Serefina atrajo sus piernas hacia su pecho y las abrazó mientras descansaba su frente sobre sus rodillas. Se sentía completamente exhausta y vacía.
Pero, entonces sintió que alguien le colocaba una manta cálida sobre los hombros y la ajustaba para que cubriera su cuerpo frío.
Incluso entonces, la bruja no se movió, tampoco necesitó levantar la cabeza para ver quién era, sabía que debía ser Teo, ya que estaba dentro de su dormitorio y él era la única persona aquí.
Serefina pensó que después de cubrir su cuerpo con la manta, Teo regresaría a su cama, sin embargo, sintió que el sofá a su lado se hundía, indicando que el general había decidido sentarse allí.
Por alguna razón, a Serefina no le importaba porque Teo no le preguntaría nada, así que continuó sentada en esa posición.
Los dos permanecieron en silencio toda la noche y Serefina no dijo nada.
Sin embargo, esto era todo lo que necesitaba en un momento como este.
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