Oberón había estado tan inquieto desde el arresto de Mark, parecía estar diciendo la verdad, pero todo apuntaba en su contra.
Se llevó las manos hacia atrás por el cabello mientras caminaba de un lado a otro por la sala del trono.
—Tengo que encontrarlo, él es el único heredero de mi trono —murmuró.
La puerta de la sala del trono se abrió y alguien entró corriendo. Se detuvo a los pies de Oberón, sin aliento.
—¡Su majestad!
Frunció el ceño. —¿En qué puedo ayudarte? ¿Y quién eres exactamente?
—¡Los encontré!
—¿A quiénes?
—¡A su heredero!
Sus ojos se abrieron de par en par. —¿Lo viste?
—Sí su majestad, estaba con dos licántropos. ¡Uno de los licántropos había matado al padre de la dama Nyx!
Su mandíbula se desencajó. —¿Eh? ¿Andrew?
—Sí su majestad, estaban en las sabanas, ese fue el último lugar donde los vi.
—¿Por qué no capturaste a mi hijo?
—Estaba con licántropos su majestad, no había manera de que pudiera enfrentarme a ellos —murmuró sin aliento.
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