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El Renacimiento de Omega

``` —¿Qué podía ser peor que la muerte misma? —Pues morir sabiendo que nadie te echaría de menos, sabiendo que tu muerte era un favor para todos los que alguna vez conociste. —Así fue exactamente como me sentí el día que morí. —Era el hijo amoroso del Rey Alfa de Eclipse, en una época donde el vínculo de pareja se consideraba sagrado, un hijo nacido fuera del matrimonio no era nada menos que sacrílego... —Fue su culpa, él amó a alguien más que a su compañera... —Fue su culpa, tuvo conocimiento carnal de una mujer humana. —Todo fue su culpa, mi único crimen fue nacer de su lujuria. —Pero, ¿por qué ese Rey Alfa que era mi padre estaba perfectamente seguro, mientras que yo era odiado, despreciado y culpado por todo en su lugar? —¿Por qué tenía que ser la ficha de cambio de mi padre, utilizada para lograr sus objetivos? —¿Por qué no pude obtener un rechazo como todos los demás, sino que en cambio fui asesinado por mi propio compañero? —¿Por qué fui asesinado antes de tener siquiera la oportunidad de vivir? —Tenía mil preguntas y sin embargo no había nadie para responder y así fue exactamente como morí... —Entonces, ¿por qué mis ojos se abrieron de repente a ese día, un mes antes de mi muerte? —¿Fue a causa de mi pequeño secreto? —Un secreto que no le contaré a nadie más que a ti... —Por el título de mi relato, debes pensar que soy un lobo Omega... —No, te equivocas... No soy un lobo Omega, soy un lobo Alfa y mi nombre es Omega. —Segundo libro en la serie Renacimiento de los Hombres Lobo. —No es una precuela o secuela de 'El Némesis del Rey Alfa', ambos libros no están relacionados salvo por el escenario del mundo y el concepto de Renacimiento de los Hombres Lobo. —El arte de la portada obtenido de internet, todos los créditos al artista original. ```

JHeart · 奇幻言情
分數不夠
690 Chs

Oído por ahí (Ch.475)

```

Neveah detuvo a su caballo justo fuera de las puertas del castillo, asintiendo hacia el guardia de la puerta que se apresuró a tomar las riendas.

—Buenos días, Mi Dama —saludó el guardia con una pequeña reverencia mientras Neveah entregaba las riendas.

—Buenos días, Caleb —devolvió el saludo Neveah mientras retiraba una caja de espadas sujeta a la silla de montar del caballo.

—Yo puedo encargarme de eso —ofreció el guardia, Caleb, notando que la caja de espadas era más pesada de lo que parecía.

Neveah negó ligeramente con la cabeza, colocándose la caja de espadas sobre el hombro.

—Ya me conoces Caleb, soy una chica grande... Puedo manejar mis efectos personales —respondió Neveah con cariño.

Era un recordatorio que Neveah había presentado cientos de veces a cientos de personas, pero rápidamente se dio cuenta de que aquí en las Dunas, la hija del querido Señor de las Dunas era un tesoro para todos.

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