Todos se quedaron completamente sin palabras ante el furioso rugido del Príncipe Gavriel. No era alguien que usualmente desahogara su ira o frustraciones en las personas que le rodeaban. Esto les demostraba cuán enfurecido estaba, y era un insulto personal para Su Alteza por la forma en que había actuado. Les llevó unos momentos volver a la realidad y recuperarse del shock que les había causado.
Su príncipe se había ido hace tiempo, pero ninguno de los oficiales, incluido el duque, se quejó. En cambio, sus rostros se veían absolutamente aliviados, y una expresión dichosa y esperanzada florecía en sus tensas caras. Parecía que todos conseguirían lo que querían, o eso esperaban. Todos ellos depositaban sus esperanzas en el príncipe y rogaban que la princesa también fuera colaborativa.
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