—Sólo te lo digo porque sigo pensando en ti como una amiga. Este es mi último recordatorio. No importa si eres tú o tu padre, por favor deja lo que no deberías estar haciendo. De lo contrario, te haré saber lo que es la verdadera crueldad. Eso es todo lo que quiero decir. —Lu Tingxiao se marchó.
Guan Ziyao sintió que sus piernas cedían y el cansancio se apoderó de ella. Se desplomó en el suelo, con su ropa empapada con su sudor frío...
¡Sí, ella lo sabía! ¿Cómo no se dio cuenta? Simplemente no quería creerlo ni aceptarlo hasta que Lu Tingxiao le señaló la verdad obvia.
—Lu Tingxiao… Lu Tingxiao…¿Cómo pudiste hacerme esto? —Guan Ziyao lloró incontrolablemente.
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