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Sin dudarlo, Lex usó Evisceración en el robot que había hablado. Pero como había sospechado desde hace tiempo, la técnica no tuvo efecto. No importa —no le importaba hacer las cosas de cerca y personalmente.
En sus puños, llevaba puestos unos nudillos de hierro que había comprado en la Sala de Gremio. A diferencia de los nudillos de hierro normales, estos podían cargarse usando la energía espiritual de Lex. Una vez cargados, la próxima vez que hicieran contacto con algo, liberarían una explosión concentrada de energía. Eso, acompañado de la ridícula fuerza física de Lex, hacía que ninguna técnica espiritual fuera necesaria. La fuerza bruta era suficiente para derribar a cualquier enemigo que enfrentase, al menos hasta ahora.
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