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No mi enemiga

—Pero mama…

—Sin peros Riddle.

Otro cumpleaños sin pastel, pero al menos su madre no se había retractado en hacer la fiesta de cumpleaños. Para todos aún era un misterio como el prefecto de Heartslabyul había convencido a su estricta madre de invitar a sus compañeros de instituto a su casa en el Rose Queendom.

Claro, con sus respectivas reglas y con una lista negra de invitados inamovible.

Faltaba solo un día para su cumpleaños, Riddle ya tenía todo listo, talvez no era un festejo como los que acostumbraban en la escuela, pero incluso con las restricciones el pelirrojo estaba emocionado.

Era de mañana, Riddle estudiaba en el comedor de la cocina mientras su madre se alistaba para salir a su trabajo.

—Regreso a las cinco, ya debes estar listo para ir al restaurante con mis colegas.

— Sí madre— respondía Riddle preparándose unas tostadas.

—Todos están entusiasmados por conocer a un alumno de Night Raven College, da una buena impresión, varios de sus hijos entrarán el próximo ciclo escolar…

El menor había dejado de poner atención, tenía dos asuntos que arreglar antes del 24 de agosto: primero, conseguir al menos galletas para su fiesta, la segunda y más peligrosa, meter a las dos personas que su madre más detestaba a su casa sin ser notados.

—¿Me estás poniendo atención?

En que momento el rostro de su madre estuvo a centímetros del suyo, nunca lo sabría, lo importante es que tendría que limpiar el piso por la tostada con mermelada que había tirado. Su madre solo rodó los ojos, le dio un beso en la mejilla y salió de la casa.

Espero un rato antes de abrir la ventana

—Ya.

Apenas grito una cabeza flotante apareció en su cocina, —Crrrei que nunca se iría— decía con una sonrisa Chenya, mientras que por la ventana Trey entraba a la cocina.

Los tres amigos pasaron el día decorando la casa, jugando croquet, llamando al resto sus compañeros de dormitorio y amigos cercanos al pelirrojo, e ideando la forma en que la madre de Riddle no los descubriera.

Faltaban algunos minutos para que la señora Roseheart regresara, en su cuarto, Riddle había comenzado a alistarse para la cena por su cumpleaños.

—Pareces perrro de exhibición— mencionaba Chenya mientras veía al menor posar frente al espejo su traje negro.

—Es una cena de etiqueta— le aclaraba Riddle mientras se debatía entre una corbata roja con detalles de rosas negras, o una negra con corazones en color vino.

—Chenya tiene algo de razón, más que una cena de cumpleaños, parece que tu madre solo quiere alardear con sus conocidos— decía Trey con semblante serio.

Riddle suspiro, —Fue una de las condiciones que puso para hacer la fiesta, solo será unas horas— restaba importancia el menor eligiendo la corbata roja. Los mayores solo permanecieron en silencio.

Al escuchar la puerta de la entrada abrirse, supieron que era hora de despedirse.

—Trata de no morir de aburrimiento— se despedía Chenya revolviendo los cabellos de Riddle, haciéndolo enojar.

Trey rio por lo bajo, tomo un cepillo y acomodo nuevamente el peinado del menor, —Si algo pasa, ya sabes que puedes llamarnos— se despedía su vice líder, con cuidado salía de la casa por la ventana del cuarto, ventajas de tener magia.

Riddle fue a recibir a su madre, —Ya estoy listo— se presentaba al ver a la señora Roseheart en la sala.

—¿Tus amigos ya se fueron?— con reproche acusaba la mujer.

El menor trago saliva.

—Vámonos, llegaremos tarde.

Ambos pelirrojos salieron de la casa en silencio, el restaurante donde se reunirían con los compañeros de la señora Roseheart no estaba tan lejos, solo les tomaría diez incómodos minutos de caminata.

—¿No vas a decir nada?— preguntaba preocupado Riddle.

—Tu fiesta sigue en pie, si era lo que te preocupaba— respondía sin mirarlo la mujer, haciendo que Riddle sintiera alivio por un breve momento.

—Sería de mala educación cancelar a último minuto a nuestros invitados.

"Claro, el que dirán" pensaba el menor.

—No entiendo cómo alguien puede criar hijos así— decía con desprecio la mujer, haciendo que Riddle se incomodara, —El chico gato… supongo que es su naturaleza, pero el otro, no tiene excusa.

—Trey es un buen chico, así que su madre debe ser una buena mujer.

El que su hijo se atreviera a contradecirla era una falta grave, eso era lo que su semblante molesto daba a entender. Riddle vio el rojo en el rostro de su madre, si así lucia el cuándo se enojaba, ahora podía entender por qué algunos de sus compañeros le temían.

—Frances, te estábamos esperando— saludaba un hombre en la entrada del restaurante, logrando así calmar la furia de la mujer.

—Hablaremos luego.

La cena fue aburrida como esperaba, que la platica se centrara en su carrera estudiantil no lo molestaba, después de todo estaba orgulloso de todo lo que había logrado, incluso ver la alegría que la admiración de sus colegas provocaba en su madre le hacía ligeramente feliz.

Aun así, rogaba porque aquello llegara a su fin.

—No hay duda, tu hijo será un gran mago— felicitaba quién parecía ser el jefe de su madre y compañeros, —Se lo agradezco— decía con una sonrisa la señora Roseheart.

—Para haber sido criado por una madre soltera, es un buen chico.

El silencio se sembró en la mesa, nadie sabía si seguir o cambiar la plática.

—¿A qué se refiere?— pregunto con una sonrisa.

—Bueno, ya sabes, los chicos que crecen sin una figura de autoridad como lo es un padre suelen ser malos para el estudio, pero el tuyo salió decente.

Riddle por impulso tomo su bolígrafo, una cosa era que no estuviera de acuerdo con muchas de las decisiones que su madre tomo en su crianza, pero no permitiría que nadie le faltara el respeto de esa forma.

Antes de que pudiera cerrarle la boca a ese sujeto, su madre lo freno poniendo una mano en su hombro.

—Mi hijo no requiere ninguna figura de autoridad porque él sabe que es lo que tiene que hacer para lograr la grandeza— hablo la señora Roseheart sin perder su sonrisa.

De regreso en su hogar Riddle esperaba que su madre se quejara del machismo de su jefe o que lo regañara por meter a sus amigos a escondidas, pero ni una ni otra cosa paso, solo menciono lo cansada que estaba.

Ya con la pijama puesta fue al cuarto de su madre, la vio cepillando su cabello.

—¿Necesitas algo?— pregunto la mujer viéndolo por el espejo.

—¿En serio no vas a decir nada?

—Te castigaré pasado mañana— la repuesta hizo que Riddle se maldijera internamente.

—Sobre la cena… mi jefe es un cretino, pero hay cosas que no cambian.

—Sí, tienes razón— lamentaba Riddle al ir a su cuarto.

De las pocas cosas buenas de la cena del día anterior, era que los compañeros de su madre habían logrado convencerla de tener un pastel en su fiesta.

Después de todo, la apegada a las reglas señora Roseheart no podría ir en contra de las normas de la sociedad, normas que al perecer dictaban que no podía ser una fiesta de cumpleaños si había ausencia de un pastel.

—¿Quién dictamino cuál era la forma correcta de hacer una fiesta de cumpleaños?— se quejaba la mujer mientras caminaba aprisa.

—Si verdad— coincidía su hijo, quien bajo la máscara de molestia reía internamente por la ironía.

¿Por qué solo esa pastelería estaba abierta a esas horas?

De mala gana, la madre de Riddle entro a la pastelería de la familia Clover, haciendo que el menor recordara uno de los peores momentos de su vida.

El local estaba vacío, solo una mujer de cabellera verde estaba detrás del mostrador, mujer que al ver a la familia casi pierde la sonrisa de sus labios, —Bu… buenos días— saludo nerviosa.

La señora Roseheart no respondió el saludo, miro los panes y las galletas con disgusto, dio una mirada rápida al local antes de ir al mostrador, con su hijo cerca de ella, rogando porque nada la hiciera enojar.

—Busco un pastel de cumpleaños, nada con mucha azúcar o decoraciones absurdas— pidió con semblante serio.

—Bueno, los pasteles por lo general son dulces…— respondía con nerviosismo la peli verde.

—El azúcar es malo para un chico en desarrollo.

—Creo que difiero de eso.

—Y por eso su hijo es el segundo…

—¡Mamá!

El rojo en el rostro de Riddle era por vergüenza. No quería que esa mujer se volviera a enojar con su hijo como aquella vez, por lo que a toda prisa fue por un pastel a la parte trasera de la tienda.

—Este pastel está relleno de mermelada de fresa, y solo tiene cobertura de crema— explico la mujer enseñando el pastel sencillo, no era del todo del agrado de la señora Roseheart, pero supuso que sería lo mejor que encontraría.

Pago en efectivo, recibiendo el cambio en silencio.

Antes de salir, encaro nuevamente a la dueña del local, —Más vale que no vea a su hijo cerca de mi casa— advirtió la señora Roseheart.

—No lo hará— prometió la señora Clover molesta.

Ambos pelirrojos caminaron en silencio de regreso, sin embargo, Riddle no resistió llegar a su casa para encarar a su madre.

—Has sido grosera.

Su madre no se detuvo, acto que hizo enojar más a Riddle.

—Ellos no te han hecho nada, no tienes derecho a tratarlos de esa forma.

—Me dio mal el cambio— dijo su madre mirando su monedero.

—No te atrevas a armar otro escándalo…

—Me dio más de lo que debía.

El menor se mordió la lengua, volvieron a la pastelería, al menos no sería para volver a discutir, o eso esperaba Riddle. Al entrar vieron a un hombre hablando con la mujer.

—Disculpe, me dio mal el cambio…

—¡Usted espere!, yo llegue primero— hablo altanero el sujeto.

—Ya le dije que debe pagar el anticipo para poder darle su orden— trataba de razonar la señora Clover con aquel cliente.

Este solo azotó con su mano en el mostrador. —¿No me estás escuchando?, no te voy a pagar nada hasta ver si tus panqueques les gustan a mis invitados.

—Pero qué bestia— dijeron al unísono los Roseheart.

—Lo siento señor, pero no puedo hacer eso— dijo firme la pastelera, sin embargo, su respuesta hizo enojar a aquel hombre.

—¿Eres sorda?, entrégame mi pedido— grito el sujeto alzando su mano, pero antes de que pudiera dañar a la mujer una fuerte bofetada le hizo perder el equilibrio.

—Le tocas un solo cabello, y yo me encargo de que no vuelvas a ver el sol nunca— amenazo la señora Roseheart.

El sujeto tardo en salir del shock, al hacerlo su ira se vio intensificada, —¿Quién carajos te crees?, ¿no sabes quién soy?

—El que no sabe con quién habla es usted, soy la doctora Roseheart.

La pura mención de aquel apellido fue suficiente para hacer al hombre palidecer, si bien podía parecer solo una doctora, aquella mujer tenía tal fama y tal influencia política en el Queendom of Roses que tenerla de enemiga era ganarse la furia de la misma Reina de Corazones.

—Lo siento, yo… yo…

—Tienes diez segundos para salir de aquí.

—Pero mi pedido…

—¿No oíste a la doctora Roseheart?— amenazo Riddle sacando su pluma.

Un mago fue la gota que derramo el vaso, el sujeto salió huyendo de la tienda.

La señora Clover suspiro aliviada, temía que aquel sujeto aprovechando que estaba sola hiciera algo contra el local.

—Gracias.

—Me diste cambio de más, debería tener más cuidado— menciono la pelirroja.

La señora Clover acepto el dinero, agradeciendo tanto la ayuda como la honestidad de la señora Roseheart, ambos pelirrojos dejaron la tienda sin decir nada.

—Creí que no te gradaba— mencionaba Riddle al llegar a casa.

—Como madre no estoy de acuerdo con su forma de crianza— explicaba la mayor, —Pero como mujer, no puedo quedarme de brazos cruzados si veo a un patán tratar mal a otra.

Riddle asintió, el timbre, los alerto de la llegada de sus amigos.

—Sobre ese par - dijo la mujer antes de retirarse a su cuarto, —Puedes invitarlos, pero los quiero fuera de la casa a las cinco.