—Yo si entregaré mi sombra—habló Brin casi en un susurro, ella también estaba muy asustada, aunque lo disimuló mejor que Mike.
—Yo también lo haré—dijo Mike después de ella.
Ya solo faltaba Fred y todo recaía en él nuevamente. Esperó y me apoyé también, así como lo hizo, al venir aquí.
—Y yo—habló Fred después de unos segundos, pero su voz parecía normal sin una pisca de miedo, aunque lo importante era que él, también, había aceptado y al estar todos de acuerdo, podría volver a ver a mi hermana.
—Ya que todos habéis aceptado, podréis hacer las preguntas de uno en uno primero y después tendrás tú lo que deseas—dijo de nuevo la voz a mis espaldas refiriéndose a mí.
—Yo deseo saber si hay algo después de la muerte o es que solo morimos y ya—dijo Brin tan rápido que casi ni la entendí.
—Cuando morimos todos vamos a una dimensión que se le conoce como Onreifni, donde algunas almas logran seguir su camino y otras se ven obligadas a vagar en ese lugar por toda la eternidad—respondió la voz, aunque creía que no había entendido lo que había dicho Brin por lo rápido que hablo.
—Si existe esa especie de purgatorio para las almas. ¿Entonces también existe un lugar como el paraíso o algo así, ¿no? —le dijo Mike a la criatura.
—Si existe un sitio que es al que van las almas que logran seguir y se llama Oleic, aunque como ya respondí todas las almas no logran llegar ahí—dijo la voz respondiendo a la pregunta de Mike. Por lo que ya solo restaba una, la de Fred.
«Ya solo resta una pregunta, así que dime tu chico que quieras saber» habló otra vez refiriéndose esta vez de manera directa a Fred.
—Yo no deseo preguntar nada—respondió Fred con la misma seguridad de la vez anterior que habló, pero lo más extraño es que él no quería preguntar nada y me tomó por sorpresa.
—Bueno, si esa es tú decisión—habló la criatura—Solo quedas tu chica. ¿Dime qué es aquello que tanto deseas?
—Yo quiero volver a ver a mi hermana—dije aún con miedo y algo nerviosa, porque me preocupaba que dijera que eso no era posible.
Sentí que alguien me tocó el brazo y después se agachó frente a mí. Era ella, era Melissa, ahí estaba con su hermoso cabello color café y sus ojos tan verdes como esmeraldas.
—¡Hermanita, como te he echado de menos! —dijo y se acercó para darme un fuerte abrazo, el cual sentí como si estuviera ahí, igual que el olor de su pelo y la suavidad de su piel, parecía... Tan real. Las lágrimas rodaban por mis mejillas como agua que fluye de un grifo abierto, siempre quise esto, volverla a ver, oír su voz, sentir su olor, tocar su piel. Cosas tan simples como esas me hacían tan feliz.
Ella terminó el abrazo y con una de sus manos seco las lágrimas de mis mejillas para después dedicarme una gran sonrisa.
Pero todo cambió de repente. Un olor a podrido invadió mis fosas nasales, el rostro de Melissa empezó a colapsar y la piel de su cara se despegaba como pintura vieja. Gusanos se movían bajo su piel, la tomé en mis manos antes de que cayera a un costado del suelo y vi y sentí su cuerpo descomponerse en mis manos hasta que solo quedaron cientos de gusanos viscosos que se movían sobre sus huesos. Me sacudí las piernas para quitarme los gusanos de encima, pero estos ya habían desaparecido.
La rabia y la repulsión habían invadido cada parte de mi cuerpo haciendo que el miedo que tenía se esfumará como gas. Esa había sido la peor experiencia de mi vida y esa cosa lo había hecho a propósito para que viera y sintiera todo eso, al final todo no había sido más que una cruel ilusión....
No me pude contener y ahora si me di medía vuela y quedé cara a cara con El Hombre Sombra....
Dato sobre la historia: la dimensión a la que llamé Onreifni es el orden inverso de las letras de la palabra Infierno. Y en Oleic sucede lo mismo que la anterior, es Cielo a la inversa.
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