Reth hizo señas a Gawhr para que se acercara a la mesa. El Oso observó a Aymora y Behryn con su buen ojo y luego tomó la silla al final de la mesa, más cerca de la puerta, pero la retiró y la giró de lado para poder ver a quienquiera que pudiera entrar antes de que estuvieran sobre él.
Las cejas de Aymora se elevaron, pero se dio la vuelta hacia la cocina. —Ya traigo el té —dijo con sequedad.
Behryn tomó asiento en el lado largo de la mesa, a la derecha de Gawhr, dejando a Reth el asiento hacia el cual estaba de frente. Cuando Reth se sentó al otro lado frente a Behryn y Gawhr, esperó un momento para ver si el Oso se movía o cambiaba de posición.
Los Osos eran mucho más ferales que los otros Anima, estaban más cercanos a sus naturalezas animales. A los osos no les gustaba estar cortados de su ruta más corta a la seguridad. Estar en esta cueva —que no le pertenecía, sabiendo que había Anima afuera que no eran de su tribu— era un paso gigantesco para el oso.
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