Li Mosen usaba un traje blanco bellísimo y sostenía una caja de regalo más grande que su cuerpo; se veía gracioso. Su Qianci vio al pequeño así, soltó una risita y lo saludó con los brazos abiertos. La cara de Li Mosen se puso roja de inmediato y gritó:
—Mamá, feliz cumpleaños.
Su Qianci tocó su cabecita.
—Gracias, Mosen.
—Este es un regalo que papá te da.
Su Qianci se rio entre dientes y abrió la caja del regalo. Allí había un vestido blanco. Lo primero que vio fueron los diamantes deslumbrantes, así como los exquisitos y prolijos detalles hechos a mano. El hermoso vestido blanco la hizo contener la respiración. Al recoger la ropa, descubrió que era un vestido blanco delicado y hermoso que era muy impresionante.
¡Deslumbrante!
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