—…
Justo cundo Nian Xiaomu quiso decirle que no se obligase a ir, alzó la cabeza y se encontró con la profunda mirada de él.
Sus ojos, como un horizonte lleno de estrellas, emitían un sereno rayo de luz.
Uno tenía la urgencia inconsciente de explorar y sumergirse en esa mirada con sólo verla…
Ella lo miró fijamente en blanco por un tiempo. Pronto, las palabras que quería decir habían escapado de su mente.
Cuando vio que él estaba esperando su respuesta ella murmuró de forma ininteligible: —De acuerdo.
¡Al volver a sus sentidos luego de decir eso, deseó poder darse una bofetada en el rostro!
¡El encanto de una mujer (o de un hombre, en éste caso) estaba destinado a maldecir una nación entera!
Ella había hecho un hoyo y había saltado dentro tan fácilmente…
En ese momento, cuando quiso decir algo más, Yu Yuehan ya había cerrado los ojos y pretendía haberse quedado dormido.
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