Unos meses pasaron, los familiares de Italia finalmente arribaron al país y el casamiento se había concretado con éxito. Luego de unas semanas realizando los preparativos, hoy era el último día en el cual toda la familia estaría unida.
Carlos se iba de luna de miel con su esposa a recorrer Europa y de paso aprovecharía el viaje para dejar al viejo en el manicomio en Inglaterra. Ese era el plan acordado entre los dos hermanos en un intento de darle una mejor vida a su padre.
Pero había un pequeño problema en el plan y era que el padre de los dos hermanos no sabía que sus hijos planeaban mandarlo a Inglaterra y mucho menos el padre sabía que sus hijos planeaban mandarlo a un manicomio.
Ninguno de los dos hermanos quisieron insistir con el tema durante el armado del casamiento y luego de casarse nadie quería arruinar la atmósfera alegre de la familia. Por lo que hasta el último día ninguno de los dos hermanos les dijo a su padre acerca del viaje que tendría que realizar.
Actualmente, los dos hermanos se encontraban caminando en silencio por el camino de piedra rumbo a la parte vieja de la estancia. Ninguno de los dos hermanos quería mencionar el tema hasta que estuvieron al frente de la puerta de la casa de barro y la situación los obligó a volver a hablar del asunto.
—¿Qué haremos si papá no quiere irse de la casa?—Preguntó Carlos con preocupación
—Nos iremos del cuarto y mandaré unos cuantos trabajadores a llevar a papa hasta el barco—Respondió Ernesto con calma—Supongo que papá tratara de apuñalar a alguno de los trabajadores, pero dudo que papá logre hacerle más que un rasguño a los trabajadores con la edad que tiene.
—¿No conoces algo similar a un esclavo que se venda en este país?—preguntó Carlos con aún más nervios—Si papá termina matando un trabajador: ¿cómo sacaremos por el puerto a un asesino?
—Diremos que el trabajador murió en un duelo con cuchillos—Respondió Ernesto con calma—Le diré a los muchachos que estén preparados, si pueden adiestrar a los caballos del establo, también pueden lidiar con un viejo con problemas mentales.
Antes de que Carlos pudiera hablar más del tema, Ernesto se adelantó y abrió la puerta de la casa de barro. Ernesto no tenía ganas de seguir discutiendo el hecho de que lo más probable era que tuvieran que mandar personas para obligar a su padre a salir de la habitación.
Además, lo más importante es que los trabajadores tampoco verían con buenos ojos que Ernesto le haga eso a su antiguo patrón, por lo que Ernesto tendría que buscar gente de otros campos para poder hacerlo.
Al entrar a la sala, la criada que cuidaba a al padre saludó a los dos hermanos, mientras decía con tono alegre:
—El señor está más tranquilo que de costumbre, parece que las fotos del casamiento lo ayudaron a poder dormir mejor.
—¡Qué alegría!—Gritó Ernesto con felicidad, pero luego se apenó porque tendría que arruinar el buen estado de ánimo de su padre con el asunto del viaje.
—Sí, es una gran alegría…—Comentó la criada con una sonrisa angelical— Pero parece ser que el señor se cayó de la cama mientras dormía, por lo que está algo lastimado.
—Este tipo de cosas no le ocurrirán nunca más a papá cuando esté en Inglaterra...—Comentó Carlos con disgusto al enterarse de que su padre se había caído de la cama—En Inglaterra estará en un lugar donde haya instalaciones especializadas para cuidar a gente con este tipo de trastornos.
—Eso espero...—Comentó Ernesto también preocupado, mientras que se dirigía a la puerta de la habitación oscura donde vivía su padre.