Toda mi vida me dijeron que no importaba qué hiciera sino cómo lo hacía, que "lo que importa no es el destino sino el viaje", pero yo nunca había entendido con claridad lo que significaba. Es decir, sí, comprendía, pero al mismo tiempo era consciente de que también era importante el resultado de ese camino que debíamos tomar. Así que, decidí tomar las riendas de mi vida y llegar mi destino. Me mudé, me fui del país y llegué a uno completamente desconocido para mí. Había tomado un avión hacia la otra punta del mundo para poder estudiar, esa era mi meta y no contaba con que en el medio pasara todo lo que pasó. No sabía que mi vida daría un giro de ciento ochenta grados...