Bo Jiu miró a Wu Zhen, sus labios curvados hacia arriba, increíblemente pálidos, haciendo que pareciera como si fuera un vampiro. —¿Quién le dijo que llamé a Bai Qianye?
—No importa a quién llame, tendrá que sufrir las consecuencias de sus crímenes. —Wu Zhen reprimió su odio, agarrándose a un bolígrafo—. Hablemos del caso. El 26 de diciembre a las 8 de la noche, ¿dónde estaba?
Bo Jiu contestó débilmente y con una sola palabra. —Casa.
—¿Quién puede probar eso? —Wu Zhen entrecerró los ojos.
Bo Jiu sonrió ante eso. —Los miembros de mi familia, por supuesto.
Como Wu Zhen sabía que era un callejón sin salida, decidió cambiar su táctica.
—No hay mucha gente con habilidades de hacker como usted. ¿Se sintió feliz robando su propia cuenta durante la competencia de selección de juegos de la ciudad Jiang?
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