y suciamente.

Tengo dinero.

Eso siempre ayuda. Pero se necesita mucho para eliminar los prejuicios contra un sucio smyrniano.

Tendré mucho.

Bueno, pensaré en ello. Pero no se le ocurra encabritarse sobre las patas traseras y cacarear que yo le di ánimos.

¿Quién viene?

Mallow puso un rictus compungido, y dijo:

Me parece que es el mismo Jorane Sutt. Llega temprano, y puedo comprenderlo. Hace unos meses que le doy esquinazo. Mire, Jael, entre en la habitación de al lado, y conecte el altavoz. Quiero que escuche.

Ayudó al miembro del Consejo a salir de la habitación con un empujón de su pie descalzo, y después se puso en pie y se cubrió con una túnica de seda. La luz solar sintética se redujo a una intensidad normal.

El secretario del alcalde entró rígidamente, mientras el solemne mayordomo cerraba la puerta tras él sin hacer ruido.

Mallow se abrochó el cinturón y dijo:

Siéntese donde quiera, Sutt.

Sutt se limitó a esbozar una ligera sonrisa. La silla que escogió era cómoda, pero no se apoltronó en ella. Desde el borde, dijo:

Si establece sus condiciones, iremos directamente al grano.

¿Qué condiciones?

¿Quiere que le vaya detrás? Muy bien, entonces, por ejemplo, ¿qué hizo en Korell? Su informe era incompleto.

Se lo di hace meses. Entonces se mostró usted satisfecho.

Sí. Sutt se rascó pensativamente la frente con un dedo. Pero desde entonces sus actividades han sido significativas. Sabemos lo que está

haciendo, Mallow. Sabemos exactamente cuántas fábricas ha montado; con cuánta prisa lo hace; y cuánto le cuesta. Y este palacio que tiene miró a su alrededor con fría apreciación, que representa considerablemente más que mi salario anual; y una faja que ha estado cortando una faja muy considerable y cara a través de las capas superiores de la sociedad de la Fundación.

¿De verdad? Aparte de demostrar que emplea usted a espías competentes,

¿qué otra cosa prueba?

Prueba que tiene un dinero que hace un año no tenía. Y esto puede probar cualquier cosa por ejemplo, que en Korell pasaron muchísimas cosas de las

que no sabemos nada. ¿De dónde obtiene el dinero?

Mi querido Sutt, no esperará realmente que se lo diga.

No.

Ya me lo parecía. Por eso voy a decírselo. Viene directamente de las arcas del tesoro del comodoro de Korell.

Sutt parpadeó.

Mallow sonrió y prosiguió:

Desgraciadamente para usted, el dinero es legítimo. Soy maestro comerciante y el dinero que recibí fue cierta cantidad de hierro forjado y cromita a cambio de cierto número de chucherías que logré proporcionarle. El cincuenta por ciento de los beneficios me

corresponde por contrato hecho con la Fundación. La otra mitad pasa al gobierno a fin de año, cuando todos los buenos ciudadanos pagan sus impuestos.

En su informe no había ninguna alusión a un convenio comercial.

Tampoco había alusiones a lo que tomé aquel día para desayunar, o al nombre de mi amante de turno, o a cualquier otro detalle sin importancia. La sonrisa de Mallow se volvió sardónica

. Fui enviado, según sus propias palabras, para mantener los ojos abiertos. No los cerré ni un solo momento. Usted quería averiguar lo que sucedió con las naves mercantes de la Fundación que habían sido capturadas. No las vi ni oí

hablar de ellas. Usted quería averiguar si Korell tenía energía atómica. Mi informe habla de las pistolas atómicas que poseen los guardias particulares del comodoro. No vi nada más. Y las pistolas que vi son reliquias del viejo imperio, y pueden ser piezas de museo que, a mi entender, no funcionan.

»Así pues, obedecí las órdenes, pero aparte de esto era, y soy, un agente libre. Según las leyes de la Fundación, un maestro comerciante está autorizado a abrir todos los mercados que pueda, y recibir de ellos su mitad legal de los beneficios. ¿Cuáles son sus objeciones? No las veo.

Sutt volvió los ojos cuidadosamente

hacia la pared y habló con una difícil falta de cólera.

La costumbre general de todos los comerciantes es introducir la religión con su comercio.

Me adhiero a la ley, no a la costumbre.

Hay veces en que la costumbre prevalece sobre la ley.

Entonces recurra a los tribunales. Sutt alzó unos sombríos ojos que

parecieron meterse en sus cuencas.

Al fin y al cabo, usted es smyrniano. Parece ser que la naturalización y la educación no pueden borrar las taras de la sangre. Escuche, y trate de comprenderme:

»Esto va más allá del dinero, o los mercados. Tenemos la ciencia del gran Hari Seldon para demostrar que el futuro imperio de la Galaxia depende de nosotros, y no podemos desviarnos del curso que conduce a ese imperio. Nuestra religión es el instrumento más importante que tenemos para lograr este objetivo. Con ella hemos puesto a los Cuatro Reinos bajo nuestro control, incluso en un momento que podían aplastarnos. Es el instrumento más poderoso que se conoce para controlar hombres y mundos.

»La razón primaria para el desarrollo del comercio y los comerciantes fue introducir y expandir la religión con más rapidez, y asegurarnos de que la

introducción de las nuevas técnicas y la nueva economía estaría sujeta a nuestro control concienzudo y profundo.

Hizo una pausa para recobrar el aliento, y Mallow repuso sosegadamente:

Conozco la teoría. La comprendo muy bien.

¿De verdad? Es más de lo que esperaba. Entonces ya ve, naturalmente, que su intento de comerciar por comerciar, con producción en serie de cosas sin valor que sólo pueden afectar superficialmente a la economía mundial, por el divorcio de la energía atómica del control religioso, sólo puede acabar con el derrumbamiento y la negación completa de la política que ha tenido

éxito durante un siglo.

Tiempo más que suficiente dijo Mallow con indiferencia para una política fuera de época, peligrosa e imposible. Por más que su religión haya triunfado en los Cuatro Reinos, apenas otro reino de la Periferia la ha aceptado. Cuando nos hicimos con el control de los Reinos, había suficiente número de exiliados para expandir la historia de cómo Salvor Hardin utilizó al clero y la superstición del pueblo para derribar la independencia y el poder de los monarcas seculares. Y si esto no bastara, el caso de Askone de hace dos décadas lo habría demostrado con toda claridad. Ahora no hay un solo gobernante en toda la

Periferia que no se dejara cortar el cuello antes que permitir a un sacerdote de la Fundación que entrara en el territorio.

»No propongo obligar a Korell o a cualquier otro mundo exterior a aceptar algo que no quieren. No, Sutt. Si la energía atómica los hace peligrosos, una sincera amistad por medio del comercio será mil veces mejor que una odiada supremacía basada en un poder espiritual extranjero, que, en cuanto se debilite un poco, se derrumbará completamente y no dejará nada sustancial excepto un temor y un odio inmortal.

Sutt dijo cínicamente:

Muy bien planteado. Así que, para volver al punto inicial de la charla,

¿cuáles son sus condiciones? ¿Qué quiere para intercambiar sus ideas por las mías?

¿Cree que mis convincciones están en venta?

¿Por qué no? fue la fría respuesta. ¿No es éste su negocio, comprar y vender?

Sólo con beneficios dijo Mallow, sin ofenderse. ¿Puede ofrecerme más de lo que estoy obteniendo ahora?

Podría tener los tres cuartos de los beneficios, en vez de la mitad.

Mallow soltó una carcajada.

Una magnífica oferta. La totalidad del comercio en sus condiciones representaría una décima parte de lo que obtengo ahora. Pruebe otra vez.

Puede tener un asiento en el

Consejo.

Lo tendré de todos modos, sin usted y a pesar de usted.

Con un rápido movimiento, Sutt blandió el puño.

También puede salvarse de una pena de prisión. De veinte años, si no me equivoco. Considere el beneficio que representaría.

Ningún beneficio, a menos que pueda llevar a cabo tal amenaza.

Será un proceso por asesinato.

¿De quién? preguntó Mallow, airadamente.

La voz de Sutt era dura, aunque no más alta que antes.

El asesinato de un sacerdote anacreontiano, al servicio de la Fundación.

¿Conque ésas tenemos ahora?

¿Qué pruebas tiene?

El secretario del alcalde se inclinó hacia adelante.

Mallow, no bromeo. Los preliminares están terminados. Sólo tengo que firmar la última hoja y el caso de la Fundación contra Hober Mallow, maestro comerciante, habrá comenzado. Abandonó usted a un súbdito de la Fundación a la tortura y la muerte a manos de una turba enloquecida, Mallow, y sólo dispone de cinco segundos para evitar el castigo que se merece. Por mí,

preferiría que desestimara mi advertencia. Sería más útil como enemigo destruido que como amigo dudosamente converso.

Mallow dijo solemnemente:

Se hará lo que usted desea.

¡Muy bien! Y el secretario sonrió duramente. Fue el alcalde el que decidió efectuar un intento preliminar para llegar a un acuerdo, no yo. Habrá observado que no lo he intentado demasiado.

La puerta se abrió ante él, y se fue. Mallow levantó la vista cuando

Ankor Jael volvió a entrar en la habitación.

¿Le ha oído? preguntó Mallow.

El político dio una patada contra el

suelo.

Nunca lo había oído tan enfadado, desde que conozco a la serpiente.

Muy bien. ¿Qué conclusión ha sacado?

Bueno, se lo diré. Una política de dominación extranjera a través de medios espirituales es su idea fija; pero a mí me da la impresión de que sus objetivos principales no son espirituales. Me expulsaron del Gabinete por discutir sobre el mismo tema, como no necesito decirle.

No necesita decírmelo. Y, según su impresión, ¿cuáles son esos objetivos tan poco espirituales?

Jael se puso serio.

Bueno, no es estúpido, de modo que debe darse cuenta de la bancarrota de nuestra política religiosa, que apenas ha hecho una sola conquista en setenta años. Evidentemente lo utiliza para sus propósitos.

»Ahora bien, cualquier dogma, basado primariamente en la fe y el sentimentalismo, es un arma peligrosa usada sobre los demás, puesto que es imposible garantizar que el arma nunca se vuelva contra el que la emplea. Hace cien años que soportamos el ritual y una mitología que se convierte cada vez más en algo venerable, tradicional e inmutable. En cierto modo, ya ha escapado a nuestro control.

¿En qué modo? preguntó Mallow. No se detenga. Quiero saber su opinión.

Bueno, supongamos que un hombre, un hombre ambicioso, utilice la fuerza de la religión contra nosotros, en vez de para nosotros.

Se refiere a Sutt

Así es. Me refiero a Sutt. Si pudiera movilizar a las diversas jerarquías de los planetas vasallos contra la Fundación, en nombre de la ortodoxia,

¿qué posibilidades tendríamos? Poniéndose al frente de los piadosos, podría hacerle la guerra a la herejía, representada por usted, por ejemplo, y proclamarse finalmente rey. Al fin y al

cabo, fue Hardin quien dijo: «Una pistola atómica es una buena arma, pero puede apuntar en ambas direcciones».

Mallow se dio una palmada en el muslo desnudo.

Muy bien, Jael, hágame entrar en el

Consejo, y lucharé contra él.

Jael hizo una pausa, y dijo significativamente:

Quizá no. ¿Qué era todo aquello del sacerdote linchado? No es verdad,

¿no?

Es verdad dijo Mallow, despreocupadamente.

Jael dio un silbido.

¿Tiene pruebas definitivas?

Debe de tenerlas. Mallow vaciló,

y después añadió: Jaim Twer fue partidario suyo desde el principio, aunque ninguno de los dos estaba enterado de que yo lo sabía. Y Jaim Twer fue un testigo ocular.

Jael meneó la cabeza.

Uh, uh. Mala cosa.

¿Mala? ¿Qué tiene de malo? Aquel sacerdote estaba en el planeta ilegalmente, según las propias leyes de la Fundación. Fue usado por el gobierno korelliano como cebo, involuntariamente o no. Por todas las leyes del sentido común, yo no tenía elección y lo único que podía hacer estaba estrictamente dentro de la ley. Si me lleva a juicio, no hará nada más que aparecer como un

estúpido.

Y Jael meneó la cabeza de nuevo.

No, Mallow, está usted equivocado. Ya le he dicho que él jugaba sucio. No pretende que le condenen; sabe que no puede conseguirlo. Lo que quiere es arruinar su influencia sobre el pueblo. Ya ha oído lo que ha dicho. A veces, la costumbre prevalece sobre la ley. Es posible que saliera libre del juicio, pero si la gente cree que echó a un sacerdote a los perros, su popularidad desaparecerá.

»Admitirán que hizo usted lo que era legal, incluso lo sensato. Pero, a sus ojos, será usted un perro cobarde, un bruto sin sentimientos, un monstruo de duro corazón. Y nunca será elegido para el

Consejo. Incluso podría perder su grado de maestro comerciante al serle retirada la ciudadanía. No es usted nativo, ya lo sabe. ¿Qué otra cosa cree que Sutt pretende?

Mallow frunció obstinadamente el ceño.

¡Conque ésas tenemos!

Muchacho dijo Jael, permaneceré a su lado, pero no puedo ayudarle. Se encuentra usted en un punto muerto.