Al principio, Raine no pudo comprender claramente las palabras de Serefina, así que pidió que se las repitieran. —Perdón, ¿qué has dicho? Se inclinó hacia adelante, temiendo malentender sus palabras de nuevo.
—Lo estamos matando de hambre. Serefina la miró a los ojos mientras repetía lo que había dicho antes.
Al ver la comprensión y la ira introduciéndose lentamente en los ojos de Raine, Rafael se apresuró a explicarle. —Raine, tenemos que hacer eso para mantener a la bestia bajo control.
No solo Raine estaba conmocionada por esa revelación, sino que Calleb tampoco tenía ni idea de ello, había sido asignado para vigilar a Raine, así que aparte de lo que Rafael normalmente le dejaba saber, prácticamente no sabía nada más.
Por lo tanto, lo único que pudo hacer fue negar con la cabeza incrédulo mientras miraba a Rafael y a Serefina.
—¿ESA ES LA RAZÓN POR LA QUE LO ESTÁS MATANDO DE HAMBRE? —Raine se levantó de su asiento y miró a Rafael con una mirada fulminante.
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