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Capítulo 7: Condenados

編輯: Nyoi-Bo Studio

¡Qué gran error! Si lo hubiera pensado antes, no hubiese usado el hielo. Después

de todo, era solo un hechizo de control con poder limitado. Hubiera sido mejor

usar un hechizo poderoso como el de fuego. Incluso si ese tipo hubiese tenido una

herramienta mágica capaz de resistir magia, no hubiera tenido tanta facilidad para

detenerlo. Solo el impacto de Llamarada hubiera sido suficiente para dejarlo en el

suelo en penoso estado. El estrés había afectado a Raymond, haciéndole olvidar

la razón por la cual lanzó el hechizo en primer lugar.

«Bien, esto fue un poco inesperado, pero usar Llamarada lo arreglará».

Raymond usó unas palabras para consolarse antes de recitar el encantamiento

para Llamarada, lleno de confianza. Estaba muy calmado esta vez. Esta vez no

acortó el encantamiento ni los gestos y lo recitó con determinación. Incluso el

arreglo de los elementos en su remolino de maná era preciso, al punto que, si un

maestro estricto viese el hechizo, no encontraría ningún fallo.

—No pasará nada inesperado esta vez —pensó Raymond complacido.

Pero el resultado fue...

Antes de que Raymond terminara de recitarlo, un agudo silbido pasó por su oreja.

Este «silbido» se sentía como algo atravesando el aire. Acto seguido, Raymond

notó un cosquilleo en su hombro antes de que su cuerpo entero fuera lanzado

como un cañonazo.

Raymond aterrizó en el suelo a algunos metros.

En ese momento, Raymond sintió una quemazón en su hombro y la relacionó con

el sonido que escuchó hacía un segundo. Raymond se dio cuenta de que este era

el hechizo nivel 2 Látigo Tornado.

Reconocerlo no significaba que lo entendiera. De hecho, al notar que era Látigo

Tornado, estaba incluso más confundido. ¿Qué acaba de suceder? ¿Cómo podía

aparecer un látigo tornado aquí? Por un momento, Raymond pensó que había

recitado el hechizo equivocado, confundiendo Llamarada por Látigo Tornado,

haciendo que recibiese el impacto de su error.

Pero esa no era la razón y la única otra posibilidad era que lo hubiese lanzado el

aprendiz.

La situación cambio rápidamente.

Raymond no tuvo oportunidad de incorporarse cuando escuchó el silbido

nuevamente. Sintió su hombro entumecerse antes de salir despedido por los aires.

«Esto no es...»

Raymond cayó al suelo una vez más, en un estado de completa confusión. Si no

había lanzado ningún hechizo esta vez, ¿cómo podía haber aparecido otro Látigo

Tornado?

«No puede ser, esto es...»

Al organizar sus pensamientos gradualmente, Raymond levantó su cara y

palideció. Incluso un pésimo mago sería incapaz de lanzar dos hechizos

equivocados, uno tras otro, mucho menos teniendo el mismo contragolpe. La

única explicación razonable era que esos dos hechizos en verdad provenían de

ese Aprendiz de Mago nivel 9.

«No, no era un Aprendiz de Mago nivel 9...»

Esos dos hechizos que vinieron de aquel hombre fueron silenciosos y rápidos.

—Maldita sea, ese patán en realidad es un mago, ¡un mago que ha perfeccionado

al menos dos tipos de meta magia!

En ese momento, Raymond quería que la tierra lo tragase. —Podrías haber dicho

que era un mago. ¿Por qué simulaste ser un aprendiz? ¿Era necesario usar Látigo

Tornado dos veces? ¿Eres un psicópata?

Raymond no podía comprenderlo. ¿Cuándo se había convertido Lin Yun en un

mago? Estaba claro que era un Aprendiz de Mago nivel 9 hacía solo un mes,

¿cómo se había convertido en mago tan rápido? Y en un mago capaz de usar dos

habilidades meta mágicas. ¿Cómo de improbable era eso?

—¿Cómo has podido convertirte en mago?

—¿Por qué no? —Lin Yun miró a Raymond con extrañeza, sin dar explicaciones.

Continuó casualmente—: Por cierto, no olvides agradecérselo a tu padre cuando

regresemos.

—¿Qué quieres decir? —Raymond se congeló al escuchar eso.

Pero Lin Yun no planeaba responder.

De hecho, si no hubiera sido porque Lin Yun creía que ese anciano era merecedor

de respeto, Raymond se habría convertido en un cadáver en el instante en el que

lanzó el hechizo de hielo. Con el nivel de alerta y vigilancia que había cultivado

durante veinte años en el fin de la era mágica, ¿cómo podía permitir que Raymond

lanzara su hechizo acortado que todavía necesitaba gestos?

En el instante en el que la fluctuación de maná apareció, Lin Yun ya había

formado un Carámbano en su mano. Si ocurriera como lo había planeado, en

cuanto el hechizo fuera liberado y el remolino de maná se encogiese, Lin Yun

lanzaría su Carámbano y atravesaría la cabeza de Raymond con él.

Era como había dicho Lin Yun. Raymond debería agradecérselo a su padre.

Cuando estaba a punto de realizar el encantamiento, Lin Yun tomó conciencia de

que ya no estaba en la era despiadada en la que vivió durante tanto tiempo. Su

atacante no tenía intención de lastimarlo. Además, el padre de aquel joven mago

era un hombre noble.

Lin Yun contuvo su hechizo y usó el maná en bruto para bloquear el Hielo.

—De acuerdo, ven a ayudarme.

Usó el mismo tono imperativo, pero esta vez, Raymond no lo ignoró. No era una

buena idea negarse a un mago que era capaz de lanzar dos Látigos Tornado de

forma casual. Si pelearan, sin duda alguna Raymond sufriría una derrota.

Así que no tuvo otra opción más que contenerse. —¿Qué tengo que hacer?

—Encanta a aquellos —Lin Yun estaba ocupado y usó la mano para apuntar hacia

unas botellas de vidrio.

—Eh...

El encantamiento era la tarea más sencilla en la alquimia. No era nada complicado

para un mago como Raymond. De hecho, todo mago había estudiado alquimia en

algún momento, algunos más que otros. Muchos magos de alto rango eran

grandes alquimistas.

Desde su nacimiento, estaba presente en incontables formas de magia. Se

complementaban. Llegar lejos en el mundo de la magia era imposible sin la ayuda

de la alquimia. Un equipo de alquimia permitía hacer mejoras directas en el poder.

Las pociones refinadas podían recuperar fuerza en tiempos de necesidad. Las

marionetas creadas a través de la alquimia tenían grandes usos estratégicos. Si

un mago no contaba con el apoyo de la alquimia, e incluso siendo un genio, sus

logros se verían limitados.

Ocurría lo mismo con la alquimia, la cual estaba inevitablemente relacionada a la

magia. Un buen mago no era necesariamente un buen alquimista, pero un buen

alquimista estaba obligado a ser un buen mago. Esto podría sonar extraño, pero

era la realidad. Algunas fórmulas complicadas de alquimia necesitaban un

profundo entendimiento de la magia. Algunas personas intentaban depender en

talento o trabajo duro para alcanzar sus objetivos en la alquimia, pero solo un

mago era capaz de investigar más y más profundo.

Sin suficiente conocimiento mágico, no era posible entender esas fórmulas

complejas. Sin suficiente habilidad matemagia, no era posible crear una

herramienta mágica.

Los logros de Raymond en la alquimia no eran muy grandes, aún estaba muy lejos

de lograr crear su propia herramienta mágica, pero no tenía problemas al encantar

algunas botellas de vidrio. Raymond comenzó a encantar la botella con habilidad

mientras se preguntaba cómo ese patán se había podido convertir en mago.

— Eh... ¿Qué es ese olor?

Mientras estaba perdido en sus pensamientos, un irritante olor irrumpió en su

nariz. Raymond frunció el ceño por la molestia antes de palidecer.

Notó que la persona que estaba en la mesa de alquimia que tenía al lado había

puesto una roca de llama en un tubo de ensayo.

—Mierda... —Raymond contuvo el aliento. Si la roca de fuego era estimulada con

poder mágico, alcanzaría una temperatura muy alta de inmediato. Sumergir esa

cosa en la solución de coral era como encender una pila de fuegos artificiales.

—¡Condenados! ¡Este canalla quiere matarnos! —Cuando la roca cayó dentro del

tubo, una luz roja salió despedida y Raymond ya podía sentir el calor desde ahí.

Quería maldecir, pero era muy tarde. Bajo la gran temperatura, la solución de coral

estaba fuera de control. El maná desaforado estaba causando estragos mientras

la luz roja se elevaba, llenando todo el laboratorio de un sangriento resplandor

carmesí. Un montón de burbujas rojas intentaban salir del tubo de ensayo.

Notando esas horribles fluctuaciones de maná, Raymond cerró sus ojos,

resignándose a su destino.

«Estamos condenados».