Esperanza no pudo dormir anoche. Y cuando el primer rayo del sol iluminó su rostro, sólo entonces se sintió muy letárgica. Sus piernas estaban entumecidas después de haber sido la almohada de Kace durante toda la noche.
Pero, afortunadamente, cuando Kace se despertó esa mañana, se veía mucho mejor. Todas sus heridas habían sanado, excepto la de su espalda. Pero al menos no había ninguna herida adicional que Esperanza pudiera ver.
—¿Estás bien? —Esperanza acarició la cabeza de Kace cuando él abrió los ojos mientras ella bostezaba.
—No te ves tan bien —los ojos negros de Kace miraron fijamente el rostro soñoliento de Esperanza. Ella lucía demacrada y esto hizo que Kace frunciera el ceño. Inmediatamente se sentó cuando se dio cuenta de que había estado usando el regazo de Esperanza como almohada mientras ella tenía que estar sentada toda la noche—. ¿Por qué no duermes?
Las ojeras negras de Esperanza le indicaron que no había dormido lo suficiente anoche.
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