—Eres tan divertida —soltó una carcajada Emmelyn. Era la primera vez en varias semanas que podía sentirse feliz de nuevo.
Bajó la mirada y observó a su pequeña bebé. Harlow ya no estaba tan arrugada como hacía varias horas, pero aún estaba lejos de ser hermosa. Era difícil ver una belleza sobrenatural en esta recién nacida, pero Emmelyn decidió creerle a Lily.
Tenía razón. Harlow tenía la suerte de haber heredado buenos genes de ambos lados de sus padres, pensó Emmelyn.
Tenía que admitir que ella misma no era nada mal parecida. Entonces, tener buenos genes de Marte y Emmelyn seguramente jugaría a favor de Harlow.
—Me alegra verte reír —comentó Lily. Se sentó al lado de Emmelyn y habló en tono serio—. ¿Qué te parece si dejamos que nuestros hijos se enamoren y algún día se casen?
—¿Qué? ¿Estás bromeando? Ella solo tiene un día de vida —Emmelyn rió otra vez—. Y tus chicos son tan jóvenes.
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