La mañana siguiente vinieron casi todos los chicos a comprar, Daniel no se fiaba mucho de que fuéramos solos al pueblo y había hablado con los demás. Por suerte no nos encontramos a ninguno de ellos. En la vuelta a casa Daniel les explico que había sucedido, saltándose la parte donde habían intentado agredirme íntimamente. Todos acordaron estar atentos por si acaso, pero solo quedaban unas dos semanas para que acabara el verano.
En la playa estábamos todos juntos, los chicos estaban en el agua y no me di cuenta hasta que María me dijo:
-Emily, unos chicos te están mirando, gírate y los verás.- Con disimulo giré un poco la cara fingiendo buscar algo en la toalla, cuando les vi, esta vez eran cuatro. Venían los únicos a los que Daniel no había golpeado con ganas, con el mismo disimulo me levante despacio mientras dije:
-María vamos a nadar, aprovechemos lo que nos queda de verano.- Por suerte ella dijo que si y nos fuimos con los chicos. Al llegar a ellos dije algo apurada:
-¡Dani!-Al ver mi cara de miedo, todos se pusieron alerta. Él miró hacia la playa y dijo a los demás mientras su mirada se volvía aterradora:
-Son ellos, esperemos que no tengan ganas de pelea por que si la quieren los espero.-Los chicos salieron pero nos dijeron que nos quedáramos nosotras dentro. María me dijo que no entendía nada, le dije que eran unos que buscaban pelea y que habían desafiado a Daniel. Me sentí aliviada al ver como se iban cuando vieron que esta vez Daniel tenía compañía. Después volvieron a entrar en el agua y Adam dijo:
-No volverán a molestar, ahora saben que no esta solo, no quieren más problemas.- Adam propuso jugar con el balón pero casi ninguno tenia ganas de jugar, nos fuimos a las toallas y charlamos sobre esa tarde. En un momento en que nos quedamos solos Daniel me dijo:
-¿En tu casa no se han dado cuenta de los golpes?- Le dije que no, solo tenia moratones en la parte de la barriga, así que me puse bañador y arreglado. En la cuestión de los arañazos les dije que me había caído en medio de unos rosales. Mi abuela se lo creyo así que no paso nada simplemente me los curaron y como me cambiaba sola no se darían cuenta. Para esa tarde quedamos en ir a casa Will a jugar a los videojuegos, mientras unos jugaban a las maquinitas los demás jugábamos al villar. La madre de Will nos trajo unos helados que cogimos con gusto, después jugamos al futbolín, como se me da fatal Daniel se puso en mi equipo. Para mi suerte Daniel era buenísimo, desde la defensa y la portería marcaba los goles. Ganamos casi todos los partidos que jugamos, la verdad nos reíamos mucho de lo mal que jugaba. Una de mis torpezas fue que casi marque en propia puerta, por suerte Daniel estaba atento. Adam muerto de risa me dijo:
-¡Emily! Tienes que marcar en la otra, no en la vuestra.- Los demás se rieron a gusto, para la suerte mia de que como no se daban cuenta pase la pelota y Daniel marco. Will dijo que eso no valía pero como solo era uno no pasaba nada, Adam dijo que si que valía y como hacia de arbitro nadie se opuso.
Esa noche cenamos en casa de Adam, saco unos juegos de mesa y empezamos a jugar. A la tercera partida Daniel dijo que estaba cansado de ganar y que en la cuarta haría de banca. Estábamos jugando al Hotel, Daniel estaba a mi lado y mientras jugábamos me puso su mano en mi muslo derecho. No dije nada pero estaba un poco nerviosa por si nos pillaban los padres de Adam.
Cuando terminamos la partida nos despedimos y Daniel se quedo un rato en mi casa, mientras María hablaba con Adam. Desde que paso lo de la pelea, Daniel me besaba con mucha dulzura y no me presionaba mucho y estaba más atento.
El día de la despedida solo nos quedamos Daniel, María, Adam y yo, Daniel y María se iban esa tarde. Estaba algo triste aunque no era una despedida de verdad pero aunque fueran unos días le echaría de menos.
Nos sentamos en las toallas charlando del invierno y sus cosas, María propuso ir a nadar, se fueron todos pero yo les dije que me quedaba un rato más tomando el sol. Pensé en como ese invierno seria diferente, ahora tenia novio, aunque se me paso por la mente que nos veríamos poco.
Entre las clases, los estudios, su entrenamiento y nuestros padres, solo le vería los fines de semana. Adam me llamo, cuando me levante apareció Daniel. Me cogió de la mano mientras decía:
-¡Emi, venga! No te pongas así, seguiremos viéndonos este invierno. No tanto tiempo como me gustaría pero siempre puedo ir a tu casa a ayudarte con los deberes y a estudiar. También puedes venir a mi casa, así que no estés triste.-Yo también quería creerlo pero algo me decía que no seria así este invierno.
Esa tarde mientras sus padres terminaban de recoger, aprovechamos para ir a por unos helados. Daniel me dijo mientras me abrazaba:
-¡Venga! Nos vemos en unos días, te llamare mañana así que ten el móvil a mano.- Me beso y se fueron, Adam me hacia bromas para que me animara.
En los días siguientes nosotros también nos fuimos a casa, donde mis padres me dijeron que Daniel podría venir a casa siempre que mis notas fueran como las del año anterior. Les prometí que si que lo serian, les explique que como el invierno anterior Daniel me había ayudado con los esquemas y con los ejercicios difíciles me había sido fácil aprobar.
Ellos aceptaron que fuera como mi tutor siempre que tuviéramos en cuenta que ya no era verano. No podíamos llamarnos todos los días y tendría que controlar mi saldo o me quitarían el móvil, además de cuidar a mi hermana.
Se lo comente a Daniel y estuvo encantado de ser mi tutor, por que cuando se trataba de estudiar él era el que se ponía más serio. Acordamos un horario y quedamos que cuando empezara el curso lo pondríamos en práctica.