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Capitulo 5

POV Rose

Llego a la estación aunque no tengo idea de con quién hablar sobre esto que nos pueda ayudar.

—Habla con un oficial de policía—dice el Espíritu.

—Bien.

Entro un poco nerviosa y veo a un oficial de policía hablando con una chica—parece que están ligando—y pienso en sí debería acercarme.

—Hazlo—me anima el Espíritu.

Me acerco—disculpe—los interrumpo—¿podría hablar con usted?

El oficial se queda en silencio—ah, los dejare solos, hasta luego Richard—expresa la chica yéndose.

—Hasta luego. ¿En qué puedo ayudarte?

—Eh bueno...—articulo dubitativa.

—¿Y si se entera y golpea otra vez a mi madre?—pienso.

—Lo volverá a hacer de todas formas, solo dile—me anima de nuevo el Espíritu.

—Bien—respiro hondo y le cuento—mi madre está siendo abusada por mi padre y no quiero que siga haciéndolo—digo al fin.

El se me queda viendo—bueno, vamos para acá mejor—me dirige hacia lo que parece una oficina y tomamos asiento.

—Entonces, tu padre golpea a tu madre. ¿Tienes prueba de ello?

—La golpeo ayer puedo sacar algunas fotos de ello aunque no se si sea suficiente—medito.

—No me has dicho tu nombre—dice dando un sorbo a su tasa de café que tenía en la mano.

—Me llamo Rose Cooper Rochester.

—¡¿Cooper?!—vocifera escupiendo el café en mi vestido—rayos, perdón—me pasa una servilleta y yo trato de limpiarme un poco.

—No es nada.

—Lo siento señorita pero no puedo ayudarla—expresa parándose junto a la puerta prácticamente me estaba botando.

—Pero...—me pongo de pie y trato de pensar en que puedo decir.

—Oh vaya que hora es, tengo una reunión y me tengo que ir tendrá que disculparme.

—Pero...—oh Espíritu ¿qué le digo?

—Vámonos,  regresaras después—responde el Espíritu.

Me marcho y cuando llego a casa veo el vehículo de mi padre estacionado al frente de la casa—él está aquí—respiro hondo y salgo del auto para entrar a la casa.

—Rayos, ¿qué le diré si me pregunta donde estaba? Él sabe que no tengo clases hoy—comento por lo bajo un poco  exasperada antes de entrar a la casa.

—Yo estoy contigo, no temas—expresa el Espíritu.

Siento que toma mi mano y me da mucha paz—okey, entremos—decido entrar y no veo a nadie en la sala ni en la cocina.

—Hola, ¿hay alguien en casa?—manifiesto y entro a la habitación de mi madre pero no esta allí tampoco.

—¿Dónde están todos?

—En la casa del vecino.

—¿En la casa de Chad?—le pregunto al Espíritu.

—Si.

—Entonces vamos.

Voy a la casa del vecino Chad y toco el timbre pero no abren ni sale nadie—no me abren—digo volviendo a exasperarme.

—Tranquila, ella esta bien, no hay nada de que preocuparse—articula.

—Bueno...

Abren la puerta y sale Chad—hola Rose, ven entra, tus padres están aquí—dice haciendo que pase dentro.