Tu otro yo idiota

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Con solo mirar cómo se comportaba en este momento, ya podía imaginar cómo reaccionaría una vez que ella lo provocara. El pensamiento la hizo sonrojar y sí... muy emocionada cuando piensa que esta es ahora su oportunidad de provocarlo a él también... y ya que él quería que ella lo castigara, entonces... oh dioses, ¿en qué estaba pensando en este momento? 

—No digas tal cosa. Podrías terminar arrepintiéndote de tus palabras —los ojos de Evie vagaron alrededor. Gracias a Dios, él no la estaba mirando en este momento—. Podría castigarte de verdad fuerte.

—No me importa —él la interrumpió—. Sé que lo merezco por haberte lastimado. Sé que las palabras solas no son suficientes para compensar las lágrimas que has derramado y por el dolor que te he causado.