Victoria lloró de miedo.
Era una mujer que prestaba mucha atención a su imagen y al juicio de los demás sobre ella. Era la CEO Beauty número uno en Orlando. Después de llegar a Nueva York, también fue la CEO Beauty número uno allí.
Fuera donde fuera, era respetada, admirada y alabada. ¿Cómo podía aceptar que toda la sociedad la maldijera por ser una «asesina»?
Especialmente porque ella era inocente. Ella no mató a nadie en absoluto. ¡Ni siquiera sabía lo que había pasado!
Esta verdad era demasiado extraña.
Nadie lo aceptaría.
Una persona controló su cuerpo para cometer un asesinato. Ahora tenía que sufrir las consecuencias. Aunque intentara dar explicaciones a la sociedad y al juez, nadie la creería.
Jordan acarició la espalda de Victoria y la consoló: —Victoria, no te preocupes. Conmigo cerca, no te pasará nada.
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